Roman

Alonso Fourcade, Jon

Pamplona, 1958.

Jon Alonso nació en Pamplona en 1958. Licenciado en biología. Tras ejercer como profesor de euskera en AEK y en una ikastola, trabaja de traductor para la Universidad Pública de Navarra. También ha impartido talleres literarios y charlas. Ha colaborado en diversos medios de comunicación (Euskaldunon Egunkaria, Berria, Argia, Nabarra...) y fue uno de los impulsores de la revista literaria pamplonesa Korrok en la década de los ochenta. Asimismo, se encargó del programa literario Sormenari leiho en Euskadi Irratia. En la trayectoria de Jon Alonso la creación y la reflexión sobre la misma van de la mano; en su trayectoria literaria ha cultivado tanto la narración como el ensayo, llegando incluso a integrarlos en un mismo género.

Jon Alonso empezó a publicar con casi cuarenta años, y su primera obra se circunscribe dentro del ensayo literario: Idiaren eraman handia, que obtuvo el premio Mikel Zarate (BBK-Euskaltzaindia, 1995). Desde su primer libro aparecen las obsesiones que posteriormente ha ido desgranando en ensayos y narraciones, así como distintas cuestiones acerca de la literatura: la genialidad, la inspiración, la originalidad, el plagio... En última instancia, Alonso en dicho ensayo se dedica a criticar la imagen romántica de la literatura, según la cual la creación estaría relacionada con la inspiración y el rapto de genialidad, partiendo para ello de ejemplos y fragmentos reales de autores vascos y extranjeros.

El mismo año en que publicó este ensayo, vio la luz su primera novela: Katebegi galdua (Susa, 1995), cercana a los parámetros del thriller, trufada de misterio e intriga. El eslabón perdido del título hace referencia a un libro perdido: un volumen en euskera de un supuesto discípulo de Erasmo ha desaparecido, y los asesinatos se suceden con el fin de hacerse con él; puesto que, precisamente, podría sacudir la historia del País Vasco y de la literatura vasca: durante el cisma que dividió a Europa, un libro de un misionero vasco que empleaba un lenguaje próximo al de los hugonotes vendría a demostrar que por estas tierras hubo quien se apartó del catolicismo hegemónico, y que, en consecuencia, la literatura vasca no distaba tanto de los cambios operados en aquella época en tantos países europeos. Con lo que, en su primera novela, Jon Alonso plantea una hipótesis literaria e histórica, usando técnicas novelísticas.

Tres años más tarde, Alonso unió en un solo libro los géneros que anteriormente había cultivado por separado, en Camembert helburu (EEF-Susa, 1998), que fue presentado como "un ensayo disfrazado de novela". El libro se asienta sobre la obra de Henri Toulouse-Lautrec (así lo afirma su subtítulo: "Toulouse-Lautrec un siglo después"), pero con cuerpo de ficción; de hecho, igual que en su primera novela, Alonso emplea aquí elementos del thriller policiaco: a Enekoitz, recién salido de la cárcel, le ofrecen participar en la falsificación de una obra de Toulouse-Lautrec, para lo que habrá de imbuirse en la obra del pintor de Albi, entre otras cosas, infiltrándose en el museo local del artista. A pesar de que el autor hace uso de elementos policiacos, tales como el espionaje, desapariciones y robos, no se trata más que de una excusa para incluir ciertas reflexiones: en muchos casos, sobre el arte (la representación de la realidad, el plagio, la recepción crítica...) y sobre el mercado del arte (fraude, inflación, especulación...), pero que también desbordan dicho ámbito (las relaciones entre hombres y mujeres, el ser vasco, la sexualidad...).

Su siguiente trabajo, Euskal karma (Susa, 2001), por no tener cabida en las tradicionales clasificaciones, Alonso lo calificó como "rapsodia", con clara intención irónica. Una rapsodia consistiría en una suerte de pastiche conformado por textos ajenos, y Alonso adoptó tal nombre porque en él reúne una serie de frases y textos de otros autores, siempre con la intención de hacer mofa de la idea de originalidad, que suele ser un motivo recurrente en su narrativa. En esta ocasión, se aleja del género thriller, para colocarse en el territorio de la parodia y la farsa, donde hasta el mismo planteamiento es esperpéntico: B-12, un marciano euskaldún, que aterriza en Arantzazu, lleva al narrador al Amazonas, donde se esconde Kolko Mitxoleta, que le descubre la forma de salvar el euskera y la cultura vasca: se trata del canon. El viaje a través del Amazonas vuelve a servir para reflexionar y criticar con humor la literatura vasca. Algunos de los elementos que Alonso critica, por medio de los personajes que se cruza en el camino, son la pedantería, la tendencia de los vascos a la filología o la jerarquización de las instituciones culturales.

En aquella ocasión, a la vez que la novela, volvió a publicar un ensayo: Agur, Darwin eta beste arkeologia batzuk (Pamiela, 2001), ganador del premio Juan Zelaia de ensayo en su primera edición. Comparado con Idiaren eraman handia, su primer trabajo ensayístico, éste cuenta con una estructura más fragmentaria y una temática más variada. Está formado por siete ensayos breves, divididos, a su vez, en apartados más reducidos, es decir, en destellos de reflexión que plantean distintas cuestiones. Estas reflexiones a menudo parten de situaciones narrativas, para abarcar diversos temas: la pobre perspectiva literaria a la que aboca la filologización, la función de la literatura y su universalidad, la clonación humana, los paralelismos entre realidad y ficción, o la fijación del significado preciso de las palabras, entre otros.

Hodei berdeak (Susa, 2003) es la tercera novela de Alonso, que trata acerca de la situación socio-política de la Navarra de finales del franquismo y, sobre todo, acerca de los antecedentes del abertzalismo. Alonso narra el entrenamiento para la lucha armada de miembros de EGI por parte de dirigentes del PNV, dando un vuelco a la historia general contada por quienes han escrito la historia. Por otra parte, Alonso sitúa la situación de Navarra y del País Vasco en un contexto occidental más amplio, donde incluso participan espías de la CIA. La novela deambula por el límite vago entre ficción y realidad, entreverando hechos históricos con otros de ficción. El punto de vista de los narradores y la prosa empleada son, por su parte, dignos de mención: Alonso aborda la historia oficial y la individual, por medio de la alternancia de voces, evidenciando en ocasiones las mutuas incongruencias. En lo respecto a la prosa, en algunos capítulos emplea largos periodos sin puntos, en un estilo que recuerda a José Saramago.

Tres años más tarde, publicó su primer libro de relatos: Erretzaileen eremua (Susa, 2006) [Zona de fumadores]. En ellos se aprecian indicios de más de una tradición cuentística: algunos se aproximan al realismo sucio; otros, al realismo mágico y a la fantasía; o a la metaliteratura, e incluso a la falsa o la parodia. Alonso retrata en sus relatos diversos aspectos de la sociedad y el individuo actual desde una perspectiva escéptica e irónica: el fracaso de los proyectos colectivos, la prevalencia del simulacro y el individualismo, entre otros. También existen retratos paródicos sobre el mundo literario, ahondando en la senda abierta por Euskal karma, pero también relatos más crudos que tratan, en un tono más intimista, sobre la enfermedad y la muerte.

Tras este libro de relatos, Alonso regresó a la ensayística con Astrolabioa (Pamiela, 2007), que reúne cuatro ensayos sin demasiada ligazón entre sí, aunque todos ellos relacionados con la literatura. El primero, llamado "Una asimilación fragmentaria de Ferdydurke", consiste en la traducción espaciada y comentada de un texto de Gombrowizc, a modo de aproximación a Ferdydurke. El segundo ensayo enfrenta a Gombrowizc y a Cortázar para indagar las huellas del escritor polaco en el argentino. El tercer capítulo aborda la traducción literaria, partiendo de traducciones y textos reales, a fin de exponer algunos de los problemas de la traducción al euskera. El último capítulo trata sobre el sistema literario vasco y la "generación pelotón" y lo confronta con la historia de la literatura italiana del siglo XX, con intención de señalar los paralelismos entre ambas.

A parte de la creación literaria, una de las constantes en los ensayos de Alonso es el tema de la traducción, basada en su experiencia como traductor y los problemas que ha debido encarar en ese ámbito. Suya es la traducción de Historia do setio de Lisboa de José Saramago (Lisboako setioaren historia, Ibaizabal, 1999), que le proporcionó el premio Euskadi de Traducción. También ha traducido una antología de cuentos de Julio Cortázar, publicada con el nombre de Antologia apetatsua (Txalaparta, 2005). Así mismo ha traducido un ensayo clásico: Tropiko tristeak de Claude Lévi-Strauss (Klasikoak, 2009). Del euskera al castellano, por su parte, en 2.000 vio la luz El África de Mandela (Ediciones B) de Juanjo Olasagarre.

Algunas de las obras de Jon Alonso han sido traducidas al castellano y publicadas en distintas editoriales: Paciencia de buey (Altaffaylla Kultur Taldea, 1997), El eslabón perdido (Hiru, 2003), Objetivo Camembert (Ttarttalo, 2004).

Finalmente, también son dignos de mención algunos trabajos suyos de menor tamaño, como las tres compilaciones de locuciones vascas, publicadas a una con Asisko Urmeneta: Mantxut?, Mantxut mantxut? y Freexkue, todas ellas en Argia. Asimismo, en 2003 publicó "Umoreari buruzko gogoeta", una breve reflexión acerca del humor, en la colección Amukoak de Susa. Y en 1999 participó en Krabelinen herriminha, un libro colectivo publicado por Alberdania en conmemoración de la revolución de los claveles de Portugal.