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Película producida en 1999 por Zine Cero. El productor del largometraje fue Luis Goya y el director, Joseba Salegi.

Hay que retroceder nueve años para encontrar el origen de este proyecto. En 1990 las monjas de la Congregación Siervas de Jesús de la Caridad se ponen en contacto con la Asociación de Productores Vascos con una propuesta sorprendente. La realización de una película en vídeo sobre su fundadora, la alavesa Maria Josefa del Corazón de Jesús. El objetivo era enviar esa cinta al Vaticano para lograr la beatificación de la fundadora. El encargo recayó en principio sobre Julio Medem, pero éste, por motivos laborales, tuvo que abandonar el film que pasó a manos de Joseba Salegi. Así nació Sor María del Corazón de Jesús; una vida para Dios y para el hombre largometraje en video que reunió a muchos cineastas vascos de la época en el que quizá sea el producto audiovisual más peculiar de la cinematografía vasca de finales del siglo XX. Era una obra pensada para ser vista en conventos y en la Santa Sede y su tono, rebosante de ideología integrista católica, estaba ya totalmente anticuado antes incluso de que se iniciara el rodaje. Era inevitable que Salegi llevara un día al cine esta sorprendente aventura cinematográfica.

En Ione, sube al cielo se recrea en cierto modo esta singular experiencia. Así, un productor al borde de la quiebra recibe un encargo por parte de una comunidad de religiosas. Tal y como ocurrió en la realidad, las monjas quieren una película sobre la fundadora de la Orden que sirva para fomentar las vocaciones religiosas y como material para enviar al Vaticano de cara a una futura beatificación. El productor, en situación desesperada, se ve obligado a aceptar la propuesta. Y a partir de ese momento se inicia su particular odisea para sacar adelante un proyecto lleno de obstáculos, a veces, insalvables. En principio tanto el productor (Kike Diez de Rada) como el director (Martxelo Rubio) han de enfrentarse al control exhaustivo del padre Alejandro (Mario Pardo), encargado de que el film se adapte al rígido ideario de la congregación religiosa. Por otro lado la actriz que encarnará a la santa (Esther Esparza) es una estrella con aires de diva que impone a todos sus caprichos. En realidad ese desagradable comportamiento es sólo una máscara que esconde a una mujer frágil que sabe que esa será su despedida del cine debido a la grave enfermedad que padece. Además está la figura de Sor Carmen (Iñake Irastorza), la madre ecónoma del convento. Al principio ve con buenos ojos la idea de la película pero pronto su espíritu censor aflora al comprobar que la invasión de esas extrañas gentes del cine pone en peligro la integridad moral de la comunidad de religiosas del convento, ganándose así, los cineastas, un nuevo y feroz enemigo. Y el productor, para añadir más quebraderos de cabeza a su compleja labor, mantiene un amargo conflicto amoroso entre su mujer y la joven actriz Ione (Anabel Arraiza).

Es una pena que Salegi no sepa resolver uno de los aspectos cruciales de la película. El contraste entre dos mundos diametralmente contrapuestos, el equipo de rodaje encargado de realizar el video y el grupo de monjas que habita en el convento. Salegi extrema el aire "bohemio" de los cineastas para contraponerlo al mundo retirado de las religiosas y el retrato, tan exagerado, se torna irreal, cargante y caricaturesco. El retrato de las monjas es más acertado y sincero. Bastante más logradas están ciertas historias paralelas. La tensa historia de amor entre productor y Ione, la aspirante a actriz. O la historia de la diva que se enfrenta con dignidad a un final trágico. Una película, en todo caso, interesante y original, como la historia en que se basa. Desgraciadamente, como muchas películas vascas de calidad, no contó con el favor del público ni de la crítica.