Peintres

Salaverría Inchaurrandieta, Elías

Pintor. Nacido en Lezo (Gipuzkoa), el 16 de abril de 1883, y muerto en Madrid, el 16 de julio de 1952.

En el año 1897 Elías Salaverría era monaguillo en el santuario del Santo Cristo de Lezo, la querida imagen de los guipuzcoanos. Al frente del santuario se encontraba un sacerdote excelente, Eusebio Pildain, quien descubre en el joven Elías una gran afición a pintar e iluminar cuanto cae en sus manos. Estampas, tipos del pueblo, paisajes y rincones de aquella apacible ladera del Jaizkibel, todo es copiado por el pequeño Salaverría. Don Eusebio es gran amigo del marqués de Cubas, el ilustre arquitecto autor del cementerio de La Almudena y de otras importantes obras famosas. El marqués pasa sus temporadas veraniegas en San Sebastián y acude frecuentemente a postrarse a los pies del Santo Cristo de Lezo. Un día, el buen cura le habla: -Señor marqués, uno de mis monaguillos parece que tiene facilidades para la pintura. Creo que ayudándole podría sacarse provecho de él. ¿Quiere usted que se lo presente? La prueba fue decisiva. Primero, el marqués vio unos dibujos. Pero queriendo convencerse por sí mismo, señaló una litografía de la Virgen Dolorosa que había en la sacristía del Santuario y dijo al monaguillo artista: "Dibújame esa Dolorosa". Salaverría, con seguridad en sí mismo, pero con esa timidez que en él era innata y le acompañó a lo largo de su vida, dibujaba sin atreverse a dirigir los ojos a sus examinadores. La Dolorosa y el Santo Cristo de Lezo ayudaron al mutil habilidoso y allí mismo quedó acordado que el marqués apoyaría a Elías Salaverría para que estudiase dibujo y pintura.

Cuando comenzó en San Sebastián el curso en la Escuela de Artes y Oficios, Salaverría fue uno de los alumnos de dibujo. Entonces, las comunicaciones de la capital con los pueblos de alrededor no eran tan frecuentes como hoy. No funcionaba el tranvía de Rentería, ni el de Irún, ni mucho menos existía el rápido servicio de trenes de la línea del Norte. Queremos decir que Elías Salaverría, con poco más de quince años, hacía diariamente el viaje de ida y vuelta Lezo-San Sebastián, con un recorrido total de dieciocho kilómetros, a pie. A veces, como un gran alivio, se encontraba en su camino con la diligencia que hacía el servicio al fuerte de San Marcos. Entonces el estudiante se acomodaba a hurtadillas en el estribo trasero, y de polizón, se ahorraba el cansancio de algunos kilómetros.

Dos años más tarde, Salaverría llegó a Madrid. A la muerte del marqués de Cubas, la marquesa no abandonó al joven pintor, y le siguió ayudando. Se instaló en una estrecha buhardilla, en el número 22 de la céntrica calle de la Montera. Acudía a la clase del maestro Ferrán. Poco tiempo después estudió con Luis Menéndez Pidal. La primera obra importante que vende Salaverría lleva por título Timidez. Es un símbolo. La obra Timidez la adquirió un rico norteamericano, y con las pesetas que esta venta le proporcionó se decidió a cruzar la frontera y contempló desde el otro lado del Bidasoa el Jaizkibel, a cuya sombra nació.

En París estudió con los maestros franceses, recibiendo gran impresión al contemplar las obras del pintor Millet. De vuelta a España, bajo la influencia de Millet, pintó dos famosos cuadros hoy: Los layadores y La procesión del Corpus en Lezo. Siendo discípulo de Menéndez Pidal se anunció una exposición-concurso en el Círculo de Bellas Artes, con varios premios en metálico. Elías Salaverría, el tímido, no se atrevió a firmar con su nombre y se le ocurrió hacerlo con el seudónimo de Aniceto Vasconcellos. Su obra alcanzó premio. Pero Salaverría se vio obligado a trabajar lo indecible para demostrar al Jurado que Aniceto Vasconcellos y él eran la misma persona. La procesión del Corpus en Lezo obtuvo en 1912, en Madrid, la Primera Medalla. Al año siguiente, en la Exposición Internacional de Munich, alcanzó la Medalla de Oro. Salaverría tomó parte en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en 1904, 1906, 1908, 1915, 1916, 1919, 1930 y 1932. Concurrió asimismo a la Exposición Universal de Buenos Aires (1910); de Munich (1913); Panamá (1916); Madrid (1925, en el Salón de Bibliotecas y Museos); Buenos Aires, en 1948, en la Galería Witcomb, obteniendo un gran éxito de crítica y público. Después de sus triunfos en Buenos Aires siguió su peregrinación por otros países hispanoamericanos. Después de su fallecimiento fueron expuestas tres obras tituladas Hermano Gárate, María Joaquina y El divino impaciente, en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Madrid (1952).

Becas y premios que consiguió: Pensión de la Diputación de Guipúzcoa (1904 y 1912); Mención Honorífica en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1904), por el lienzo titulado ¿Quién? ; Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1906), con el cuadro Tú, primero ; Tercera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1908), con el cuadro Layadores ; Primera Medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes (1912), con el cuadro La procesión del Corpus de Lezo ; Medalla de Oro en la Exposición Internacional de Panamá (1916), con su cuadro Gu. En 1934 fue nombrado profesor de la Escuela Superior de Pintura, Escultura y Grabado, y en 1944 ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid, leyendo su discurso de ingreso titulado "La pintura de historia". A Elías Salaverría no le gustó mucho salir al extranjero. Realizó con buen gusto algunas obras murales.

Sus obras más representativas: Aizkolari, San Ignacio de Loyola (cuadro muy discutido por la forma de concebir al guerrero y al santo de Loyola, pintado por encargo de la Diputación de Guipúzcoa); ¿Quién?, Un geógrafo, Timidez, Examen de doctrina, Atardecer, Tú, primero, Retrato de José María Salaverría, Layadores, La procesión del Corpus en Lezo, Orfebre, Nosotros, Mineros, La vuelta de Elcano (cuadro pintado por encargo de la Diputación de Guipúzcoa para conmemorar el IV Centenario de la vuelta al mundo por Juan Sebastián de Elcano); La proclamación de la Virgen de Aránzazu como patrona de Guipúzcoa, Don Ramiro, Hermano Gárate, María Joaquina, Don Juan Tenorio, La procesión, Don José Luis Oriol, El cura de Santa Cruz y El divino impaciente. Pero verdaderamente donde más desarrolló su habilidad de retratista, -no en vano era el mejor en ese estilo, ha sido en toda esa serie de encargos que llenan casi todos los despachos y los salones señoriales de los grandes personajes del país y de la nobleza española: duque de Alba, Marañón, P. Otaño, Elorza, Laffite, Arozamena, Patricio Echeverría, Sotomayor, Goñi, marqués de Comillas, la reina María Cristina y la figura de Franco que presidió el salón del Conservatorio de Música de Madrid.

Víctima de un desgraciado accidente, Elías Salaverría falleció mientras se encontraba restaurando la capilla de la Concepción de San Francisco el Grande, de Madrid. Un sábado del mes de julio de 1952 acudió, como de costumbre, a la iglesia a las doce y media, y subió a un andamio colocado a la altura de la cúpula, reanudando su labor. Según las manifestaciones de los frailes ya no se volvió a ver con vida al pintor. El lunes, extrañados de su ausencia, optaron por subir a la cúpula y allí encontraron el cadáver del pintor, que presentaba una pequeña herida en la cabeza, causa que hizo suponer que mientras se hallaba dedicado a su tarea sufrió un desvanecimiento, cayendo desde el lugar donde trabajaba a la tarima interior y encontrando la muerte, y según dictamen del médico forense, una vez practicada la autopsia, la muerte fue producida por una congestión cerebral. Los gloriosos restos del artista están en el cementerio del Este, de Madrid. En el verano de 1990 el Museo de San Telmo de San Sebastián acogió una amplia exposición de su obras acompañada de un libro-homenaje editado por la CAM.