Lexique

MARINA

El bloqueo naval durante la Primera Guerra Carlista (1833-39). Un hecho singular, la aparición de los primeros barcos de vapor a comienzos del siglo XIX, señaló el comienzo de una nueva era en la navegación marítima. En Euskalherria la aparición del vapor fue bastante tardía; el primer buque vasco de vapor, el Buenaventura, del armador mundaqués Ramón de Larrínaga, data de los años setenta. Sin embargo será durante la primera de las guerras carlistas cuando los buques de vapor participarán por primera vez en operaciones bélicas en estas aguas. En 1833, la Marina española se encontraba en el más alto grado de decadencia y desorganización, con pocos barcos, viejos y en mal estado y con unas tripulaciones a las que se debía casi dos años de paga. Al estallar la Guerra Carlista, la Marina tuvo que repartir sus escasos buques entre los diversos teatros de operaciones y sólo pudo destinar a vigilar y bloquear la costa vasca a la fragata Lealtad y al bergantín Guadiana. Antes de su llegada, los carlistas ya habían conseguido desembarcar un primer cargamento de armas en las costas vizcaínas (2-11-1833) traído desde Londres en el buque Henry. La Lealtad naufragó accidentalmente en Santander (12-1-1834) y quedó sólo el Guadiana, insuficiente para bloquear toda la costa. Por ello se envió en mayo el bergantín Guadalete, formándose con ellos una división naval bajo el mando del comandante de Marina de Bilbao, brigadier Romarate. Debido a la falta de buques, la Marina liberal tuvo que recurrir a fletar barcos particulares o del Resguardo Marítimo (servicio de guardacostas que la Hacienda Real tenía contratado con el marqués de Casa Riera). La propia Diputación de Vizcaya armó en mayo de 1834 las trincaduras Isabel II, Cristina y Vizcaya que puso a disposición de la Armada, sosteniéndolas por su cuenta. Antes de eso, todavía pudieron hacer los carlistas otro desembarco de armas en Zumaya con toda tranquilidad (30-5- 1834); procedía esta vez de Amsterdam. En julio quedó definitivamente organizada la División del Bloqueo, reforzada con nuevos buques y cuyo mando tomó ahora el brigadier Pérez del Camino. Contaba la división con la fragata Perla, los bergantines Manzanares, Guadiana y Guadalete y la goleta Nueva María, de la Marina Real; seis embarcaciones del Resguardo Marítimo, y las 3 trincaduras de la Diputación de Vizcaya. Más adelante se incorporaron los vapores Isabel II de 1834 y Reina Gobernadora y Maceppa en 1835, siendo la primera vez que la Marina española utilizaba buques de este tipo. En 1835 se destinó también al Cantábrico, en ayuda de los cristinos, una flota inglesa al mando de Lord John Hay. Con todas estas fuerzas se organizó un férreo bloqueo de la costa vasca para impedir los envíos de armas y el ejercicio de la pesca desde puertos carlistas. Los carlistas, por su parte, no tuvieron Marina alguna, aunque a veces utilizaron lanchas y embarcaciones en sus operaciones. Al comenzar la guerra, trasladaron tropas hasta Oriñón para amenazar Laredo y Castro Urdiales en una serie de embarcaciones cogidas en Portugalete y Bilbao. En junio de 1834, emplearon una trincadura para desembarcar en Plencia e inutilizar las lanchas de pesca que había en el puerto. En 1835 tenían algunas lanchas y trincaduras en las bocas del Bidasoa para impedir el tráfico por la zona. Por último, en 1838, el general Zabala organizó una flotilla de 3 trincaduras, con base en Mundaca, armadas en corso para actuar contra los buques enemigos que se aproximaran a la costa. Pero los carlistas nunca pudieron hacer frente eficazmente al bloqueo de la escuadra cristina. Desde mayo de 1834 se mostraron muy activas las trincaduras de la Diputación de Vizcaya, mandadas por el capitán Juan Manuel de Ondarza, hostilizando a los pescadores e incursionando en puertos como Elanchove, Lequeitio, Motrico, ... para apresar sus embarcaciones. En 1835 menudearon los apresamientos de buques fletados por los carlistas para trasladar material de guerra a los puertos bajo su control; el vapor Reina Gobernadora capturó la goleta Isabel Ana en la costa vizcaína (2-2-1835) cuando llevaba a bordo un cargamento de pólvora y plomo y también 27 oficiales para el Ejercito carlista y, más adelante, una balandra con efectos de guerra en la costa guipuzcoana (29-10-1835). También el cañonero cristino Clotilde apresó junto a cabo Villano a comienzos de noviembre otra balandra cargada de municiones. El bloqueo naval continuó hasta 1839 y cerró la campaña un curioso incidente producido el 10 de julio de dicho año cuando el vapor Isabel II sorprendió a una flotilla de pesqueros de Bermeo y capturó a 10 de ellos, el resto fue a refugiarse al amparo de la fragata francesa Coquette que apareció en el lugar. A pesar de ser Francia aliada de España, la fragata aceptó la solicitud de amparo de los pesqueros bermeanos e impidió su captura por el vapor cristino.