Abogado y escritor, nacido en Irun (Gipuzkoa) el 30 de diciembre de 1860 y muerto en Bilbao el 4 de enero de 1937.
Hijo de una familia carlista, a raíz de la última guerra civil hubo de emigrar con su familia a Francia. A su regreso, estudió el bachiller en el colegio de los jesuitas de Orduña (Bizkaia), de donde pasó al colegio mayor que la misma orden tenía en la ciudad gallega de Laguardia. Terminada la carrera de Derecho, se estableció en Mundaiz de San Sebastián.
Poco más tarde se puso al servicio de la causa de sus antepasados; siguiendo las ideas de su tío Liborio Ramery, partidario del integrismo de Ramón Nocedal. El 1 de julio de 1895 tomó posesión del cargo de concejal del ayuntamiento de San Sebastián y como la mayoría de los compañeros de Corporación, fue destituido un año más tarde por oponerse al cumplimiento de una orden ministerial, que estimaba perjudicial a los intereses de la ciudad vasca. Repuesto en el cargo, tras un recurso contencioso-administrativo, terminó su mandato el 8 de junio de 1899. En mayo de 1906 representó a la Liga Foral Autonomista de Guipúzcoa, de la que era vicepresidente, en el homenaje que Barcelona prodigó a los diputados y personalidades que habían luchado contra la Ley de Jurisdicciones. Un año más tarde (1907) fue elegido diputado provincial por el distrito de Irún y se le reeligió en el 1911.
Siendo concejal del ayuntamiento de la capital de Guipúzcoa fundó el periódico integrista "La Constancia" (1897) que prácticamente sería el portavoz de su ideario hasta su desaparición a comienzos de la última guerra civil. Desde el mismo mantendría diversas polémicas, siendo de destacar su actitud frente al Estatuto de Autonomía Vasca en 1931: Atacó duramente al mismo por considerarlo ateo y ofreció cinco mil pesetas a quien encontrase en él una sola vez la palabra Dios. Ya en ocasiones anteriores había demostrado la defensa a ultranza del catolicismo.
En 1910 fue uno de los que más trabajó para impedir la llamada "ley del Candado", con la que Canalejas quiso llevar a cabo un cierto control de las actividades políticas por parte de determinadas asociaciones, congregaciones y órdenes religiosas. A la muerte de Nocedal (1907), la jefatura del integrismo quedó constituida por un triunvirato: Juan de Olazabal, José Sánchez Marco y Manuel Aznar. Por decisión de la Asamblea de Zaragoza (1909) desapareció el triunvirato, quedando como único jefe del integrismo Juan de Olazabal. A partir de entonces se mete de lleno en la política, llegando a ser diputado a Cortes.
Hacia 1918 publica, sin lugar ni fecha, Liquidando cuentas. Cuestiones candentes que interesan a todos los vascos, en el que expone las líneas maestras del ideario integrista. Con la segunda República Española, su figura recobra fuerza y desde las columnas de "La Constancia" lucha por sus ideales católicos y fueristas. En el otoño de 1931 se produce la unión entre los carlistas; Juan de Olazabal deja de ser jefe del integrismo y trabaja en la filas del carlismo a secas. Al estallar la guerra civil fue detenido y llevado a Bilbao. Estando en la cárcel de los Ángeles Custodios, se relacionaría con Engracio Aranzadi, que firmaba con el seudónimo "Kiskitza" en el diario Euzkadi, y con el que había tenido diversas polémicas periodísticas en su lucha contra los nacionalistas. Aranzadi, que había sido alto empleado en la Diputación y procesado por nacionalista, consiguió escapar a Francia y se ofreció a Olazabal para mediar por su libertad. Sin embargo, Juan de Olazabal murió, a los sesenta y siete años de edad, en el asalto a la cárcel ocurrido el 4 de enero de 1937.
Aparte de sus múltiples colaboraciones en el diario La Constancia, publicó los escritos Historia contemporánea; La caza con perro de muestra; Historia del cura Santa Cruz, guerrillero. Esta última obra la escribió con motivo de una polémica que sostuvo en La Constancia por un artículo que Pío Baroja había publicado en La Voz de Guipúzcoa sobre el famoso guerrillero. Entregó gratuitamente la propiedad del periódico El Siglo Futuro, que le había legado Ramón Nocedal, a la Editorial Tradicionalista. En sesión del 15 de marzo de 1938 el ayuntamiento de San Sebastián acordó dar su nombre a uno de los paseos de la ciudad, hasta 1979 en que dicho paseo pasó a denominarse de Vizcaya.