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VICUÑAS Y VASCONGADOS

Los primeros eran andaluces, extremeños, manchegos, castellanos y portugueses, animados del espíritu de los conquistadores, aventureros las más de las veces, poco dados al trabajo tenaz de minas y haciendas. Contaron con la simpatía de criollos, mestizos, negros, mulatos y de indios mitayos, explotados éstos últimos por los vascongados. Se les denominó vicuñas por tocarse con sombreros confeccionados con lana de este animal andino. Los vascongados eran los de habla vasca, prácticos, tenaces e industriosos, dueños de los ingenios argentíferos, grandes proveedores de plata para la Monarquía y monopolizadores del poder municipal. En su escrito a las autoridades de Gipuzkoa de 1623 se definen como grupo, denunciando "las calamidades y miserias que nos hacen padecer con insolencia libertades y demasías no bistas algunos hombres desalmados que, a título de provincias españolas, han levantado bandera haziendo juntas, confederándose entre sí para hazer y causar una notable persecución contra los hijos de VS del nobilísimo Señorío de Vizcaya y Provincia de Alava y Reyno de Navarra, que sin distinción hermandados en estos extendidos reynos de las Indias con amor y benevolencia nos llamamos bascongados". Ver VBASCONGADO. La solidaridad entre estos vascos es total. Según un relato anónimo de la Audiencia de Charcas "los vizcainos son pocos pero gente unida y que se ayudan los unos a los otros, así con sus personas en sus dependencias, como con sus haciendas..." Según Crespo, "estaban poseídos de un sentido utilitario de la conquista de las Indias, en más alto grado que los castellanos, extremeños o andaluces y, si caben las generalizaciones, un tanto despojados de su actitud heroica." Las querellas y la animadversión mutua de vicuñas y vascongados fueron aireadas a finales de la II Guerra carlista, especialmente en la ofensiva publicitaria que siguió a la guerra. Justo Zaragoza llegó a incluir y glosar en su Castellanos y vascongados de 1876 una relación anónima (Tratado breve...) escrita el 1 de julio de 1624, al calor mismo de los hechos, en la que el autor pone en duda la lealtad a la Corona de los vascongados. Para Zaragoza tal falta de lealtad fue una constante que resurge en el carlismo. Sin embargo este Tratado es de sumo interés para conocer las mentalidades de ambos bandos ya que tanto un burgalés como un bilbaino exponen en él sus razones. Según el primero los vascongados (guipuzcoanos, vizcainos, navarros, alaveses y colonos en Indias) fueron siempre unos protegidos de la Corona, refractarios al poder castellano y dilapidadores de "la plata de nuestras Indias (que) "la meteis en Francia por la vecindad que con ella teneis, con quien casais y emparentais, con quien amais y bebeis". A esa familia vascongada pertenecen los "franceses que hablan vascongado (que) andan entre nosotros en las Indias". "Cuando os veis mohinos nos decis que a Vizcaya no le faltará marido" reprocha, mientras que "Andalucía son vuestras Indias y paraíso". El vizcaino esgrime su nobleza e hidalguía, su limpieza de sangre para justificar su peculiar manera de ser súbdito del Imperio ("españoles de el Rey). La animadversión vicuña se debe a ser "natural el odio que tiene el villano con el hidalgo". Según el vizcaino, el origen de todo ello es que los vascos descienden de Tubal ("nosotros somos los primeros habitadores de España"), de ahí el euskera (hebreo corrupto), carácter originario reforzado por el hecho de que "nuestra tierra nunca fue conquistada". El sistema de Fueros nacería de estas circunstancias y de ser "muro de España por la parte del Norte" amén de "insigne gente en la mar". El castellano acepta el carácter semítico del euskera y de los vascos pero reclama la hidalguía originaria para los hijos de los godos (hidalgit ;eqhidalgo) alegando que los vascos son descendientes de esclavos judíos de los nobles godos, crucificadores de Cristo; de ahí su habilidad como escribas, armeros y usureros, la toponimia (Fuente-Rabía), el nombre de vizcaines (imitadores de Caín), acentuación e, incluso, su carácter judaizante puesto de manifiesto en el caso de los herejes de Durango y en los recientes Autos de Fé: "cada día nos avisan de España que os queman por eso en Logroño, Vitoria, Pamplona y principado de Bearne". La nobleza universal "es barbaridad, porque todos sois nobles". Ver NOBLEZA. Respecto a las interesantes alusiones a "los franceses que hablan vascongado", que en Indias hacían causa común con sus "parientes" meridionales, hay que recordar que la conquista y división de Navarra es un hecho reciente y que la sospecha de llevar una flor de lys en el corazón se arroja aún con frecuencia sobre los levantiscos navarros. Ver NAVARRA. También que los súbditos de la Corona de Aragón no participan como tales en la conquista y colonización de América. Una carta del capitán Oyanume al contador Sebastián de Goicolea (1622), que especifica las fuerzas del bando vascongado, lo señala: "Nuestra hueste se compone de cien caballos y 60 paisanos entre viejos y mozos, 40 navarros más 80 criollos del nuevo Reino, Quito, Lima y otras partes lejanas, hijos de nuestros paisanos, más nuestro amigo Jorge el francés, nos ha servido a su costa con 60 hombres catalanes, roncaleses y otros extranjeros. Mondragón nos envió del Tucumán 50 hombres entre paisanos y de otras tierras, a cargo de Sanchillo su hijo, y nos envió 20 caballos buenos...".