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Santa Águeda

Santa Águeda, también llamada Ágata o Gadea: Virgen y mártir. Dice la hagiografía que nació en Sicilia en el 230. Durante la persecución de Decio vivía en Palermo, aunque fue martirizada en Catania (ambas poblaciones de Sicilia). Quinciano quiso que se casara con él, pero Águeda se negó a ello por ser cristiana siendo ello causa de su martirio. Murió en prisión el 5 de febrero del 251. Los cristianos le dieron sepultura en el lugar que hoy ocupa la catedral de Catania. La iglesia celebra su fiesta el 5 de febrero.

Sobre su biografía y desdichada muerte hay multitud de canciones, y leyendas.

Un cantar popular navarro rescatado del olvido por José María Iribarren dice:

"Gloriosísima Santa Agueda de las santas sin rival, que le cuertaron los pechos igual que se cuerta un pan".

El romance religioso que incluimos a renglón seguido, en versión de José Camón Aznar, conserva las crueles expresiones de los dos últimos versos:

"Agueda que no quisiste
a los dioses adorar;
en prueba de tu constancia
las tetas te han de cortar;
y le respondió la santa
con afecto singular;

-que cuerten por donde quieran,
que cuerten si han de cuertar-.

Y le cuertaron las tetas
como aquel que cuerta pan".

Durante siglos se ha invocado a Santa Águeda para las enfermedades en los pechos. No es extraño que sea la patrona de las nodrizas y los fundidores. Se le pide protección contra el fuego y las quemaduras y las mujeres contra los males de pechos.

La popularidad de esta santa en Euskal Herria ha sido enorme; como lo demuestran las muchas ermitas a ella dedicada.

Recogió Gurutze Arregi, cómo las mujeres de Bizkaia que tenían problemas de pecho o falta de leche acudían a la ermita de Santa Águeda de Dima, al igual que los hombres con dolencias de cintura (garrikomiñe).

A la ermita de Santa Águeda de Bidania (Gipuzkoa), al igual que la anterior, acudían las mujeres para solicitar buen parto y contra las afecciones en los senos. Igualmente a la ermita de Santa Águeda de Soraluze (Gipuzkoa) ascendían las madres con problemas para amamantar a sus niños. Rezaban una oración, encendían una vela y dejaban la correspondiente limosna.

Es muy apreciada la ermita de Santa Águeda de Antzuola, por su virtud para sanar las verrugas por el procedimiento, común a muchas ermitas, de frotarlas con una moneda y depositar ésta como limosna antes de elevar una oración.

Contaba don José Miguel de Barandiarán cómo en la ermita de Santa Águeda de Alonsotegui (Bizkaia) existía una imagen de mármol blanco que representa a dicha santa, que tenía la cabeza separada del tronco. Quienes padecían males de cabeza entraban por una puerta de la sacristía, llevando en sus manos la cabeza de la santa, y salían por la otra. Haciendo esto tres veces seguidas se curaban.

Resurrección María de Azcue recogió en Barcus (Zuberoa) la siguiente leyenda:

"A pesar de ser día de Santa Águeda, el ama de casa se puso a hacer una hornada. Un gato le cogió y comió un pedazo de masa de pan.

- Quita de ahí, gato -dijo ella-, y entonces Santa Águeda dio por respuesta:

"- No soy Gata, pero sí Santa Ágata (Águeda), y mira hacia atrás y vio luego que la casa ardía. Por eso aquí en el día de Santa Águeda no solían hacerse trabajos ni de horno, ni de lavado".

En Urzainqui, también en Navarra, se contaba lo que le ocurrió a un hombre que encontró a una cabra comiendo berzas en su huerta. Cuando fue a darle con un palo se le puso de pie y le dijo que era Santa Águeda.

En muchos pueblos y aún hoy, la víspera de esta fiesta se tocan las campanas de forma muy insistente y prolongada, mucho más que en cualquier otra festividad.

Mariano Estornés Lasa, publicó cómo en Isaba, valle de Roncal (Navarra), los chicos bandeaban las campanas y saliendo por las calles, en cuestación, gritaban: "Santa Águeda chula y mágueda (chula y magra)". Con este grito imitaban el ritmo de campaneo-dice el autor.

En algunos lugares de Álava las mozas volteaban las campanas de 2 a 4 de la tarde y los mozos de 7 a 8 y de 11 a 12 de la noche.

Terminaba Estornés diciendo como aún en 1933, en Ablitas (Navarra) se encendía una pequeña hoguera en el campanario. Ello no es extraño, pues en otros lugares, hemos recogido nosotros, cómo los chicos que se dedicaban a bandear las campanas, solían asar castañas en el propio campanario. Según parece con ello se lograba aplacar a las tormentas de verano.

También Resurrección María de Azkue testimonia que en Vizcaya se tocaban las campanas de parroquias y ermitas la víspera de Santa Águeda desde el crepúsculo hasta la media noche, y que durante todo ese día (4 de febrero) grupos de postulantes "suelen andar de casa en casa por todos los barrios recogiendo dinero para los tañedores de campanas".

En las postulaciones de antaño los mozos recogían alimentos: huevos, chorizos, etc. para luego comerlos en una buena merienda o cena, a la que en algunos sitios invitaban a las mozas.

En Cripán (Álava) los mozos acudían en tal día a misa vestidos con capas, nombraban su alcalde, e incluso alguaciles para tal día.