Pelote basque

RETEGUI BARBERÍA, Julián

Retegui II. Pelotari navarro nacido el 10 de octubre de 1954 en la localidad de Eratsun, población a la que este apellido ha elevado a la fama al ser la cuna de la saga de campeones manomanistas.

Ha sido el pelotari más laureado de todos los tiempos. Su figura forma parte del presente y del pasado de la pelota, y su largo palmarés le ha convertido en un mito de este deporte. Además de ganar muchos campeonatos por parejas, se le conoce sobre todo por haber jugado catorce finales del manomanista de Primera, en las que ha ganado once txapelas, una marca por nadie conseguida. Es el rey de las finales mano a mano.

Muy pocos fueron en un principio los que creyeron en las posibilidades de este hombre. Era un niño seco y fibroso. En el campo aficionado los técnicos de la Federación Navarra lo condenaron a la suplencia. Con la intermediación de su tío Juan Ignacio Retegi "Retegi I", que era por entonces el referente de la mano (seis veces campeón manomanista), y Martín Ezkurra, botillero de la saga, lograron que Empresas Unidas le hiciera una prueba. Retegi debutó como profesional en 1974 en Zarautz y el partido terminó con victoria en un apretado 22-21. Llevaba a Juaristi de zaguero y sus contrarios fueron Arocena y Echandia. Más tarde llegaría su impecable triunfo como campeón de segunda categoría.

El 5 de julio de 1978 jugando contra Antxon Maiz se produce una grave lesión en su rodilla derecha y como consecuencia de ello, además de perder el gesto del salto a la hora de ejecutar los saques, le obliga incluso a cambiar de posturas. En septiembre de 2001 puso punto y final a una carrera profesional irrepetible. Retegi confesó en su despedida del campo profesional que nunca pensó en ser pelotari, porque «tenía las manos más blandas que las de un oficinista».

Auténtico "hombre de hierro", las lesiones no pueden con él, jugó 27 años como profesional. Después de dejar el mano a mano (1994), por una recaída en la lesión de la rodilla, siguió jugando por parejas. Los médicos le recomendaron abandonar la pelota y, con 47 años, decidió alejarse definitivamente de un juego al que ha entregado media vida.

Anton ANASAGASTI ARANA