Biographies

Zezengorri

Figura mitológica vasca ("toro rojo"). Según recoge Barandiarán, los genios subterráneos hacen con frecuencia su aparición en figura de toros rojos.

Así, en un relato popular de Game o Camou se dice que antiguamente vivía en la cueva de Otsibarre, situada en un monte de aquella localidad, un novillo rojo, el cual aparecía en actitud amenazadora a toda persona que intentara entrar en aquella su morada. De la sima de Oquina cuentan en Onraita que nadie debe turbar el silencio y quietud de aquel paraje. Si alguno lanza allí una piedra, sale un novillo rojo. Algo parecido cuentan en Marquínez acerca de una caverna del monte Kapildui donde tiene su habitación un toro de oro. Un vecino de Arluzea que fue allí vio primero unos resplandores como de relámpagos, y después un toro de oro muy grande en actitud de atacarle. En Lizartza dicen que un torete rojo salía de la sima Leizezuloa situada en la montaña de Lapar. También en Ataun era fama que, lanzando piedras al interior de una sima próxima al caserío Iturriotz, se provocaba a ira al genio local de figura de novillo rojo que luego se presentaba en actitud amenazadora, lo cual era anuncio de alguna desgracia. De una gruta de Azkoitia, situada en un paraje llamado Txintxillo, se decía que allí habitaba un toro rojo.

Toros de fuego o que lanzan fuego figuran también en ciertas leyendas. Así, cuentan en Orozko que en una cueva de Atxulaur, abierta en el monte Itzine, vivió un ladrón que fue atesorando montones de oro en su habitación. Falleció en algún lugar fuera de aquella región. Ningún vecino sabía dónde estaban sus tesoros. Unos forasteros llegaron luego a Atxulaur; pero un toro, que lanzaba fuego por su boca y narices, no permitía que entrara allí ninguna persona: era el alma del ladrón. Más tarde volvieron los forasteros y depositaron en la cueva los huesos del ladrón. Entonces pudieron sacar libremente cuanto el difunto tenía atesorado en aquel lugar. El toro no apareció en adelante. Un individuo de Ataun, que después de haber realizado ciertos actos sacrílegos, regresaba a su casa, fue perseguido por un toro de fuego. Y en Bermeo se decía que, en castigo de la mala conducta de sus habitantes, fue destruido aquel pueblo por un incendio provocado por un toro que bajó del monte Burgo con fuego en sus astas y en su cola.

Ver también Txaalgorri y Aatxe.

Ref. José Miguel de Barandiarán: Eusko-Folklore, 1922, p. 18-20; 2ª serie, IV 2 y 4; Ikuska, 1950, p. 4.