Cinématographiques

El sol del membrillo

Película producida en 1992 por María Moreno P.C. con la colaboración de Euskal Media y de la productora Igeldo de Ángel Amigo. Este hermoso documental dirigido por Víctor Erice tiene una historia compleja y conflictiva. El origen del proyecto está en una serie de varios documentales auspiciada por Luís Eduardo Aute que unían a un cineasta y a un pintor.

Con tal motivo Víctor Erice entabló relación con el pintor Antonio López durante el verano de 1990. Un día el pintor le contó al cineasta su obsesión por pintar un membrillero, todos los años, por las mismas fechas. Erice, obsesionado desde siempre con la captura de la luz y con el proceso creativo del arte comprendió entonces que tenía que rodar una película que plasmara la lucha creativa de López. Empezó el rodaje pero hubo diferencias con Aute. Maria Moreno, esposa del pintor, se hizo entonces cargo de la producción en la que entró posteriormente el Gobierno Vasco, vía Euskal Media, y la productora Igeldo de Ángel Amigo, aunque a la larga también hubo serios problemas entre Erice y la producción vasca de la película. Erice encaró el documental buscando una revelación que le llevó, según declaró posteriormente, a las fuentes de la Historia del Cine. De hecho la cámara nunca se mueve, como en los primeros años de la historia del séptimo arte, permaneciendo siempre firme en la tierra fiel al encuadre compuesto antes por el director. Y en el intento de captar esa realidad inaprensible Erice y el propio López se comportan como un cazador que anhela adueñarse de su presa. El complicado ritual escenificado por el pintor, con la colocación del caballete o las marcas de referencia efectuadas en las hojas es el inicio de la caza -más bien del viaje- que emprenderán los artistas en su intento de atrapar la vida y la belleza. Otro paso importante es la lucha por establecer la composición más adecuada. Y finalmente queda la batalla final, la pugna titánica por apresar la luz.

Ese afán de Monet por captar los estados transitorios de la luz sobre la fachada de la catedral de Rouen se radicaliza aquí de tal manera que la fugacidad de los rayos de sol y los cambios de tiempo hacen al pintor desistir de su empeño. Al final, mientras el pintor descansa de noche en su dormitorio, la cámara -ella, como el membrillo, también se nutre de luz- se pone en funcionamiento y filma las frutas podridas abandonadas en el suelo. El cine ha llegado a un terreno vedado al pincel. Queda pues El sol del membrillo como una obra radical en su concepción que habla sobre todo de la fugacidad de las cosas, del paso del tiempo y de las limitaciones y posibilidades de la creación artística. La película de Erice se presentó en el Festival de Cannes y obtuvo el premio del FIPRESCI y el Premio del Jurado. Obtuvo también el Hugo de Oro del Festival de Chicago. Y en el año 2000 la película fue elegida en una encuesta realizada por la Cinemateca de Toronto entre las principales filmotecas y museos del cine del mundo como la mejor película de la década de los noventa, superando en las votaciones a obras maestras como La delgada línea roja de Terrence Malick o Uno de los nuestros de Martin Scorsese.

  • Amigo, Ángel: Veinte años y un día, San Sebastián, Igeldo Komunikazioa-Communication, 2001, 221 pp.
  • Larrañaga, Koldo; Calvo, Enrique: Lo vasco en el cine (las películas), Donostia-San Sebastián, Euskadiko Filmategia/Filmoteca Vasca-Caja Vital Kutxa Fundazioa, 1997, 583 pp.
  • Roldán Larreta, Carlos: El cine del País Vasco: de Ama Lur (1968) a Airbag (1997), Donostia, Eusko Ikaskuntza-Sociedad de Estudios Vascos, Ikusgaiak-Cuadernos de Cinematografía, núm. 3, 1999, 407 pp.
  • Roldán Larreta, Carlos: Los vascos y el séptimo arte. Diccionario enciclopédico de cineastas vascos, Donostia-San Sebastián, Filmoteca Vasca-Euskadiko Filmategia, 2003, 351 pp.