Compositeurs

Ravel Deluarte, Maurice (version de 1995)

Exquisito músico contemporáneo vasco nacido en Ziburu (Ciboure, Laburdi) el 7 de marzo de 1875 y fallecido en París el 28 de diciembre de 1937, ciudad a la que había pasado a residir a los 3 meses. El padre de Maurice -ingeniero de ferrocarriles e inventorera- suizo y su madre de rancio abolengo vasco, María Deluarte de San Juan de Luz. Pianista desde los 7 años, estudió en el conservatorio de París con De Beriot, Anthiome y G. Faure. En su Esbozo biográfico, Ravel explica sus estudios musicales: «Desde muy niño fui muy sensible a la música y mi padre, mucho más instruido en este arte que la mayoría de los aficionados, supo desarrollar mis gustos y estimular desde muy pronto mi celo». En 1887, a los doce años, empezó a estudiar armonía y contrapunto. Fue revolucionario en su juventud, estuvo en conflicto con el premio de Roma, que era el premio oficial que daba el Conservatorio y esto originó un pequeño escándalo que fue muy sonado en su época. Los principios de Ravel fueron de un gran eclecticismo. En 1901 consiguió el segundo premio de Roma, con Myrrha. Tenía entonces 26 años, siendo ya conocido desde los 21 por sus originales composiciones, muchas veces controvertidas, y por su carácter hermético y silencioso. En 1899 compuso Minueto antiguo, Pavana para una Infanta difunta, en 1901, Juegos acuáticos y un año antes, Dos epigramas. Siendo alumno del Conservatorio escribió una composición de tipo español, Habanera, que posteriormente incorporaría, como tercera pieza a la Rapsodia española, que data de 1907; la integran Preludio a la noche, Malagueña, Habanera y Feria. En esta obra, como en las posteriores de este tipo -La hora española, Canción a Dulcinea, La Alborada del Gracioso, el Bolero y las Tres Canciones de Don Quijote a Dulcinea-, se advierte la concepción impresionista, los matices brillantes del sur y la preocupación colorista sin concesiones al tipismo. Shéherezade fue compuesta en 1903, siguiendo en orden cronológico entre sus principales obras, Espejos, Sonatina y la orquestación de La Navidad de los juguetes (1905), Historias Naturales (1906) -seguido de un gran escándalo- y Rapsodia Española. La hora española, comedia musical en un acto (1907), recuerda las óperas bufas y es una caricatura de la vieja ópera italiana; el temperamento irónico de Ravel le facilitó componer con todo acierto esta obra, cuya acción tuvo lugar en el Toledo del s. XVIII. Por estas fechas se define como totalmente modernista adelantándose a la estética de la postguerra. En 1908 compuso Gaspard de la nuit y Ma mère l' Oie, suite de piano, primero, y ballet, luego, estrenado en 1912 en el Teatro de las Artes; Minueto en 1909, Valses nobles y sentimentales en 1911 y Dafnis y Cloe en 1912, sinfonía coreográfica basada en la célebre novela de Longo e interpretada por el inmortal Nijinsky, Karvasina, Molm y la compañía de los Bailes Rusos. No pudo Ravel sentirse insensible ante la llegada a París en 1909 del ballet ruso, ante la revolución estética que encabezaron no sólo los bailarines sino la banda resplandeciente de artistas que trajo Diaghilev -luego su gran amigo-: pintores, músicos, bailarines, decoradores, virtuosos, cantantes y el célebre Feodor Chaliapin. De aquellos años de la presencia del ballet ruso en el teatro Chatelet parisiense surgen los Valses nobles y sentimentales. La guerra de 1914-1918 representa una convulsión en su vida. Se alistó desde el principio y fue conductor de camiones durante buena parte de la campaña. Estuvo gravísimamente enfermo en 1916 de disentería. Sufrió una intervención quirúrgica más tarde, y en el año 1917, en una expedición alpina en su camión, sufrió una grave congelación de las extremidades inferiores. Al terminar, se produce la última etapa de la obra de Maurice Ravel con la afirmación rotunda de su arte. Ravel, que vivía en Montfort l'Amaury, visitaba casi todos los veranos su tierra laburdina; hablaba con corrección el euskera y gustaba alojarse en San Juan de Luz -su pueblo materno-, donde asistía a los festejos populares gozando de ellos. A sus tertulias del café en Ciboure asistía con frecuencia Ramiro Arrue. Su única obra de tema exclusivamente vasco quedó sin desarrollar y se tituló Zazpirak-Bat; sin embargo, detalles de folklore vasco pueden apreciarse en varias de sus obras, como señala I. de Fagoaga, sobre todo en su Trío en «la» compuesto en San Juan de Luz. También visitó varias veces la Península, casi siempre al frente de orquestas o como pianista en Sociedades Filarmónicas. En 1920 -año en que conoció al P. Donostia- compone su célebre La valse, que es una de las obras cumbres de su música orquestal. La valse es un poema coreográfico que no gustó a Diaghilev y que luego llevó a escena Ida Rubinstein. La valse fue «a la manera de los valses vieneses» pero totalmente geometrizada por Ravel, que lo imaginó durante la guerra. «Situó este vals en la corte imperial vienesa, hacia 1855», escribía a un amigo Maurice Ravel. Pero La valse, a pesar de los reflejos poliédricos en mil espejos de este baile, en el que según el poeta Henri de Regnier «el placer es siempre renovado en esta deliciosa ocupación inútil», tiene una estructura congelada, una dureza neurótica no exenta del más delicado instinto para la melodía. Llevó a cabo permanencias en Madrid, en los años 1924, 1928 -una gira por las Filarmónicas de Oviedo, Zaragoza, etc.- y 1935. Parece ser que en uno de sus viajes a Andalucía concurrió a un «colmado», donde vio a una bailarina gitana interpretar el bolero «cañí», la danza de compás ternario, de majestuoso movimiento; la visión de la «bailaora» y su ritmo impresionó a Ravel, que trazó algunos esbozos melódicos que más tarde empleó en su célebre Bolero (1928), creado para la bailarina Ida Rubinstein, que, desde 1930, se halla en los repertorios de todas las orquestas sinfónicas mundiales; es producción, como afirmó su autor, en la que «sólo le guió el deseo del ritmo». Obras posteriores que lo afirmaron en un puesto de indudable primacía mundial fueron: Preludio, A la manière de Borodine, Concierto para mano izquierda (1932), A la manière de Chabrier, Sobre el nombre de Gabriel Fauré, La tumba de Couperin -(1918) suite en seis movimientos en memoria del delicado músico francés del s. XVIII- Sonata, Trío, Cíngara, Canciones populares (españolas, italianas, francesas y judías), Ronsard à son âme, Cantos judíos, Poemas, El niño y los sortilegios, etc. En 1929, año de su mayor fama después de la creación de su Bolero, su villa natal e importantes capitales del país, tales como Pamplona, San Sebastián, Bayona y Biarritz, le rindieron homenajes diversos, colocándose una placa en su casa de Ciboure. Cuatro años después su estrella declinó bruscamente al declararse en su organismo una penosa parálisis progresiva. Poco antes de quedar imposibilitado y de ser sometido a una operación quirúrgica infructuosa, concibió las Tres Canciones de Don Quijote a Dulcinea. Esta creación carece de folklorismo premeditado. La segunda, Canción épica, la integra una especie de zortzico, el ritmo vasco de 5/8 y la tercera, Canción para beber, es la característica tonada báquica de abolengo francés, que en esta página raveliana tiene líneas muy semejantes a la jota. Todavía en febrero de 1935 invitado por Ida Rubinstein y acompañado por un íntimo amigo, León Leyritz, hizo su último gran viaje por España y Marruecos. En Marruecos presidió la célebre recepción del señor feudal, El Gladui, que organizó una deslumbrante sucesión de danzas guerreras bereberes que le admiraron. Después de su muerte aparece en los libros y el cine. En 1946, en la biografía que hizo Hollywood del músico Georges Gershwin, aparece Ravel, encarnado por un actor americano, en el viaje que el músico yanqui hizo a París. En 1949 Ludwig Berger realizó la cinta Ballerina con música de Mozart y Ravel. En 1956, en La Faraona de René Cardona, protagonizada por Lola Flores se utilizaba su universal Bolero: el mismo año, en Rosas para Bettina, del alemán Wolfgang Liebeneiner, se incluía un ballet con música de Ravel y Tchaikovsky, con coreografía de Alan Carter y el Ballet de la Opera de Viena. En 1961 Pierre Kafian produjo y dirigió el cortometraje Thé a la Menthe con música de Ravel. Obtuvo el premio al mejor corto en Oberhausen, 1962. Pierre Viallet le dedicó en 1962 el corto A la Rencontre de M. Ravel. Se utilizó, también, su música en Bolshoi Ballet, documental ruso de 1966 sobre el famosísimo conjunto coreográfico, etc.). El más universal de los músicos vascos fue un hombre taciturno y secreto, enamorado de los juguetes y artefactos mecánicos, calidades que transmitió -armonía, construcción matemática, cierta metalización, lirismo más contenido que el de Debussy- a su hermosísima y enigmática música. No en vano, y como decía Stravinsky, que fue su amigo y su admirador, tenía «la minuciosidad un tanto mecánica del relojero suizo», refiriéndose a que el padre de Ravel, aunque saboyano de nacimiento era de origen helvético. No sólo visitaba el país en verano sino que se sentía miembro del mismo. Así, refiriéndose al P. Donostia escribió en 1920 a Eugène Cools: «Un compatriota mío, porque ha de saber Ud. que los vascos tenemos dos patrias, l'abbé Donostia de San Sebastián me ha visitado para darme a conocer sus obras y pedirme consejo». El último período de su creatividad se caracterizó por su atrevimiento, por la revalorización de las funciones armónicas, por el uso de acordes disonantes, el contrapunto matemático, la politonalidad hiriente, todo ello dentro de pasajes inamovibles y series de acordes consonantes enjaezados en un discurso rítmico continuo. Amén de por sus maravillosas producciones musicales Ravel es recordado merced a la Academia Internacional de Música de la Costa Vasca creada en 1967 y por su casa natal de Ziburu.

Ainhoa AROZAMENA AYALA