Politikariak eta Kargu publikoak

Navagero, Andrea

Diplomático veneciano (Venecia, 1483-Blois, 1529). Entre 1525 y 1528 estuvo comisionado en España, como embajador de la República de Venecia, para negociar cerca de Carlos V la adhesión de éste a la Liga católica auspiciada por el papa Adriano VI. Reflejó sus impresiones sobre la Península Ibérica, amén de en los informes diplomáticos, en las cartas enviadas a Juan Bautista Ramusio y en el libro Il viaggio fatto in Spagna et in Francia, impreso en 1563.

Entre el 21 y el 30 de mayo de 1528 pasó por el País Vasco al regreso de su misión. Entró a Álava por Miranda, recorrió la Llanada, conociendo Vitoria, Dulantzi y Salvatierra; pasó a Guipúzcoa por San Adrián, deteniéndose en Segura, Tolosa, Hernani y Hondarribia, de donde pasó a Baiona. Las páginas dedicadas al País describen paisajes y gentes, haciendo interesantes observaciones sobre las costumbres, siendo destacables los párrafos dedicados a San Adrián. Habla de las explotaciones comunales madereras alavesas, señalando también como la casa de Mendoza tenía en la época más de cinco mil vasallos en Álava y observando cómo "en Vitoria se habla el castellano, pero entienden el vascuence, y en los más de los pueblos se habla esta lengua".

Especial interés le merecen los tocados femeninos de las tierras de Guipúzcoa, de los que dice refiriéndose a la región de Segura:

"En esta región las mujeres, llevan un arreglo de cabeza muy caprichoso: se envuelven ésta con una tela casi a estilo turco, pero no en forma de turbante, sino de capirote, y van adelgazándolo tanto que le retuercen la punta y hacen que resulte muy parecido al pecho, cuello y pico de la grulla; este mismo tocado está extendido por toda Guipúzcoa y dicen también que en Vizcaya, y no varía de una mujer a otra, sino en que con aquella especie de cresta hacen mil formas caprichosas, haciéndole semejar cosas diversas".

De Guipúzcoa dice:

"Toda la tierra está muy poblada, no habiendo bosque ni montaña que no esté llena de gente".

Una de las mejores descripciones de la Baiona del siglo XVI la tenemos de su mano, recogida a su vez por Ducéré:

"El 30 de mayo de 1528 llegamos a Baiona, ciudad fortificada, provista de una buena y abundante artillería; sus murallas están bien construidas y su posición, en un lugar algo pantanoso, la hace más fuerte todavía. Los navíos llegan hasta la ciudad, pues el río es navegable para barcos de 600 toneladas y más. En Baiona como en Vizcaya y en Guipúzcoa, se produce sidra en grandes cantidades. El pescado de río y de mar es abundante y los salmones muy buenos y hermosos. Finalmente, añade que el mar ofrecía una gran variedad de peces, distintos de los del Adriático; y los comunes a los dos mares eran mucho más grandes en el Océano. En Baiona y en San Juan de Luz todos los años se pescaba alguna ballena, cosa que exigía una lucha peligrosa, y a veces mortal, incluso. Tan pronto como se veía una ballena aproximándose a la costa, como ya se sabía en qué estación ocurría ésto y todo el mundo estaba preparado, varias barcas repletas de marinos, se apresuraban a rodearla por todas partes, de modo que se veía obligada a dirigirse hacia la costa. La ballena, como los otros cetáceos, tiene que salir del agua, de vez en cuando para respirar el aire del exterior, y ese era el momento que aprovechaban para lanzarle tridentes de un grosor medio, atados a cuerdas. El animal herido, se agitaba con furia y golpeaba con la cola las barcas que le asediaban, hundiéndolas y aplastando a los hombres algunas veces. Pero los pescadores lo evitaban rápidamente soltando la cuerda del arpón, cuyas puntas estaban aún hundidas en el cuerpo de la ballena. Cuando volvía a la superficie el ataque se renovaba hasta que herida, y cansada, era atada con cuerdas y empujada hacia tierra; cuando el agua iba bajando, los pescadores se atrevían a aproximársele y la remataban. La arrastraban hasta la orilla, y su enorme cuerpo deja en la arena un surco que dura varios días. La cabeza da más de un tonel de aceite, pues este animal es muy grasiento; la lengua se vende como un manjar exquisito; la carne supone una tal cantidad que Francia entera tendría para comer; se la pone en salazón y se envía a todas partes así como el aceite; el producto total de cada ballena asciende a doscientos ducados más o menos. Se dice, sin embargo, que las ballenas que se pescan son las más jóvenes, pues las ballenas viejas son demasiado feroces. Incluso se cuenta que una ballena madre vino un día en socorro de su hija acosada y que hizo morir a tanta gente que se vieron obligados a la fuga para huir de una fuerza semejante".

"Los hombres y las mujeres de este país -dice el embajador veneciano-, son todos muy alegres, justamente al contrario de los españoles cuyo carácter es grave en el fondo. Aquí siempre están riendo y organizando bailes y juegos así que en tan poca distancia existe una gran diferencia. Delante de las casa hay un cercado en el que los animales no pueden penetrar, bien sombreado por parras, tan bien enarenado y tan seco que no se puede ver ninguna irregularidad: en suma, arreglado con gran esmero".

Aquí era donde se jugaba todos los días a los bolos y a las bolas y a otros juegos de moda en el país. Navagero constata que en Baiona se fabrican excelentes ballestas. Toda la región llamada las Landas de Burdeos estaba sin cultivar y sin habitar, sin embargo, allí donde había sombra y agua, se podían ver también pueblos, mientras que el desierto se extendía alrededor; las carreteras eran malas a causa de la arena, del barro y de los pantanos. Ya era suficiente pero además se perdía uno fácilmente en el camino, pues la llanura estaba tan repleta de helechos, tamarindos y de otras plantas, que hacían tropezar a los caballos y los fatigaban.

"Como ya he dicho, añade nuestro viajero, Baiona es una ciudad muy bien fortificada; toda esta comarca exceptuando Baiona y Dax, pertenecía al señor de Albret; ahora pertenece al rey de Navarra. Además la esterilidad y dificultad de la región, desde los Pirineos hasta Burdeos, hacen esta frontera más fuerte por el lado de España, pues un número pequeño de tropas no tendría nada que hacer, y un número grande no tendría de qué vivir; este país presenta además otra ventaja y es la de dar los mejores soldados de Francia".