Militaires

Jauregui y Jauregui, Gaspar de

Militar. Nacido en Urretxu el 15 de septiembre de 1791, fallecido en Vitoria el 19 de diciembre de 1844.

El futuro mariscal Gaspar de Jauregui nace en Urretxu a mediados de septiembre del año 1791, del matrimonio entre el vizcaíno, originario de Ureta, Miguel de Jauregui y Escolástica Jauregui Izaguirre.

La información sobre sus primeros años de vida, anteriores a la invasión napoleónica, que es la que lo saca de ese anonimato, resulta escasa incluso en biografías muy detalladas y de cierto volumen, como la firmada en 1973 por Fray José Ignacio Lasa que, en buena medida, ha constituido hasta ahora la base de todo cuanto se ha dicho o escrito sobre esta destacada figura militar de la fase de las guerras napoleónicas desarrolladas en Gipuzkoa y territorios próximos.

Por lo general, esa vida anterior al inicio de su carrera militar, se reduce a señalar que, puesto que era conocido con el apodo de "Artzaya"-"pastor"-, esos años previos a la invasión francesa se redujeron para él al cuidado de ganado. Una rústica imagen que se ha reforzado abundando sobre su analfabetismo que, según nos indica Lasa, sólo habrían paliado en parte las enseñanzas de Tomás Zumalacarregui durante el período en el que sirve bajo mando de Jauregui en la Guerra de Independencia y cuyo resultado se habría reducido, en la práctica, a poco más que aprender a firmar correctamente.

Lo que nos dice la documentación disponible a ese respecto es contradictorio. Con respecto a su analfabetismo, integral primero y funcional después, la evolución de su muy elaborada firma a lo largo de los años, presente en diversos documentos demostraría que aprendió algo más que a firmar.

Un extremo que vendrían a confirmar tanto los puestos de responsabilidad militar y civil que desempeña -en los que necesariamente debía tener un dominio más que suficiente de la lectura y la escritura- como la retórica de la que hace uso en algunos de sus escritos. Por ejemplo la carta remitida con fecha de 29 de mayo de 1812 al Ayuntamiento afrancesado de Tolosa, donde indica a esos funcionarios leales al gobierno josefino que les escribe desde el "Campo de honor de Guipuzcoa".

Con respecto a su oficio de pastor en los años previos a la invasión de 1808, incluso Lasa duda a la hora de atribuírselo, indicando en su biografía que era voz común, aún en el siglo XX, en la zona de Zumarraga y Urretxu, que Jauregui había trabajado como postillón. Es decir, en el servicio de Correos de la época. La única documentación que avala la hipótesis de que su apodo "Artzaya" -"pastor"- describiera en realidad su oficio, se reduce, como nos indica Lasa, a la presencia de ganado entre los bienes declarados por sus padres.

Por otra parte, si ahondamos en la documentación procesal y notarial disponible sobre las familias Jauregui e Izaguirre asentadas en la zona de Zumarraga-Urretxu, descubrimos que entre los parientes más o menos próximos a Gaspar de Jauregui hay una absoluta disparidad de ocupaciones y fortunas personales, que van desde terratenientes como Micaela Gerónima de Jauregui Oruesagasti asentada en Bergara en el año 1744, al ejercicio de cargos públicos como alcalde o tesorero -caso de Juan Bernardo Jauregui, en el año 1789- hasta la condición de simple campesino o, incluso, soldado voluntario, pasando por maestros arquitectos como Thomas de Jauregui en 1756 o emigrantes a América que logran cierta fortuna como Christoval de Jauregui en 1780.

De acuerdo a las recientes innovaciones historiográficas en torno a la Historia de la Familia, debería tenerse presente, en el caso de Gaspar de Jauregui, que la solidaridad vertical entre los miembros de esa red familiar extensa haya podido hacer más probable que el futuro mariscal de campo guipuzcoano trabajase como postillón que como el pastor al que hacía referencia lo que, en definitiva, no era más que un apodo que no se debería tomar, precisamente por esa misma razón, como una descripción de su oficio habitual.

Otro dato destacable con respecto a la fortuna del clan Jauregui, estrechamente relacionado, además, con la llamada Guerra de Independencia, es la alta capacidad financiera de varios de sus miembros. Lo bastante sólida como para poder adelantar dinero a la villa de Zumarraga para que haga frente, según consta en la documentación, tanto a las constantes y siempre desorbitadas exigencias del ejército napoleónico -bien en calidad de guarnición, bien en tránsito-, como a los que la documentación llama "voluntarios en defensa del Rey nuestro señor" y a las contribuciones que después exigirán también las tropas aliadas, una vez que reconquisten territorio guipuzcoano. Unos auxilios más que considerables por los que en su momento recibirán compensaciones de destacada importancia.