Concept

La guerra en el País Vasco (1984 version)

Segundo período: diversificación bélica e intervención exterior. El siglo XIII se inaugura bajo el signo del fraccionamiento político tras la invasión y conquista armada de Alava, Guipúzcoa, el Duranguesado y Rioja por Alfonso VIII de Castilla que, pese a recuperación esporádica, pasarán definitivamente a la órbita castellana. La participación bélica de los vascos se canalizará ahora por tres vías: Corona inglesa, Corona navarra y Corona castellana. De esta forma, veremos a los bayoneses auxiliar a los ingleses en su lucha endémica contra el imperialismo de la Isla de Francia y a marinos guipuzcoanos y vizcaínos aprestar naos al servicio de Castilla en las guerras de Andalucía y Norte de Africa. Asistiremos también en la irrupción de los navarros en Europa bajo los pendones de la Casa de Champagne, Francia y Evreux, dinastías reinantes en Pamplona tras la muerte de Sancho el Fuerte (1234). Esta irrupción se convertirá en verdadero intervencionismo navarro en los asuntos internos del hexágono sumido en la Guerra de los Cien Años entre Francia e Inglaterra, durante el reinado de Carlos II de Evreux, rey de Navarra y señor de extensas posesiones en el Norte de Francia. Tras la guerra contra el rey de Francia, vendrá la que sostendrá con Castilla por la recuperación de las tierras perdidas en el año 1200, y su derrota definitiva al concertarse ambos monarcas. El siguiente fenómeno importante de este periodo es la aparición de los bandos históricos antagónicos, basados en el linaje antiguo pero dotados ahora de un componente nuevo, su carácter de parcialidad fácilmente adaptable a las vicisitudes históricas de carácter exógeno, como es el caso, en las guerras de barrios de Pamplona, de la Facción francófila, o en la conquista de Alava y Guipúzcoa de la castellanista. Durante los siglos XIII y XIV y a tenor del crecimiento de las villas dotadas de un régimen jurídico diferenciado, los bandos chocarán con el poder ciudadano introduciendo la dicotomía bélica en los mismos centros urbanos desarrollados al amparo del poder real. Los bandos serán los protagonistas de hecho del siglo XV vasco, apoyándose siempre, uno de los componentes de la díada, en un poder superior externo: el rey de Aragón o de Castilla, en Navarra; el de Castilla, en el caso de oñacinos y gamboínos hasta la creación de las Hermandades urbanas, momento en el que los bandos pierden interés para el poder real ante el sólido basamento político ofrecido por ciudades y villas. Así, allí donde se produzca la conjunción "Corona burguesía urbana-empresas bélicas exteriores", se verá periclitar el poder nobiliario polarizado en bandos, con sus guerras particulares. Es el caso de Alava, Vizcaya y Guipúzcoa a finales del siglo XV. Beamonteses y agramonteses sólo hallarán un acomodo tras la conquista e instalación del poder virreinal vinculado a Castilla y al Imperio americano, ya entrado el siguiente siglo. Una variante de las guerras de bandos fueron las luchas concejiles que adquirían especial repercusión cuando los concejos pertenecían a Coronas limítrofes. Yanguas recoge en su Diccionario de Antigüedades varios casos y casuística peculiar en la voz "guerra": "En 1308 los habitantes de la Aquitania y de Navarra se hacían la guerra. Don Juan de Jenuilla, señor de Julleyo Castro, senescal de Pamplona por el rey de Navarra, y D. Guido Ferre, senescal del ducado de Aquitania por el rey de Inglaterra, trataron de restablecer la paz, a cuyo efecto acordaron que cesase toda hostilidad; que D. García Martín de Oylloqui y D. Juan de Isar, por parte de Navarra, y D. García Arnaldo de Ezpeleta y Raimon Durando, por la del duque de Aquitania, arreglasen la satisfacción de los daños ocasionados entre ambas partes, que se entregasen mutuamente los delincuentes de cada país refugiados en el otro, que cada senescal castigase a los que, respectivamente, quebrantasen la paz; que ningún rústico, ni hijo de rústico, pudiese ir en las comitivas de los nobles con armas, sino que se ocupasen en la agricultura, pena de 66 sueldos morlanes o estar en prisión otros tantos días; que ningún caballero pudiese entrar en el otro país con más que cuatro compañeros; que los desterrados respectivos no fuesen acogidos en ninguno de ambos países. En estas guerras los pueblos publicaban el apellido al cual debía acudir todo caballero con armas y caballo. [Fuero general, lib. 1, t. 1, cap. 7]. Precedían desafíos formales y solían terminarse saliendo al campo, por cada parte, cierto número de campeones. Pero algunas veces el encono y el deseo del pillaje hacían estas guerras largas y sangrientas; el espíritu nacional comprometía a los pueblos inmediatos y todos se armaban, los unos contra los otros, comprometiendo también a los mismos monarcas en defensa de sus respectivos súbditos. Para evitar estos resultados se establecieron recibidores de treguas nombrados por los reyes, con el encargo de intimar a los contendientes la suspensión de armas, y debían de ser obedecidos entre tanto que, compromisalmente o de otra manera, se arreglaban las diferencias. En 1374 el rey D. Carlos II dio pleno poder y autoridad de dar y recibir treguas y de ejercer ese oficio, a Pedro Aibar de Solchaga, escudero, por muerte de Juan Périz de Eransus, recibidor general de treguas, a los usos y provechos acostumbrados. Las guerras concejiles fueron reprimidas por el rey D. Carlos III, principalmente las que se hacían entre los pueblos limítrofes de distinto reino. Valióse para este efecto, entre otros medios, de las Hermandades que habían comenzado a organizarse. En 1412 los habitantes limítrofes de Alava y Guipúzcoa estaban en guerra con los de Navarra; ambos monarcas mandaron que los jueces de la Hermandad, a quienes se diese parte de cualquier exceso, procediesen contra los culpados y los condenasen en las mayores penas que por fuero o derecho hallasen y que se les diese el castigo en el lugar donde hubiesen cometido el delito. En 1416 mandó el rey confiscar los bienes de varios vecinos de Tudela, Cascante y Tulebras porque invadieron y tomaron el castillo de Trasmoz y otro de Aragón contra la prohibición del rey. D. Martín Enríquez de Lacarra acudió a nombre del mismo rey, en 1417, con 376 hombres a la parte de Carcastillo para contener a ciertos aragoneses que estaban en Navarra y hacían incursiones en Aragón, de los cuales muchos fueron presos; y al mismo tiempo castigó a los vecinos de Cintruénigo porque hostilizaban al monasterio de Fitero estando bajo la protección del rey. También había guerras de familia a familia en que comúnmente, cuando eran de distinto vecindario, tomaban parte los pueblos y no podían menos de tomarla por los pactos vecinales que obligaban a todos a la recíproca defensa. Los recibidores de treguas del rey usaban de su oficio en estos casos lo mismo que en los de pueblo a pueblo; y aun los alcaldes y regidores estaban autorizados para exigir treguas y prender y acotar, o echar del pueblo, a los que no se sometían a ellas. En 1403 el rey D. Carlos III, queriendo que las treguas de entre sus súbditos se hayan de firmar é rescibir solemne é publicament, de alli adelant, por tal que por cartas públicas, é otros buenos é verdaderos documentos, el otorgamiento é recepción de las dichas tregoas se pueda faillar, cada que nescesario será como era usado antes, nombró por recibidor de treguas a Miguel Garcia Olloqui, escudero, para que recibiese las treguas que se firmasen entre partes. Habiéndose movido guerra entre Miguel Lópiz señor de Lazcano y sus parientes, en la Provincia, de una parte, y de la otra los hijosdalgo y francos de Echarri-Aranaz, Arbizu, Lacunza y otros pueblos de Navarra, ocurrieron algunas muertes; y aunque se firmó la paz en 1375 por ciento un años y un día, Diaos y Lope Ferrándiz y Ferrando, sobrinos de Miguel Lópiz, que fue uno de los muertos, decían que no querían observarla, porque al tiempo que se firmó eran de menor edad y nadie podía firmar por ellos; por lo que desafiaron de nuevo a los navarros. Entonces los reyes de Navarra y de Castilla, deseando la paz de sus súbditos, mandaron en 1388 que se publicase en todos los pueblos donde habitaban los contendientes, y que observasen la paz ajustada, y que de lo contrario se prendiese a los contraventores y estuviesen en prisión hasta que la firmasen. En 1400 los parientes de Lópiz volvieron a desafiar a los navarros, y los reyes interpusieron de nuevo su autoridad; sin embargo en 1411 insistiendo todavía en la guerra, los de Lópiz dieron poder a Pedro de Asteasarán para que por ellos desafiasen a todos los hombres de Echarri-Aranaz, Arbizu, Lacunza, Lizarragagoicoa, Lizarragavengoa, Torrano y Unanoa, apercibiéndoles que del día que por dicho Asteasarán fuere hecho el desafiamiento, dende pasados los nueve dias primeros seguientes complidos, que les farian todo mal et danio, asi en cuerpos como en bienes; et por quoanto sus antecesores habían muerto non debidament á Ferrando de Lazcano, et á Juan de Murua, et á Garcia Andreiturri, que eran sus parientes, de los desafiantes, et habían ferido á Lope Galvete, padre de Lope Galvete, por lo quoal era la intención de los otorgantes de non tener paz con eillos, salvo vengar las dictas muertes non debidas et las feridas fechas por los de los sobre dictos lugares. Y el apoderado Asteasarán dijo que desafiaba a todos los hombres que moraban en Echarri, Arbizu, Lacunza y demás pueblos referidos, así en los cuerpos como en bienes, et de los nueve dias en adelant que se guardasen de eillos, segunt en tales casos era usado. Y Domingo Elizondo, alcalde, requirió al notario que le diese testimonio del desafiamiento para mostrarle en los lugares que necesario le fuese. En 1410 la reina D.ª Leonor, gobernadora del reino en ausencia del rey, envió en comisión a Martín Rodríguez de Rosa a los de linaje de Eraso y de Lazcano por los facer poner en tregoas, por que las otras no duraban mas que fasta el 2 de febrero." Por último y como consecuencia del fraccionamiento político y correspondiente pertenencia a tres Coronas diferentes, hay que consignar también el nacimiento de una institución pacificadora, las facerías y los tratados de buena correspondencia, que consagra las relaciones de hermandad entre los valles interiores y las villas cantábricas pese a los avatares bélicos de los Estados a los que pertenezcan. A este respecto puede citarse, por ejemplo, el Tratado de Paz y Amistad perpetuas celebrado en 1353, en plena Guerra de los Cien Años, entre Bayona, Biarritz, San Sebastián, Guetaria, Motrico, Plencia, Bilbao, Lequeitio, Ondárroa, Laredo y Castro (Homines de Baiona et Homines de la Marisme de Comitatu Biscaye, Cfr. Labayru, HGSB, t. II, o Rymer, Foedera, III (l)).

Segundo período
Guerras exteriores
1212
1224
1239
1242
1248
1252
1270
1278
1340
1342
1343
1355
1357-61
1362
1364
1376
1378
1382
1407
1412
1412
1475
1480
1481
1483-92
Participación vasco-bearnesa en las Navas de Tolosa.
Los bayoneses auxilian a La Rochela.
Participación navarro-gascona en la VI Cruzada.
Participación bayonesa en la bata lla de Taillebourg.
P. en la toma de Sevilla.
P. en la toma de Cádiz.
Participación navarra en la VIII Cruzada.
P. en el sitio de Algeciras.
P. en la batalla del Salado.
P. en el cerco de Algeciras.
Felipe de Evreux muere en la Cruzada de Algeciras.
Campaña de Normandia de Carlos ll.
Intervención navarra en Francia.
Intervención navarra en Aragón.
Descalabro navarro en Cocherel. Intervención navarra en Francia.
Expedición del infante D. Luis a Albania.
Guerra de Navarra con Francia, a la que se suma Castilla.
P. en la acción de Lisboa de la Armada Vasca.
P. de la Armada Vasca en la guerra de Castilla con Túnez y Tremecén.
Expedición navarra al Languedoc.
P. de la Armada Vasca en la guerra de Portugal con Ceuta.
P. de la Armada Vasca en la guerra de Castilla contra Portugal.
Participación vasca en la conquista de Canarias.
Armada vasca contra el turco.
Vascos en el sitio y toma de Granada.
Guerras interiores o limítrofes
1200-1
1205
1227
1244
1248
1265

1293
1308
1332-73
1343
1354
1365-6
1368
1379
1416
1449
1451
1465-66
1476
1476
Caida de Alava, Guipúzcoa y el Duranguesado en poder castellano.
Incendio de Bayona por los castellanos.
P. vasca en la toma de Baeza por Castilla.
Expedición guerrera de Teobaldo I contra el duque Enrique en Laburdi.
Sublevación en Gascuña.
Nueva expedición de Teobaldo II.
Lucha entre normandos y bayoneses en el mar. Ingleses y franceses
en tierra.
Guerra de limites aquitano-navarra.
Guerra navarro-castellana.
Comienza la Guerra de los Cien Años.
Guerra entre Francia y Navarra.
Paso de las Grandes Compañías por Navarra.
Recuperación por Carlos II de Parte de la Rioja, Alava y Guipúzcoa.
Guerra con Castilla, Navarra invadida.
Guerra de límites entre navarros y aragoneses.
Conquista francesa de Zuberoa y Laburdi, salvo Bayona.
Rendición de Bayona a Francia.
Leonor I recupera Calahorra y Viana.
Guarnición castellana en Pamplona.
Sitio de Fuenterrabía por Alain de Albret.
Lucha y guerras civiles
1200
1222
1276
1320
1321
1343
1357
1375

1400
1400
1400
1412
1438
1443
1451
1456
1470
1471
Constitución de los bandos histó ricos en el primer tercio de siglo.
Lucha de los barrios de Pamplona.
Lucha de los barrios de Pamplona.
Luchas de bandos en Bilbao y aledaños.
Encuentro de Beotibar. Luchas de bandos generalizadas (Brujeria).
Guerra Civil de Laburdi.
Levantamiento de Falces.
Guerra entre el seflor de Lazcano y sus parientes contra hidalgos y
francos de la Barranca navarra. Rebrotan luego.
Lucha de Laburdinos contra bayoneses.
Ponces y Learzas en Estella.
Banderías en Bilbao y Vizcaya.
Guerra de límites entro Navarra, Guipúzcoa y Alava.
Guerra de Utrapuertos.
Guerra de Alava.
Guerra civil de Navarra.
La Hermandad de Guipúzcoa contra las banderias.
Tierra LLana vizcaína contra villas.
Batalla de Munguia. Prosigue la guerra civil de Navarra.