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CAJA DE AHORROS MUNICIPAL DE VITORIA (1895-1990)

Ahorro, 1850-1940.

El Ayuntamiento le proporcionó los locales, respaldó sus operaciones y puso las condiciones de actuación. Hasta finales del siglo XIX tuvo un modesto desarrollo y el despegue no llegó hasta principios del XX. De 1850 a 1900, con poéticas palabras que no hacían más que cubrir su escaso desarrollo durante medio siglo, José María de Aresti, director de la Caja Provincial de Ahorros de Álava, decía en 1945 que: .Su desenvolvimiento fue paralelo al discurrir del tiempo, lento y sosegado. (Realidad, agosto, 1945), como muy bien demuestran las cifras de la siguiente tabla:

AñoImponentesSaldos en pesetas
1850
1880
1900
1905
1910
1915
1920
1925
1930
1940
1945
12
698
3.199
4.333
5.482
6.269
11.489
17.331
20.981
28.865
34.266
1.912,49
234.050,21
2.858.092,90
5.160.897,16
7.992.208,84
10.079.912,67
15.363.618,43
28.137.020,37
37.883.596,77
65.538.062,59
122.024.062,70

En 1912 se decidió ampliar el radio de acción de la Caja y extenderse a la provincia, atrayendo a la población rural, lo que produjo un aumento de los ahorradores y de los saldos. Este fue el momento en que comenzó la competencia con la banca privada y en el que se hizo necesario intensificar la propaganda del ahorro, estableciéndose los premios al mismo en 1913. A partir de los años veinte se dio un más acusado incremento de impositores y saldos, al establecer la Caja unas nuevas relaciones con el Ayuntamiento y funcionar como una institución más independiente, sin que eso significara que no fueran al unísono cuando los intereses de ambas instituciones así lo aconsejaran. En 1927 tenía establecidas tres tipos de libretas, ordinarias, escolares y a plazo. Realizaba préstamos con garantías de valores, hipotecaria y personal desde 1914; además los efectuados por el Monte de Piedad sobre alhajas, ropas y otros objetos. Los hipotecarios estaban destinados en su inmensa mayoría a los campesinos para que se hicieran con las tierras que trabajaban, mientras que los de garantía personal eran sus destinatarios la población urbana de la capital. También concedió préstamos a los Sindicatos Agrícolas y, a partir de 1918, a las empresas.

En 1928 ocupaba por su saldo el puesto nº 30 en la Confederación Española de Cajas de Ahorro, y el séptimo en la Federación Vasco Navarra. Durante la República y la Guerra Civil se vivieron los momentos más tensos de la institución, tanto por los problemas políticos que se producían como por los económicos que se vivieron durante los años treinta y por las consecuencias lógicas de una guerra. No obstante, esos avatares se notaron en la disminución de los beneficios, pero no en el aumento ahorro y de los impositores, que siguieron creciendo en todo el periodo.

Mención especial merece el apoyo que la Caja prestó al Ayuntamiento desde su origen, proporcionándole dinero en condiciones que nunca hubiera dado un Banco, bien fuera para obras públicas, invirtiendo sus fondos en deuda municipal o atendiendo el déficit presupuestario municipal cuando era preciso. La Caja se encargó de financiar las aportaciones del Municipio a los tendidos ferroviarios; y, durante los años treinta, le ayudo en la adquisición de diversos solares. La relación con la institución fundadora tuvo que irse adaptando conforme lo estipuló la legislación nacional. Sus inversiones más destacadas en esta etapa se hicieron en deuda provincial y nacional, bienes inmuebles, y en acciones de diversas empresas nacionales y extranjeras (Ferrocarril del Norte, Altos Hornos, diversos Bancos...).

La construcción de casas baratas o económicas no estuvo en el punto de mira de la dirección hasta que se promulgó la ley de 10 de octubre de 1924, cuando se acordó destinar para ese fin 900.000 pesetas. Tras el Decreto Ley sobre casas económicas de 29 de julio de 1925, se establecería una nueva fórmula. Otra cosa fueron sus inversiones en inmuebles que tenían un fin diferente y otros destinatarios. A mediados de los años treinta la situación de los obreros y la escasez de viviendas aconsejaron la construcción de algunas casas y la financiación a la Cooperativa Vitoriana de Casas Baratas. Esta Caja puso un gran empeño en la unión de todas Cajas en defensa de sus intereses comunes. Lo intentó en 1917, pero no tuvo éxito por el poco apoyo que encontró en ese momento en las Cajas guipuzcoanas. Las circunstancias vividas en los comienzos de los años veinte del pasado siglo (véase CAJAS DE AHORRO EN VASCONIA), hicieron que en 1923 su nueva tentativa tuviera el éxito deseado, apoyada decisivamente por la Caja Provincial de Ahorros y Préstamos de Álava. Ambas Cajas fueron las encargadas de elaborar el estudio para la creación de la Federación de Cajas Vasco Navarras (1924), cuya secretaría le fue adscrita, y luego también impulsaría la Confederación Española de Cajas de Ahorro (1928).