Militaires

Jauregui y Jauregui, Gaspar de

Entre 1824 y 1832 su hoja de servicios lo califica como emigrado en Francia, situación de la que no sale hasta el 12 de octubre de 1833, con el comienzo de la primera guerra carlista tras la muerte de Fernando VII. Momento en el que se le invita a regresar a España por parte del Capitán General de Gipuzkoa y la Diputación de ese territorio, con el fin de que organice el cuerpo de "chapelgorris" para contrarrestar la sublevación contra la princesa Isabel, heredera del difunto Fernando VII. Dicho cuerpo de tropas provinciales al servicio de la Regencia liberal, será efectivamente constituido el 14 de octubre de ese año.

En ese nuevo destino demostrará que su retiro del año 1814, considerándolo inutilizable en campaña, carecía de verdadero fundamento, pues nuevamente se involucra en diversas acciones en campo abierto contra las partidas de carlistas que actúan en territorio guipuzcoano. Gracias a ellas obtendrá rango de brigadier en recompensa por acciones como la de 21 de enero de 1834, en la que cerca en Oñati a partidas carlistas guipuzcoanas y alavesas, que evacuarán esa villa en dirección a Bizkaia tras saber que él se dirige contra ese punto.

Esta primera guerra carlista le otorgará también puestos de responsabilidad en el gobierno militar y civil de Gipuzkoa, que alternará con la defensa pasiva de San Sebastián sitiada por el ejército del pretendiente carlista, combinada con diversas acciones fuera del recinto sitiado. Por ejemplo, las de 16, 17, 18 y 19 de enero de 1836 en Arlaban, donde, con la guarnición de Vitoria y la Legión Auxiliar Británica, combatirá contra las tropas carlistas. O la de 28 de mayo de 1836, en la que, al frente de la 1ª y 2ª Brigada de la 5ª División del Ejército destinado al frente del Norte, arrollará la vanguardia de las tropas carlistas en los vados del río Urumea, atravesando ese curso bajo lo que el documento llama "fuego mortífero". Una acción que culmina con un ataque al puerto de los Pasajes, que permitirá la entrada en dicho puerto de los buques de guerra británicos y franceses que apoyan la causa liberal. Para lograr dicho objetivo expulsará del puerto las dos trincaduras carlistas que lo defendían hasta el momento del ataque y tomará una batería de ocho piezas de grueso calibre. Una vez desalojada la guarnición carlista, Jauregui asegurará y fortificará aquel punto estratégico clave.

Su situación a partir de ese momento no variará demasiado. Sólo destaca en su hoja de servicios para el resto de esta primera guerra carlista su decidido apoyo, a partir del año 1838, de la bandera "Paz y Fueros" alzada por el escribano Muñagorri con el fin de debilitar el campo carlista, dividiendo -tal y como señala el documento- a las tropas que defienden al pretendiente don Carlos entre los partidarios de continuar la guerra y los decididos a llegar a alguna clase de acuerdo con el bando liberal. Siempre y cuando se respetasen los Fueros.

Jauregui persistirá en esa empresa hasta 31 de agosto de 1839, hasta que se verifica el llamado "Abrazo de Vergara". Desde el cuartel general del Ejército del Norte se le pedirá un último servicio: que guíe a las tropas en los difíciles pasos de los desfiladeros y las gargantas de Lekunberri hasta Baztan, para expulsar del que el documento llama "país Vasco-Navarro" a todas las unidades que han rechazado cualquier fórmula de acuerdo y siguen fieles a don Carlos.

En 1840 se le pondrá en situación de cuartel y ya sólo volverá a desempeñar puestos militares alejados de los diferentes frentes de operaciones. Salvo por su participación en la fallida "Octubrada", que le obligará a emigrar nuevamente a Francia al alinearse con los liberales moderados capitaneados por O?Donnell en contra de la facción liberal progresista liderada por el general Espartero. Sólo volverá de ese nuevo exilio por razones políticas a partir del 15 de julio de 1843, cuando triunfe finalmente el Moderantismo derrotado en 1841, que, naturalmente, lo repondrá en puestos de alto mando militar. Primero en San Sebastián y luego en Vitoria, que será donde le sorprenda la muerte a los 54 años.

En paralelo a su desempeño como oficial militar desarrollará una destacable actividad como especulador en bienes inmuebles, que, en ocasiones, se solapa con el desempeño de sus cargos civiles y militares. Como ocurre en el caso del concurso de acreedores sobre los bienes de José Luis de Azpiazu. Un largo y enojoso asunto administrativo que desempeñará en ejercicio de sus funciones de gobernador político en la plaza de San Sebastián durante la primera guerra carlista y que concluirá con la adjudicación de una barraca construida, como muchas otras, sobre los solares que abundan en San Sebastián tras la destrucción sufrida por la ciudad a manos de las tropas aliadas en el asalto de 31 de agosto de 1813.

Se trataba concretamente de la llamada "Barraca nº 3", edificada en un solar del finado Azpiazu en la calle Pescadería, que iría a parar a manos de Antonia de Zabaleta, gracias a los buenos oficios de uno de los principales comerciantes de la ciudad, Pedro Queheille, que, como señala la documentación relativa al asunto, siempre veló por sus intereses y así bien por los del hermano de la acreedora de Azpiazu, el coronel Manuel de Zabaleta, vecino de La Habana.

Sin embargo la información relativa al estado de los negocios de Gaspar de Jauregui en el momento de su muerte, se reduce, a fecha de hoy, a algunas escasas referencias sobre los sueldos y pensiones que se le deben por el ejercicio de sus cargos militares. Así, poco después de su muerte, en 30 de enero de 1845, encontramos a su viuda, Concepción de Aranguren, firmando de su puño y letra un poder para que se reclamen varios sueldos que se estaban adeudando a su marido por su oficio de mariscal de campo del ejército español.

En 25 de mayo de 1846 Concepción de Aranguren también reclamará los 8.250 reales anuales de pensión que le había otorgado la reina Isabel.

Es más explícita la documentación relativa a las menciones honoríficas obtenidas por Gaspar de Jauregui en el desempeño de su larga carrera militar. Así, figura en diversa documentación posterior a la Guerra de Independencia con los títulos de caballero de la tercera clase de la Real y Militar Orden de San Fernando y alega poseer "otras cruces", que no detalla, recibidas "por acciones de guerra"..

La copia de su hoja de servicios transferida al Archivo Municipal de Urretxu en el año 1928 especifica que, en efecto, era caballero Gran Cruz de la Real Orden americana de Isabel la Católica, que le otorga la reina regente en 21 de mayo de 1838. En 28 de julio de 1835 la reina regente igualmente le había otorgado la Cruz y Placa de tercera clase de la orden militar de San Fernando. Otra Real Cédula de 7 de abril de 1837 revalidaba ese mismo título.

Respecto a las cruces y distinciones obtenidas por méritos de guerra, señalaba esa hoja de servicios que Gaspar de Jauregui había obtenido la del Séptimo Ejército por sus servicios en la Guerra de Independencia, la del Cuarto Ejército por esa misma guerra y la concedida a todos los participantes en la que el documento llama "gloriosa" batalla de San Marcial de 31 de agosto de 1813.

Asimismo Jauregui contaba con otra condecoración por la toma de Irun junto con sus fuertes y trincheras, sin que la documentación disponible especifique si el hecho tiene lugar durante la Guerra de Independencia o en la primera carlista.

Su hoja de servicios señalaba igualmente que había sido declarado dos veces benemérito de la Patria en grado heroico por sus servicios y méritos de guerra, prestados para sostener el trono de Isabel II y "la causa de la libertad".