Mathématiciens

Lasala y Martínez, Atanasio

Matemático navarro. Tudela, 02-05-1847 - Bilbao, 20-02-1904.

La figura de Atanasio Lasala puede valorarse, al menos, en su doble faceta de matemático -catedrático y autor de obras de texto- y educador -dirigiendo el destino de los Institutos Provinciales de Bizkaia y Orense. No es, sin embargo, por esos meritos por lo que se incluye en la presente enciclopedia, sino por la forma como llegó a algunas de sus contribuciones; porque muestra de forma ilustrativa el esfuerzo de esos, contados, catedráticos de instituto de entresiglos por desarrollar investigaciones con cierta originalidad. Y todo ello, para mayor mérito, en precarias condiciones y con exiguos medios.

Aunque natural de Tudela, estudió el bachillerato en la Universidad de Zaragoza, quizá por proximidad geográfica, trasladándose luego a Barcelona, en cuya Universidad se licenció -en 1871 y con brillantes notas- en ciencias exactas. No acabó ahí su formación; más tarde obtuvo el título de Agrimensor y Perito tasador de tierras, un campo al que no llegó a dedicarse -probablemente por su vocación docente- en el transcurso de su vida.

No fueron fáciles los comienzos de la andadura académica de Lasala. Las universidades de Madrid y Barcelona (a las que se sumaría Zaragoza, en 1900) eran las únicas en las que había sección de Exactas, por lo que la mayoría de los matemáticos desarrollaban su carrera profesional en institutos de bachillerato o, en su defecto, en escuelas de ingeniería o arquitectura. Lasala nunca se salió de esa pauta (de hecho, no abandonó la segunda enseñanza hasta 1904, en que falleció).

Antes de terminar sus estudios, el mundo docente ya contaba entre sus filas a aquel joven talento de Tudela. En 1869 consiguió su primer puesto académico (profesor auxiliar), en el Instituto de su ciudad natal. Tres años después ganó, con tan solo 25 años -la mínima edad que exigía la ley-, la oposición a la cátedra de matemáticas, en el Instituto de Orense. Luego vendrían, en ascenso, puestos de secretario (1872-73 y 1874-80) y director (1880-82), ambos en Orense.

En 1882, en virtud de concurso de mérito, fue nombrado catedrático del Instituto de Bilbao, en la plaza vacante a la muerte de José de Naverán, junto al otro catedrático de matemáticas Ignacio de Bereciartúa. Allí fue director, de 1900 a 1904. Por último, no es posible olvidar su aportación a la Escuela de Artes y Oficios de Bilbao, en la que impartió clases de geometría descriptiva, durante bastantes años. Fue en Bilbao, su alma mater, en donde Lasala produciría gran parte de su obra matemática y, más importante aún, en donde se haría acreedor de la estima y afecto por parte de sus conciudadanos. Da idea del afecto que sentían por el catedrático el que el día de su entierro el acompañamiento fúnebre tuvo un importante eco social; fue presidido por insignes personalidades como el alcalde, diputados provinciales, ingenieros, etc. (sus discípulos, de hecho, le recordaban como "un bonhomme, benigno sin debilidad").

El último cuarto del siglo XIX, el periodo en el que enseñó Lasala, fue un tiempo difícil para la docencia. Fue, en efecto, la época en la que proliferaron tratados de matemáticas de docentes de provincias. Los años en los que los profesores obtenían beneficios editoriales de la venta de textos, que servían para aumentar sus escasos ingresos docentes. Un tiempo en el que cada profesor elegía el libro de texto que consideraba oportuno, que normalmente resultaba ser el suyo o el de algún compañero con quien compartía intereses comunes, como el de ser coautor de otros textos. [Fue, hay que aclarar, a partir de 1868 cuando la libertad de cátedra trajo consigo el libre uso de libros de texto en la segunda enseñanza].

Ahora bien, la proliferación de libros de texto presentó, como aspecto positivo, tanto las mejoras didácticas que cada profesor podía incluir en sus obras, como el hecho de que, en esa búsqueda por actualizar el contenido de las lecciones, el autor ahondase en cuestiones más avanzadas con un -mayor o menor- grado de originalidad. En el primer grupo se incluye la obra de Lasala, Elementos prácticos de Aritmética y Geometría, publicado en Bilbao en 1894, que contiene una notable colección de problemas y ejercicios, en el que se valió de métodos inteligibles y didácticos. Sus otros dos manuales son: Elementos de Matemáticas (1876) [que consta de dos tomos: "Aritmética y Álgebra" y "Geometría y Trigonometría"]; y Nociones de Contabilidad (1894).

Al segundo grupo pertenecen las obras que escribió para iniciados. El campo específico de las ciencias exactas que más atraía a Lasala era el de las cantidades imaginarias o números complejos; pensaba que uno de los campos más creativos de la matemática moderna -la corriente imaginarista- era de gran utilidad para los alumnos aventajados de las Facultades de Ciencias, por sus aplicaciones a la geometría y la trigonometría. Lejos de limitarse a vulgarizar unos contenidos que se ajustaban a programas curriculares, Lasala introdujo algunos elementos originales, como una curva desconocida -que denominó "hetoide"-, en cuya construcción descubrió aplicaciones para las funciones hiperbólicas. La exposición más clara de sus ideas es el libro que publicó en 1894, en Bilbao: Teoría de las cantidades imaginarias, que dos años más tarde prolongó con la obra Generación de las cantidades imaginarias por graduación infinita y estudio de un género de curvas llamado hetoide (Bilbao, 1896).

Este trabajo recibió el informe favorable de la Academia de Ciencias de Madrid (de la que, por cierto, era individuo "Correspondiente"). Las siguientes palabras de uno de los matemáticos españoles más insignes del siglo XX, Julio Rey Pastor (1882-1966) -citadas por J. Llombart y A. Bernalte (1986: 966), los autores del estudio biográfico más completo sobre Lasala- me parece que enmarcan, muy bien, el valor de su aportación:

"Digna de elogio es también por haber contribuido a este renacimiento [de la matemática finisecular] la obra de Rey Heredia (1865) sobre las cantidades imaginarias, la cual, aunque filosófica y no matemática, y de índole elemental, sirvió al menos para vulgarizar...estos estudios, más tarde continuados sin avance apreciable, pero con cierta originalidad de medios por [Apolinar] Fola y Lasala" (Valladolid, 1915).