Político. Nacido en Vitoria el 21 de febrero de 1803, el 4 de setiembre de 1885, murió en su retiro de "Naranjadi" en Zestoa.
De un ilustre familia vascongada, descendiente de Aizarna (Zestoa), en donde se halla la casa solar de que esa estirpe procede. Dedicado en su juventud a la carrera jurídica, hizo sus estudios con brillantez.
Nombrado en 1834, auditor de guerra de la Capitanía General de los Reinos de Granada y Jaén, se trasladó a aquella ciudad andaluza, en donde permaneció hasta 1838 en que renunció al cargo. Agradecida por los buenos servicios que prestó eligióle su representante en Cortes en la primera legislatura. Desde entonces tomó una parte activa en la política, figurando siempre en el partido moderado, en el que ocupó los más altos puestos. En 1838, fue nombrado fiscal, y más tarde magistrado de la Audiencia de Burgos, puestos ambos que renunció a raíz de la revolución esparterista de 1840. Fue diputado electo por Gipuzkoa en 1840. Fue también presidente de la Junta de examen, reconocimiento y liquidación de créditos del Tesoro.
El periodismo le contó entre sus representantes y formó parte de la redacción del Correo Nacional y de La España, que tan denodadas campañas sostuvo en defensa de los derechos seculares del País Vasco-Navarro.
Egaña fue consejero íntimo de la reina Doña María Cristina y desempeñó con gran acierto el cargo de intendente de su Real Casa. Con motivo de las bodas reales, le condecoró en 1846 con la Gran Cruz de Carlos III. Fue ministro de Gracia y Justicia en 1846 y de Gobernación en 1853. En 1864 se le confirió la investidura de senador vitalicio. Pero más que todos estos puestos y otros que en la política general de España ocupó, estimaba el Sr. Egaña aquellos que más directa y especialmente se relacionaban con el país que tiene la honra de contarle entre sus hijos. Comisionado en Corte, y diputado a Cortes por la provincia de Álava, casi constantemente, desde la celebración del convenio de Bergara, senador del Reino, diputado General de la Hermandad Alavesa y padre de provincia, siempre estuvo al servicio de la causa de este país, con su voz elocuente, su entereza de carácter, su clarísimo talento, su sólida instrucción, su profundo conocimiento del Código Foral y su larga experiencia.
El Ayuntamiento de San Sebastián en sesión de 16 de noviembre de 1891, en atención a los grandes servicios prestados por D. Pedro de Egaña a la causa de los Fueros del país, acordó poner su nombre a una de las calles. El concejal D. Eduardo de Egaña dio las gracias por haber acordado rendir este tributo a la memoria de su pariente. El Ayuntamiento de Vitoria en cumplimiento de acuerdo de 25 de noviembre, dio también las gracias al de San Sebastián por haber honrado la memoria de un hijo tan ilustre de aquella ciudad.
Ref. Serapio Mújica