Biografiak

DUARTE IBARGUREN, María Eva

La muerte de Evita. El fin de aquella vida de frenética actividad se iba acercando. El día 12 de enero de 1951 es operada de apendicitis. El pueblo amotinado en las calles había presentido la tragedia y hablaba de una grave enfermedad. En la clínica, a pesar del feliz resultado de la operación, descubrieron la grave dolencia. Al comunicarle la conveniencia de una operación preventiva se puso furiosa. El doctor que la atendía, que era también ministro de Educación, tuvo que dimitir. Eva Duarte siguió su actividad acelerando con esto el proceso de una enfermedad "que pudo haberse detenido a tiempo", según los especialistas. A pesar de su lucha titánica, el 3 de setiembre de 1951, diez días antes de las elecciones presidenciales, en las que las mujeres argentinas estrenaban voto gracias a ella, era internada de nuevo. Los médicos diagnosticaron lo que no se publicó, pero que ya el pueblo lo decía consternado: "no había cura". Cuando Perón asumió la presidencia por un segundo periodo, 4-VI-52, Eva Perón, exhausta ya, asistió, sin embargo, a todos los actos y apareció por última vez ante el pueblo en el balcón de la Casa Rosada. El sábado 26 de julio, en la residencia presidencial se iba apagando aquella vida que había luchado bravamente por sus "descamisados" en una carrera loca contra el tiempo, como si presintiera la brevedad de su vida. Yo estaba. en Santiago de Chile. Recuerdo que era un día de invierno. Hasta nosotros llegaban las ondas argentinas que informaban continuamente. En aquel invierno desapacible llovía sobre Buenos Aires. Pero aquella multitud, aquellos grupos silenciosos, seguían allí en torno a la residencia. Yo escuchaba diariamente la radio argentina que iba noticiando aquel multitudinario acontecer. A las 8 y 23 de la noche de aquel sábado Perón apagó la lámpara de la ventana. Entre la multitud anhelante se difundía la noticia: Evita ha muerto. El pueblo, durante aquella larga agonía, improvisaba altares en las calles. El doctor, Pedro Ara, que había sido llamado al ocurrir el óbito, nos dice al respecto: "A mi paso por los barrios, apenas había calle popular en la que no encontrara uno o más rústicos altares con crucifijos, vírgenes o santos o sin ellos, mas con grandes retratos de Eva, iluminados por velas y candelas e improvisadas lámparas. Ante ellos, en una sorprendente exaltación entre religiosa y pagana, aquellas sencillas gentes rogaban por la salvación de su ídolo..." Debemos al Dr. Ara un patético retrato póstumo de Eva Duarte: "Entramos juntos a la cámara mortuoria. Sobre su lecho dormía para siempre el espectro de una rara, tranquila belleza, liberada al fin, del cruel tormento de una materia hasta el límite corroída y de la tortura mental sostenida por la ciencia que, esperando el milagro, prolonga el suplicio". "Ante nosotros, yacente, consumida hasta el extremo de lo posible, se hallaba la mujer más amada y más odiada de su tiempo. Había luchado fieramente contra los grandes y ahora estaba, ahí, vencida por lo infinitamente pequeño. Pronto veremos que no debió temer a la muerte: mas bien la esperó como a un huésped a quien se recibe sin sorpresa. ¿Se preparó a morir desde los días rosados de su apogeo? ¿A quien creyó encontrar en la otra orilla? Yo sólo sé que en la otra orilla está la Historia, a la que no cualquiera llega..." El Dr. Ara, con sus invalorables observaciones nos sigue perfilando el temple sobrehumano de Eva Duarte: "Cuando me disponía a envolver sus manos en el rosario de plata y nácar, regalo del Sumo Pontífice, entró en la estancia una de las que fueron doncellas de Eva, armada de sus trebejos de manicura." "-Doctor, ayer, poco antes de entrar en la agonía, me dijo la señora: En cuanto me muera, quítame el rojo de las uñas y déjame las con brillo natural. ¿Puedo hacerlo doctor?" "Tan de sorpresa me cayó la inverosímil demostración de serenidad ante la muerte, que no acertaba a salir de mi asombro." "Esa postrera orden de Eva a su doncella sólo puede tomarse como lo que indudablemente fue: espontánea manifestación de una inteligencia critica de sorprendente supervivencia, capaz de analizar menudos pero no insignificantes detalles como ése cuando ya no queda nada por quemar y la luz está a punto de dar paso a la eterna bruma (?)."