Biografiak

DUARTE IBARGUREN, María Eva

La odisea del cadáver de Eva. El Dr. Ara ya había sido encargado de su embalsamamiento. Cuando se hizo cargo de aquel cuerpo consumido por el cáncer, el mismo día del fallecimiento, sólo pesaba 33 kilos. Este especialista aragonés, famoso en los medios docentes argentinos e internacionales, tenía ya en su haber, entre otras, el embalsamamiento de Lenin. La noche del 26 de julio y parte de la mañana siguiente la empleó en las operaciones preliminares para que el cuerpo yacente de Eva pudiera ser expuesto al pueblo durante quince días sin riesgo de deterioro. Los multitudinarios traslados al Ministerio de Trabajo, al Congreso y finalmente a la sede de la CGT por expreso deseo de Eva, fueron como un largo preliminar antes del entierro en la capilla ardiente del 2.° piso. El doctor había preparado allí un laboratorio moderno, adosado a la capilla, donde trabajaría en la ardua tarea que le esperaba. Era el único portador de las llaves. La misma guardia, dotada de metralletas, mandada por el teniente Basoaldo, estaba a sus órdenes. El trabajo de embalsamamiento duró tres años. Excepto unos pocos nadie sabía ciertamente que los restos de Eva estaban allí. Las hermanas y madre, casi diariamente, llevaban flores frescas y oraban ante la puerta herméticamente cerrada. La odisea de este médico aragonés defendiendo su obra durante tres años y tres meses, sólo pudo cumplirse a fuerza de tenacidad, discreción, sabiduría y valentía. La obra había sido perfecta. Los profesionales que le visitaban quedaban impresionados. El doctor, minucioso, honrado, pero también desconfiado ante el porvenir, creó una copiosa documentación de identidad a base de radiografías y fotografías que la probaban. Que realmente allí estaba el cuerpo de Eva y no una estatua como ya se llegó a decir y a escribir. Los tres aniversarios de la muerte se celebraron con desfiles multitudinarios de antorchas ante la CGT. El previsor y activo doctor Ara había instalado un perfecto servicio contra incendios. Temía que alguna chispa de aquellas antorchas prendiera en las coronas que desde la calle cubrían el edificio. Y él sabia y lo había dicho: este cuerpo sólo puede ser destruido por el fuego o las ratas y éstas morirían. Terminada completamente la obra, la senadora Juanita Larrauri, presidenta de la Comisión Nacional del Monumento a Eva Perón, cuando el general Leonardi estaba a punto de entrar en Buenos Aires, pagó al doctor el último plazo por su trabajo: El secreto guardado celosa mente sobre la capilla ardiente que funcionaba en el segundo piso fue desvelándose poco a poco. Perón había huido sin dejar ninguna disposición sobre este grave problema. Toda la responsabilidad recaía ahora sobre D. Pedro Ara y la guardia que le era fiel. Nuevas autoridades se habían instalado en la Casa Rosada, pero nadie aparecía por la CGT. Grupitos de obreros, empleados de la misma CGT, solicitaban humildemente dar el último adiós a su lider. Entraban, rezaban, lloraban, pero todo casi en silencio. Las hermanas y la madre siguieron sus visitas. Las reducidas peregrinaciones, todas de obreros, seguían llegando a la capilla ardiente. Según nos dice el doctor Ara el asombro los sobrecogía, pues llevaban la idea de que aquello ya no existía. El día primero de octubre de 1955, Thana Palud de Goicoechea confeccionó con sus propias manos la túnica definitiva y ella misma con sus ayudantes la viste, a puerta cerrada, ante la supervisión e indicaciones del doctor. La noche del 16 al 17 de noviembre de 1955, llegan unos marinos con un tanque y derriban el busto de Evita en la esquina de la CGT. Suben al segundo piso, violentan la puerta de la capilla ardiente. Parece que el asombro y el respeto que sobrecogió a otros los contuvo también. Sólo se llevaron la bandera argentina y volvieron de revés la bandera peronista que cubría el cuerpo. Días más tarde, una comisión exige al doctor Ara la entrega de toda la documentación referente a su trabajo para quemarla y "destruir el mito". Pero el previsor aragonés la tenía a buen recaudo en Alemania. El cadáver de Eva fue sacado de la CGT entre los últimos días de noviembre y la primera semana de diciembre de 1955. El doctor Ara recibió una llamada telefónica de un desconocido que había presenciado el hecho. Se iniciaba un período de 16 años de misterio, de rumores, de relatos fantásticos. Parece que, después de estar varios años oculto en la misma Argentina, el cadáver fue trasladado a Alemania y desde allí a Roma. El 4 de setiembre de 1971, a requerimiento del general Perón, el doctor Ara identifica el cuerpo de Eva en la quinta 18 de Octubre, domicilio del ex-presidente argentino en Madrid. Salvo algunos desperfectos, reparables, causados por el ajetreo de los traslados, el cuerpo se conserva en perfectas condiciones. El féretro había sido entregado a Perón por el embajador argentino en Madrid. María Estela Martínez de Perón, con gran entereza arregló y limpió la rubia cabellera, le cambió la túnica ya ajada y húmeda. Y le volvió a colocar en sus manos el rosario de plata, ya limpio, que el Sumo Pontífice le regalara en sus días de Primera Dama argentina y líder de los desheredados. Al volver Perón a la Argentina prepara la repatriación del cuerpo de Eva Duarte. El periodista José Vicente Puente escribe, glosando estos viajes con su alada pluma: "A los cincuenta y dos años vuelve Evita a Madrid. Pero estos años ya no cuentan. Sólo los que se cruzan vivos. No éstos que se suman en un estremecedor viaje por tierras europeas, a través de Cancillerías y fronteras, ocultándose, negándose, como si la evidencia de la muerte no fuese bastante para acallar todo... Es una novela que nadie ha podido inventar. Y ahí está." Será difícil. Los enemigos de Eva Duarte no pueden arrancar su imagen de la mente del pueblo. Una mujer práctica, activísima, de arranques vitales incomparables, como relámpagos vivísimos de luz sobre un pueblo explotado y dormido. Esencia, conducta amítica, y a pesar suyo, la figura mítica de la moderna Argentina. En su loco ajetreo tuvo tiempo para escribir su libro La razón de mi vida. Perón la necesitó en vida. Murió ella, cayó el peronismo. Perón la necesitó hasta después de muerta. Ella le ayudó a vivir en el exilio con los 70.000 dólares que percibió como derechos del libro de Eva. Pasan los años y el recuerdo de Evita, líder del pueblo, persiste. Al morir el presidente Perón en 1974, asume la presidencia su esposa María Estela Martínez, "Isabelita". En su primer decreto que firma como presidente ordena la repatriación del cuerpo embalsamado de Eva Duarte Ibarguren de Perón, que ya llevaba tres años en Madrid. La prensa nos informa. El cuerpo yacente de Eva Duarte salió de la finca 17 de Octubre, de la Ciudad Puerta de Hierro, a las 6,21 horas de la tarde del 16 de noviembre. Fue trasladado al aeropuerto de Barajas en un furgón de color azul oscuro. Los seis automóviles del séquito iban ocupados por políticos y policías argentinos llegados expresamente para esta operación retorno. Allí esperaba un avión "Guaraní" de la aeronáutica argentina. El día siguiente, 17 de octubre, llegaba a su patria. A los 19 años de haber sido sacado de la CGT de Buenos Aires, en circunstancias aún no aclaradas, el cuerpo embalsamado de Eva Duarte moviliza al pueblo con el mismo poder de convocatoria de antaño. La multitud, portando imágenes de "Evita", rompe los cordones de seguridad, toca con sus manos el féretro y lo cubre de flores en medio de un griterío ensordecedor. Su paso hasta la residencia presidencial de Olivos lo hace en un sostenido clamor. La agrupación peronista clandestina "Montoneros" que había secuestrado y ejecutado al ex-presidente Pedro Eugenio Aramburu y escondido su cadáver, lo devuelve a cambio de "Evita". Ruidoso clarinazo que amplia la resonancia mundial de estos actos. Quiérase o no, Eva Duarte continúa siendo realidad y mito. Esta tremenda y conflictiva personalidad, que parece anular hasta al mismo Perón, espera el biógrafo que la interprete. A finales de 1973, la BBC de Londres inicia un programa radiofónico sobre Eva Duarte de Perón. Ante este programa, Tim Rice y Andrew Lloy Webber, los célebres autores de Jesucristo Superstar, conciben la idea de la ópera Evita. Viajan a la Argentina y se documentan: Ya nos anuncian su estreno de gran gala en Londres y Nueva York para esta primavera de 1977. Ya andan los discos de Evita en las ondas de todo el mundo. Dice W. Pérez Gómez: "Es un cuento de cenicienta sobre la asombrosa vida de una muchacha de un pequeño pueblo de provincias, que llegó a ser la mujer más poderosa de su país, y en realidad de Hispanoamérica. Su muerte a causa de un cáncer en 1952, cuando sólo contaba 33 años de edad, auguró su mitificación".