Concept

Sokamutur

Sokamuturra. La costumbre de correr toros ensogados data de la Edad Moderna. Aparece en la relación de festejos con que el Ayuntamiento de Azpeitia honró a su patrón San Ignacio, en 1714. En Eibar, en 1815, eran los rematantes de carnes quienes tenían la obligación de traer "bueyes de correr" para los días 23, 24 y 25 de junio y para las festividades de San Andrés, San Martín, San Blas y en los días de Carnaval.

Labayru, en su Historia General del Señorío de Bizcaya, transcribiendo documentos de las fiestas celebradas en Bilbao, en 1730 dice que, como número más importante de las mismas, se corrieron, como en años anteriores, toros ensogados que constituían la diversión predilecta del pueblo.

En San Sebastián, en el s. XVII, era costumbre sacar la sokamuturra en determinadas festividades, siendo espectáculo que gozaba del favor de los donostiarras. Se corrían toros ensogados todos los domingos y días festivos comprendidos entre el 20 de enero y el martes de Carnaval. El toril solía emplazarse en la calle Iñigo, desde donde era conducido a la plaza de la Constitución. Se corría un buey por la mañana, dos al mediodía y tres por la tarde, siendo siempre muy numeroso el público. Muchas veces el toro "hacía una carrera", es decir, salía por las calles transversales después de haberse desembarazado de los jóvenes que lo mantenían más o menos sujeto con la cuerda, sembrando el susto entre los transeúntes. La corrida de bueyes se iniciaba cuando el ordenanza de la Alcaldía llegaba portador del permiso de la autoridad. A su presentación rompía la banda de música con el Iriyarena, apareciendo el toro en la plaza antes de finalizar los últimos acordes. Los accidentes causados por la sokamuturra fueron muy numerosos y alguno de ellos mortal. Surgió por ello, en la ciudad de San Sebastián, un ambiente favorable a la abolición, acordándolo así el Ayuntamiento donostiarra en sesión del 14 de enero de 1902. Prueba de lo arraigado que este festejo estuvo en el pueblo donostiarra, fue su airada reacción al conocer el acuerdo municipal. Se formaron grupos enfurecidos en las calles, que apedrearon edificios públicos y comercios. En la Plaza de Guipúzcoa, la fuerza armada disparó al aire para detener la muchedumbre. Se concentró la Guardia Civil en Vitoria y los miqueletes, en los pueblos de la provincia. También fueron acuartelados los regimientos de Valencia y Sicilia hasta que los ánimos se calmaron. Gubernativamente, la prohibición se extendió a las restantes poblaciones guipuzcoanas. Pero, poco a poco, volvió a programarse la sokamuturra, que en muchas poblaciones constituye en nuestros días número obligado de fiestas.