Peintres

Nieto Ulibarri, Enrique

Pintor vizcaíno, nace en Valle de Trápaga-Trapagaran en 1890, y muere en Bilbao en 1963.

Cursó estudios en la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao. Sobresalió como copista y restaurador. Fue constante visitador del Museo del Prado de Madrid para estudiar las pinturas famosas, gracias a una bolsa de viaje que consiguió obtener en Bilbao. Tomó parte en las exposiciones celebradas en Bilbao los años 1924, 1927, 1946 y 1955. Concurrió a la I Bienal Hispanoamericana de Arte (Madrid, 1951) con dos obras tituladas Temporal en la costa y Otoño. Realizó varios trabajos de restauración, entre ellos los techos de Echenagusía, Guinea y existentes en la Biblioteca Municipal de Bilbao. En la Exposición Provincial de Bellas Artes celebrada en Bilbao fue premiada con tercera medalla la obra titulada Paisaje. En 1975 se realizó una exposición antológica de Nieto póstuma en Bilbao.

Luis de Lázaro Uriarte (Bilbao, 1964), lo ve así:

"Paisajes vascos, rincones urbanos de su Bilbao empapados de un contenido lirismo, ingenuas evocaciones en grises y medios tonos parcos de materia cuyos toques rozaban en ocasiones el lienzo con candor de primitivo. Se adivinan en estos cuadros de Enrique Nieto las primicias de una visión propia que nunca dejó traslucir por entero, algo así como un secreto que jamás se atrevió a confiar del todo más que a sí mismo. Pintura la suya abierta a múltiples sugestiones que, por ley de afinidades electivas -incluso temáticas-, nos decían mucho sobre las recoletas interioridades de este artista vasco que pudo ser mucho más de lo que fue en el sentido frívolo e inesencial del verbo y que prefirió sendas calladas a plazas ruidosas y espectaculares. Cierto, hay mucho de Valle y de Regoyos en los cuadros de Nieto. A veces, la vaporosidad de algunos malvas y violetas nos recuerdan al mejor Losada. En contraste con la suave ternura de sus paisajes bucólicos, suele llegar a sus cuadros una ráfaga de románticas turbulencias, agudizadas en muchos bocetos".

Ángel Marrodán (Bilbao, 1974) escribe:

"El hecho de considerarse por él un pintor fracasado demuestra que no lo era. Un deber de exigencia le hacía ser artista puro, amoroso estudiante del lienzo, dilecto contemplador del motivo bello, auténtico amigo de la naturaleza a la que poder exaltar, con un estilo lírico como el de E. Nieto Ulíbarri, sin mayores complicaciones técnicas, pero con el gran acierto de saber plasmar la imagen (esto es, lo artístico) y resolver con habilidad el tratamiento de los planos lejanos (esto es, lo técnico), constante de su producción y pilares de su plástica forma de ser".