Concept

Órgano

Las mejoras introducidas en los instrumentos orquestales durante el romanticismo corren parejas con importantes innovaciones en las construcciones de órganos que durante el siglo XIX pretenden imitar la sonoridad y expresión de la orquesta. El nuevo tipo de órgano sinfónico o romántico es pobre en mutaciones o mixturas, pero rico en juegos de fondo y de lengüetería tratados en serie, con octavas graves y agudas. El órgano barroco tenía más colorido y claridad; el órgano sinfónico es algo más oscuro, pero tiene gran brillantez y sonoridad. La mecánica ha sido perfeccionada, aumentada la presión, se han empalmado los teclados, se ha añadido la caja expresiva, etc. El creador de este tipo de órgano fue el francés Arístides Cavaille-Coll (1811-1899), quien, como veremos, construyó numerosos órganos para Vasconia.

Poco a poco fueron adaptándose a las nuevas técnicas organeros vascos como Hermenegildo Gómez, Juan y Manuel Amezua, José Antonio Orio y José Antonio Dorronsoro.

Más prolíficos fueron Pedro Roqués y sus hijos, así como Inchaurbe y los suyos. Esta última familia inició sus construcciones en 1841 en Los Arcos, continuando su serie de órganos sobre todo en Navarra, donde en 1880 hicieron los de Berbinzana y Tulebras, en 1900 en Santa María y San Miguel de Corella y en 1905 en Cirauqui. El aragonés Pedro Roqués, con taller en Pamplona, tiene documentado un órgano en Yurre (1845) y varios después en diferentes iglesias: Burgo de Osma (1852), San Nicolás de Pamplona (1866), Artajona (1867), catedral de Pamplona (1888), San Pedro de Tafalla (1895) y Lesaka (1898). En los primeros veinte años de este siglo, la familia Roqués siguió construyendo órganos sinfónicos en Altsasu, Aoiz, Aranaz, Arizkun, Etxarri-Aranatz, Erratzu, Clarisas de Estella, Huarte, Leitza, Lekároz, Lumbier, Mañeru, Narbarte, San Juan Bautista, San Lorenzo y San Saturnino de Pamplona, Urrotz y Zugarramurdi.

Pero los dos grandes organeros que compitieron en el país fueron Arístides Cavaille Coll y Aquilino Amezua. El primer Cavaille-Coll instalado en Euskal Herria fue el de Santa María de Lekeitio (1857). Era el que este organero francés había construido para la Exposición Internacional de París. Después construyó los órganos de Oiartzun (1861), Santa María de San Sebastián (1863), Ondarroa y San Vicente de San Sebastián (1868), Santa María del Juncal de Irún (1876), Begoña (1884), Santesteban (1887), Loyola (1889), Balmaseda (1895) y Azkoitia (1898). Son también órganos construidos por Cavaille-Coll los de Alegia, Alza, Padres Carmelitas de Begoña, Getaria, Pasai San Pedro, Santa María de Portugalete, Urnieta, Villafranca de Navarra y Padres Carmelitas de Vitoria. Se cuentan por cientos los construidos por Aquilino Amezua (1847-1912), nieto de Diego. En 1863 se trasladó a París donde trabajó en los talleres de Cavaille-Coll y Stoltz, instalando órganos por cuenta de éstos en Francia, Alemania, Inglaterra y Cuba. En 1882 se instaló en Barcelona desde donde irradió toda su labor de organero. Estando construyendo el órgano de Gauteguiz de Arteaga en 1884 le ayudó quien luego sería su discípulo predilecto, Lope Alberdi. En 1888 presentó en la Exposición Internacional de Barcelona un monumental órgano de cuatro teclados y pedal para el palacio de Bellas Artes de la capital catalana. A partir de entonces fueron innumerables los encargos que recibió de todas partes, pero por lo que se refiere a Euskal Herria instaló órganos en San Sebastián, Zarautz, Oñati, Elgoibar, Azpeitia, Bergara, Vitoria, Amurrio, Bera, Arizkun, Irurita, Ituren, Markina, Ciga, etc. Cuando enviudó trasladó su taller a su discípulo Lope Alberdi y se instaló en Pasai San Juan desde donde construyó los órganos de las catedrales de Sevilla, Valladolid, Santander y Oviedo. Puede decirse que Aquilino Amezua es el más grande de los organeros vascos.

Su discípulo Lope Alberdi, que asimiló las mejores técnicas del maestro, construyó órganos en Etxalar, Franciscanas de Bergara, Santa Eufemia y San Francisco de Bermeo, Franciscanos de Zarautz, Abadiño, Carmelitas de Larrea, Encarnación de Bilbao, Zeanuri, Lumo, Ibarranguelua, Arrasate -Mondragón-, Mundaka, Soraluze, Santa Marina de Bergara, Areatza y otros muchos en el país. El hijo de éste, Antonio Alberdi, fundador de "Organería Española, S.A.", ha sido también gran organero y organista.

Pero en Euskal Herria tenemos importantes órganos construidos por otras casas extranjeras. La casa alemana Ibach instaló los órganos de San Nicolás de Bilbao (1885) y la ahora catedral de Santiago (1887). La también casa alemana Walcker construyó los órganos de los Santos Juanes de Bilbao (1885), Universidad de Deusto (1886), Santa María de Gernika (1889), Convento de la Esperanza de Bilbao (1895), Zalla (1895), San Francisco de Bilbao (1910), San Ignacio de San Sebastián (1914), catedral de Santa María de Vitoria (1940), Santa María de Durango (1942). La casa francesa Merklin construyó en 1860 los órganos de la catedral de Bayona, y ya en este siglo los de Santa Eugenia de Biarritz (1903), San Nicolás de Getxo (1908) y Andoain (1909). Francesa es también la casa Stoltz Frères que construyó en 1889 el órgano de la iglesia de San Pedro de Bergara y los de Zumaya y Tolosa. La casa Wenner de Burdeos instaló el órgano de Santa María de Bermeo en 1871, haciendo la completa reparación del de San Juan de Luz en 1874. Ya en este siglo construyó el órgano de San Martín de Biarritz, recientemente restaurado por Víctor González, organero de París. Aún hay otra casa extranjera, esta vez de Liverpool, que hizo los órganos de los Padres Capuchinos y San Pedro de Pamplona. Henry Dieder construyó el órgano de Santurtzi.