Kontzeptua

Ópera

Hay que esperar hasta 1968 para volver a encontrar la creación de una obra lírica vasca: Zigor, un encargo de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Opera (ABAO), es representada en Madrid, después de haber sido estrenada en Bizkaia el año anterior, en una versión de concierto. Se trata de una obra de Francisco Escudero basada en un episodio extraído de la obra de Arturo Campión Sancho Garcés por José de Zincunegui y Manuel de Lecuona, que se desarrolla en Navarra en el siglo IX. Once años más tarde, la Sociedad Coral de Bilbao hace un encargo al mismo compositor, y se crea en Bilbao Gernika, un homenaje a la ciudad-mártir, con ocasión del cincuentenario de su bombardeo (el libreto de Escudero, basado en un argumento de Luis Iriondo, fue traducido al euskera por Agustin Zubikarai y Karmelo Iturria).

En un registro totalmente distinto, podemos citar las realizaciones de Gorka Sierra Larrinaga: Sorgin Punki (1983) y Lur bizia (1984), o la "ópera sinfónica vasca" en un acto de Juan Cordero Castaños Erreka Mari (1986), que pone en escena la última lámina del País Vasco. La obra, ganadora de un concurso de obras musicales para niños organizado por el Ministerio de Cultura del Gobierno Vasco, se basa en un libreto de Enkarni Genua Espinosa. Paralelamente, se manifiesta un rebrote del interés por las óperas vascas del pasado, y las representaciones se multiplican en las capitales de las provincias del sur (Oleskari zarra, Chanton Piperri, Mendi-Mendiyan, Amaya, Mirentxu).

En 1998 y 1999, dos obras escritas a principios del siglo XX pero nunca creadas, son montadas y representadas a ambas vertientes de los Pirineos: se trata de Iziar (presentada, con una trascripción de Zuriñe Guerenabarrena que la convierte en una "ópera de cámara", por el centro Sarobe de Urnieta, Gipuzkoa y de Leidor (llevado a escena por la coral epónima de Tolosa, Gipuzkoa). Por último, cabe señalar, por su libreto en euskera de Jon Casenave basado en una trama impregnada de mitología vasca, la obra de Peio Çabalette creada en Bayonne en 1996, cuya música no reivindica ninguna afiliación directa con el folklore autóctono: Ilargi xendera es, ante todo, poesía y canto, y en ello radican, quizá, las nuevas modalidades del Teatro Lírico de Euskal Herria.