Kontzeptua

Ópera

La primera "ópera vasca" es Pudente, llamada así porque su libretista había visto este nombre escrito al fondo de una mina andaluza. A partir de ahí elaboró un enredo amoroso rico en golpes teatrales y en desenlaces imprevisibles, que se desarrolla en la provincia de Bética en el momento de la ocupación romana. Es la única obra cuya historia se desarrolla fuera del País Vasco, pero todos sus protagonistas se expresan en euskera, y el día del estreno la prensa anuncia que la obra pretende ser una "ópera de aires vascongados": de hecho, se basa en numerosos aires muy conocidos en San Sebastián.

En cualquier caso, la fórmula de esta primera ópera, es bien recibida por el público, hasta tal punto que aparece una nueva creación local con motivo del carnaval de 1889: se trata de Iparraguirre, una adaptación de la vida novelesca del "bardo" del mismo nombre creada por Práxedes Diego Altuna, traducida al euskera por Francisco López Alén, a la que se puso música mediante la utilización diegética de varios zortzikos del héroe por el joven director de la banda municipal, Juan Guimón Larzabal.

Una tercera ópera es creada en San Sebastián en 1899: Chanton Piperri, cuyo libreto es una creación del prolífico dramaturgo vasco Toribio Alzaga Anabitarte y la partitura del compositor vizcaíno Buenaventura Zapirain Uribe. La obra cuenta las tribulaciones del huérfano Chanton a finales de la Edad Media, en el momento de los enfrentamientos entre los linajes rivales de los Oñacinos y los Gamboinos: la paz sólo llegará gracias a la milagrosa intervención de la Virgen de Arantzazu. Por tanto, el argumento puede interpretarse como un mensaje: que los vascos dejen de destrozarse en las guerras y se unan en su país protegido por sus fueros, su religión y su idioma (el coro final termina con el lema del PNV). Por primera vez se trata de una obra deliberadamente nacionalista, mientras que las anteriores no tenían ninguna inclinación política. Diez años más tarde, el tándem Alzaga / Zapirain repite la intriga rocambolesca y comprometida con una nueva ópera histórica, Anboto, haciendo intervenir a la terrible Señora de la casa y a su desafortunada hija, en pleno siglo XI.

Hay que señalar que entre estas dos fechas, el propio Sabino Arana Goiri creó bajo el seudónimo de Jelalde un "melodrama histórico" en cuatro actos, Libe, que en realidad es un libreto de ópera. Se había previsto que un concurso permitiría ponerle música, pero la muerte prematura de su autor le impidió cumplir este proyecto.

En 1900, se crea Artzai mutilla al otro lado del Atlántico. Es la obra de dos guipuzcoanos instalados en la capital argentina: Pello María Otaño "Katarro", apreciado bertsolari, y Félix Ortiz San Pelayo, que había fundado el año anterior el Orfeón Euskaro de Buenos Aires. Katarro elige contar la sencilla historia de dos jóvenes pastores Pachiko y Marichu, cuyo amor es (temporalmente) obstaculizado por el rico propietario que les emplea. En este cuadro rústico, cuyos protagonistas son una de las encarnaciones privilegiadas del Vasco eterno e ideal (el pastor), éstos se muestran, de forma más sutil que Chanton, como los defensores de la causa vasca. La comunidad vasca emigrada, pero también los argentinos, aclaman triunfalmente a Artzai mutilla.

En el viejo continente, dos obras están a punto de crearse al mismo tiempo, es decir, en 1906, una vez más en San Sebastián: Iziar (libreto de Elías Gorostidi Olaizola y música de Miguel Oñate Iribe), que es otra historia de amor contrariado en la que esta vez se implica la Virgen de Iziar, y Erramuncho, adaptación de la novela de Pierre Loti realizada por José Artola y a la que pone música Ignacio Fernández de Eleizgaray, organista de Azpeitia (Gipuzkoa). Pero ahora es Bilbao la ciudad que va a recoger la antorcha, iniciando una serie de realizaciones concebidas como la creación deliberada de un Teatro Lírico Vasco en las "campañas de ópera vasca" (para retomar los términos de la época) por iniciativa de la Sociedad Coral de Bilbao, verdadero pilar y artífice de la empresa.