Literary Figures

Unzueta, Sorne

Utarsus. Abando, 1900 - Urduliz, 2005.

Esta mujer nacida en Abando en 1900, abrazó desde muy joven la ideología de otro abandotarra: la de Sabino Arana. No solo se hizo abertzale sino que se euskaldunizó con 16 años y, después de terminar estudios de maestra, empezó a trabajar en escuelas de barrio (rurales) abiertas por la Diputación de Bizkaia en la década de los años veinte: Errigoiti, Plentzia, Lemoa y Berango fueron algunos de sus destinos y, en contra la corriente dominante, se dedicó a enseñar en euskera a los niños.

También fue mitinera en aquella época, queriendo promover la ideología nacionalista entre los vascos. En cuanto se lo permitió su competencia comunicativa, acometió la escritura en euskera. Su labor como escritora era consecuencia y estaba basada en el compromiso con la labor en beneficio de la comunidad vasca e intentaba cumplirla con mimo. Desde muy joven, por lo tanto, cultivaría la escritura de poemas, artículos de periódico y cuentos. Escribió también una novela en castellano basada en el destierro tras la guerra, aunque no llegó a ser publicada.

Todos sus poemas previos a la Guerra Civil (que fueron 12) los publicó en la revista Euskerea, siempre en función a su ideología, poniendo a Dios y a la patria en lo más alto. Con la Guerra Civil vino el destierro, desde 1937 hasta 1953. Mientras estaba en Francia, en 1952 publicó en Euzko Gogoa y Euzko-Deya un poema patriótico (el mismo en ambas publicaciones), con el título de "Artxanda".

Hasta 1977 no verá de nuevo la luz un poema suyo, publicado en la revista Zer. En esa misma publicación se editarían sus poemas posteriores (otros 34 poemas más).

El lector se hace cargo rápidamente del aspecto formal de esta autora. Sus poemas no son bertsos, no son coplas, no son hechos con moldes de la tradición oral. El discurso poético está dividido en estrofas, buscando guardar casi siempre una simetría; pero son unas estrofas de métricas especiales y con muchas variantes. Ese aspecto le transmite ya al lector un mensaje. Y es que para cuando los poemas de Utarsus aparecieron en estas publicaciones, su correligionario Lauaxeta ya tenía recorrido una gran parte de su camino poético, y Sorne Unzueta le consideraba un modelo. Además, el nacionalismo de entonces hacía uso de unos tópicos que Utarsus seguía fielmente, aunque después hemos sabido que varios de ellos no eran precisamente muy éticos: negación de los de "fuera", utilización del euskera sólo por los "euzkos", etcétera.

Trata igualmente algunos pares antónimos (el caserío/ la ciudad; los montes y cimas/ las zonas bajas...). De todos modos, todo ello no es óbice para cultivar cierta estética modernista: en las sugerencias imprecisas, en los paisajes brumosos y sentimentales que ofrece, en los que se pueden percibir casi por todos los sentidos.

Utarsus también compuso poemas alegóricos: primero suele mostrar una imagen (narrativa, naturalista) y después, viene su explicación. Por medio de algunas imágenes quiere llegar al lector euskaldún: relación entre la madre y su hijo pequeño, el pajarito lastimoso que acaba de ser cazado, el río que se ve desde la ladera de un monte, la primavera... Todas las imágenes y situaciones narrativas son intentos de conmover al lector, mientras que los sentimientos limpios y suaves del poeta se despliegan. Del lector se espera que se despierte, que tenga una conciencia de su vasquidad y que tome parte en el renacimiento de su patria. Utarsus, siendo mujer escritora, piensa que la labor de extender ese ideal entre las mujeres le corresponde a ella de modo especial, y a través de mensajes directos ("Itxartu, Eusko alabea" (despierta, hija vasca)) o por medio de mensajes indirectos ("Laztandu nau, semia...!" (me ha acariciado, el hijo...)). La prueba de su honestidad es el mismo poema, en donde sus aspiraciones religiosas sublimes, diligentes y más sentidas, siempre sin fingimientos, se muestran de un modo humano, sirviéndose de las imágenes corrientes que le proporciona la naturaleza y ciertos sucesos. Se sirve también de poemas que tienen valor narrativo. Y es que son esas sencillas cosas de las que se sirve Unzueta para sugerir lo indecible.

Como hemos señalado anteriormente, también escribió en prosa: ocho artículos y siete cuentos; uno de ellos, "Otsoa eta txakurra" (el lobo y el perro), por ejemplo, es una traducción de un cuento de Félix María de Samaniego.

Percibiendo la utilidad de estos cuentos en la enseñanza, esta autora (y también maestra) seguramente los utilizó para tal fin. Los valores pedagógicos y éticos de estos cuentos, muestran que el ser humano tiene derecho a vivir sin el sometimiento a nadie, enseñando en qué consiste la coherencia de ser nacionalista y evidenciado que, por encima de una vida fácil, hay otros valores. La utilización de un estilo popular (a pesar del uso de algunos neologismos) complementa la expresividad y la dramatización, componiendo narraciones a modo de alegoría, con personajes de fantasía a veces, con personas que podían existir, otras. La representación de estos personajes suele ser para razonar o sugerir algo, mostrando su hambre de argumentar en los artículos periodísticos (unos pocos solamente escritos en euskera).

En los cuentos y poemas de antes de la guerra es más explícita que en los que escribió después. En sus trabajos en prosa también tuvo sus modelos: sin ir muy lejos, quien fuera su profesor de euskera, Ebaristo Bustintza "Kirikiño" es el espejo donde Utarsus se mira a la hora de escribir cuentos o artículos (el hallazgo de lo popular, la lengua viva, la dialéctica, la tendencia a las locuciones...). Por lo tanto, son muchas las razones para tener en cuenta a Utarsus. Conociendo a la autora y su obra, no se le puede negar un hueco entre las escritoras en lengua vasca, aunque fuese muy hija de su tiempo (con todas sus virtudes y carencias). Escritoras como ella son referencia en la literatura vasca, referencia que ha estado casi olvidada durante bastantes años y que recientemente ha sido rescatada con cierta dignidad.