Literatos

Barrutia, Pedro Ignazio (1682-1759)

Pedro Ignacio de Barrutia nació en Aramaio el 3 de julio de 1682. Fallece en Arrasate en 1759.

Su padre, Pedro Alonso de Barrutia y Salinas, pertenecía a una acaudalada familia de Arrasate, mientras que su madre, Katharina Basagoitia Olabide, nació en el seno de una humilde familia en un caserío de Aramaio. Ambos contaban con diecinueve años cuando nació Pedro Ignacio, de quien nada sabemos sobre su infancia. Sus padres nunca llegaron a convivir; su padre era religioso -llegó a ser vicario y párroco de la parroquia Sancti Spiritus de Salamanca- y su madre regresó al caserío de sus padres. Pedro Alonso de Barrutia, fallecido a la temprana edad de treinta y seis años, legó todos sus bienes a su hijo, en tanto que su madre vivió hasta los ochenta años sumida en la pobreza.

A excepción del testamento de su padre, las primeras noticias que tenemos sobre Pedro Ignacio datan de 1710, año en el que se presenta en el Ayuntamiento de Arrasate para ocupar el puesto de escribano municipal y donde, habiendo sido aceptada su solicitud, desempeñó las funciones de secretario municipal hasta 1753. En dicho periodo participó directamente en las diversas actividades, no sólo culturales, desarrolladas en la localidad. A sus 28 años, Barrutia era un joven bien preparado. Por el momento no nos es posible concretar dónde realizó sus estudios, por lo que la cuestión relativa a su formación deberá por el momento seguir acompañada de un signo de interrogación, aunque, ciertamente, el conocimiento de tales datos arrojaría bastante luz a la oscuridad que rodea al Actto para la noche buena.

El texto en cuestión es la primera obra teatral escrita en euskera en el País Vasco peninsular; de ahí la importancia que reviste en nuestra literatura. La nitidez con que la sociedad arrasatearra es reflejada en la obra permite afirmar que el autor escribió la misma con la clara intención de escenificarla en Arrasate. Ése es, precisamente, el mayor mérito que se le ha de reconocer a la obra: la maestría con que Barrutia enlaza el nacimiento del niño Jesús con los pormenores de la vida cotidiana de Arrasate.

El texto de Barrutia rezuma modernidad. Por encima de la distancia y el contexto que nos separan de la época en la que fue escrita, se diría que Barrutia ha procurado conferir al misterio del nacimiento de Jesús el misterio de la magia. En todas y cada una de las escenas lo temporal se vuelve intemporal. Y el resultado es excelente.

Barrutia, por otra parte, realiza una crónica donde nos ofrece un retrato de su pueblo, aportación ésta que merecedora de atención desde el punto de vista antropológico. De la obra se desprende el conocimiento por parte del autor de las costumbres practicadas tanto en la sociedad de clase alta como en el pueblo llano. Barrutia poseía un humor muy fino. De hecho, no cesa de brindar ocasiones para esbozar una sonrisa. Aun cuando no quepa calificar su obra como cómica, es obvio que luce una gran habilidad al mover los hilos de las escenas con la finalidad no sólo de captar la atención del público, sino también de provocar su carcajada.