Literatos

Antoñana Chasco, Pablo

"Fragmentos de conversación daban detalle y pormenor de tropas acuarteladas, motín en un regimiento de artillería, un guardia civil sin graduación pone el caño de la pistola en la nuca (o la sien) de su coronel y le raja el cráneo, que estalla como una calabaza hueca. La noticia es truculencia y un espeso vaho de humo de tabaco quemado convierte el espacio en profundidades acuáticas donde las figuras flotan, se borran y disuelven volviéndose espectrales. Las mismas voces son ajenas y extrañas como si aquello fuera una sesión de hipnotismo.

Padre había abandonado la fetidez de su despachito y presidía todo aquello. Recibía a las gentes dándoles la mano. Alzado en un pequeño trono de humo y oscuridad se había vestido (como un disfraz) de un gesto digno y austero que ya no abandonaría en lo que quedó de noche. Se le había mudado el rostro, el talante y hasta la misma disposición de las manos que dejaron de ser de campesino atalajando el caballo. Ahora parecía más a un melancólico coronel retirado que al dueño de una casa de labranza.

La casa se había convertido en un cuartel o caserna, extremo evidente pero inexplicable.

Madre se le acercó para colocar la pulpa de sus labios en su oído.

"¿Qué hace esta gentuza aquí?"

Dijo "gentuza" y padre al moverse en la oquedad clavada en el humo se manchó fugazmente de luz.

"Esto es cosa muy seria. Es la guerra."

La guerra. Madre tenía los ojos mojados y también su memoria".