Musicales

Zortziko

Los procesos que en las últimas décadas ha sufrido la música vasca han tenido también, por supuesto, su influencia en el zortziko. Los cambios profundos que ha vivido la sociedad vasca se han reflejado también en su iconología musical, y los símbolos nuevos han desplazado a los viejos. Puede decirse que el zortziko, junto a otros iconos musicales vascos clásicos -como el txistu o los orfeones- ha perdido su importancia frente a otros símbolos nuevos, sobre todo la txalaparta y la trikitixa por un lado y el rock, el folk y las tendencias derivadas del pop por otro. La esencia rítmica del zortziko, además, muy difícilmente se puede compaginar con estas últimas músicas, ya que sus complejidades rítmicas se producen de forma muy diferente. Es decir, a nadie se le ocurriría hoy en día pensar que el zortziko pueda ser el principal exponente de la música vasca.

Esto no quiere decir, por supuesto, que la cuestión del zortziko no haya sido objeto de discusiones. Por un lado teorías muy innovadoras han propuesto nuevas etimologías, como la de Juan Antonio Urbeltz (1989). Éste no opina, como se ha hecho tradicionalmente, que el nombre del zortziko derive del cardinal ocho, y lo ha relacionado con otro término, sorchi, soldado raso o sin graduación, poniéndolo en relación con la música militar y por extensión relacionándolo con la juventud. Puestas así las cosas, y sin dar una definición de música militar, en la práctica casi cualquier música puede ser zortziko. Esa teoría ha sido el punto de partida para realizar hermosos espectáculos basados en la danza tradicional, pero no ha encontrado prácticamente defensores a nivel teórico, sino más bien todo lo contrario. Sin embargo, en este momento sobre todo es la complejidad rítmica del tema la que está en el candelero.

Aunque parezca mentira, sólo en los últimos años se ha resaltado la presencia de melodías y danzas que se cantan y tocan en ritmos diferentes: la Katxarranka de Lequeitio, pongamos, es zortziko en 5/8 cuando se pasea por las calles, para adoptar el ritmo de ezpata-dantza en 6/8 3/4 en el momento de bailarlo. En este sentido, Sabin Bikandi (1994), por ejemplo, ha escrito la misma melodía, según la interpretación y el momento, en, 8/8, 3/8 (de dos formas diferentes), 11/16, 9/8, e incluso en 5/8.

José Ignacio Ansorena (1990a, 1992, 1995, 2003) especialmente, ha puesto al día los problemas de la escritura del zortziko al decir que hoy día algunas danzas (como las de Lesaca, la danza del Corpus de Oñate, la ezpata-dantza de Zumárraga, la Dantzari-dantza de la Merindad de Durango y algunas otras, aunque estén a menudo escritas en compás de 5/8 y los intérpretes estén convencidas de que las interpretan en ese compás, en realidad se tocan en compás de 3/8, de forma muy sincopada. Esto tiene mucho que ver con la vieja escritura de Albéniz, ya que cada dos compases de 3/8 se corresponden con uno de los escritos en 6/8 por ese autor. El compás de 5/8, en su opinión, no fue más que una adaptación que hicieron los tamborileros a fin de evitar ese ritmo sincopado. En los últimos años, ciertamente, han aparecido en la revista Txistulari estos bailes en su nueva forma de escritura, tanto las melodías en solitario como en adaptaciones para bandas de txistularis.

Esta idea resuelve un problema de escritura -por qué Albéniz escribió en 6/8 y no en 5/8 esas piezas. Pero deja otras en el aire: por qué el propio Albéniz defendía treinta años más tarde la escritura en 5/8 para el zortziko, que ya era conocida y utilizada; por qué los zortzikos bailados en 6/8 que se han mantenido hasta hoy (aunque son pocos, se han mantenido así en la tradición) no son sincopados, o dicho de otro modo, por qué tenemos dos ritmos tan diferentes aunque el compás sea el mismo.

Podríamos pensar que en la época de Iztueta había dos zortzikos muy diferentes: uno en 5/8 con puntillos, el que se cantaba, y otro distinto, sincopado, para la danza. El problema entonces es cómo surgió nuestro zortziko más famoso, el puntillado, si recordamos los pocos ejemplos populares que recogieron nuestros folkloristas. De este modo, sin ir más lejos, quedaría desautorizada la teoría del padre Donostia del paso de ese ritmo de la danza al canto.

Por otro lado, se han utilizado procedimientos informáticos para intentar aclarar estas cuestiones. Sabin Bikandi y especialmente Karlos Sánchez Ekiza (2004) han medido algunas interpretaciones en milésimas de segundo con el fin de salir de la subjetividad del oído. De acuerdo a esas investigaciones, algunas de esas danzas están en 5/8, pero el ritmo que se escribe puntillado:

resulta así al ser interpretado:

El zortziko en 6/8, sin síncopas, en general se corresponde con el ritmo escrito. Pero la escritura en 3/8 propuesta por José Ignacio Ansorena no se adecua bien a algunos bailes, como las danzas de Lesaca, la soka-dantza de Baztán o las danzas de la Merindad de Durango. En opinión de Ekiza, esa forma de escribir es demasiado simple para expresar como es debido esos ritmos tan complejos, ya que su esencia no es matemáticamente proporcional, sino que se basa en los movimientos no matemáticos del cuerpo.

En resumen, el zortziko ha sido sin duda el género vasco más cultivado a través del tiempo. Extraño y original, su personalidad icónica y su peculiaridad musical han suscitado infinidad de discusiones. Aunque la realidad sea más compleja, un zortziko es en general, hoy día, una canción o pieza instrumental que tiene un ritmo muy característico en 5/8 con puntillos. De acuerdo a los datos de los que disponemos hoy en día, algunos ritmos peculiares de la música popular vasca cuajaron, al parecer en el siglo XVIII, en este compás y ritmo concreto. En el siglo XIX a ese ritmo se le añadieron otros elementos románticos, a menudo ligados al estilo belcantístico italiano, para producir un producto nuevo pero muy integrado en la tradición vasca, que consiguió un extraordinario éxito y que identificó durante mucho tiempo a la música vasca.

En los últimos tiempos, este zortziko romántico ha sufrido necesariamente los cambios ocurridos en la sociedad vasca contemporánea, y su importancia, sin ningún género de duda, se ha reducido considerablemente. Sin embargo, y fagocitando por el camino otras formas de zortziko, sigue siendo un símbolo vasco, seguramente en ese sentido el género más vasco. Difícilmente se le puede negar ese honor.