Monarkia eta noblezia

Lichnowsky, Félix María Vincenz Andreas

Príncipe Lichnowsky, conde de Werdenberg, señor de Woschutz.

Nacido el 5 de abril de 1814. Muerto el 17 de septiembre de 1848.

Hijo primogénito del príncipe Eduardo, poseyó los mayorazgos de Kuchelna, Grabowka, Krzyzanowitz y Bolatiz, que abarcaban grandes extensiones de terreno, una ciudad y diez y nueve pueblos en la Silesia austríaca y veintiséis poblados en la Silesia prusiana. Se formó en la vida militar y en el cultivo de las letras y las artes. Beethoven le dedicaría algunos tríos y la segunda sinfonía. A los veintitrés años (1837), en plena guerra carlista, aparece en el cuartel del pretendiente don Carlos. Vino como corresponsal de "La Gazzette de l'Etat de Prusse" y pronto recorrió todo el escalafón, hasta llegar a general de Brigada. Durante la contienda realizó algunos viajes por Europa con fines diplomáticos o financieros. Se destacó por su valor y sus dotes de mando.

Después del Convenio de Vergara (1839) se retiró a su patria y siguió trabajando por la causa de don Carlos. En agosto de 1842 hizo un viaje a Barcelona. Se corrió la voz de que habían llegado generales facciosos. El pueblo se echó a la calle y, gracias a los esfuerzos de las autoridades, pudo escapar con vida. Murió asesinado en una revuelta alemana, el 17 de septiembre de 1848, a los treinta y cuatro años de edad. Escribió las dos obras siguientes: Erinnerungen aus den Jahren 1837-1839, Francfort, 1841-1842; Portugal Erinnerungen aus dem Jahre 1842, Mainz, 1843. La primera de ellas fue traducida al castellano por José María Azcona, bajo el título Recuerdos de la guerra carlista, Madrid, 1942. En ella recoge sus recuerdos y su acción durante dicha contienda. Su traductor verá así la obra:

"El mismo autor aparece siempre como si estuviera colocado en un plano superior al medio que le rodea. Sus opiniones son rotundas, sus juicios definitivos. Para él no existen las medias tintas ni le inquietan las sutilezas de un análisis psicológico. Esta manera simplista de ver las cosas y los hombres le lleva en algunas ocasiones a formular conceptos atrevidos. Tiene un criterio individualista, cree en los directores y en los generales más que en las masas. Maroto o Cabrera son capaces, por sí solos, de variar el rumbo de la historia. Los reyes son cosa divina, no puede juzgarse de sus actos de los que sólo a Dios deben rendir cuentas. Se comprende que un hombre así tuviera admiradores y también que tuviera enemigos".

Ref. Azcona, J. M.: Recuerdos de la Guerra Carlista (1837-1839) por el Príncipe Félix von Lichnowsky, "Príncipe de Viana", n.° V, 1941, pp. 74-91.