Pintores

Vázquez Díaz, Daniel

Pintor andaluz nacido en Nerva (Huelva) el 15 de enero de 1882. Murió en Madrid el 17 de marzo de 1969.

Su primera formación la recibe en Sevilla, en torno al Museo y al Ateneo, donde conoce a pintores como Canals, Iturrino y Zuloaga. En 1903 prosigue su formación en el Museo del Prado. Toma contacto en Madrid con la familia Baroja, sobre todo con Ricardo con quien tratará también posteriormente dada la proximidad de Hondarribia y Bera, cuando Vázquez Díaz iba en verano a Gipuzkoa. Viaja a París entre 1906 y 1918, realizando antes una escala en Hondarribia de tres meses, que será su primer contacto con el paisaje vasco del que adoptará sus verdes y azules inconfundibles. Así pasará los veranos desde 1906 a 1935, entre sus viajes a París. En San Sebastián tuvo lugar su primera exposición individual. Asimismo realizará amistades en los círculos artísticos e intelectuales de San Sebastián e Irun, conociendo a José María Salaverría, quien más tarde será el principal gestor de su obra, a Montes Iturrioz, etc. En 1950 será hecho hijo adoptivo de la ciudad hondarrabitarra.

Su trayectoria paisajística con respecto al País Vasco, se divide en tres etapas; una colorista, otra arquitectural, y una última poética (de 1920 a 1930) en la que se vuelca más apasionadamente en Hondarribia y su paisaje. Su influencia en la pintura vasca ha sido importante, sobre todo en Bienabe Artía y Montes Iturrioz; la tendencia cubista (humanizada) de su paisaje y su continua depuración de la obra de arte, ha calado en pintores vascos, como Martiarena u Olasagasti.

En 1968 Hondarribia le dedica una calle. Sus mejores obras están relacionadas con el paisaje del Bidasoa, Fuenterrabía, Lezo, Bahía del Bidasoa, La barca en el Bidasoa, etc. En 1982 se realizaron sendas exposiciones antológicas con motivo del centenario de su nacimiento en Madrid y San Sebastián (San Telmo).

Antonio Bilbao Arístegui lo ve así:

"Lo vasco, en Vázquez Díaz, hay que centrarlo, por lo tanto en su producción paisajística (...). Yo creo que si un paisaje de Vázquez Díaz es como es, si tiene ese inconfundible aroma que lo distingue de todos los demás, se debe a dos razones fundamentales: por el culto a las estructuras, a los volúmenes esenciales de las cosas, por su perfecta y acabada ordenación arquitectónica, escultural, y por la riqueza finísima de su color. No en el sentido de que su paleta sea muy extensa -recuérdese que estoy hablando de sus paisajes vascos-, sino en el de que dentro de unos pocos colores -grises, azules, verdes, morados- la riqueza de matices, de tonalidades, es ilimitada. Es decir, que Vázquez Díaz tiene un ingrediente tomado del cubismo: su rigor poliédrico. Pero se separa inmediatamente de los cubistas y se diferencia de ellos en que no volvió la espalda a la naturaleza".

"Conservó para su arte el legado impresionista de la riqueza del matiz, de la percepción finí sima de la vibración cromática, de la consideración del color no como una superficie lisa, igual, monocroma, extendida sobre el soporte, sino como plano inmerso en la atmósfera y recibiendo de esta atmósfera y a través de ella los reflejos y las correspondencias de otros colores, próximos o alejados, haciendo que cada trozo de superficie coloreada esté palpitando (...). Pero para definir el arte de Vázquez Díaz no basta, insisto, con hacer patente este lado arquitectónico, constructivista de su pintura. Hay que hablar inmediatamente de su color, de su refinadísima paleta. Vázquez Díaz fue toda su vida un enamorado de la belleza del mundo exterior, un contemplador insaciable de la naturaleza; de ahí esa su fidelidad a lo que los pintores llaman 'el natural'".

José Mª Moreno Galván (1962, Goya):

"Se puede decir que, frente al cubismo, que pretendió reducir la peculiaridad de la vida y de los objetos a una ley de genericidad geométrica, Vázquez Díaz trató de salvar para la Historia lo individualizado, lo irreductible a la ley de las cosas genéricas (...) se quedó en una línea 'doméstica' de modernidad, mientras que Picasso y Juan Gris realizaron una obra 'universal'".

Maya Aguiriano (1993):

"Como muchos de los pintores españoles que alcanzaron su madurez en la década de los 30, prefirió robustecer el realismo, adelgazado hasta convertirse en mera mancha de color por obra de los impresionistas franceses, que derivar en la abstracción, una de las vías a las que inevitablemente conducía la desmaterialización de la masa pictórica".