Territoires

Zuberoa

  • Prehistoria

Zuberoa fue habitada desde la Prehistoria. Si bien son menos conocidos, los lugares de Zuberoa son, sin embargo, espléndidos. Se han descubierto una cincuentena de lugares de hábitat, una quincena de campos protohistóricos, algunos objetos de caza (Paleolítico medio) y numerosas grutas montañesas que conservan sus pinturas rupestres. Las grutas adornadas paleolíticas de Etxeberri (Camou-Cihigue), Sasiziloaga y Sinhikole (Suhare) y dos yacimientos (Haregi en Aussurucq y Gatzarria en Suhare) dan prueba de esta antigua sedentarización. De estas cinco cavidades, con rastros humanos, sólo las dos últimas presentan yacimientos que contienen restos de hábitat, mientras que las otras se encuentran únicamente decoradas: caballos y bisontes en Etxeberri y caballo brichrome en Sinhikole. En Sasiziloaga se extrajeron también varios vestigios líticos, entre ellos tres cuchillas.

Durante el Paleolítico superior (> 35.000 a. de C.), el perfeccionamiento de herramientas y condiciones de vida conllevan un desarrollo de la actividad gráfica y un aumento de las interacciones culturales visibles en el arte parietal y mobiliario. Las grutas del Arbailles no escapan a esta dinámica. Así, algunas prácticas o acuerdos gráficos son reconocidos en el Golfo de Gascogne, como los caballos polícromos, caballos cuyo trasero es desproporcionado, e incluso figuras grabadas o modeladas en arcilla.

Varias plazas fuertes protohistóricas, Gaztelu Zahar, jalonan también el territorio, como en Harribeltza (Alçay). Se trata de murallas protegidas por palenques, de los cuales solo subsiste el trazado de las zanjas. Ello permitía el control militar de las vías de comunicación entre los valles. Existe tres tipos: murallas o parapetos de tierra (Ullumendi Gaztelüzaharre en Ordiarp, Gaztelaia en Chéraute, Txoikantegia en Idaux-Mendy), murallas o parapetos de piedra (Maidekoralea en Alçay) y murallas con gradas (Montarey en Etchebar, Gaztelü-harria en Sauguis, Gaztelü-gaina en Sainte-Engrâce). Este último tipo (cavados en la cuesta que muestra así las empalizadas) parece propio del País Vasco. El número de líneas de defensa puede variar de 1 a 7. Estos Gaztelu zahar sólo tenían una función militar ocasional, pero no servían como vivienda permanente. Se establecieron algunos castillos sobre Gaztelu Zahar, como el de Mauléon. Sobre el Gaztelu Zahar de Maidekoralea en Alçay, se encontraron rastros de fuego, cascos de alfarerías, un fragmento de fíbula o una balanza de telar, lo que prueba que había en este lugar si no un pueblo, al menos un campamento duradero.

  • Antigüedad

Los vascos aparecen en la historia durante la Antigüedad bajo los nombres de aquitanos y vascones principalmente. Los vestigios de este tiempo son escasos en Zuberoa. En el 52 a. C., Zuberoa se salva, relativamente, de la invasión realizada por Julio César sobre toda la Galia. Las grandes vías romanas que se dirigen España pasan por Bayona, de modo que la pequeña provincia montañesa queda al margen de este proceso de romanización. El tesoro de Barcus, descubierto en 1879 en la casa Ezpelia, es, sin duda, el más importante vestigio de la romanización en Zuberoa: un pote contenía 1750 monedas celtiberianas (400/100 a. C.) de plata. Muchas de estas monedas fueron reutilizadas en la fabricación de makilas y, más concretamente, para adornar la parte superior de la manga, con el objetivo de dar suerte al bienaventurado propietario.

  • Edad Media

La época medieval es terreno de numerosas confrontaciones (hundimiento del Imperio Romano en 476 e invasiones bárbaras, combates contra los Francos de Clovis, incursiones sanguinarias de los Vikingos). En esta época, los señores locales se apoderan del poder. Un régimen feudal se instala en Zuberoa, al mismo tiempo que lo hacen las primeras fortalezas. Desde las alturas, los señores de la guerra organizan la defensa de su territorio e imponen sus leyes a aquéllos que protegen. Zuberoa, que se convierte en vizcondado, es entonces gobernada por un señor brutal y sin piedad, con un apropiado apodo: el Mal León (Lion Redoutable). Su nombre se volverá, según la leyenda, el de su capital y su fortaleza: Mau-Léon. Su blasón: un león salvaje con las garras desplegadas.

Se erige un campamento castrense sobre un Gaztelu-Zahar, dominado por una torre de madera y flanqueado por una basse-cour. El Castillo-Viejo se convierte en fortaleza en el siglo XIII e impone la autoridad militar del vizconde, rey de Inglaterra, y su capitán-castellano. Protegía en primer lugar la bastida y el mercado que se desarrollaba alrededor de sus murallas, pero igualmente el valle de Saison. Situado en el centro de numerosos conflictos entre Zuberoa y la Corona de Inglaterra, fue destruido en el siglo XVII bajo la orden de Luis XIII, y será parcialmente reconstruido y consolidado por Vauban, para luego ser abandonado antes de servir de prisión durante la Revolución.

El antiguo puente levadizo, al norte, permite el acceso al castillo. Para ello es necesario cruzar un puente de tres arcos que domina la basse-cour.

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Las imponentes y gruesas murallas son atravesadas por numerosas aspilleras y vanos para cañones. Un camino de ronda salpicado de cañones del siglo XVII corona las murallas. Se nivelaron parcialmente las cuatro torres circulares. Desde el patio, una escalera permite acceder a los antiguos calabozos. En la planta baja de la torre sureste, una pequeña sala abovedada, de piedra labrada, permitía vigilar la parte meridional.

No lejos, en Aussurucq, los vestigios del castillo de Ruthie, dependencia de la Encomienda de Ordiarp, dan prueba de estos tiempos turbulentos.

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Las dos torres circulares son los únicos vestigios del castillo medieval. En la cumbre, las hileras de ménsulas evocan la presencia de antiguos matacanes, mientras que las aspilleras vigilan el acceso al pórtico de la fachada este. Desprovisto de decorado, el pórtico es coronado por una antigua almena. En el ala sur del patio, las dependencias datan del siglo XVIII, tal y como lo muestra la inscripción del dintel, en el cual figura la fecha de 1787.

  • Época Moderna

El período moderno se caracteriza por dos grandes tipos de construcciones: las casas nobles y el hábitat rural. De estos tiempos de agitación (invasiones españoles y guerras de religión), subsisten pocos vestigios. La función defensiva de las casas se olvida, en favor de una construcción ostentativa cuyo rol es el de indicador social.

Una de las más importantes residencias es la de Maytie en Mauléon. El castillo fue construido al final del siglo XVI por un notable de la ciudad, Pierre de Maytie. De planta poligonal, la construcción está flanqueada por tres torres de ángulo cuadrado muy destacadas. La fachada renacentista está perforada por bastidores. Destacan además los mascarones y el friso decorativo que recorre la fachada. En la planta baja, las ventanas se coronan con frontones triangulares. La puerta de entrada, voluntariamente excéntrica, aparece encuadrada por pequeñas columnas corintias cubiertas por un cartucho con armas martilladas y por un balcón en hierro forjado. Las máscaras gesticulantes constituyen el decorado más característico del castillo. La estructura, construida por carpinteros de la marina, es una verdadera obra de arte.

El Castillo de Elizabea en Trois-Villes, más clásico, fue construido alrededor de 1660 para el Conde de Tréville, capitán de los Mosqueteros, sobre los planos de Mansart. La residencia se erige sobre dos pisos perforados de ajimezes. Los dos saledizos dan a un jardín a la francesa.

Más modestas son las casas rurales. Hasta el siglo XX, la casa ocupa un sitio preponderante en la sociedad vasca. Además de ser una vivienda, constituye también el marco económico y social en el que se sitúa el individuo. La casa da su nombre a la familia. Las antiguas casas rurales no datan mas allá de los siglos XVII-XVIII. Se trata de edificios rectangulares que amparan bajo un mismo techo a los hombres, animales, herramientas y cosechas. Las casas presentan una fachada orientada hacia el este, dando la espalda a los rigores meteorológicos. Las fachadas de entramado se encuentran a veces abiertas con un lorio (gran porche resguardado). La casa vasca se organiza alrededor del eskaratz, vasta habitación central, lugar de circulación, de trabajo y almacenamiento.

La casa de Zuberoa se desmarca claramente de las construcciones de las dos provincias occidentales: montañesa como su vecina bearnesa, se presenta, a veces, formada por dos edificios en ángulo recto, cubiertos de pizarras que sustituyen los techos de teja de Lapurdi y Baja Navarra. Muy inclinada, la parte inferior del techo, el coyau, aparece ligeramente levantada para proteger las paredes de las aguas de lluvia. Las casas de las ciudades, como Tardets o Mauléon, son coronadas de largos techos inclinados en pizarra.

Como en Béarn, las granjas se organizan en varios edificios formando una construcción rectangular: el cuerpo del edificio que cuenta generalmente con dos pisos y los edificios agrícolas (piso, granero, pocilga) que se sitúan en perpendicular a la vivienda. En este última, una puerta rectangular permite la entrada al eskartz (vestíbulo en Zuberoa). La puerta de arco carpanel se encuentra en la entrada del granero. La construcción es de madera y piedra, generalmente de cantos rodados de torrente o carreras. A menudo, las piedras están dispuestas en espigas, invirtiéndose la dirección en cada nueva línea. Se dejaban las paredes del granero visibles, mientras que en la vivienda se cubrían de cal. En la vivienda, se abren dos a tres tragaluces en el techo que da a la fachada, para permitir el alumbrado y la ventilación de los desvanes. Se consideran como una señal de bienestar. En cambio, las ventanas inferiores, de madera o de piedra, son limitadas para protegerse de las inclemencias del tiempo y evitar el impuesto sobre las puertas y ventanas en vigor hasta el siglo XIX. Las granjas más acomodadas muestran, a veces, ventanas con encrucijada de piedra.

Sobre la pared lateral expuesta al sol, se sitúan galerías de madera cubiertas que ofrecen un lugar de secado o sirven de almena cuando se encuadran a las dos extremidades de las torretas de madera. Molduras, círculos, llaves, encajes y guirnaldas de lóbulos las decoran. El decorado pintado de las barandillas adopta colores neutros y más discretos que en Lapurdi o Baja Navarra: gris-azul, verde, marrón o rojo. Algunas granjas también se proveen de cornisas de madera decoradas de festones o dentículos. Una cornisa o perfilados salmeres, un dintel o una lápida tallada pueden enriquecer la entrada de la vivienda o el eskartz. En el interior, la cocina es la pieza principal. En ella se encuentran el fregadero en piedra característico del etxe, y también el züzülü, mueble tradicional, cerca de la chimenea.

  • Prehistoria

En Zuberoa, los numerosos dólmenes ilustran la densidad del asentamiento durante la Prehistoria. Algunos datan de fines del Neolítico (4.500 a. C.) (Ithé en Aussurucq). Estos grupos megalíticos son más bien aislados, y se encuentran sobre terrenos planos y dominantes. Los pequeños están en los valles (Gasteenia en Mendive) o a media montaña, a veces sobre una cuesta. Se orientan generalmente hacia el este (y la resurrección del sol), inclinados sobre un cerro. El mobiliario y las ofrendas son muy pobres : algunas cerámicas, botones en hueso, pequeños raspadores en sílex, raros objetos en cobre o bronce. Posteriormente, la cremación se generaliza durante la Edad de Hierro y el dolmen se convierte en una tumba sin cuerpo. Una de las grandes características de la Prehistoria vasca reside en los círculos de piedras de pequeño diámetro, llamados harrespils o baratz, especie de pequeños crómlechs. El baratz corresponde a una necrópolis (conjunto de tumbas), pudiendo reunir de 5 a 20 individuos. El tamaño de las piedras no es imponente (losas verticales, o tapias en piedra, caliza o cuarcita). La disposición forma una especie de muralla, un círculo ritual a veces groseramente trazado. En el centro, un receptáculo (a veces un cofre rectangular en piedra) contiene cenizas, muy raramente osamentas. En el vallejo de Erraize en Sainte Engrâce, se encontró una sepultura colectiva de fines de la Prehistoria. Estaban enterrados en ella 23 ó 24 individuos. Estas personas vivieron durante la Edad del Bronce medio, es decir entre 3.700 y 3.100 a. C. Un hábitat transitorio situado no lejos de la gruta debía acoger a este grupo de ganaderos. Numerosos tumuli cubren las sepulturas: Ibarletta y Ibarnaba en Alçay, Ahiga y Mugareta en Lohitzun-Oyhercq, con dimensiones a veces superiores a 20 m. de diámetro. En el interior se hallan círculos de piedras y, a veces, una fosa central. La tumba puede alcanzar dimensiones muy variables: de un simple depósito de osamenta quemada hasta una habitación sepulcral muy elaborada en piedra seca y/o en losas, en cuyo caso se hablará de túmulo megalítico o dolmen.

  • Antigüedad

Zuberoa no estaba realmente romanizada, ya que el pequeño valle no poseía ninguno de los elementos que hubiese permitido a la civilización romana afirmarse: la carretera, la ciudad y el gran dominio rural. La única marca de influencia romana en Zuberoa es el altar votivo de la Madeleine en Tardets.

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Algunos testimonios de la lengua vasca han quedado grabados sobre piedras romanas, epitafios o exvotos latinos, pero dedicados a personajes o a divinidades con nombres vascos.

Esta antigua colina sagrada fue honorada desde la prehistoria. Aún existe una capilla y siempre se puede admirar la piedra del antiguo altar pagano y su inscripción votiva en latín, en honor de una divinidad vasca, reutilizada en una de las paredes de la nave: Fano Herauscorritse sacrum. G. Valle. Valerianus ("En el santuario de Heraucaris - substituye vasco de Júpiter -, Valerius consagró esto").

  • Edad Media

La Edad Media y los períodos siguientes hasta el siglo XVII son los más turbulentos de la historia de Zuberoa. Durante este largo período, Zuberoa cambia varias veces de señor y soberano. Se sabe que en la época medieval el papel de estos últimos es importante para la fundación de nuevas construcciones. Con sus donaciones y otros privilegios, se redimen de sus incesantes guerras, asegurando la salvación de su alma y su redención, pero contribuyen también al desarrollo y a la implantación de edificios de culto. Así en Zuberoa, cada pueblo tiene su iglesia románica, muchas de las cuales subsisten todavía (17 soló en Alta Zuberoa). Es en esta provincia donde los vestigios son más abundantes, pero también los más homogéneos: las influencias del Béarn son evidentes. La iglesia del Hospital Saint Blaise, con sus influencias hispano-moriscas,

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y la antigua colegiata de Sainte-Engrâce y su decorado esculpido son las más importantes. Las pequeñas iglesias de Haux, Laguinge, Sunhar y Alçabéhéty, o el antiguo priorato de Roncesvalles en Ordiarp, muestran vestigios arquitectónicos o tallados románicos. Son edificios modestos, pequeños, de planta alargada y orientada, caracterizados por una única nave sin crucero, que se abre a un ábside semicircular. Sólo la colegiata de Sainte-Engrâce y el hospital-priorato de Ordiarp, cuyo rol religioso era principal, desarrollaron una planta más ambiciosa, mostrando una nave con tres naves abierta sobre una cabecera tripartita. En general, la pared septentrional es ciega para protegerse de los rigores meteorológicos y la bóveda se generaliza. La caliza local se utilizó para la pared en piedras de sillería y la decoración. En las iglesias principales, una portada esculpida se abre al occidente (Sainte-Engrâce), mientras que en las iglesias parroquiales, la portada se orienta al sur. Los crismones adornan los tímpanos de estas entradas y magnifican el símbolo de Cristo, tal y como ocurre en Alçabéhéty, Arhan, Haux, Laguinge, Lichans, Montory, Sainte-Engrâce. A veces, este decorado se completa con algunos modestos capiteles en la nave y el ábside (Haux, Laguinge). En Sainte-Engrâce, los capiteles esculpidos con escenas profanas que denuncian los vicios y con episodios bíblicos adornan todas las zonas orientales, dando así valor al espacio litúrgico.
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En el ábside de Arhan se pueden ver los restos de una pintura mural medieval.

El antiguo hospital-priorato benedictino de Larrau fue casi enteramente reconstruido en la época siguiente. Características del gótico tardío, sus bóvedas de nervaduras y terceletes constituyen el verdadero tesoro de esta edificación.

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Las claves de la bóveda han sido adornadas, hasta el canto, con motivos figurados (claves entrecruzadas, Agnus Dei, águila de San Juan...) e inscripciones.

La iglesia de Berraute, iglesia parroquial de Mauléon, fue remodelada en el siglo XIV y se conserva el imponente testero gótico pentagonal flanqueado de grandes arbotantes. Tres óculos y tres huecos de arco quebrado iluminan la cabecera. En la entrada, una elegante puerta clásica con frontón y pilastras. Reconstruido nuevamente en el siglo XVI, el edificio tenía el aspecto peculiar de las iglesias de Zuberoa edificadas en aquella época, con su campanario-calvario. La nave es muy baja, con tres tramos abovedados en crucero de ojiva apoyados sobre mascarones y flanqueada por dos capillas, independientemente de las dos capillas del santuario. En la capilla Norte se hallaba la lápida funeraria de una dama de la familia Bela con las manos unidas, grabada con trazos. Hay tres capillas dedicadas, una a San Crepin, otra a San Eloy y la tercera a Nuestra Señora. En ésta pueden contemplarse figuras de diversos personajes sobre piedras que recuerdan a las ricas esculturas de piedra tumular del siglo XV.

La iglesia fortificada de Montory (siglo XIV) se caracteriza por su torre-campanario de planta cuadrada con cinco niveles y perforada de aspilleras, y por el matacán que domina la puerta meridional adornada con un crismón románico. Los arcos apuntados que separan la nave central de la única nave menor, las bóvedas de crucería y el paramento son los últimos vestigios del edificio gótico completamente restaurado después del terremoto de 1967.

La iglesia San Juan Bautista en Domezain fue reconstruida durante el siglo XVII, después de las destrucciones causadas por las Guerras de Religión. La torre-campanario fortificada, construida en mampuesto es, de hecho, la torre del antiguo castillo del siglo XV, situado en el lugar que ocupa la iglesia actual, construida en el siglo XVII.

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El tejado en pizarra cubre las antiguas almenas y matacanes. Sólo subsisten algunas matacanes. Los vanos fueron modificados pero al sur, se pueden observar una ventana geminada y una montante.

  • Época Moderna y Contemporánea

A principios del siglo XVI, las Guerras de Religión asolan Zuberoa y todo el reino de Francia. El Béarn, poderoso vecino donde acababa de nacer el heredero de la reina, el futuro Enrique IV, se había convertido al protestantismo algunos años antes. Zuberoa permanece profundamente católica. En efecto, los vascos estaban muy ligados al culto de la Virgen, a quien veían como una imagen de la gran Diosa natural, a la que rendían un ferviente culto desde hacía siglos. Los protestantes, llevados por el general Montgomery, cruzaron Zuberoa, saqueándola en reiteradas ocasiones. La iglesia de Montory fue tomada e incendiada en uno de estos saqueos.

Durante los siglos XVI y XVII, las iglesias se distinguen por su concepción arquitectónica bastante distinta del estilo laburdino que se impone en Lapurdi y Baja Navarra. Altos techos muy agudos cubiertos con pizarra sustituyen a los techos a dos lados cubiertos con tejas de Lapurdi. Las espadañas, en fachada occidental, se coronan con tres pináculos a veces superados por la cruz. Algunos quisieron ver una alusión a la Santa Trinidad que les dio su nombre: son los campanarios trinitarios o calvario características de Zuberoa como en Arrast, Aussurucq, Berrogain-Laruns, Charitte-de-Bas,

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Espès-Undurein, Gotein-Libarrenx, Idaux-Mendy, Mauléon, Moncayolle, Sauguis, Undurein o Viodos. Una estrecha nave flanqueada por una única nave menor sustituyo la única nave laburdina. Las tribunas ocupan a lo largo de varios pisos el revés de la fachada occidental, y ya no están dispuestas a lo largo de toda la nave. Se puede acceder a ellas por una escalera exterior.

A veces, en estas iglesias conservan también retablos, decorados con pinturas o vidrieras notables. La iglesia de Espès conserva un techo de madera cubierto con pinturas barrocas del siglo XVII que representan los momentos más importantes de la vida de Cristo. Se puede ver también una representación muy curiosa del sol y la luna. Durante esta época de restauración del culto católico después de las guerras de religión, se amueblaban y se decoraban de nuevo las iglesias abandonadas o tomadas.

La aparición de retablos en el arte religioso data del desarrollo del culto de los santos y reliquias durante la Edad Media. Sobre el altar estaba dispuesto un objeto destinado a la veneración de los fieles, que más tarde fue abundantemente decorado. La ornamentación de los altares con retablos fue se extendió durante los siglos XVII y XVIII.

El retablo de madera es el más difundido. Este retablo se acompaña de columnas helicoidales y de imágenes pintadas y talladas. En Gotein, la pequeña iglesia rural optó por un retablo tabernáculo, más modesto, enteramente dorado. A partir de la segunda mitad del siglo XVII predomina la búsqueda de majestuosidad y de riqueza decorativa. Los temas iconográficos son principalmente escenas extraídas de las escrituras -el ciclo de la Pasión de la iglesia de la Ascensión de Barcus -, de las estatuas de santos, de alegorías. A los lados del altar se sitúan los dos pilares de la Iglesia: San Pedro y sus llaves, y San Pablo y su espada, tal como figuran en el piso superior del retablo tabernáculo de San Pedro de Idaux. La imagen de la Virgen ha sido muy difundida. El putti, o el ángel alado, hace referencia al culto de la protección angélical. A veces, la imagen de Dios Padre que bendice a los fieles corona el conjunto, tal y como ocurre en el Hospital Saint Blaise. En este edificio aparece la imagen de Dios Padre flanqueado por dos ángeles que tocan la trompeta. Con la mano derecha bendice y en la izquierda tiene el globo. Las obras de los artistas regionales se caracterizan por la abundancia del oro - Retablo de Mendy - y la rica policromía.

En el exterior de los edificios de culto, el desarrollo de la escultura funeraria conoce en esta época su apogeo, a través de las estelas discoidales. Los cementerios protegen innumerables estelas discoidales antropomórficas o geométricas, así como interesantes cruces en Alçay, Licq-Athérey, Laguinge, Sainte-Engrâce o Montory.

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En este último lugar, se sellan dos estelas discoidales en el patio al pie de la iglesia, donde se encontraba anteriormente el cementerio. Estas piedras, grabadas con símbolos y distintas inscripciones, servían para señalar la ubicación de las tumbas. El cementerio actual no contiene ninguna estela discoidal antigua. Por el contrario, se pueden descubrir tres estelas discoidales que se reutilizaron en la reconstrucción del muro de la iglesia, al lado del cementerio, otra en el lado sur de la torre-campanario y otra en la pared, cerca de la entrada derecha del patio de la iglesia. Siempre en el mismo lugar, dentro de la iglesia y especialmente delante del altar, se pueden ver una decena de lápidas. Una, que data de 1732, es la de un notario real, otra de 1742, es la de un benefactor. La del abad Marquette, cura de Montory, que data de 1865, está ubicada delante de la puerta lateral. Partes de tumbas grabadas cubren el suelo del lado del altar de la Virgen. El decorado puede evocar el lugar de una casa, armas, raramente escudos de armas, vegetales simbolizando la vida, cazadores y animales, señales astronómicas, jinetes, monograma IHS o alusiones a los oficios (instrumentos), tal y como ocurre en Musculdy, donde aparecen las herramientas del cantero: cinceles, escuadra y martillos.

  • DELOFFRE, Raoul; BONNEFOUS Jean. Châteaux et fortifications des Pyrénées-Atlantiques. Biarritz: J&D, 1996.
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  • LABAT, Claude (dir.). Les stèles discoïdales et l'art funéraire basque. Bayonne; Lauburu, 2004.

MAE 2011