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TRATADO DE LOS PIRINEOS

Paz firmada entre España y Francia el 7 de noviembre de 1659, con la que culminaron las conferencias celebradas entre ambas monarquías durante las semanas precedentes, en el islote fronterizo llamado de «la Conferencia», anejo a la isla de los Faisanes, en el río Bidasoa, que forma frontera entre Gipuzkoa y Laburdi y está sujeto a condominio franco-español (Ver. FAISANES, Isla de los). Vino a significar la consumación del fin de la hegemonía española en Europa y el momento de máxima expresión del poder francés en el Continente.

Antecedentes.
Al concertarse la Paz de Westfalia en 1648, hacía ya trece años que Francia había declarado la guerra a España, complicada con la que Felipe IV sostenía con Holanda, y con las rebeliones de Cataluña y Portugal, lo que había supuesto el agotamiento definitivo del tesoro de Castilla. Aunque cada parte, dice Domínguez Ortiz, imputara a la otra el fracaso de las negociaciones, en realidad corresponde a Mazarino, el primer ministro francés, la mayor culpa, por sus demandas, entre las que figuraba la insólita proposición de llevar auxilio a los rebeldes portugueses a través del propio territorio español. Las disensiones internas hispanas y el robustecimiento del poder real francés, provocaron la desastrosa campaña española de 1655 en Flandes. Cronwell oferta su alianza a Mazarino, quien le había ofrecido Dunquerque (aún española). El ministro español, Luis de Haro, le ofreció al inglés a su vez la plaza de Calais (a tomar a los franceses); por qué Cronwell se decidió por la oferta francesa, reseña el autor citado, no es fácil dilucidarlo. El gobierno español estuvo desacertado al no aceptar la oferta de Mazarino para la paz, hecha en 1656.

Ante la coalición franco-inglesa, y siguiéndose más desastres militares, Felipe IV no tiene otra opción que poner fin a las hostilidades. La situación de Flandes y del conjunto de la Monarquía española a comienzos de 1658 se halla expuesta en unos Puntos que se discurrieron...sobre la imposibilidad de hacer la guerra el año que viene en estas provincias..., documento anónimo fechado en enero de este año. Recapitula la situación general de España, que no podía ser más lamentable: «los muchos frentes de guerra tan distantes entre sí que había que atender...» y expresaban «la experiencia que se tiene de que mientras ha estado la Francia unida entre sí y con sus aliados, como al presente sucede, no hemos podido alcanzar la ventaja en las armas...antes bien, se ha ido siempre perdiendo». «Faltan absolutamente los medios para hallar dinero:..» El informe terminaba con la recomendación de tres soluciones: el ataque a Francia por parte del futuro emperador, el envío de nuevos contingentes militares a Flandes, y -la única realista y viable- la paz con Francia. En mayo de 1659 se firma un primer armisticio.

Las Conferencias.
Las entrevistas se sucedieron entre el 13 de agosto y el 7 de noviembre, día de la firma del Tratado, en número de veinticuatro. Las reuniones entre los dos políticos, Mazarino y Luis de Haro, y sus secretarios marqués de Lionne y Pimentel y luego Pedro Coloma, respectivamente, envueltas desde el principio en alambicadas redes diplomáticas y protocolarias, tuvieron lugar en las instalaciones de la isla y márgenes del río, célebres por su complejidad, meticulosidad acerca de las divisiones territoriales, y aparato.

Durante varios meses hubo gran movimiento a ambos lados de la frontera, donde se trasladaron ambas cortes al completo, traslado, que en el caso de Guipúzcoa, supuso gran gasto para la provincia, tanto durante las conversaciones como -y sobre todo- con las entrevistas y bodas reales que ratificarían la Paz.

Tras penosas negociaciones, llevadas alternativamente por los plenipotenciarios en la isla y por las misiones diplomáticas en Hendaya y Fuenterrabia, se acordaron los 124 artículos del Tratado.

El contencioso suscitado por el asunto Condé, provocó gran retraso en las negociaciones. El príncipe de Condé, gobernador de Gascuña, y opuesto a Mazarino, había sublevado la Gascuña, entrado en contacto con los españoles y enfrentado al ejército francés, siendo nombrado generalísimo español por Felipe IV en 1652 (en 1632 dirigió el célebre e infructuoso sitio francés a Fuenterrabía). Haro, en ello coinciden los historiadores, actuó torpemente. Pretendió a toda costa el perdón para Condé, con el reconocimiento de sus antiguas prerrogativas; al fin consiguió su propósito, pero sólo a costa de ceder la plaza de Avesnes, en Flandes, que se sumó a las considerables pérdidas de Gravelinas, Boubourg y Esclusa. España entregaba además el Artois en su casi totalidad, Luxemburgo y el Hainaut, así como las ciudades de Marienburgo, Landrecies, Philippeville y Le Quesnoy. Renunciaba a sus pretensiones sobre Alsacia y se marcaron los límites entre las dos potencias, quedando éstos ajustados siguiendo la línea de las cimas del Pirineo; más delicada fue la delimitación en la frontera catalana, continuando los trabajos una comisión especial hasta 1665. Se pierden definitivamente para España el Rosellón y la Cerdaña. El límite fronterizo, en Fuenterrabía e Irún, venía señalado por el álveo del Bidasoa. En Zugarramurdi y Urdax, marcaban la frontera las regatas consideradas siempre como línea divisoria. En Alduides, era límite la demarcación trazada en 1400 -desde Izpegi a Ococa- y conservada en 1530, cuando se desprendió España de la Baja Navarra. En Valcarlos, la demarcación que ya existía más abajo de Pértole, cortando el río Luzaide. En el resto, finalmente, las cimas pirenaicas. Por el tratado, el monarca francés abandonó definitivamente sus pretensiones sobre sus hipotéticos derechos sobre las merindades de Baja Navarra.

Bodas y entrevistas reales.
Junto con el tratado final, el 7 de noviembre de 1659, se firmó el articulado que estipulaba las Bodas reales que sellarían la Paz. Teniendo Felipe IV ya herederos varones, se acordó la celebración del matrimonio entre su hija primogénita María Teresa con Luis XIV, previa renuncia a la corona de España que se haría después de recibida la dote que se estipulaba en 500.000 ducados. El 6 de junio de 1660 ratificaron la paz Felipe IV y su hermana Ana de Austria, viuda de Luis XIII, en una entrevista que se celebró en la isla de los Faisanes y, al día siguiente, fue entregada la infanta María Teresa. Con gran fasto se celebraron la boda civil en Fuenterrabía y la ceremonia religiosa en San Juan de Luz (Laburdi). (Ver FELIPE VI DE NAVARRA Y IV DE CASTILLA; LUIS III DE NAVARRA Y XIV DE FRANCIA; LOHOBIAGUE ENER).

Alberto Xabier MARTÍNEZ ARTOLA