Udalak

FRUIZ

Fruiz está en el corazón de Bizkaia y se encuentra rodeado por Mungia, Gernika y Larrabetzu, núcleos de población muy importantes. Atravesado por el río Butrón, su sistema económico está basado en la agricultura. Se caracteriza por ser un municipio poco extenso y poco poblado estando dicha población dispersa en los siguientes barrios: Aldai, Andekoa, Botiola, Legarreta, Lotina y Mandaluniz.

Arquitectura religiosa

La iglesia parroquial de Fruiz es la de San Salvador y constituye un importante conjunto ya que se trata de uno de los pocos restos que queda del románico en Bizkaia. Es posible que se construyera en el siglo XIII pero en la actualidad está compuesta de remodelaciones posteriores del XVI y del XVIII. Se trata de un edificio de planta rectangular con una sola nave y una cubierta a dos aguas y se encuentra realizado en mampuesto con esquineros y contrafuertes laterales en sillería además de presentar partes enlucidas. Al exterior tiene grandes ventanas adinteladas que corresponden a los distintos tramos en los que está dividida la nave.

El pórtico es románico y rodea el edificio aunque tiene cinco entradas. Se remata con un tejadillo de una sola agua y todo ello está delimitado por un muro en donde arrancan los machones de madera que sujetan dicho tejado. Todo ello elevado sobre una escalinata semicircular con zócalo y enmarcado entre contrafuertes. La decoración de este pórtico reside en capites, fustes, basas, etc. y se trata de motivos florales y geométricos.

La torre es renacentista del siglo XVI, y se asienta sobre dos arcos ojivales que prolongan el pórtico. Su cuerpo se divide en cuatro secciones al igual que sus vanos y tiene una decoración muy sobria excepto en el último cuerpo donde van las campanas, donde aparecen unos vanos manieristas y balaustradas. Se remata con una cubierta a cuatro aguas elevado sobre pilares en donde aparece una gárgola.

Respecto a las ermitas encontramos ejemplos como la ermita Jesús Crucificado, de planta rectangular y con una cubierta a cuatro aguas sobre una cercha, tiene muros de mampostería con lucido exterior, con la fachada principal y el murete del pórtico de sillería. La gran puerta de acceso tiene un arco de medio punto con impostas. La puerta y la verja se enmarcan en el arco y son de madera. Pavimento interior de losas de piedra, el del pórtico es de cemento también sobre losas de piedra. El pórtico se sostiene sobre seis columnas de piedra.

La ermita de San Lorenzo está en el barrio de Andekoa, de planta rectangular con una cubierta a tres aguas. Tiene muros de mampostería y esquineros en sillería y la campana cuelga de la cercha que sostiene la techumbre del pórtico. Con puerta adintelada junto con una ventana, también adintelada, posee pórtico a los pies, cerrado en sus laterales. El pavimento es de cemento y su conservación bastante mala.

La ermita de San Miguel en el barrio de Botiola se encuentra aislada y se trata de un edificio de planta rectangular con cubierta a dos aguas. Tiene muros de mampostería vista y la fachada principal enlucida. La campana está montada en un bastidor de hierro y fue reconstruida en 1972.

La ermita de San Esteban, en el barrio de Mandaluniz, se encuentra desaparecida.

Arquitectura civil

La arquitectura doméstica viene a representarse en los numerosos caseríos que existen en el municipio de Fruiz; estas edificaciones no sólo son núcleos habitacionales, sino que son también lugar de trabajo. Del esquema primitivo de finales del siglo XV, de planta rectangular, en dos alturas, con cubierta a dos aguas y un soportal central, encontramos ejemplos en Lezamiz, Ormaetxe, Goienetxe, Gordoniz, Biotza y Larrako.

Hay excepciones en cuanto a la cubierta ya que a veces la doble vertiente se extiende a modo de alerones en torno al edificio casi fundiéndose con el soportal como vemos en los caseríos de Lezamiz, Etxatxu u Ormetxe en el barrio de Botiolas. En estos casos la balconada del primer piso no abarca toda la anchura de la fachada sino que se limita a la del soportal, con excepción una vez más del caserío Lezamiz.

En su mayor parte son viviendas bifamiliares, simétricas que comparten el soportal central, aunque en el siglo XIX hay una explosión demográfica y no es raro encontrar caseríos trifamiliares como el caserío Goyenetxe en el barrio de Mandaluniz, un edificio con un añadido lateral, que tiene triple acceso exterior a las tres viviendas así como sus correspondientes escaleras interiores.

La estructura fundamental de los caseríos aún es la madera aunque se refuerza con mampuesto, la sillería la dejan para los esquineros y los recercos de los vanos. La ornamentación de las fachadas es mínima, solo abriendo amplias balconadas o con sus esbeltos soportales. En ocasiones el espacio frontal dejado por la cubierta a dos aguas se decora con grabados geométricos es el caso del último ejemplo, Goienetxe.

El soportal es una de las características más notables de los caseríos; éstos solían ser adintelados y se encontraban en el centro de la fachada. Siempre se utilizaban materiales ligeros para no cargar demasiado los dinteles, a veces para reforzarlos empleaban pies derechos o columnas en madera como los caseríos de Ormetxe, Entxoko, Lejarza, Askarre o Ullarte.

En el municipio de Fruiz, se tiene referencias de una antigua residencia de una familia adinerada del siglo XVI, que manejaba la única ferrería; en la actualidad no sabemos su ubicación, aunque hay restos materiales que indican que estuviera cerca del molino de Puntxebarri. Además parece que había una casa torre documentada a principios del siglo XVIII, pero de la que no existe resto alguno. Durante los siglos XVIII y XIX, las edificaciones tienen novedades como el aumento de solidez y de altura de las construcciones: esto se debe al uso de la mampostería. También en las cubiertas hay cambios, ya que los amplios alerones se asientan en las prolongaciones de los muros laterales remarcando más el carácter simétrico de la fachada. De estas características son las casas de Gezuraga, con una duplicación de balconadas, Etxatxu, Arkotxe, Abaunza, cuyo soportal remite al ancho del edificio, Barrena y Goikoetxe en el barrio de Legarreta.

Muy frecuentes son las construcciones cercanas a los caseríos que garantizaban el autoabastecimiento de las familias que habitaban dichos caseríos; no hay que olvidar que el municipio de Fruiz se caracteriza por su población dispersa. De esta manera encontramos los hornos que solían adjuntarse a los lados menores de los caseríos o a la parte de atrás. Sin embargo, algo más comunes y aprovechando los cauces de los ríos son los molinos; aunque muchos conserven su estructura no están en funcionamiento debido a su abandono o estado de ruina, como el molino de Legarreta en ruina parcial, o el de Puntxebarri inutilizado por el tiempo. Similar es el caso de Errotabarrena, de 1831, un bloque de planta rectangular con una cubierta a cuatro aguas y que se distribuye en tres alturas con camarote. En su fachada y en cinco ejes se sitúan sus vanos adintelados; en el primer piso aparece un balcón corrido, y en la segunda dos balcones menores. Su puerta de acceso se encuentra en la primera planta a la cual se accede mediante unas escaleras exteriores. Como excepción el molino de Gomoa, un edificio de 1635 y que se encuentra bastante remodelado, que en la actualidad sigue en funcionamiento.

Es normal que cerca de los molinos existieran ferrerías aunque en el municipio de Fruiz, aun sabiendo que existieron varias, como Legarreta y Fruiz-Etxeberria, demolida en la mitad del siglo XVII, no sabemos su ubicación exacta, pese a que hay restos de escoria cerca del molino de Errotabarrena.

En la segunda mitad del siglo XIX se empezarán a levantar edificios públicos como la Casa consistorial, Escuelas, etc., pero siempre con un marcado carácter funcional, ya que al no existir en el municipio una elite, no aparecen rasgos formales que podríamos definir como cultos. Además solían reaprovechar edificios ya existentes, y al hacerlos de nueva planta los construían de forma similar. Tenemos como ejemplo el actual Ayuntamiento que se encuentra en el barrio de Aldai. Se trata de un edificio de 1883, reformado casi por entero en 1914, que con anterioridad era una casa privada. Se trata de una construcción de dos alturas más el camarote, con una cubierta a cuatro aguas, una fachada en donde se reparten los vanos en cinco ejes verticales de los cuales los tres centrales poseen ventanas de mayor tamaño y un balcón corrido con forja y pasamanos de madera. Todo el edificio tiene un granulado grisáceo menos las molduras de vanos. En la planta baja hay una distribución similar al resto de la fachada aunque se abren dos puertas de acceso: una para el ayuntamiento y otra para la taberna que se diferencia por su revestimiento con lajas de pizarra.

También del barrio de Aldai y fechada en 1926, es la Escuela, un edificio pequeño de una sola planta realizada en mampostería, en donde sólo destacan sus vanos adintelados. Tras el abandono de ésta se procedió a construir una nueva escuela que en la actualidad es un consultorio médico. Se trataría de un moderno edificio de tres bloques separados por contrafuertes que sobresalen. Tiene una cubierta con una única agua que acaba en un ligero alerón y los ventanales del edificio son amplios y ocupan casi toda la fachada. Muy similar es la antigua escuela del barrio de Botiola hoy también reconvertida.

Por otra parte, tras erradicar la costumbre de enterrar a los difuntos dentro de la zona urbana, se empezaron a construir cementerios fuera del núcleo urbano en el siglo XIX; sin embargo no tenemos referencias sobre el cementerio del municipio de Fruiz, salvo la de un conjunto que albergaría capilla, el depósito de cadáveres y el osario, todo ello delimitado por un muro de fabricación muy pobre.

Bibliografía

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  • Ibarra y Berge, J.: Catalogo de Monumentos de Vizcaya, Bilbao, Junta de Cultura Vasca, 1958, 2 v.
  • Fernández Begue, R.: Monografías de pueblos de Bizkaia: Morga y Fruiz: Estudio Histórico-Artístico, Bilbao, Diputación Foral de Bizkaia, 1998, 326 pp.

  • Manu CASTAÑO GARCÍA