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GUERENDIÁIN

El pueblo de Guerendiáin se sitúa en la ladera norte de la Sierra de Alaitz y su caserío se agrupa en torno a la iglesia, que se eleva en lo más alto del pueblo. Predominan en sus construcciones los bloques horizontales de sillarejo, algunos en muy mal estado, sobresaliendo entre todas un edificio adosado a la iglesia, de sillarejo con sillar en vanos y esquinales y con tres niveles de altura.

En su término municipal se conservan unos restos de muros que pertenecieron a una ermita de la que se desconoce su advocación.

La parroquia de San Juan Bautista sobresale en la parte alta del pueblo presentándose como un edificio con posible origen medieval pero muy reformado durante el siglo XVI. Presenta nave única de tres tramos y cabecera circular, cubierta por bóveda de cañón sostenida por fajones de sección rectangular que apoyan en ménsulas semicirculares con decoración de bolas, dentellones y boceles. Una imposta de dentellones recorre todo el perímetro de la iglesia. La sacristía es una estancia irregular cubierta con bóveda de cañón adosada a la cabecera por el lado de la epístola.

Al exterior, aunque parcialmente oculta por dos construcciones, la iglesia se presenta como una construcción en sillarejo con un recrecimiento de ladrillo que afecta principalmente a la torre, situada sobre el tramo de los pies. La puerta de entrada es del siglo XVI en forma de medio punto con la rosca moldurada, entre contrafuertes y cobijada por un pórtico moderno sustentado por cuatro columnas ochavadas. El volumen de sillarejo de la sacristía se adosa al pórtico que enlaza con el ábside semicircular de la cabecera, sustentado por dos contrafuertes que combinan sillarejo en su parte inferior y ladrillo en su parte superior.

Ya en el interior de la iglesia se conservan varias piezas de interés. Entre ellas, en el sotocoro, una pila bautismal de talla algo tosca con fuste poligonal liso, taza con una subcopa semiesférica y copa cilíndrica decorada con una hilera de grandes bolas.

Además del retablo mayor, la iglesia cuenta con otros tres retablos. El primero de ellos, el retablo de San Francisco Javier, situado en el lado del Evangelio, adaptado a un pequeño nicho, de estilo barroco, fechado en la primera mitad del siglo XVIII, con un San Francisco Javier de factura moderna, flanqueado por los relieves de San Joaquín enseñando a leer a María y San Joaquín contemplando al Niño Jesús.

El retablo de la Inmaculada Concepción se sitúa en un nicho en el mismo lado que el anterior, también barroco con una sencilla moldura coronada por una placa de follaje que enmarca el lienzo con la imagen de la Inmaculada, de ejecución popular.

Por último y antes de describir el mayor, queda mencionar el retablo del Crucificado, adosado al muro de la Epístola, en un nichal, barroco y de estructura similar a su opuesto retablo de la Inmaculada. A un lienzo con la imagen de Santa Catalina y Santa Margarita, se adosa un expirado Crucificado de estilo algo tosco de marcada anatomía y con los pliegues de los paños angulosos, fechado en el siglo XVII.

El retablo mayor dedicado a San Juan Bautista corresponde a un estilo barroco avanzado propio ya de fines del siglo XVII y cuenta con una amplia iconografía de tablas pintadas con imágenes de santos y santas, algunas de factura moderna, todo ello culminado con una buena talla de un Crucificado barroco, de fines del siglo XVII.

Carmina RIUS SALETA