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Historia de la Farmacia

 

La palabra "farmacia" deriva del vocablo griego pharmakon (remedio). Sin embargo, el deseo de curar la enfermedad ha existido desde los orígenes de la humanidad, antes incluso de la aparición de un término para la designación de la farmacia como tal. La utilización de sustancias medicamentosas ha sido una herramienta esencial en el progreso y desarrollo de las civilizaciones en la medida que permite combatir la enfermedad, mejorando la calidad de vida de las personas, su bienestar y su salud.

Los ejes principales de la Historia de la Farmacia son, por un lado los medicamentos, y por otro, los profesionales que se han encargado de que los primeros se utilicen adecuadamente. El farmacéutico es el especialista del medicamento en todas sus vertientes.

Antes del desarrollo de medicamentos como tales, la búsqueda de soluciones para paliar los problemas de salud se centró en la utilización de lo que la naturaleza ofrecía, mezclando conocimiento con superchería y haciendo de los magos o hechiceros los precursores de los farmacéuticos.

Los pueblos prehistóricos tenían un conocimiento considerable de las plantas medicinales, desarrollando sistemas terapéuticos que combinaban elementos empíricos, racionales, religiosos y mágicos.

Pese al gran desarrollo que se dio en las civilizaciones antiguas, las nociones animistas, religiosas y mágicas sobre la enfermedad y su tratamiento perduraron aunque la actividad farmacéutica era importante. Como ejemplo, durante el periodo babilónico hubo una calle en Nippur dedicada exclusivamente al comercio de los vendedores de fármacos. En Egipto, se efectuaban tareas como medir, pulverizar, mezclar, filtrar y hervir para preparar diferentes formas de administración: gargarismos, inhalatorios, fumigantes, cataplasmas, enemas, supositorios, vinos, pomadas, decocciones, infusiones o colirios.

En el mundo clásico se empezó a tener una visión más racional del mundo. Galeno se puede considerar el padre de la Farmacia. Ya en el siglo II postuló que

"para comprender la acción terapéutica de los medicamentos es necesario estudiar no sólo la cualidad de los mismos, sino que también es necesario conocer la cantidad necesaria que debe administrarse, el modo correcto de preparación y administración de las formas de dosificación y la adecuada duración de la aplicación".

En la Edad Media había preocupación por aspectos como la relación existente entre la forma de administración y el modo de acción de los medicamentos. En algunos tratados se puede leer que:

"los fármacos pueden ser de uso externo o interno; es decir, pueden actuar por dentro, como ocurre con aquellos que introducimos por la boca o por la nariz, por los oídos, o bien por el ano, o bien por la vulva; por fuera, como ocurre en el epítema, la cataplasma, los emplastos y los remedios parecidos que actúan por fuera".

En el Renacimiento aparecieron los primeros herbarios impresos. En 1498 se publicó el "Recetario florentino", que es considerado la primera farmacopea del mundo y que contiene las fórmulas medicamentosas que se utilizaban entonces, con su "modus faciendi". La obra de mayor impacto de la época pudo ser De materia medica de Dioscórides "sobre la preparación, propiedades y pruebas de drogas".

Durante el siglo XVII comenzó una revolución intelectual que culminó en el siglo XVIII. En el ámbito de la farmacia surgió un primer texto denominado ya como "farmacopea", la Pharmacopea Catalana, dirigida a profesionales farmacéuticos. Las farmacopeas se convirtieron en esta época en un símbolo de la intervención de los gobiernos para la protección de la salud pública. Supuso también un avance importante que Felipe IV otorgara una Real Cédula en la que declaraba la farmacia como "arte científica"; los boticarios dejaron de ser artesanos. Se les consideraba claves para la salud pública y el medicamento dejó de ser un producto de consumo. Sin embargo, las bases científicas de la Farmacia como la entendemos hoy, tienen sus orígenes en el siglo XVIII. En este periodo adquirió especial interés el estudio de la botánica y la historia natural, bases de la Farmacopea.

El siglo XIX fue una época de gran desarrollo tecnológico y científico, que tuvo su impacto en el campo farmacéutico. Se dieron grandes avances en química y se profundizó en el análisis y conocimiento de los principios activos procedentes principalmente de plantas. Posteriormente se comenzaron a producir fármacos de origen sintético, lo que derivó en la irrupción del medicamento fabricado industrialmente durante los años de cambio de siglo XIX al XX. Esto obligó a un cambio radical en la actividad del farmacéutico.

La industrialización del sector farmacéutico durante el siglo XX promovió la división entre la fabricación de medicamentos, la distribución y la dispensación. Esto condujo a que la elaboración de fórmulas magistrales y preparados oficinales en las farmacias pasara a tener una representación pequeña en el conjunto de su práctica. No fue éste sin embargo el único cambio importante durante el siglo pasado; otras de las transformaciones han sido debidas a la incorporación a la Unión Europea.

En definitiva, la profesión farmacéutica ha evolucionado constantemente a medida que ha ido cambiando la medicina, el conocimiento, la ciencia y el comercio. En el siglo XXI son numerosas las facetas en las que un farmacéutico contribuye a la protección de la salud y la lucha contra la enfermedad: además de la actuación a nivel asistencial que corresponde a farmacéuticos comunitarios, farmacéuticos de atención primaria y de servicios de farmacia hospitalaria, también es necesaria su implicación en la distribución de medicamentos y productos sanitarios, en la industria farmacéutica, y en la docencia e investigación.