Lexique

RATONERO

Ave rapaz [Buzo vulgaris] que habita una gran parte de Asia y de Europa. En nuestro país sólo se le ve de paso. Quedan contadas parejas hacia los meses de marzo y abril, para marcharse a fines de noviembre. Se les ve durante dichos meses de la primavera en lo más alto de los campos y praderas, a poca distancia de los bosques donde se cobijan y hacen sus nidos. Son conocidos con los nombres vascos de basokapon en Alava y Vizcaya y sapelaitza en Guipúzcoa y Navarra. Sus características son las siguientes; mide de largo de 0,60 a 0,69 y de 1,37 a 1,60 de anchura de punta a punta de alas; su color varía de uno a otro ejemplar y es difícil encontrarse con dos individuos semejantes. Los unos son de un color pardo excepto la cola que es alistada. Otros tienen el pecho y las nalgas de un tinte pardo y el resto del cuerpo, de un pardo claro, con manchas transversales. Una vista acostumbrada reconoce al momento cuando estas rapaces están posadas en la punta de los grandes postes de telégrafos o árboles sin hojas, donde cachazudamente, sin moverse de su primitiva postura durante muchos minutos, están en plena actividad. Por lo general se les ve con las alas recogidas, apoyándose en una sola pata, doblada la otra y oculta debajo del plumaje. La altura donde se posan les sirve de observatorio; examinan su dominio y nada se escapa a su vista ni hay cazador por ducho que sea, que se arrime a tiro con su escopeta. Puesto que, además de prevenirse en esta forma, sus sentidos, entre ellos, la vista, son extraordinarios. Vuela muy despacio, pero con mucha facilidad, sin meter el menor ruido. Y se cierne a menudo, subiendo a poca altura para cazar. En el período del celo, remóntase a elevadas regiones de lo que no se le creía capaz. Su grito se asemeja mucho al maullido del gato. Estando en su observatorio o en el espacio, se oye perfectamente. No fijándose uno en quien lo lanza, nos atreveríamos a afirmar que el autor de ese grito es un felino salvaje. Su vista es uno de los sentidos más perfectos. Y el que ha estudiado sus costumbres, se fijará que, después de un gran rato de quietud en su observatorio, baja a tierra con gran suavidad y rapidez. Quedando perplejo el observador cuando ve que aparece seguidamente por el aire con una gran serpiente, topo o ratón en su fuertes garras, desapareciendo durante algún tiempo de las cercanías habituales que constituyen su cazadero. Se alimenta principalmente de pequeños roedores, víboras, etc. , calculándose que para su alimentación diaria necesita cazar de 40 a 50 de estos animales. Sin embargo, el gran crimen de que se le acusa, es el de comerse algunas aves y gazapos, hecho que no se puede negar. Pero hay que tener en cuenta que sólo caza de día y su predilección son los animales que más daño causan en el campo. A fines de abril o primeros de mayo, construye el ratonero su tosco y voluminoso nido. A cuyo efecto elige un árbol muy poblado y situado en un espeso bosque fabricándolo con ramas secas, sujetándolo por lo bajo con las más gruesas y colocando encima y al interior las más finas, rellenas de musgo y pelos de animales. La hembra pone de 3 a 4 huevos en cada puesta, de color blanco verdoso; parece que los cubre sola; ayúdala el macho a criar la progenie y alimentarla. En cautividad es un ave muy sumisa y entretenida. Juan Pértica y A. Eceizabarrena.