Concepto

El Dance o Paloteado

El Paloteado es una representación popular que aglutina elementos de muy diverso origen y carácter: el discurso hagiográfico que el mayoral dedica al Patrón, la pastorada o escena dialogada entre el sensato mayoral y el pícaro rabadán, la intervención del amenazador y bravucón diablo, representante del maligno, y la del ángel enviado por Dios para derrotar al anterior. Al conjunto se añaden los dichos de los propios danzantes que sufren las mordientes respuestas del rabadán y, quizá lo más esperado por lo vecinos congregados en la plaza, la cáustica crítica social que hace el rabadán o el diablo. Y a modo de complemento, las diferentes danzas que jalonan la representación que suelen ser de palos cortos, de arcos, de cintas, muy raramente de espadas; y se incluían casi siempre castillos humanos. La mudanza más característica, el entrechocado de los palos, da el nombre a la fiesta que también se conoce como Dance. La edición de 1737 del Diccionario de Autoridades daba para paloteado la siguiente definición: Danza rústica que se hace entre muchos, con unos palos en las manos, como baquetas de tambor, con lo cuales bailando dan unos contra otros haciendo un ruido concertado al compás del instrumento.

El esquema del paloteado en Navarra, que se representa tras las funciones religiosas en las que los paloteadores participan en plano de honor y protocolo, responde al siguiente estándar:

  • Entrada del cortejo a la plaza con baile de los danzantes sobre tarima o estrado.
  • Saludo general y discurso del Mayoral en honor al Santo patrono.
  • Entrada del Rabadán y Pastorada.
  • Entrada y discurso del Diablo.
  • Sainete del Ángel y el Diablo.
  • Plática del Rabadán y Mayoral.
  • Entrada de los danzantes.
  • Cortesías de los danzantes al Santo.
  • Danzas (de palos).
  • Disertación del Rabadán.
  • Danzas (de palos, de arcos...).
  • Despedida del Mayoral.
  • Danza final (de arcos, de cintas...).

En Navarra el Paloteado presenta una geografía muy definida. Se localiza en la Ribera meridional en las poblaciones de las cuencas de los ríos Ebro, Queiles, Alhama y Huecha. Tuvieron Paloteado propio hasta finales del siglo XIX, Cortes, Buñuel, Ribaforada, Fustiñana, Cabanillas, Monteagudo, Cascante, Murchante, Ablitas, Corella y Cintruénigo. La mayor parte se perdió con el cambio de siglo.

Desde una más amplia perspectiva, el sistema de dances abarca un espacio geográfico cuya extensión sigue el curso del Ebro. Sin embargo, no todas las danzas de ocho danzantes propias de esa extensa zona son, en propiedad, dances. Así sucede con las danzas alavesas, morfológica y funcionalmente equivalentes a las de los paloteados, de la Bercijana de Ekora, de la Virgen de la Plaza de Eltziego, la de San Roque de Bastida o la de los Patronos de Oion. Con mucha mayor propiedad, es en el Somontano del Moncayo donde se presenta la mayor densidad de dances propiamente dichos: Borja, Aizón, Tarazona, Alcalá, Añón, Bulbuente, El Buste, Talamantes, etc. Y se puede llegar en este excurso comparativo a los de Tauste y Gallur, a los oscenses de Sariñena, Tardienta, Lanaja, Huesca, La Almolda..., y así hasta el Mediterráneo, sin olvidar los pirenaicos: Yebra de Basa, Jaca, Sabiñanigo, Ainsa, Graus..., que vienen a trazar un eje paralelo, a pie del Pirineo, del dibujado por la ribera del Ebro.

Los estudios de la cultura tradicional generalizan la imagen del dance como drama sagrado con cierto sentido ritual y litúrgico, en el que los danzantes son auténticos oficiantes o sacerdotes. Hoy día, muchas fiestas vienen reguladas por el santoral y el calendario litúrgico de la Iglesia católica, pero no por ello debe perderse la perspectiva de un pretérito substrato mágico en los rituales coreográficos que el hombre primitivo representaba con fines concretos e inmediatos, y que son origen lejano de algunas de nuestras pautas culturales.

La génesis de la estructura y contenido del Paloteado o dance, tal y como mayoritariamente la han entendido sus más citados investigadores, parte de la tesis de la existencia de una total independencia de las danzas, que de suyo son el elemento más antiguo, respecto al resto de la función dramática. Los bailes o mudanzas que se añaden a la pieza teatral, se ha escrito, son puro entremés o guarnición, no tienen la menor integración en la representación ni marcan transiciones ni cambios, sino que se incluyen de modo artificioso, interrumpiendo los diálogos o quedando totalmente desligados del contexto literario. Pero es cierto que los dances tuvieron siempre baile añadido a los diálogos. Hasta el punto de que la pieza original es precisamente la de las danzas, y en particular las danzas de palos. Sin embargo, desde una concepción de la danza como acontecimiento social, la tesis de la no integración no puede admitirse, dado que las danzas se imbrican de tal forma en el paloteado que llegan a constituirse en su esencia merced a la coimplicación de las generaciones a través de los jóvenes que aprenden y bailan y los mayores que enseñan y ceden su puesto.

En los análisis clásicos que han interpretado el folclore desde una perspectiva evolucionista y comparativista, se explica cómo a las primitivas danzas se les habría unido, a través del canto y la poesía lírica, la función de la pastorada. Ambas tienen un origen pirenaico, por lo que su difusión se habría producido según un eje norte-sur. En este discurso teórico la acción ritual se presenta vinculada a un recurso mágico cuyo principal objeto es invocar y hacer propicias las fuerzas de la naturaleza. El dance contaba en una primera fase (en realidad segunda), con estos dos únicos elementos. De los Misterios y Autos sacramentales proviene el enfrentamiento del ángel y del diablo, que representa una lucha primigenia en el pensamiento del hombre. A un tiempo, las danzas de espadas vienen a incrementar el repertorio bailado. El conjunto se consolida y ajusta definitivamente en el siglo XVIII con las representaciones de moros y cristianos, las danzas de arcos y de cintas y los castillos humanos.

La época moderna fue fecunda en la creación de nuevas y espectaculares danzas. A partir del XVIII el aprecio decae. En esta perspectiva, y tras conocer el entorno festivo del Paloteado, parece probable que la función se habría ido adaptando, en un evolutivo proceso, a los gustos de cada época, acogiendo novedades y abandonando aquello que podría resultar aburrido o poco apropiado. Este proceso habría permitido, aun a costa de una indemostrable autenticidad, mantener vivo el interés público por la función y, por consiguiente, su propia existencia.

El paloteado se pierde en Navarra entre finales del siglo XIX y principios del XX. Al general declive de las tradiciones populares durante el siglo XIX hay que unir en la Ribera la tensión social derivada de un injusto sistema, cuasi feudal, de explotación agraria y propiedad de la tierra que se arrastra hasta bien entrado el siglo XX y es causa de duros conflictos y feroz represión que erosionó los fundamentos de la fiesta.

En Navarra, sólo la villa de Cortes mantuvo viva la fiesta tras la pérdida del resto de paloteados, no sin dificultades de todo tipo. En los años setenta del siglo XX se extendió con fuerza en toda la zona un proceso de origen urbano de recuperación de la fiesta - un fenómeno adelantado en la región por el grupo pamplonés Ortzadar sobre los materiales hallados por el historiador Jimeno Jurío y seguido después por numerosos colectivos autóctonos-. El resultado fue la creación del Paloteado de San Juan de Tudela (1978), y la revitalización plena de los paloteados de Fustiñana, Monteagudo, Ribaforada, Murchante y Ablitas. En 1998 Fontellas asistió al nacimiento de su nuevo Paloteado de la mano de alumnos y padres de la ikastola local que interpretan de forma coral sus danzas, unas tomadas de otros dances y otras creadas sobre partituras del gaitero tudelano Jabitxu Pérez de Obanos. La innovación alcanza a los personajes protagonistas que presentan un perfil más propio de su naturaleza escolar. En el mismo año, y más allá de su hábitat natural, se presentó el Paloteado de Lodosa; una creación de los danzaris de Sartaguda y Lodosa con la ayuda de la Sociedad Muga de Tudela. El día 8 de noviembre de 2008, por iniciativa de la peña Beterri, tuvo lugar en Tudela el primer Alarde de Paloteados con participación de los seis vigentes antes citados.