El amplio territorio que ocuparían los vascones durante la Edad del Hierro abarcaría una amplia franja desde los cordales pirenaicos hasta el valle del Ebro, con acceso al mar por la parte más occidental del Pirineo, y contaría con un elevado número de poblados, principalmente núcleos fortificados distribuidos por la mayor parte de las zonas. Las investigaciones arqueológicas practicadas sobre asentamientos dentro de este espacio geográfico vienen de muy antiguo, habiendo proporcionado algunas de ellas abundantes informaciones sobre las formas de vida protohistóricas.
Por otra parte, sistemáticos proyectos de prospección han aportado en fechas recientes y siguen haciéndolo, un gran número de enclaves que cubren en muchos casos superficies vacías hasta fechas recientes; es el caso de la cuenca de Iruña, algunas zonas del norte de Nafarroa y otros puntos de la Nafarroa Media y del valle del Ebro.
La ocupación del territorio obedece una vez más a criterios estratégicos, siendo determinantes las vías naturales de comunicación dentro del territorio. Como sucede en otras áreas son predominantes los asentamientos en zonas elevadas, con un amplio control del entorno y fuertemente protegidos mediante estructuras defensivas.
Los abundantes trabajos de campo practicados en yacimientos tan referenciales como el del Alto de la Cruz (Cortes) u otros, han proporcionado innumerables datos sobre estas gentes. Sabemos que las viviendas de Cortes pertenecientes a la Primera Edad del Hierro, de planta rectangular, presentan por lo general una distribución claramente diferenciada en tres partes: el vestíbulo, la sala central y la despensa, si bien en ocasiones tan solo disponen de vestíbulo y sala, e incluso puede darse el caso de que toda la superficie forme una sola unidad. No obstante, la presencia de estructuras como hogares y bancos corridos es muy semejante. Las dimensiones de las casas oscilan entre 10 y 14 m. de longitud y la anchura entre 3 y 5 m. Construidas con adobes y techumbres vegetales a dos vertientes, cuentan con hogares de planta rectangular así como ocasionalmente con hornos para cocer pan.
Las innovaciones tecnológicas abarcan un amplio espectro, tanto en lo que se refiere a materiales líticos y cerámicos como a los metalúrgicos, además de a la producción de tejidos. Se observa en este asentamiento la existencia de una amplia variedad tipológica en la producción cerámica tanto en lo que se refiere a las formas, dimensiones y decoraciones como a la composición de las pastas y a la técnica de elaboración de los recipientes. La cerámica a torno, en ocasiones pintada, es frecuente durante la Segunda Edad del Hierro en muchos de los enclaves.
La metalurgia del bronce está presente en la mayoría de yacimientos, principalmente en la etapa correspondiente a la primera mitad del milenio, contándose con hornos metalúrgicos, fragmentos de tortas de fundición y moldes de piedra para fabricar determinadas piezas. El poblado del Alto de la Cruz es un referente importante en este sentido, aunque otros como El Castillar (Mendabia) y Las Eretas (Berbinzana) ofrecen importantes restos. La presencia de tortas de fundición en el poblado del Alto de la Cruz hizo plantearse a su director J. Maluquer de Motes la posibilidad de que el metal (bronce) se importaría a este lugar en esta forma con el fin de que los metalúrgicos locales lo fundiesen posteriormente para fabricar objetos en sencillos moldes de piedra. La introducción de la metalurgia del hierro se documenta en el poblado de Cortes en torno al año 550 antes de nuestra Era de forma generalizada, si bien en niveles anteriores ya sería conocida.
Este yacimiento del valle del Ebro ofrece así mismo datos importantes para el esclarecimiento de la actividad textil así como de los trabajos de cestería y cordelería; en muchas de sus viviendas, en las zonas de mayor luminosidad correspondientes a la entrada de la casa aparecieron alineadas en el suelo las pesas del telar. Las fusayolas, elemento clave para la actividad textil, están también presentes en El Castillar. Además, y de forma excepcional, se conservaron en Cortes varios fragmentos de cuerdas carbonizadas fabricadas con esparto.
Las prácticas agrícolas están generalizadas en este momento dentro del territorio de los vascones, destacando el cultivo de los cereales; en el Alto de la Cruz se han identificado abundantes restos de cebada desnuda y vestida, trigo, avena, mijo y otras especies presentes también en otros yacimientos de esta zona. Los molinos de piedra, muchas veces próximos a los hogares, destinados en esos casos a la transformación del cereal panificable, así como las herramientas metálicas relacionadas con la actividad agrícola, y los espacios específicos de almacenamiento en las viviendas con grandes vasijas repletas de grano, documentan claramente esta actividad.
La ganadería es otro de los pilares de la alimentación, estando presentes las especies tradicionales (oveja/cabra, vaca y cerdo) además del caballo y el perro. Paralelamente se sigue practicando la caza, principalmente de especies como el ciervo, el jabalí y la liebre (Alto de la Cruz y El Castillar). La recogida de almejas de río en el poblado de Cortes, próximo al Ebro, es un elemento a destacar. El consumo de bellotas es también significativo.
El desarrollo del comercio sería sin duda un elemento fundamental entre los vascones dada su privilegiada situación geográfica; la presencia de recintos con abundancia de vasijas de tipos repetidos en algunos de sus poblados apunta hacia un comercio que, muy probablemente, comprendería un radio de acción pequeño o medio. Pero paralelamente, un comercio más selecto y esporádico tendría lugar con territorios distantes tal y como apuntan algunos hallazgos "exóticos" de necrópolis recién excavadas en el valle del Ebro.
Durante la Edad del Hierro en la vida cotidiana, si bien la supervivencia es el elemento fundamental, existen otros factores más complejos relacionados con el mundo de la estética y la belleza presentes en numerosos detalles entre los restos recuperados. La propia vivienda en la que desarrollan buena parte de su actividad estas poblaciones es en ocasiones decorada añadiendo a la funcionalidad de los elementos un carácter artístico; para ello pintan determinadas zonas de las paredes y suelos convirtiéndolos en algo más vistoso. Así, los zócalos pintados de rojo con el resto del muro de color blanco, las cenefas con motivos geométricos de círculos y triángulos así como los vasares con círculos rojos aparecen en ocasiones en el poblado del Alto de la Cruz. Incluso en uno de los casos, dentro de este poblado se representaron figuras humanas esquemáticas.
El gusto por lo bello está presente también en muchas de las decoraciones cerámicas. Se conocen además piezas de uso doméstico como los morillos, localizados en las zonas de los hogares y de los hornos, ocasionalmente decorados y rematados con representaciones animales como en el Alto de la Cruz mediante una pequeña cabeza de carnero.
Con respecto al mundo funerario, el extenso territorio vascón ofrece diferentes tipos de enterramientos en dependencia de las zonas. Así, mientras en el área pirenaica el fenómeno de los cromlechs, presente así mismo en los territorios várdulo y aquitano, es el único del que se tiene constancia con un total de 206 conjuntos que incluyen 537 círculos, en el valle del Ebro los enterramientos de tipo Campos de Urnas son conocidos desde mediados del siglo pasado, destacando yacimientos tan significativos como la necrópolis de La Torraza (Valtierra), con abundantes enterramientos y dos ustrina en las que se practicaron las cremaciones. Las urnas, consistentes en vasijas, estaban cubiertas por una tapadera y eran introducidas en tierra sin ningún tipo de estructura, conteniendo en su interior los restos de la cremación y los ajuares correspondientes, principalmente metálicos. La Atalaya Baja que junto a la Atalaya Alta (ambas en Cortes) comprenderían unas 2000 tumbas, estarían asociadas al poblado del Alto de la Cruz; estas tumbas sin túmulo ni estela alguna se colocarían sobre un suelo de adobes quemados sin mayor protección, siendo la fecha aproximada de utilización de este conjunto de entre el 450 y 300 antes de nuestra Era.
Más recientemente se han excavado necrópolis como la de El Castejón relacionada con el poblado del mismo nombre en Arguedas, así como la necrópolis de El Castillo asociada al poblado del El Castillo de Castejón. Las estructuras de forma circular de ambos recintos presentan importantes novedades respecto a las anteriormente conocidas.