Cinematic

Perdita Durango

Tercer largometraje de Alex de la Iglesia fechado en 1997. Se presentó en el Festival de San Sebastián causando una expectación inusitada en la víspera del estreno. El director bilbaíno, tras sus éxitos con Acción mutante (1992) y El día de la bestia (1995) se había convertido ya en un valor seguro de la industria.

Además este proyecto rebosaba ambición en todos los sentidos. Su guión se basaba en la novela de Barry Gifford 59 grados y lloviendo. La historia de Perdita Durango. Este escritor había alcanzado la fama gracias a su novela La historia de Sailor y Lula, base de la película Wild at Heart (Corazón salvaje) (1990) de David Lynch. El presupuesto, tasado en 1.100 millones de pesetas fue en el momento del estreno el más alto de la historia del cine español. El productor Andrés Vicente Gómez no reparó en gastos para satisfacer las ansias creativas de Alex de la Iglesia; Contó, por ejemplo, con la prestigiosa actriz americana Rosie Pérez y la película se rodó en Estados Unidos. Alex de la Iglesia se unía así a otros cineastas vascos que en los inicios del cine -casos de Harry d'Abbadie, Conchita Montenegro o Juan de Landa- o ya a final del siglo XX -el director de fotografía bilbaíno Juan Antonio Ruiz Anchía- habían trabajado en la meca del cine. Una muestra más, en todo caso, de la pujanza del cine en el País Vasco a partir de los ochenta.

Perdita Durango es una violenta road movie que sigue la estela de producciones de Hollywood como Asesinos natos, Kalifornia o Amor a quemarropa. La película remite al cine de Quentin Tarantino y Martin Scorsese y su estética, deliberadamente sucia, está emparentada con el Peckinpah de ¡Quiero la cabeza de Alfredo García! Alex de la Iglesia narra las salvajes andanzas de un enloquecido santero llamado Romeo Dolorosa (papel interpretado por un Javier Bardem soberbio) y su amante Perdita Durango (Rosie Pérez). Ambos viven una historia de amor y crímenes por todo el territorio americano en una obra llena de acción en la que sobresalen, por ejemplo, escenas como la del robo del banco o la del tiroteo en la carretera. La inmensa carga de violencia de Perdita Durango fue un lastre que tuvo que arrastrar después de su estreno. Alex de la Iglesia fue excesivamente honesto en su propuesta y la crítica no se lo perdonó. Tanta violencia no podía ser real. Y sin embargo Barry Gifford -y por tanto Alex de la Iglesia- se habían basado en hechos reales, concretamente en las tropelías de Sara María Aldrete, -Perdita Durango- y su novio Constanzo, un traficante de drogas que sacrificaba a personas en crueles ritos satánicos. Constanzo llevaba corbatas hechas con vértebras humanas, algo que el director vasco obvió en su película por considerarlo poco creíble para el espectador.

En todo caso el público sí fue consciente del caudal de buen cine presente en este largo de Alex de la Iglesia y premió en taquilla los muchos méritos de esta obra. A saber; una gran imaginación visual, una maravillosa resolución técnica, un lúcido e ingenioso sentido del humor y un enfoque valiente, arriesgado y honesto, ajeno a las hipócritas y puritanas convenciones que rigen el mundo de la creación artística.

  • Roldán Larreta, Carlos: El cine del País Vasco: de Ama Lur (1968) a Airbag (1997), Donostia, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, Ikusgaiak-Cuadernos de Cinematografía, núm. 3, 1999, 407 pp.
  • Roldán Larreta, Carlos: Los vascos y el séptimo arte. Diccionario enciclopédico de cineastas vascos, Donostia-San Sebastián, Filmoteca Vasca-Euskadiko Filmategia, 2003, 351 pp.