Rey consorte de Navarra (1425-1479) y rey de la Corona de Aragón, de Cerdeña y de Sicilia (1458-1479). Es también conocido como Juan II de Navarra.
Hijo del monarca Fernando I de Aragón, duque de Peñafiel y señor de Lara, llamado también Fernando de Antequera, y de Leonor Urraca de Castilla, condesa de Alburquerque. Nació en 1398 en Medina del Campo y sucedió en la corona de Aragón a su hermano Alfonso V, hijo primogénito de Fernando y Leonor.
El año 1420 contrajo matrimonio en la catedral de Pamplona con Blanca, hija del monarca navarro Carlos III "el Noble"y en estas fechas su heredera en el trono. Blanca había contraído matrimonio anteriormente con Martín de Sicilia, convirtiéndose en reina consorte de Sicilia, si bien, éste falleció el año 1409 sin descendencia y dejó a Blanca la lugartenencia del reino en nombre del rey aragonés. Posteriormente, tras la muerte de su hermana Juana en 1413, Blanca pasó a ser la sucesora en el reino de Navarra.
En las capitulaciones matrimoniales del enlace entre Juan II de Aragón y Blanca, firmadas en Olite el año 1419, se concertó que el hijo primogénito de ambos habría de residir en Navarra para educarse en las costumbres de este reino. Al año del nacimiento del primogénito en 1421, el príncipe Carlos, su madre viajó con él a Navarra. El 11 de junio de 1422 las Cortes le prestaron juramento como rey a la muerte de Carlos III "el Noble" y de su madre Blanca, acto en el que no se realizó ninguna mención a su padre Juan de Aragón. Posteriormente estos monarcas tuvieron otras dos hijas; Blanca, nacida en 1424, y Leonor, nacida el año 1426. El año 1427 las Cortes de Olite les prestaron juramento como herederas del reino a falta de su hermano.
A la muerte de Carlos III en 1425, Blanca fue proclamada reina en Olite. Juan de Aragón se convertía en rey consorte y el legítimo sucesor a Blanca en el trono era su hijo Carlos, Príncipe de Viana. Durante los años de reinado de ambos monarcas, Juan apenas residió en el territorio de Navarra, mientras que la reina residía en Olite junto con su hijo. El rey consorte Juan, además de estar vinculado a la monarquía aragonesa, debía atender los intereses familiares en Castilla, por lo que permaneció largas temporadas en este reino. Según Lacarra, su interés por la política interna de Castilla arrastró a Navarra a conflictos que eran ajenos al reino. Según Yanguas, "comenzó su reinado comprometiendo los intereses de Navarra en las disensiones promovidas en Castilla por el mismo D. Juan, unido á su hermano D. Alonso 5º de Aragon y á los grandes señores castellanos enemigos de D. Albaro de Luna".
Las relaciones entre Castilla y Navarra se fueron enturbiando a partir del año 1428 y al año siguiente se vio envuelta en una guerra entablada entre el rey de Aragón y Castilla. El ejército castellano llegó a introducirse en territorio navarro por la línea del Ebro, por Álava y por Guipúzcoa. La situación financiera del reino era muy delicada y la reina pretendió realizar gestiones para desligarse de Aragón y negociar la paz con Castilla por separado. No obstante, la guerra continuó a la vez que Blanca mandaba emisarios a los reinos de Aragón y Castilla con el fin de pacificar el conflicto. En 1430 se firmaron en Majano unas treguas por el periodo de cinco años.
Juan II de Navarra había contado hasta el momento con el apoyo de su hermano, el rey de Aragón Alfonso V, si bien, el monarca aragonés se encontraba en Italia y no parecía querer inmiscuirse en conflictos bélicos con Castilla. Juan viajó hasta Italia para tratar de convencer a su hermano y de recabar su ayuda en los asuntos castellanos. El rey Alfonso V, que unos años antes le había entregado a su hermano el condado de Ribagorza, en esta ocasión le nombró lugarteniente de Aragón y Valencia, e igualmente le confió las cuestiones de su linaje en Castilla (1435). Alfonso permaneció en Italia mientras Juan trasladó su residencia habitual a Zaragoza. A partir de ese momento intentó mantener buenas relaciones con Castilla.
No obstante, el rey consorte vuelve a intervenir en la política interna del reino de Castilla, posicionándose de nuevo en contra del condestable Álvaro de Luna. La conducta de este condestable había provocado la coalición de gran parte de la alta nobleza en su contra, llegando a situar al país al borde de la guerra civil. Los infantes de Aragón supieron hacer uso del conflicto; mientras el infante Enrique se situó junto a los nobles, Juan se aproximó estratégicamente a Álvaro de Luna y al monarca Juan II de Castilla. Finalmente el rey fue obligado a expulsar del reino al condestable (1441) y los infantes de Aragón volvieron a recuperar su posición dentro de la monarquía castellana. Los nobles llegaron a apresar al rey en Medina del Campo y Juan como representante de ellos tomó el poder de Castilla.
El año 1441 la reina Blanca murió en Santa María de Nieva. El príncipe Carlos tenía entonces alrededor de 20 ó 21 años de edad. Debía ser nombrado rey y gobernar el reino por derecho, no obstante la reina, en el mismo testamento en el que lo designaba como heredero universal de sus bienes, le solicitó que no ejerciese el gobierno sin el beneplácito de su padre. Juan II no cedió el gobierno y, como estaba ausente en Castilla, nombró a su hijo lugarteniente del reino en su nombre. El conflicto que se abrió a los pocos años entre padre e hijo culminaría con una guerra civil en Navarra. Las familias nobiliarias, enfrentadas entre sí, se fueron posicionando a favor de uno u otro en dos bandos; los beamonteses se agruparon en torno a Carlos y los agramonteses en torno a Juan.
Por otra parte, Álvaro de Luna volvió a la escena política de Castilla y sus intrigas se orientaron esta vez a enfrentar al príncipe Enrique, heredero del trono castellano, con Juan de Navarra. La respuesta de Juan a estos movimientos fue la detención de parte de los partidarios de Álvaro de Luna en el Consejo Real y la expulsión de otros tantos, episodio que es conocido como el golpe de Estado de Rámaga. El condestable quiso atraerse a parte de la nobleza presentando a Juan de Navarra como enemigo del reino y la nobleza castellana acabó enfrentándose en la batalla de Olmedo (1445). En esta contienda los nobles que formaban el bando realista derrotaron a la nobleza rebelde y a los infantes de Aragón. Enrique de Aragón fue herido de muerte, y Juan II tuvo que renunciar a sus aspiraciones en Castilla.
Ese mismo año se reanudó la guerra entre Castilla contra Navarra y Aragón, conflicto que tuvo su prolongación en las rivalidades que enfrentaban a los partidarios del condestable y a los del príncipe heredero Enrique. El monarca Juan de Castilla y Álvaro de Luna se sirvieron de esta guerra fronteriza para fomentar aún más la fractura interna del reino de Navarra. Álvaro de Luna y Enrique de Castilla se aliaron con Carlos de Viana y avivaron la guerra civil en Navarra (1451). Juan II por su parte, tuvo que dividir sus fuerzas entre Navarra y la frontera de Aragón con Castilla. El año 1454 firmó las paces de Ágreda y Almazán por las que aceptaba la pérdida de sus bienes patrimoniales en Castilla y también apartarse de la política de este reino. En Navarra en cambio aún continuaría el conflicto. Encomendó el gobierno del reino a su segunda esposa, Juana Enríquez, con la cual se había casado entre los años 1444 y 1445. Llegó a hacer prisionero a su hijo el año 1451, tras la derrota que sufrió en Aibar, y lo liberó en 1453 tras unas difíciles negociaciones. Padre e hijo llegaron a un acuerdo por el que Carlos daría a su padre 11 rehenes en su lugar y entregaría las plazas que le secundaban. Mientras Juan debía restituirle en el principado de Viana y devolver a los rebeldes sus patrimonios.
El año 1455 volvieron a desatarse las hostilidades entre agramonteses y beamonteses y Juan II desheredó a su hijo. Nombró a su hija pequeña, llamada Leonor, gobernadora del reino en su ausencia, y el mes de diciembre de ese año pactó con Leonor y su esposo Gastón de Foix que los derechos del reino revirtiesen en ellos. Los partidarios de Juan II fueron ganando posiciones en Navarra y el año 1456 el príncipe Carlos huyó primero a Francia y después a Nápoles. Intentó conseguir apoyos en ambos territorios para defender su causa y, concretamente en Nápoles, el auxilio de su tío Alfonso.
La paz firmada con Castilla y la huida de su hijo Carlos no finalizó con los conflictos en los que se vio envuelto Juan II de Navarra. Como lugarteniente general de Cataluña, presidió las Cortes entre 1454 y 1458 en Barcelona, cortes en las que se estaba gestando el conflicto de intereses que enfrentó a las facciones de la Busca y la Biga. El año 1458 falleció Alfonso V y Juan de Navarra heredó la Corona de Aragón en una situación crítica. La guerra civil en Cataluña estallaría a los cuatro años. Tampoco finalizaron sus conflictos con Castilla, pues el nuevo rey, Enrique IV, no estaba dispuesto a entregar a Juan determinada cantidad de dinero que había sido pactada en las paces de Agreda y Almazán. Por otra parte, la sublevación de los barones de Nápoles contra Ferrante I de Nápoles, hijo y sucesor de Alfonso V, llevaron a Juan II a convocar a aragoneses, catalanes y valencianos a Cortes (1460-1461) con intención de solicitarles ayuda contra los sublevados.
Las circunstancias obligaron a Juan II a pactar con su hijo. A la muerte de Alfonso V, Carlos de Viana residía en Nápoles, y parte de la nobleza siciliana con aspiraciones independentistas vieron en él la oportunidad para reclamar sus pretensiones. Entre finales del año 1458 y principios de 1459 el Parlamento de Sicilia se reunió en Castrogiovanni y llegó a acordar solicitar a Juan II el virreinato perpetuo para Carlos, como heredero que era de la Corona de Aragón. Juan II decidió alejar a Carlos de Sicilia y inició las conversaciones como él para que regresase a Navarra. En estas negociaciones Juan trató a Carlos como su hijo primogénito y su sucesor, y Carlos confiado firmó con él la concordia de Barcelona el 26 de enero de 1460. Por medio de esta concordia Carlos otorgaba a su padre los territorios de Navarra que todavía seguían fieles a a él y el príncipe recuperaba el Principado de Viana. Juan II le otorgaba su perdón, asimismo le concedía unas rentas para su subsistencia pero no le daba autorización para residir en Navarra ni en Sicilia. Tampoco le reconocía como heredero de Navarra ni su primogenitura en Aragón.
El príncipe Carlos de Viana murió al año siguiente y, como legítimo heredero de Navarra, dejó el reino en su testamento a su hermana Blanca, si bien, este testamento no fue respetado. Juan II falleció en Barcelona en 1479, con alrededor de 82 años de edad. Le sucedió en el trono su hija Leonor.