Biographies

SAN LEÓN

Hagiografía. Santo legendario que habría venido a evangelizar a los vascos y a fundar un obispado en Bayona pereciendo, decapitado por los normandos, a finales del s. IX. No existen datos históricos que avalen la existencia sino una serie de leyendas que, adoleciendo de anacronismos (Baluze) no resultan creíbles. Diversos autores han analizado estas leyendas -abate Menjoulet, Jaurgain, M. Poydenot y el abate Dubarat en «Le Missel», de Bayonne de 1543- reconstruyendo algo semejante a una biografía. Según ésta el apóstol sería de Rouen, ciudad en la que no consta ningún dato fehaciente de lo mismo. El abate Menjoulet que escribió una vida muy detallada del patrón de Bayona, dice que llegó a la ciudad con sus dos hermanos siguiendo la vía romana. «Pero esta vía torcía repentinamente hacia la izquierda y les había llevado por Dax a Garris y a Saint-Jean-Pied-de-Port mientras que ellos querían ir directamente a Bayona. Se dirigieron oblicuamente hacia el mar y, guiados probablemente por algún neófito de Labouheyre, llegaron finalmente cerca de Bayona, siguiendo, como dice la leyenda, el curso de agua, es decir, si no me equivoco, la parte trasera del lecho del Adur, desde el Vieux-Boucau hasta la desembocadura. Parece cierto que San León siguió este famoso camin roumieu que, desde Bayona, iba a Magescq, Linxe, Saint-Julien, Mimizan, y desde allí se dirigía en dos ramales al Este, a Labouheyre, al norte hacia La Teste. Atravesó el Adur y llegó cerca de la puerta Oriental que tomó más tarde el nombre de puerta San León. Los tres hermanos se presentaron delante de esta puerta un poco antes de la noche. Pero les fue imposible entrar en la ciudad porque los habitantes cerraban las puertas antes de la puesta del sol, a causa de los vascos que les hacían una continua guerra como a piratas sin fe ni ley. San León y sus hermanos se vieron obligados a buscar un asilo en la colina que dominaba la ciudad frente a la puerta Meridional. El siervo de Dios construyó allí en un montón de piedras una celdilla donde se acurrucó diciendo: «Este es el lugar de mi descanso, y aquí moraré puesto que lo he escogido». ¿Era éste un presentimiento? Bien pudiera ser: «Hay en las almas santas secretos que son impenetrables hasta la hora de su triunfo». El canónigo añade que a pesar de los trabajos del cuerpo de ingenieros militares que levantaron veinte veces la tierra alrededor de la puerta de España, la colina donde -como dice la leyenda- el montículo en cuestión se dibuja todavía suficientemente en relación con el Nive que se encuentra efectivamente varios metros más abajo a una distancia de 300 pasos por el lado del Este. Al Oeste el montículo forma una pequeña planicie con ligeras ondulaciones. Lo que se puede sacar en conclusión de este relato es que en la época de la llegada de San León a Bayona, no había ninguna casa fuera de las murallas y por lo tanto ningún arrabal. Cuando el obispo volvió de su viaje por Laburdi y el norte de España, fue martirizado en este mismo lugar. «Cosa extraña dice el copilador de la leyenda; una abundante fuente brotó en el mismo lugar donde cayó la cabeza ensangrentada; se dice, añade, que el cuerpo permaneció de pie durante toda una hora. Un lictor le dio con el pie, pero sin caerse este santo cuerpo tomó la cabeza en sus manos y lo llevó, conducido por un ángel, a una distancia de un estadio -300 pasos- al lugar citado por la otra leyenda, donde había hecho su primera predicación frente a la puerta de la ciudad. Y como un segundo Abel, la depositó piadosamente como víctima del holocausto, y allí es donde su pueblo debía erigirle, más tarde, una tumba y después una capilla, de la que no quedó más que una modesta cruz de piedra aislada sobre la verdeante plataforma de los glacis». Si tales leyendas relativas a San León tuvieran una apoyatura cierta, vendrían a reforzar la tesis de la tardía erección del obispado de Bayona y la de la paganía en la que vivían aún los vascos cercanos al Adur en el s. X. Pese a tales incertidumbres, existe un culto al santo en la región desde el s. XI y la ciudad de Bayona lo erigió en patrono suyo dedicándole varias advocaciones.