Compositor, organista, director y docente. Nacido en Vitoria, el 25 de agosto de 1886; fallecido en Madrid, el 7 de abril de 1961.
Descendía de una familia de músicos, tanto por parte de los Guridi como por los Bidaola; destacan entre ellos, su bisabuelo el organista y compositor Nicolás Ledesma, sus abuelos los también organistas Luis Bidaola y Francisco Javier Guridi y la compositora y profesora de piano, Celestina Ledesma; su padre, Lorenzo, también tocaba el violín y su madre, Trinidad, fue igualmente profesora de piano.
Estudió en Bilbao con el músico casi vitoriano Sainz Basabe. Pronto su familia se traslada a Zaragoza y a Madrid; aquí, con once años, había compuesto varias obritas que llegaron a conocimiento del barítono García Soler, quien le animó a estudiar armonía con el guipuzcoano Valentín Arín. A través de Sainz Basabe y del violinista Lope de Alaña, se dio a conocer en el selecto grupo de filarmónicos bilbaínos denominado "El Cuartito", donde interpretó diversas composiciones suyas que luego integraron los Quatorce morceaux, editados por Breitkopf and Hartel, de Leipzig. En los Juegos florales que tuvieron lugar a principios de siglo en la capital vizcaína, el músico obtuvo el premio Plácido Allende, con la composición Txalupan, melodía para canto y piano. En 1904, bajo la protección del conde de Zubiria marchó a estudiar a París, en la Schola Cantorum, con Grovlez (piano), Decaux (órgano), Sérieyx (composición) y D'Indy (contrapunto y fuga). Fue compañero de Resurrección María de Azkue y José María Usandizaga, con quienes siguió manteniendo una gran amistad, además de un ideal común por un gran teatro lírico. De aquí marchó a Bélgica para estudiar con el organista Jongen y a Colonia, donde recibió enseñanzas de instrumentación de Otto Neitzel.
Su regreso a Bilbao se produjo en un ambiente de gran prestigio personal y de una gran ebullición cultural, promovida, en gran parte, por los miembros de "El Cuartito". Además de a la composición, se dedicó al profesorado y al órgano que ocupó primero en la iglesia de los Santos Juanes y después en la basílica del Señor Santiago, en que le habían precedido Nicolás Ledesma y Luis Bidaola. En 1909 dio a conocer Así cantan los chicos, tres escenas infantiles para coro de niños y piano, que luego orquestó y que se convirtieron en una de las obras más importantes de su catálogo. El esfuerzo de "El Cuartito" significó el nacimiento de la Sociedad Filarmónica, la Academia Vizcaína de Música y el Conservatorio, y, gracias a su impulso, surgió la aventura de la ópera vasca.
La Sociedad Coral de Bilbao, dirigida por Aureliano Valle, decidió promover la creación de óperas vascas, que contaban ya entonces con algunos intentos no excesivamente afortunados. Por encargo de José Power, presidente de la Sociedad Coral, surgieron tres obras importantes, dos de las cuales supusieron la coronación de sus autores: Mendi-Mendiyan de Usandizaga y Mirentxu, de Guridi. El éxito y la posición social adquirida por el compositor, le hicieron personaje fundamental en la vida cultural bilbaina; así, formó parte de la comisión gestora de la recién creada Asociación de Artistas Vascos y, en 1911, fue nombrado director de la Sociedad Coral de Bilbao. Al frente de ésta, Guridi desarrolló una trascendental labor de divulgación de la música coral vasca, armonizando una gran cantidad de obras de carácter popular, entre las que destacan las tres series de Cantos populares vascos. Al mismo tiempo, siguió trabajando en la composición de otra gran ópera vasca, Amaya, que se estrenó con gran éxito en 1920.
En colaboración con Federico Romero y Guillermo Fernández Shaw, estrenó El Caserío en 1926 y se volcó en la composición de zarzuelas como La Meiga, La cautiva, Mandolinata, La bengala o Peñamariana. Tampoco abandonó la composición de obras sinfónicas, y, después del poema Una aventura de Don Quijote, que había obtenido un segundo premio en el concurso organizado por el Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1915 (el primer premio fue declarado desierto), compuso la Leyenda Vasca, En un barco fenicio, la Sinfonía pirenaica, el Homenaje a Walt Disney y la que ha llegado a ser la más conocida de sus obras orquestales, las Diez Melodías Vascas.
La música para voz está también presente en el catálogo del compositor, destacando las Seis canciones castellanas. Cultivó igualmente la música de cámara, habiendo dejado dos cuartetos para cuerda y, como organista, contribuyó al repertorio del instrumento con obras con el Tríptico del Buen Pastor, las Variaciones sobre un tema vasco y otras más, entre las que merece la pena destacar, por su marcado carácter pedagógico, la Escuela española de órgano. Son también dignas de atención sus creaciones de música incidental para cine y su obra para piano solo (Danzas viejas, Ocho apuntes, Diez melodías vascas, Lamento e imprecación de Agar, etc.).
Después de estrenar El Caserío en Madrid, Guridi se instala en la capital, obteniendo la plaza de profesor de órgano en el Real Conservatorio, del que en 1956 llegaría a ser director, siendo nombrado académico de la Real de Bellas Artes de San Fernando.
MSA