Politikariak eta Kargu publikoak

Enríquez, Juan Antonio

Del Consejo de S.M., ministro principal de Marina y juez de Arribadas de Indias en los puertos de la provincia de Gipuzkoa, que, sirviendo los propósitos centralizadores de la corte de Madrid, redactó una Memoria sobre el estado de la industria guipuzcoana en la segunda mitad del siglo XVIII. Se titulaba ésta Memoria sobre las Fábricas de Anclas, de Palanquetas, de Batería de Fierro, la Fandería, y otros establecimientos en la Provincia de Guipúzcoa, San Sebastián (Lorenzo José Riesgo y Montero), 1787, 27 pp. La Memoria halló minuciosa contestación en la pluma del secretario de Juntas y Diputaciones, Bernabé Antonio de Egaña, quien prevenía contra los optimismos fáciles de Enríquez sobre el estado de la industria guipuzcoana y, sobre todo, alertaba a los guipuzcoanos contra el peligro que podría suponer para los fueros patrios la libertad de comercio con América, ardientemente deseada por algunos sectores del país y presentada por Enriquez como "el colmo de la felicidad" de la provincia (pp. 26s).

No debió de ser muy del agrado de los guipuzcoanos la gestión de Enríquez como ministro de Marina, haciendo constar los caballeros procuradores de los Puertos Marítimos en las Juntas de 1793 que el gremio de la marinería se hallaba "completamente abatido y arruinado, respecto de las trabas y embarazos con que fue grabado en tiempo que estuvo por comisario de Marina D. Juan Antonio Enríquez" (Registro de Juntas, de 1793, San Sebastián 1917, pp. 89s). En ocasión de haber sido expedientado por la Inquisición por tenencia de libros y figuras obscenas, Enríquez alegó ante el Tribunal los buenos servicios prestados a la causa de la religión recogiendo en diversas ocasiones en San Sebastián y Pasaia libros de Helvetius, del barón d'Holbach, Voltaire (Archivo Histórico Nacional, Inquisición, legajos 2240 s.n. y 3732, n. 86). En fin, es sabido que el comisario de Marina Enríquez reunió una gran colección de papeles sobre temas marineros, y es de suponer que entre los papeles que alegó no faltarían los relativos al país en el que sirvió celosamente los intereses del centralismo borbónico. Algo de ello ha debido de quedar en la Real Academia de la Historia, signatura E-175 (v. al respecto C. Fernández Duro, Disquisiciones náuticas, t. V: A la mar madera, Madrid 1880, p. 289). En el artículo correspondiente de la enciclopedia Espasa cabe hallar referencia de otras actividades de este celoso servidor de los Borbones españoles, quienes supieron premiar sus desvelos nombrándole Intendente de Marina en 1792.