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MURGUÍA

Murguía romana. Este poblado ha sido posiblemente identificado como la antigua Morosgui o Morogui citada por Plinio, por Alfonso del Valle de Lersundi siguiendo el razonamiento que extractamos a continuación: «Cita el célebre naturalista en el litoral marítimo de Vardulia tres Oppidum o poblados indígenas, que nombra de Levante a Poniente; Morosgi, Menosca y Vesperies. (...). La tribu de los Várdulos confinaba por el E. con la de los Vascones, a los cuales se sabe pertenecía en el fondo de la ría de Pasajes el puerto de Oeasso y por el O. con la de los Caristios que, según Ptolomeo, ocupaban la cuenca del Deva. Estas tribus por el S. rebasaban bastante la divisoria cantábrica. En general, los límites territoriales de tribus son siempre difíciles de precisar y no suelen coincidir con elementos geográficos. Sin embargo, en esta región, como en Navarra, el nombre de valles que parece ya tradicional al emplearse en sus primeras divisiones administrativas y que en Guipúzcoa han perpetuado desde el s. XV los tres árboles de su blasón heráldico, unido a que las principales diferencias en el tipo racial y manera peculiar de hablar el vascuence se observan al pasar de una a otra cuenca hidrográfica, inducen a admitir la probabilidad de que, en líneas generales, las fronteras de estas tribus coincidiesen en la abrupta vertiente cantábrica con las cumbres o divisorias principales. Es esto además una consecuencia de la geografía, pues presentando en este país las cimas de las montañas que forman las divisorias, un obstáculo mucho mayor al tránsito que el que presentan los ríos de relativo poco caudal y fácilmente vadeables que encierran, resulta lógico que las agrupaciones primitivas, atendiendo a su facilidad de intercomunicación, base de toda asociación, se estableciesen siguiendo estos valles. Si se acepta esta probabilidad como un hecho, el litoral várdulo debía comenzar por Oriente en las estribaciones del monte Ulía y terminar por Occidente en las del monte Anduz o de Iziar. Desembocan en el trozo de costa comprendido entre estos límites los tres ríos Urumea, Oria y Urola que parecen tener la raíz común Ur (agua), lo que resulta una coincidencia que muy bien pudiera ser consecuencia de que sus nombres procediesen de la misma tribu. En aquellas lejanas épocas, grandes bosques debían cubrir el territorio y el contorno de la costa y el de la red hidrográfica difería bastante del actual. El mar llegaba más al interior que ahora, penetrando más en las ensenadas abiertas, como Zarauz y Deva, y ocupando las anchas rías formadas en las desembocaduras. Estas rías, a excepción de la que forma el puerto de Pasajes, se hallan transformadas hoy en día en extensas vegas laborables, merced a los arrastres fluviales acumulados en sus fondos durante los dos mil años transcurridos desde entonces, y al trabajo del hombre que, conociendo la fertilidad de esos limos y acarreos, ha construído diques y defensas para su aprovechamiento, que han estrechado los lechos encauzando y fijando el curso divagante de los ríos sobre el relleno. Respecto a la vida de las tribus primitivas, se sabe lo que nos cuenta Estrabón y en cuanto a su organización política lo único que se puede afirmar es que permanecían aisladas unas de otras y aun dentro de ellas no existía más unidad política y social que la agrupación gentilicia (...). Se observa hoy en día perfectamente en los lugares que por su posición aislada o separada de las corrientes modernas, no han sido aún muy transformados, pudiéndose citar entre otros en Guipúzcoa los de Berástegui, Astigarribia, Murguía, etc., en donde la casa principal situada al lado de la Iglesia, cuyo patronato lleva, suele recibir en lugar del nombre toponímico del solar el de Jaureguia (El lugar del Señor). Existían también a veces en la proximidad de estos recintos otros más grandes, verdaderos campos, en donde se refugiaba la tribu o confederación de clanes en caso de invasión. A estos últimos es a los que César en sus comentarios aplica el nombre de oppidum (la palabra oppida en Plinio parece tener la significación de municipios). Los primeros eran muy numerosos en España y como poblados por un solo linaje o gentilidad, sus dimensiones no podían ser grandes, por lo mismo que el territorio perteneciente a ellos era también reducido, suelen ser designados generalmente con el nombre de castros, pero como ha sucedido siempre, los generales e historiadores romanos, los primeros con el fin de aumentar sus éxitos militares ante el pueblo y obtener los honores del triunfo, y los segundos por halagar la vanidad nacional, los bautizaban pomposamente con el nombre de urbes u oppidum, designaciones que parecen más bien aplicables a la capitalidad de una tribu que a la de un clan y así nos dice la historia que Catón destruyó 400 ciudades en 300 días, lo que resulta inverosímil tratándose de verdaderas ciudades. La construcción de verdaderos puertos con muelles en la misma costa, no había tenido aún lugar en estas regiones del Océano, pues sólo existían en las naciones del Mediterráneo oriental que , fueron cuna de la navegación y en algunas de las factorías fundadas por ellas en el occidental. En el exterior de la costa várdula, no existe más abrigo natural que el del peñón de Guetaria, que aunque desde luego debe ser examinado al investigar la situación de Menosca, sin obras especiales, no parece a primera vista reunir las condiciones de abrigo y seguridad requeridas por la navegación de entonces. La dificultad de sus comunicaciones con el interior, tampoco lo indican como lugar muy apropiado para el tráfico marítimo. Lo más general en aquellos tiempos, era que las naves de comercio penetrasen en las rías hasta donde lo permitiesen sus fondos, aproximándose lo más posible a las vías de comunicación. Parece, por lo tanto, lo más acertado, al buscar el lugar de los poblados de la costa citados por Plinio, que sin duda eran los centros del reducido tráfico marítimo de esta región en su tiempo, no hacerlo en el mismo litoral, sino en el interior de las rías y cerca de los caminos antiguos. El lugar ya determinado de Oeasso, citado por el mismo autor en la costa de los Vascones y situado en el fondo de la ría de Pasajes, lo confirma. Es fácil imaginarse el trazado del camino primitivo que seguía a lo largo de la costa, pues cortando normalmente a las divisorias y a los ríos, debía pasar las primeras por los puntos más bajos (puertos) y atravesar a los segundos, lo que, en general, no podía hacerse en la desembocadura, ancha y profunda, sino en aquellos lugares en donde la bajamar permitía pasar el río a los hombres y caballerías, es decir, en los primeros vados. El paso de un vado es operación que siempre requiere ciertas precauciones; estos primeros vados, sólo practicables en la bajamar, obligaban además al pasajero a detenerse en la orilla hasta la hora conveniente. Un sitio de tránsito y de necesaria parada, en tiempo de paz, crea la venta o parador, y un paso difícil, obligado y peligroso, en tiempo de guerra, la torre o casa fuerte que lo domina. Este es el motivo de que en la orilla de los ríos y al lado de los vados principales, existan siempre casas o torres de gran antigüedad y generalmente pertenecientes a familias de importancia social en el país. Los nombres toponímicos de las casas, esa guía tan preciosa que existe en el País Vasco para la investigación geográfica e histórica, proporcionan los hitos o mojones por los que se puede hoy reconstruir en parte el trazado de aquellos caminos primitivos, que vienen indicados por las casas cuyos nombres tienen el sufijo ate (puerta), que indica o señala el puerto o paso a través de la montaña, pero sobre todo por los que llevan el ibia (el vado), que fija el lugar de cruce con el río, que es el más difícil de determinar hoy. Respecto a los segundos, que son los que como he dicho mejor pueden indicar el trazado del antiguo camino primitivo de la costa, se encuentren Ondarra-ibia (el vado de arena) en el Bidasoa, que ha dado nombre a la ciudad de Fuenterrabía y que es el único que conozco en la misma desembocadura, pero este vado no pudo existir hasta el momento en que los fondos de la ría del Bidasoa se elevaron lo suficiente para que pudiera formarse la barra arenosa que lo constituye, por lo que, a mi juicio, el vado más antiguo por donde seguramente pasaba el camino primitivo era el de Behovia (el vado de abajo), cuyo nombre parece también indicar que en la época en que se le puso era este vado el más próximo al mar. En el Urumea, Ergovia, probablemente contracción de Erri-co-ibia (el vado del pueblo). En el Oria no conozco por la toponimia el lugar donde se encontraba el primer vadó; por la historia se sabe que en Usúrbil existía uno, célebre por los dos combates que sobre él tuvieron lugar a fines del s. XIV entre Oñacinos y Gamboínos. En el Urola se halla, en Aizarnazábal, el de Amilibia (el vado del derrumbadero), ignoro si existe alguno aguas abajo de éste. En el Deva Astigarribia (el vado del tilo). En el río de Ondárroa, Arancibia (el vado del espino), etc. Posteriormente, en la mayoría de estos vados se establecieron gabarras o barcas, cuyo peaje cobraban los Señores de las torres citadas y, más tarde, al modernizarse las vías de comunicación, en los mismos lugares o muy próximos a ellos, se han construido los puentes, pues el trazado de los caminos primitivos ha sido respetado en la mayoría de los casos. (Es posible que la palabra zubia [el puente] traiga su origen del primitivo puente construido de madera zur-ibia [el vado de madera], pues el de piedra suele ser llamado arzubia). Expuestas las consideraciones anteriores, y de acuerdo con ellas, puede ya intentarse la investigación del lugar en donde se hallaba Morosgi, el más oriental de los vardolorum oppida citados por Plinio, que debe buscarse en el más oriental de los ríos várdulos: el Urumea. En la desembocadura de este río, el monte Urgull, que en un principio era una isla análoga a la de Santa Clara, una vez elevados los fondos de la ría, comenzó a unirse por un tombolo, estrecho istmo arenoso, al continente, que formó la margen izquierda del río separando a éste de la bahía de la Concha. Sobre este tombolo, ensanchado más tarde por la acción combinada del mar y del río, es en donde se construyó posteriormente, resguardada por el monte citado, la villa de Izurum, que con sus iglesias de Santa María y San Vicente es nombrada ya como antigua, el s. XI, y sobre cuyo viejo solar se asienta hoy parte del San Sebastián moderno. Pasado el trozo comprendido entre los cerros de San Bartolomé y Mundaiz, ensanchaba el cauce, formando una ría que ocupaba las anchas vegas de Santiago, Loyola, Astigarraga y Hernani (el barrio situado al SE. de Hernani al lado de la vega recibe aún hoy en día el nombre de Portu), que las altas mareas debían recubrir, pero que la bajamar dejaba en parte al descubierto. También acerca de este detalle la toponimia nos comprueba que ya con anterioridad al s. XI la ría se hallaba en plena etapa de desecación, pues en la carta de donación del Monasterio de San Sebastián y villa de Izurum al de San Salvador de Leyre, otorgada por Sancho M el Mayor de Navarra en 1014, al señalar los límites de la donación, fija uno en Ancieta (pantanos), nombre que conservan hoy dos caseríos situados cerca de Martutene, lo que indica que en la época en que recibieron dicho nombre era aquél un lugar pantanoso. También la designación de Loyola que parece significar (superficie o extensión de lodo) viene a comprobar lo mismo. En el lugar hoy denominado Ergovia, cerca de Astigarraga, se hallaba el primer vado y su nombre, contracción probable de Erri-co-ibia (vado del pueblo), indica que en sus proximidades existía un poblado (éste no debe ser Astigarraga, de fundación relativamente moderna en el sitio actual, sino Murguía). La calzada que conducía desde la frontera francesa a Castilla, pasando por Oyarzun, sobre la que se construyó la primera carretera provincial que fue el camino de Francia hasta época relativamente moderna, en 1871 se hizo la de Astigarraga a San Sebastián, evidentemente seguía el trazado del camino primitivo, el cual venía a cruzar el río por este vado. Dominando por el N. el camino, cerca del vado y ocupando una situación verdaderamente estratégica, se alza un cerro o montículo calizo, que debía formar en aquella época una especie de península en el estuario del río. Las condiciones naturales que reúne de facilidad de defensa y de dominio sobre un paso importante y difícil en el país, lo indican como lugar muy apropiado para situar en él la mansión de un jefe várdulo primitivo. La próxima amplia cumbre de Santiagomendi al S., reúne también condiciones para ser utilizada como campo de refugio de una tribu en caso necesario. En la cima del cerro se halla situada la antigua iglesia de Santa María de Murguía, que es probable indique el lugar de un templo pagano primitivo: a su lado se encuentra la vieja torre o casa fuerte del mismo nombre, que desde tiempo inmemorial es conocida en el país como habitación de un linaje antiguo, cuyo pariente mayor en la alta Edad Media, es uno de los jefes principales del bando oñacino, el cual ejerce el patronato de la iglesia y extensa jurisdicción sobre el río y los montes vecinos. Dado el apego a la tradición y la continuidad y estabilidad de las familias y costumbres en el país, cabe en lo posible que este personaje tuviese alguna relación con el linaje del jefe várdulo primitivo (...). Este Murguía, contracción evidente de Muru-egui seguido del artículo a (el lugar del cerro) es, a mi juicio, el paraje más indicado para situar el oppidum Morosgi citado por Plinio». (Ref. Valle Lersundi, Alfonso: Algunas conjeturas acerca de la geografía histórica de Guipúzcoa, RIEV, XVII, 425).