Villes

Hondarribia

En la zona este de la cota 543 del macizo de Jaizkibel, al par de Gaintxurizketa-Guadalupe, encontró José Miguel de Barandiarán, en 1934-1935, dos dólmenes que fueron luego destruidos por las obras de la carretera. Esas prospecciones arqueológicas y campañas posteriores, durante la década de los 80 y 90 del siglo XX, permiten remontar hasta el Paleolítico Medio la aparición de los primeros núcleos de población en la zona sobre la que se erigirá posteriormente Hondarribia. Es decir, 50.000 años antes de Cristo. De esa época data un bifaz aparecido no lejos del Cabo Higuer, descubierto por José Luis Caso en el curso de excavaciones realizadas en la zona en el año 1992. Sin embargo, en opinión de Jesús Altuna, los restos líticos permiten retrotraer esa fecha a un periódo aún más remóto. Concretamente 150.000 años antes de Cristo, al Paleolítico Medio.

La penuria de yacimientos excavados directamente relacionados con el área urbana ocupada por la actual Hondarribia, más allá de Jaizkibel, no permiten fijar con total certeza la evolución prehistórica de la futura ciudad. Sin embargo los indicios hallados en su entorno más inmediato muestran un desarrollo prototípico de las distintas fases -Neolítico, Calcolítico, Edad del Bronce, Edad del Hierro...- de ese periódo histórico.

Otro tanto ocurre con el proceso de romanización. Las excavaciones efectuadas en el interior del casco por Miren Aierbe y las prospecciones submarinas, permiten esbozar un proceso de romanización típico en la zona que empezaría en el periódo de las guerras entre Serorio y Pompeyo en el año 75 antes de Cristo. De hecho, los hallazgos efectuados en los últimos veinte años del siglo pasado en el perímetro marino del cabo de Higuer parecen confirmar las sospechas de Berrotarán y Díaz en 1785 (informe a la Academia de la Historia), recogidas por Serapio Múgica, sobre la existencia de establecimientos de tipo portuario, de origen romano, en la ría del Bidasoa, hoy en acelerado proceso de colmatación, pero que en la época romana parece haber constituido un estuario hasta Endarlaza, escenario activo de navegación y cabotaje. No sólo existen vestigios arqueológicos y toponímicos en los cursos transversales de Jaizubía, Ibarla y Estebenea. Mezquiriz, Hernandorena y Rodríguez Salis han ido encontrando en la rada fondeadero de Asturiaga (hacia Higuer) una serie de materiales arqueológicos romanos, en especial cerámicos, frente al castillo de San Telmo. Esto y los importantes descubrimientos de Irún de J. Rodríguez Salís, inducen a estudiosos como Ignacio Barandiarán a sospechar "que el yacimiento del Juncal y lo que en sus inmediaciones pueda descubrirse deba corresponder precisamente al casco urbano de aquella Oiason de los Vascones que por el cambio de Era se relacionaba con los romanos" (Guipúzcoa en la edad antigua, CAP, 1973, p. 84). Oiason aparece de esta forma como una designación polivalente. En opinión de Barandiarán correspondería a una ciudad, un cabo o promontorio y un paso entre Iberia y Aquitania. Adolf Schulten, llevado por su interpretación de un pasaje de la Ora Marítima de Avieno, efectuó en 1926 una excavación bajo la antigua ermita de San Telmo en busca de un templo a Venus (Veneris iugum) marítima. El célebre arqueólogo alemán halló una construcción antigua que le indujo a reafirmarse en su tesis pese a ser ésta impugnada por diversos autores basándose en la cita de dos rocas -Amuitz y Les Briquets para Schulten- que juzgan insignificantes, para ser aquéllas a las que se refiere el cronista clásico.

Al igual que ocurre con respecto al periódo prehistórico y, en menor medida, a la etapa de la romanización, los siglos de transición entre la Edad Antigua y la Edad Media (entre el siglo IV y VIII de la era Cristiana) apenas si pueden ser documentados en Hondarribia. Muchos de los datos disponibles son de carácter indirecto y las referencias directas al territorio en el que se va a enclavar Hondarribia tienen un carácter marcadamente legendario. Es el caso, por ejemplo, de ciertas referencias literarias que dan por sentada la existencia en esa zona de comunidades ajenas tanto a los invasores árabes que penetran en la Península Ibérica -y se apoderan de Pamplona- y en el imperio carolingio hasta la ciudad de Poitiers entre el año 711 y el 732, como a los propios carlovingios. Así, en el Poema de Fernán González, atribuido a un monje del Monasterio de Arlanza y escrito hacia 1260, se cita a Hondarribia como escenario de una acción de Carlo Magno anterior o simultánea a la batalla de Roncesvalles:

132 Sopo Bernald del Carpyo que françeses passavan, que a Fuente Rrabya todos y arrybauan, por conqueryr Espanna segunt que ellos cuydavan, que ge la conquerryan mas non lo byen asmavan.
133 Ovo grandes poderes Bernaldo dayuntar, e dessi enbyo los al puerte de la mar; ovol'todas sus gentes el rrey casto a dar, non dexo a ese puerto el rrey Carlos ribar.
134 Mato y de frranceses rreyes e potestades, com diz la escrrytura syete fueron, sepades, muchos morieron y, esto byen lo creades, que nunca más tornaron a las sus vecindades.

Este paralelismo Roncesvalles-Fuenterrabia es observable también en el Paraíso Perdido de Milton (1667):

585 Or whom from Biserta sent from Afric shore
586 when Charlemain with all his peerage fell
587 by Fontarabia.

Una leyenda cita a los reyes de Navarra cazando en el monte Jaizkibel. Según ésta, el rey Sancho II "Abarca" (970-994) habría topado con una joven cuya belleza alabó llamándola guztiz ederra y haciéndola madre de un hijo suyo. El capitán Martín de Juztiz consiguió en 1613 que un rey de armas expidiera una certificación de descendencia real para los miembros del solar de Juztiz basándose en la supuesta equivalencia juztiz=guztiz. El documento fue otorgado por Felipe III. También atribuye la tradición a este monarca la erección del castillo anterior a las murallas, aunque a uno de los baluartes de la muralla posterior se le llamara, hasta entrado el siglo XVIII, de Wamba.

Ninguna de las citadas fuentes permite establecer con certeza el proceso mediante el cual se disgrega la autoridad de Roma en la zona y va siendo sustituida paulatinamente por la de distintos pueblos bárbaros -vándalos astingos, hérulos...- que, culminaría en el año 613 con una ocupación, más o menos estable, de ese territorio por los visigodos según determinadas crónicas, como la de Fredegario Scholasticus datada en el siglo VIII. Circunstancia que, sin embargo, no parece haber evitado la existencia de comunidades vascónicas independientes, y una clara presencia merovingia ejercida desde la actual Aquitania, en el territorio sobre el que se asentará la futura Hondarribia.

Ya en el campo de las afirmaciones documentadas vemos aparecer el nombre Hundarribia entre las tierras adjudicadas por el rey de Navarra a los pobladores de San Sebastián, en documento que Banús localiza entre 1153-1157 y 1169-1194.

Esa presencia, ya claramente documentada de una comunidad identificable con la actual Hondarribia, se confirma en documentos generados en el momento en el que el territorio guipuzcoano pasa a manos del rey de Castilla en el año 1200 por medio de un complejo proceso en el que -una vez más- la escasez de documentación conduce a especulaciones. En este caso resulta difícil discernir entre el grado de fuerza militar empleado por los castellanos para anexionarse ese territorio -que ya incluye una comunidad identificada como Hondarribia- y la posibilidad de que una parte sustancial de esa población -especialmente la que vive en plazas fuertes- decidiera abandonar la lealtad al rey navarro a cambio de una serie de condiciones pactadas, tal y como hasta el siglo XIX sostendrá la doctrina foral en vigor. Una situación que en el caso de Hondarribia, y a diferencia de lo que ocurre con el resto del territorio guipuzcoano, oscilará a lo largo de la Eddad Moderna en la que esta población volverá a ser reintegrada al reino de Navarra o por propia voluntad, como ocurre en diversas ocasiones a lo largo del siglo XVII, o bien por diversos contraataques navarros como el que la convierte en plaza del rey de Navarra en el año 1521 y 1524. En cualquier caso, el nombre de Hondarribia recurre tras el de San Sebastián en el recuento de lugares del reino navarro, conquistados por el rey Alfonso VIII de Castilla, que ofrece el arzobispo toledano Rodrigo Ximénez de Rada [(cfr. De Rebus Hispaniae, Lib. VII, Cap. XXXII, p. 172 de la edición matritense de 1793)]. En el original latino que figura en el texto se escribe Fontem Rapidum y, según el códice toledano del mismo texto, Fontem Rapitum, ambos en acusativo.

Lo otorga Alfonso VIII, a una con su mujer Alienor y su hijo Fernando, el 18 de abril de 1203, tres años, por tanto, después de que Gipuzkoa haya pasado a manos de la corona castellana. Gorosabel reproduce el texto latino en su Diccionario Histórico de Guipúzcoa, texto del que no se conserva en la actualidad ni el original ni copia antigua alguna. El concejo accedía al mismo status que San Sebastián y le eran otorgados los términos desde el río Oyarzun hasta el Bidasoa, desde la Peña de Aya hasta el mar, desde Lesaca y Belfa (¿Vera?) hasta el mar, Irún con todos sus habitantes, el puerto de Astuniaga del que el rey percibía 500 maravedís. Designó a Guillermo de Lazón y sus socios como vecinos y eximió de peajes en todo el reino a los hondarribiarras.

Praesentibus et futuris notum sit quod ego Alde fonsus Dei gratia rex Castellae et Toleti, una cum uxore mea Alionor et cum filio meo Ferdinando, dono et concedo vobis concilio de Fonterrabia praesente et futuro forum de Sancto Sebastiano perpetuo habendo. Dono etiam vobis et concedo istos terminos subscriptos, videlicet: de ribo de Ojarzun usque ad ribum de Fonterrabia, et de peña de Aya usque ad mare, et de Lesaca usque ad mare, et de Belfa usque al mare, et terminum de Irun cum omnibus inde habitantibus. Item dono vobis Guillelmum de Lazon et socios suos, ut sint vestri vicini.Item concedo vobis illum portum de Astuniaga, quod sit semper vester, tali tamen pacto quod uno quoque anno detis pro illo portu quinquaginta marvotinos.Item mando firmiter quod in omnibus vestris terminis ullus sit ausus ganatus ad pascendum mittere nisi cum vestra voluntate. Si quis vero hanc cartam infringere vel diminuere praesumpserit, iram Dei omnipotentis plenariae incurrat, et regiae parti quatuorcentum aureos in cauto persolvat, et damnum super hoc vobis illatum duplicatum restituat.Facta carta apud Palentiam decima octava die aprillis era millesima bicentessima quadragessima prima.Et ego rex Aldefonsus regnans in Castella et Toledo hanc cartam, fieri scripsi, manu propia roboro et confirmo.

Sobre la extensión de los términos comenta Gorosabel:

"Por el contexto del privilegio del rey D. Alonso VIII se ha visto que los términos jurisdiccionales concedidos á Fuenterrabia de poniente á oriente se extendían desde el canal de Pasages hasta el río Bidasoa. Comprendíanse por consiguiente en ellos los territorios de Irun, Lezo y Pasage de la parte oriental ó sea el barrio de San Juan. Lo de Irun está expreso y terminante en el mismo privilegio, como también lo de Lezo, á quien llama Guillermo Lazon; y los que supone socios ó vecinos de este parece que deben ser los habitantes del Pasage ya citado ó de sus cercanías. Atendidos los limites que señala de mediodía á norte, que son la peña de Aya, Lesaca y Belfa, que sin duda es Vera, hasta el mar, podría creer alguno que tambien debería incluirse dentro de la jurisdicción asignada á Hondarribia el valle de Oyarzun. Sin embargo, parece que esto no fué así; pues para aquella época este valle era independiente de dicha ciudad. En prueba de ello no se encuentra el menor dato de haber estado sujeto a ésta en ningun tiempo, como sucede respecto de los otros tres lugares mencionados. Así que la extensión que la carta-puebla da a Hondarribia desde los citados puntos hasta el mar debe entenderse fuera del territorio del valle de Oyarzun."

La fortificación y repoblación de Hondarribia obedece a razones de conveniencia real castellana tras la conquista de Guipúzcoa en el año 1200. Sancho el Fuerte cierra el año 1201 un tratado de paz y amistad con Juan sin Tierra (Rymer, Foedera, I, 40) y con los burgueses de Bayona al año siguiente (BCMN, 1912, III, 44) lo que le permite preparar la reconquista de esta parte de su reino y, al inglés, hacer frente a las pretensiones hereditarias de Alfonso VIII. Parte importante de los hondarribiarras se congregó alrededor del castillo y de sus fortificaciones atraída por las ventajas de la carta real. Otra, prefirió seguir labrando la tierra en la ladera del Jaizkibel o pescando, población esta última que se afincó en los arenales de la Magdalena. Ya desde el Medievo, la población hondarribiarra aparece ligada fundamentalmente a tres sectores productivos que se mantendrán durante toda la Edad Moderna: labradores, comerciantes y pescadores. Estos últimos se hicieron conocer, sobre todo, por su pericia en la pesca y aprovechamiento de la ballena figurando uno de estos cetáceos en el sello del concejo del año 1295. Los animales eran avistados desde una atalaya por un atalayero a sueldo del concejo, o de la cofradía de San Pedro, desde la creación de ésta en el siglo XIV. Avisados los pescadores, salían éstos tras la pieza que, pescada, se descuartizaría en el arenal mismo. Los hombres establecidos intramuros se dedicaron al comercio. El nombre de la Lonja todavía aplicado a parte de la actual urbanización junto al Bidasoa, es un vestigio de esa intensa actividad comercial medieval algo más mitigada a medida que transcurre la Edad Moderna. En ésta, situada cerca del Puntal, se cobraban los derechos de pasaje de mercancías por el Bidasoa o de almacenamiento de las que ingresaban en el puerto con destino o procedentes de Navarra. Las mercancías eran muy diversas: hierro procedente de Bizkaia y Gipuzkoa para las ferrerías bidasotarras, manufacturas de hierro, productos agrícolas navarros -aceite, lana, cereales, madera, vino-, derivados de la pesca de ballena, pescado menor, etc. Gozaba pues la población de dos puertos, el de Asturiaga, de refugio en caso de arribada en plena tormenta, y el del Puntal, de carácter marcadamente comercial (vide Supra).

Pese al traspaso de una corona a otra, lazos económicos seculares mantienen a Hondarribia en una posición cordial frente al reino de Navarra, especialmente por lo que toca a las relaciones comerciales que tratará de mantener abiertas más allá del casi endémico enfrentamiento fronterizo entre ambas coronas. Por eso, aprovechando las treguas establecidas entre Castilla y Navarra, el concejo de Hondarribia firmó en 1245 un convenio con el rey Teobaldo I por el que se comprometía a proteger a los navarros y sus bienes:

"Nos el prebost, los jurados, et todo el conceyllo de Fontarrabia: facemos á saber á quantos estas letras veyrán, que Nos á bona fe recebimos en nuestra comienda, et en nostra defension, por el tiempo que la tregoa de los reyes durare, á los homes et las femas et todas las cosas del regno de Navarra, cuanto nuestro poder se estiende, eyllos pagando en nostra villa las costumnes que hi pagar se deben. Nin debemos recebir en nostra villa, ni en poder de illa, nuil mal feitor, ni roberia que hi faga, si non fuere por mandamiento de nuestro seinor el rey de Castella, ó daqueil que terrá la villa por honor."

La catedral de Pamplona siguió poseyendo una serie de bustalizas junto a Hondarribia entre los siglos XIII-XV. Asimismo las poseía San Miguel in Excelsis según documentación fechada en 1371 y 1374.

Esas estrechas relaciones facilitarán la transitoria vuelta de Hondarribia al seno de la corona navarra el 1 de enero de 1256, tras un encuentro de los reyes de Castilla y Navarra en Vitoria, Alfonso X "El Sabio" devuelve a Teobaldo II de Navarra (1253-1270) las villas de San Sebastián y Hondarribia con todas sus rentas de mar y de tierra. La devolución se efectúa "de mi en amor en toda su vida". Es decir, la población pertenecería a Teobaldo hasta que muriese, revirtiendo entonces, de nuevo, al reino de Castilla. La presencia de Alfonso en Gipuzkoa en 1280 cuando Felipe "El Atrevido" intenta sitiar la población, siendo desbaratados sus planes por el hondarribitarra Machin de Arsu, corrobora que esa afirmación fue llevada a efecto.

Alfonso el Sabio, por privilegio librado en San Sebastián el 28 de diciembre de 1280, con el fin de que Hondarribia se poblase mejor, la eximió de todo pecho y pedido para siempre, salvo los diezmos de la mar. Su hijo el rey Sancho IV despachó otro en Madrid el 1 ° de diciembre de 1290, mandando que los mercaderes que viniesen al puerto de Hondarribia, o fuesen de éste con mercaderías a Navarra, anduviesen salvos y seguros, pagando los derechos acostumbrados en tiempo de su abuelo y el diezmo de las mercaderías que extrajesen o introdujesen, no siendo de las vedadas.

Esa clara vocación comercial, sin embargo, no librará a Hondarribia de verse involucrada en los numerosos conflictos que convulsionan el territorio próximo a esa comunidad a caballo entre Inglaterra, Navarra y Castilla. Así, En 1297 se reúnen en Castro Urdiales las villas importantes de la costa desde Hondarribia hasta San Vicente de la Barquera para acordar la actitud que iban a adoptar cara a la guerra desencadenada en 1293 entre bayoneses y normandos, con el apoyo de los ingleses, los primeros, y de los franceses y navarros, los segundos..

A pesar de la existencia de acuerdos de paz parciales entre diversas poblaciones del entorno inmediato de Hondarribia -San Sebastián, Biarritz, Bayona, Laredo...-, Hondarribia , con el beneplácito del rey de Castilla, será utilizada, al menos como base, para las guerras que contyinúan entre Navarra y otras potencias de la época. Así, ocurre con la campaña de Normandia, que se inicia en julio de 1355 y tiene como objetivo recuperar los bienes patrimoniales de la casa de Evreux amenazados por el rey de Francia. La expedición, compuesta por 2.000 navarros, salió de Hondarribia, repostando en Bayona, ciudad entonces inglesa. De 1356 a 1357 el navarro, pieza importante del ajedrez europeo durante la Guerra de los 100 años, permanece preso en Arleux y tras su liberación, se convierte en el dueño de la situación. Pero a la muerte de Etienne Marcel, lider de la revuelta popular parísina, su estrella declina. Y pese a que nuevas naves salen de Hondarribia al mando de Muñoz de Salt con 334 navarros y guipuzcoanos, Carlos II preferirá concertar la paz en octubre de 1360. Esa fluida ayuda guipuzcoana era un resulltado más de la política de acercamiento a Castilla iniciada por el de Evreux desde el comienzo mismo de su reinado, política que cristalizó en la pacificación de la frontera entre Navarra y Gipuzkoa y también en los contratos como mercenarios que suscribieron diversos señores guipuzcoanos, caso de los Oñaz, Berastegui, Lazcano y otros, con el rey navarro.

En agosto de 1365 hizo Hondarribia un tratado de comercio con Carlos II de Navarra, consistente en que éste fabricase en su puerto de Monzón, en Andara (Lesaca), una casa donde los mercaderes navarros descargasen sus mercadurías para transportarlas al mar y que hiciese fabricar también, cerca de dicho puerto, un puente para pasar las gentes, bestias y mercadurías. Se comprometió el rey a aderezar los caminos en su reino hasta dicha casa y puente, y el concejo de Hondarribia, a hacer a su costa, desde la dicha casa y puente, por tierra y por agua, el camino bueno y suficiente, "derrocando las peinas et limpiando, et isanchando el rio, et los caminos, en manera que bajel de coranta cargas arriba llegue por agoa al dicho puerto, et liben las mercaderías salvament por tierra et por agoa fasta la dicha villa, ó fasta las grandes naves, pagando los mercaderes á los marineros, baxieillos e mulateros, su salario". Los mercaderes que hicieren dicho viaje estarían libres de todo derecho pagando por cada carga seis cornados o seis dineros carlines, sin que se les pusiese de nuevo pecha ni sisa ni imposición, excepto si comprasen ó vendiesen en Castilla de las cosas vedadas que debiesen pagar diezmo. Los mercaderes que llevasen vino de Navarra, por el dicho puerto, lo podían cargar y llevar en naves o bajeles a donde quisiesen o venderlo en Hondarribia, y su jurisdicción, en grueso, en pipas o en toneles, "non vendiendo á taberna, ni a menudo", y pagando los 6 dineros. Por cada quintal de hierro que cargase en el puerto, debían pagar 4 maravedís.

La guerra civil entre Pedro I y Enrique de Trastamara va a permitir a Carlos II "El Malo" de Navarra recuperar gran parte de las tierras del reino navarro conquistadas por Castilla. Pedro I promete en Livourne, el 23 de setiembre de 1366, la restitución de una serie de plazas entre las cuales se hallaba Hondarribia. Consiguientemente, Enrique de Trastamara promete en Santa Cruz de Campezo, en enero de 1367, otro tanto, para contrarrestar esa oferta del navarro. Al año siguiente Carlos consigue lo prometido. Pero en 1373 el arbitraje papal obliga al navarro a abandonar Araba y Rioja, y en la guerra subsiguiente con Castilla, el resto.

Tanto Enrique II, como los Reyes Católicos como Juana I de Castilla otorgaron nuevos privilegios y exenciones a las naves y comerciantes ondarribiarras con el objetivo de que esas ventajas comerciales atrajesen a emprendedores que poblasen una comunidad por otra parte sometida a casi consstantes tensiones bélicas por su situación fronteriza entre potencias iles entre sí como Navarra, Castilla, Francia o Inglaterra. Así, por ejemplo, un documento firmado por Enrique II en Toledo el 12 de diciembre de 1374 mandará que los diez maravedís anuales que estaban adjudicados a Hondarribia para las labores de sus murallas se pagasen de los derechos de las ferrerías y diezmos de la mar. Los reyes católicos dieron otra orden similar en Medina del Campo, el 21 de marzo de 1489, mandando que a los vecinos, moradores y naturales de Hondarribia, sus naves, fustas y bajeles no se les impidiese ni quitase género alguno de bastimento que trajesen de cualquiera parte, pese a cualquier privilegio en contra. El mismo rey Fernando el católico daba otro librado en Zaragoza el 18 de julio de 1498, porf el que mandaba se pagasen a Hondarribia cada año, mientras fuese su voluntad, 250 florines de oro por las velas de la villa y guarda de las puertas. También hay noticia de otro del mismo rey católico fechado en el año de 1516, por el cual se le hizo la merced de 112.000 maravedís en las alcabalas por los servicios prestados por los guipuzcoanos en el de 1512, durante la batalla de Belate. Tiene igualmente Hondarribia otro otorgado por la reina Juana en Valladolid (18 de marzo de 1527) para que ningún barco sea preferido en la cargazón a los de esa población, aunque sea mayor. Por otro de la misma reina de 22 de marzo de 1527 se manda que los barcos de Hondarribia sean libres de anclaje, prebostazgo, almirantazgo y derechos reales en todos los puertos del reino.

La pujanza de Hondarribia como centro comercial y urbano a finales de la Baja Edad Media se hace patente, como acertadamente destacó Gorosabel en su día, en los nombres de algunas de sus calles como Platería, Obispo, Reina, Florencia, Ubilla, Gamboa, Tristán, Laborda y otras que nos hablan de la presencia en ellas de gremios que trabajan en industrias de lujo -como los plateros- o de personajes y clanes nobiliares ilustres que las han tomado como lugar de residencia. Otro dato que confirma la importancia de Hondarribia en esas fechas, es la asistencia a las Cortes que en el mes de enero de 1391 celebró en Madrid el rey Enrique III de Castilla, de un procurador que representará a Hondarribia, Esteban de Aluda. Según queda consignado en el cuaderno de esas mismas Cortes publicado por la Real Academia de la Historia.

El mismo carácter fronterio y de plaza comercial de primer orden faciltará, por otra parte, la inserción de Hondarribia en una de lasprincipales rutas de perigrinaje de la época: la que conduce a Santiago, junto a Roma uno de los dos santuarios principales de la Cristiandad. La ermita de Santiago aparece citada ya en documentación de comienzos del siglo XV. En ella el titular está vestido de peregrino. En Hondarribia los peregrinos disponían asimismo de los hospitales de San Bartolomé y Santa Magdalena, subían a la ermita de la Gracia y a la de Santiago y proseguían el camino hacia Lezo por Jaizubia.

A diferencia de lo que ocurre en la mayor parte del territorio guipuzcoano, estos años serán escasamente conflictivos para Hondarribia. Los acontecimientos catastróficos, fortuitos o deliberados, que sufre en esos momentos en los que Gipuzkoa, como la mayor parte de Europa, sufre las consecuencias de las guerras entre bandos nobiliares, -Yorks y Lancasters, Giles y Negretes, Armagnacs y Borgoñones...- se reducen a dos incendios. En el año de 1462 hubo en Hondarribia un incendio parcial y otro general en el de 1498, al que sólo sobrevivieron nueve casas. Sin embargo la población se recuperará de esa catástrofe y se mantendrá a lo largo de toda la Edad Moderna como un pujante centro urbano y comercial, a pesar de sufrir nuevos episodios destructivos a causa, principalmente, de los diversos asedios que sufre entre 1476 y 1876. Sólo la llegada del ferrocarril y la apertura de nuevas vías de comunicación -principalmente la carretera general, de la que queda apartada- conseguirán aminorar su antigua consideración, reduciéndola, casi, a la de un pequeño pueblo de pescadores. Estado de cosas que sólo se mantendrá hasta que recupere gran parte de su antiguo pulso perdido a lo largo del siglo XX. Algo que logrará fundamentalmente con el desarrollo de nuevas industrias -como la del Turismo- y la apertura de nuevas vías de comunicación como el aeropuerto que la comunica directamenbte con Madrid y Barcelona desde mediados del siglo XX.

A estos incendios hay que sumar el asedio de 1476, que se prolongará hasta el año 1477. En 1476 penetró en Guipúzcoa Alain de Albret "El Grande" con 40.000 hombres mientras Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se hallaban inmersos en la lucha por arrebatar el trono a la heredera del mismo, D.ª Juana, a la que apoyaba Portugal, aliado con la Francia de Luis XI. En este episodio participaron todos los caballeros de Bizkaia, Álava y Gipuzkoa, siendo Juan de Gamboa nombrado alcaide de la plaza sitiada. Alain de Albret tuvo que retirarse, aunque al año siguiente volvió a probar suerte con idéntico resultado. Por aquellas fechas la plaza era casi inexpugnable. Según Garibay: "La villa está en un alto y rodeada de una alta muralla. Las aguas del río la rodean en su mayor parte y suben en marea alta hasta la mitad de dicha muralla. Por la parte de la tierra se halla muy torreada. Es lugar fragoso donde a gran pena pueden andar los caballos". Violet-le-Duc también la describe, pero con mayor amplitud la hallamos en la Cronica de Hernando del Pulgar (parte 2.ª, cap. XXXVII), donde refiere hablando del sitio de Hondarribia ocurrido en 1476, que los de la villa, "acordaron defenderse por lo bajo de ella, desde los baluartes e desde las cavas que tenían fechas; e para esto derribaron lo alto de las torres e de las almenas, porque si la artillería de los franceses tirase al muro y lo derribase, las piedras que de él cayeran, no firiesen ni ocupasen a los que andaban debajo en derredor de la villa por de fuera, para la defender". Según inventario suscrito en 15 de mayo de 1508, las existencias de material de guerra almacenadas en este castillo eran las siguientes: 27 piezas mayores de artillería; pasa volantes y lombardas con dos servidores para cada una de ellas; tres piezas llamadas lombardetas; 14 lisardetas; 6 corbatanas; 28 ribaduquines; 5 espingardas; 3 barriles de pelotas de hierro; 56 barriles repletos de pólvora; 2 costales de salitre; una pipa llena de azufre; 133 ballestas; 46 poleas de hierro; 19 cajas de almacén; 375 manojos; 50 pares de corazas; 102 capacetes con sus baberas; 34 atados de lanzas usadas y 77 lanzas gruesas.

Los Alcaides que se hacen cargo de esta plaza desde 1491 a 1524, son los siguientes según relación de J. de Altadill: Año 1491, D. Juan de Gamboa que murió en el cargo en 13 de febrero de 1496; 1496, el capitán D. Diego de Ayala que falleció el 2 de marzo del mismo año; 1496, el capitán D. Hurtado de Luna desde el 12 de julio; 1506, D. Carlos Enríquez de Cisneros desde el 24 de agosto de 1506; 1506, Simultáneo con el anterior D. Pedro Ruiz de Ibarra, desde el 29 de marzo; 1511, D. Diego de Vera, capitán de Artillería desde el 30 de octubre; 1519, su hijo D. Fernando de Vera hasta el 17 de julio de 1519; 1524, D. Sancho Martínez de Leiva desde el 30 de marzo hasta su muerte en 30 de marzo 1542.

A la defensa de la plaza en sí hay que sumar también desde 1598 la presencia en la desembocadura del Bidasoa del castillo de San Telmo. Construido poor expresa orden real y destinado, como reza la inscripción sobre su dintel, a combatir las incursiones de corsarios de otras potencias en aguas del concejo, calificados por dicha inscripción, simplemente como "piratas", adjetivo que ha sustituido en el habla coloquial a su denominación original, siendo comúnmente conocido como el castillo de los piratas por dicha inscripción.

La anexión de la Navarra peninsular a Castilla a partir de 1512 mitigará en gran medida la conflictividad que rodea a Hondarribia en los siglos medievales. Buena muestra de esa nueva situación es el reforzamiento de lazos comerciales con Navarra. Así por ejemplo, diez años después de la incorporación a Castilla los hondarribiarras solicitan a las Cortes de Navarra que, en interés tanto del concejo como del virreinato, se estudie la posibilidad de canalizar el Bidasoa para facilitar el comercio exterior navarro. Navarra contestó depositando mil ducados de oro para auxilio de las obras que fueron subastadas, sin resultado práctico, por dos veces. Dice Ciriquian que Tolosa y San Sebastián protestaron por lo que esta canalización había de perjudicar los derechos de tránsito de la primera y los portuarios de la segunda, pero, no obstante, las negociaciones entre Hondarribia y Navarra continuaron. El virrey navarro visitó el río, se encomendó la redacción del oportuno proyecto de canalización al maestre Gil, de Gallur, y Hondarribia dejó en Pamplona, en garantía de sus compromisos, el pie de una cruz de más de 11 kg. de peso que era propiedad suya. El proyecto no llegó a buen término aunque, bajo una u otra forma, en 1569, 1597 o 1638 fue renovado, sin resultado, y siguió siendo suscitada esta cuestión hasta el siglo XIX. La ocupación napoleónica, por ejemplo, que devuelve a Hondarribia al pleno dominio de Navarra, acariciará por mano de algunos afrancesados locales nuevamente la idea de unir por medio de un canal Hondarribia con Pamplona.

Ese criterio independiente que lleva a la ciudad a esteablecer lazos más sólidos con su reino matriz -Navarra- que con el resto d la provincia, desencademnará numerosas disputas entre Hondarribia y el resto de Gipuzkoa. Son varias a lo largo de los siglos XVI y XVII, en el que alcanzan, tal vez, su punto más álgido, y las pormenoriza Gorosabel:

"Desde muy antiguo tuvo aquellas pretensiones de que en el paraje llamado Puntal, próximo á la misma ciudad, hubiese una gabarra para el tránsito de las gentes á Francia: sosteniendo además que sus alcaldes ordinarios eran los competentes para dar las licencias ó sea los pasaportes de las cosas que se sacasen á dicho reino. En una palabra, se dirigía á anular la merced que los Reyes Católicos hicieron á la provincia de la alcaldía de sacas, y en cuya larga posesión se hallaba ésta. Hondarribia se fundaba para su objeto en la consideración de que el paso de Beobia estaba en su jurisdicción; y añadía que en lo antiguo sus alcaldes cuidaban exclusivamente del contrabando de la frontera. Deducía de todo esto que la gracia de la alcaldía de sacas hecha á la provincia no podía perjudicar á los derechos existentes entonces; ó lo que es lo mismo, que debía entenderse sin perjuicio de tercero interesado. La provincia desestimó siempre tales pretensiones de Hondarribia; y sostuvo con firmeza la privativa jurisdicción de su alcalde de sacas en el mencionado paso. A consecuencia de este disentimiento, la entonces villa de Fuenterrabia demandó a la provincia sobre el particular en el consejo de Castilla por los años de 1560; y la segunda resentida de tan injusto proceder privó á Fuenterrabia de la suerte de la alcaldía de sacas, cuya jurisdicción no quería reconocer. Así subsistió hasta el año de 1621, en que esta ciudad propuso una composición. Por resultado de sus gestiones se consiguió hacer una concordia por escritura otorgada á 2 de mayo del mismo año; reducida á desistir Fuenterrabia de sus pretensiones y pleitos, reconociendo la privativa jurisdicción del alcalde de sacas en todo el paso de Beobia. En consideración a esta sumisión, y en la de haber estado Fuenterrabia excluida de la suerte de dicha alcaldía en más de sesenta años, la provincia le concedió dos turnos extraordinarios. No obstante una transacción tan solemne, la expresada ciudad renovó después en diversas ocasiones sus antiguas pretensiones. Tal sucedió en el año de 1675 en que los alcaldes de ella quisieron y se empeñaron en que sus vecinos no fuesen registrados por los guardas de la alcaldía de sacas al pasar á Francia, pretendiendo antes bien dar ellos mismos los pasaportes de las extracciones que se hacían al propio reino. Otras veces tenían el empeño de que la gabarra del paso estuviese situada en el Puntal, ó sea en la proximidad de la ciudad. Sus alcaldes no dejaron tampoco de intentar apropiarse el conocimiento de las causas de denuncias de contrabando hechos por los mismos, sus dependientes ó vecinos. Pero la provincia rechazó siempre con energía tales exigencias, que ningún otro alcalde tenía, sosteniendo la privativa jurisdicción de su alcalde de sacas; y he aquí el motivo de nuevos y largos pleitos seguidos ante el Consejo de Castilla. El resultado de ellos fue que este supremo tribunal declaró en el año de 1713 que la jurisdicción del alcalde de sacas era acumulativa y preventiva con los ordinarios de Hondarribia en su territorio".

La localidad de Hondarribia se vio envuelta en un famoso proceso de brujería en el año 1611. Bajo la acusación de librarse a actividades brujeriles, formulada por niños, fueron detenidas varias supuestas brujas. Eran las encartadas: María de Garro, Inesa de Gaxen, María de Illarra y María de Echagaray. Les requisaron sus bienes y se escribió al inquisidor Salazar. 41 personas fueron testificadas durante estos acontecimientos coetáneos a los que culminaron, en 1610, con el Auto de Fe de Logroño; una sola confesó conocer la existencia de un conventículo de brujas o akelarre en el lugar. Todas las mujeres acusadas acabaron por declarar que eran brujas menos la indomable Inesa de Gaxen que, a pesar de todas las presiones y malos tratos recibidos, negó hasta el final. A los meses, la Inquisición las indultó a todas, devolviéndoseles sus bienes, pero quedando pendiente sobre ellas una pena de destierro a ejecutar por las autoridades civiles de Hondarribia. El grupo teatral "Intxixu" de Oiartzun, dirigido por Eugenio Arocena, montó en la primavera-verano de 1980 la obra libre Inexa, basada en tales acontecimientos pero orientando la acción y el guión hacia una interpretación feminista de la represión de tal heterodoxia en el País Vasco.

El proceso del año 1611, así como casos posteriores que tienen también lugar en Hondarribia -concretamente en el año 1636-, constituyen un valioso ejemplo de una actitud prácticamente única en la Europa de la época: la del rechazo, tanto por parte de autoridades religiosas como civiles, de la creencia en la existencia de brujas. Un criterio que en el resto del continente deberá esperar un siglo para ser aceptado comúnmente.

Hondarribia queda constituida tras el periódo bajomedieval de las guerras de bandos en señor jurisdiccional de un amplio territorio. Ese status de señorío colectivo, común en la Europa de la época, ocasionará largas y constantes disputas jurisdiccionales con las poblaciones sometidas a su dominio. Las principales fueron con Irún sobre la carga y descarga de mercaderías, demolición de casas construidas, exequias de personas reales, imposición de sisas, entrega de repartimientos, servicios militares, reconocimiento de pesas y medidas, y, en general, sobre cualquier aspecto que afirmase la exención de la jurisdicción señorial de Hondarribia. Este mismo pueblo y los de Lezo y Pasaje de San Juan tuvieron otras diferencias con Hondarribia sobre los servicios militares de sus vecinos en las ocasiones siguientes, según relación de Gorosabel:

"Se suscitaron otra vez en el de 1615 con motivo de las entregas de la infanta D.ª Ana y princesa D.ª Isabel, y aparato que los franceses pretendieron poner en una isla del río; pero las que tuvieron lugar en el año de 1617 fueron todavía más graves. Dos malhechores, que trataban de pasar á Francia, se embarcaron en una gabarra en la parte de Fuenterrabía; cuyos alcaldes con esta noticia ordenaron al preboste que con otros seis compañeros fuesen en una chalupa á detenerlos. Al llegar así a la parte de Endaya, fueron acometidos por los de este pueblo, presos y maltratados, y quemaron la chalupa que llevaron. Los de Fuenterrabía tomaron en rehenes a cinco moradores de Endaya; y habiendo cogido cinco gabarras de estos, las quemaron en rebancha. Estos primeros hechos dieron ocasión a mútuas represalias; tales como el embargo de barcos franceses que estaban en el puerto de Pasages, y la prisión de varios vecinos de Fuenterrabía hecha por el gobernador militar de Bayona. Al mismo tiempo que ocurrían estas cosas, los franceses colocaron en una de las islas del río Vidasoa un mastil ó palo grande, como en señal de su posesión. A su consecuencia los alcaldes de Fuenterrabía con cien vecinos armados fueron al dicho sitio, arrancaron el expresado palo y lo quemaron junto á la lonja á la vista de Endaya. De todos estos sucesos tomaron conocimiento los gobiernos español y francés; por cuya intervención se arreglaron las diferencias con restitución de los prisioneros y barcos. Habiendo fallecido en el año de 1621 el rey D. Felipe III, decretó la provincia que en todas las villas se celebrasen sus honras con la solemnidad posible; y que el día siguiente se levantasen los pendones por la magestad de D. Felipe IV. Consiguiente á esta determinación, Fuenterrabía señaló día para ambas funciones; y pasó un mandato á los lugares de Irun, Lezo y Pasage, para que sus vecinos concurriesen á la ciudad armados y con lutos á dicho efecto. Estos tres pueblos no se creyeron obligados á semejante concurrencia; y antes bien la consideraron como opuesta y ofensiva á su estado civil. Trataron pues de excusarse de ella; y á fin de explicar las razones en que fundaban su falta de asistencia, pasaron a Hondarribia sus respectivos regidores Cristóbal de Zumarrista y Vicente de la Torre. Los concejales de dicha ciudad no quedaron satisfechos de las consideraciones que estos dos comisionados alegaron; y muy al contrario les prendieron y pusieron en la cárcel pública. Apelaron ellos de tamaña arbitrariedad y violencia para ante el corregidor de la provincia; y aunque este decretó su inmediata soltura, sin perjuicio del resultado de la causa, no fué obedecido. Al cabo de veinte y tres días de rigurosa prisión, se terminó este asunto por medio de una escritura de concordia, que se llegó á otorgar en 14 de junio del propio año. En ella los lugares de Lezo y Pasage prometieron acudir á Fuenterrabía todas las veces que se ofreciesen semejantes ocasiones y otras del servicio de su magestad, segun lo habían acostumbrado hacer hasta entonces. Fuenterrabía por su parte sobreseyó en el procedimiento criminal principiado".

Sin embargo, pese a acuerdos puntuales como esos, las tensiones entre las tres comunidades y el cabildo de Hondarribia continuarán, en ocasiones con verdaderas rebeliones a mano armada como la que protagonizan los vecinos de Irun en los años de 1667 y 1669. Esas disensiones y el empeño constante de las comunidades afectadas por el señorío de Hondarribia llevará a la disgregación del mismo a medida que entre finales del siglo XVIII y mediados del XIX Pasajes e Irun en primer lugar y Lezo en último, sean independizadas del dominio señorial de Hondarribia.

Si el sitio de 1476 hay que enmarcarlo en el contexto de las luchas entre las coronas de España y Francia por el predominio sobre Europa, el que cercará a Hondarribia durante dos meses del verano de 1638 obedece a ese mismo esquema geoestratégico pero desarrollado a una escala mucho más amplia: la de la llamada Guerra de los Treinta Años que involucra, prácticamente a todas las potencias de Europa alineadas respectivamente en el bando católico y en el protestante. En 1636 tropas españolas engrosadas por las milicias forales de Gipuzkoa invaden Lapurdi. En 1638 son las tropas francesas las que irrumpen en Guipúzcoa. La plaza de Hondarribia será asediada en toda regla entre comienzos de julio y comienzos de septiembre de ese año por un numeroso ejército francés mandado por el príncipe de Condé, al mismo tiempo que el arzobispo de Burdeos bloquea la plaza por mar con una gran escuadra cuya nave insignia es el navío de prestigio La couronne, prácticamente recién construido pero que, a pesar de la espectacularidad de su presencia en la bahía de Txingudi, será completamemnte inoperante desde el punto de vista militar. Al igual que el resto de los navíos bajo el mando del arzobispo Sourdis que sólo podrán anotar una victoria parcial en 22 de agosto de 1638 sobre la flota de socorro al mando de Lope de Hoces, acorralada en Getaria y destruida -a excepción de uno sólo de sus navíos- por medio de la eficaz táctica de brulotes incendiarios. Una operación que, sin embargo, no es coronada por el éxito al ser rechazada la operación de desembarco en Getaria por efectivos de las milicias de leva foral de varias villas -de la propia Getaria, de Zarazutz...- concentradas en ese punto para evitar que esa otra plaza fuerte guipúzcoana, y, sobre todo, su magnífico puerto natural, cayerán en manos francesas. Comenzó el sitio de Hondarribia el día 1 de julio, y duró por espacio de sesenta y nueve continuados. La guarnición se componía de soldados irlandeses, de vecinos de la misma ciudad y de los tercios de las villas de Tolosa y Azpeitia, que por disposición de la provincia entraron en la plaza para su defensa hasta sumar 700 hombres al mando del bilbaíno Domingo de Eguía y de los dos alcaldes de Hondarribia electos para ese año de 1638, don Pedro Saez de Izquierdo y el capitán Diego de Butrón, especialista en las tácticas de minado y contraminado, fuindamentales para la defensa de una plaza ante un asedio del de las características que había cercado a Hondarribia. Las penalidades de este largo y empeñado sitio fueron muy grandes. El enemigo abrió dos brechas en la muralla, de manera que se podía subir por ellas a caballo, voló siete minas, dio nueve asaltos, en todos los cuales fue rechazado. Sus bombas destruyeron multitud de casas de la población. A pesar de todo esto y de la escasez de víveres, la plaza se defendió valerosamente hasta el día 7 de septiembre en que fue socorrida por el ejército español al mando de D. Juan Alonso Henríquez de Cabrera, almirante de Castilla, que tras un dificultoso avance desde el puerto de Pasajes reconquistado a los franceses, cayó tras marchar por Jaizkibel en condiciones extremas sobre tropas francesas acvantonadas en campamentos fortificados erigidos en torno a los alrededores de la ermita de la Virgen de Guadalupe. Una vez rotas las primeras defensas francesas por las vanguardias españoles, el pánico se apoderará de las tropas y les obligó a huir hacia Hendaya. Los franceses e Luis XIII que, salvo excepciones, se retirarán en desorden hasta el Bidasoa. Sus bajas se estiman en 1.500 muertos, 2.000 prisioneros y otros 2.000 hombres ahogados al pasar el brazo de mar que separa Hondarribia de Hendaya. Los españoles se apoderaron de un rico botín en dinero, alhajas, vestuario, documentos de gran importacia para los altos oficiales de aquel ejército de sitio, toda clase de pertrechos, 20 piezas de artillería con sus respectivas municiones y 54 banderas. Se ha hecho célebre el párrafo de la carta que, tras este acontecimiento, envió Domingo de Eguía a su mujer, resumiéndole el final del sitio: "Amiga: Como no sabes de guerra te diré que el ejército enemigo se dividió en cuatro partes: una huyó. Otra matamos. Otra prendimos y otra se ahogó. Quédate con Dios que yo me voy a cenar a Fuenterrabia". Al margen del mayor o menor conocimiento del Arte de a Guerra de la esposa de Domingo de Eguía, Henao y Soraluce nos hablan sin embargo del valor de cien mujeres armadas entre los sitiados que se ofrecerán a tomar puesto de combate en las murallas (Soraluce: Historia General de Guipúzcoa., Vitoria, 1870, t. II, Lib. IV). Relata Gorosabel que, Felipe IV, muy satisfecho de tan feliz suceso, dirigió a Hondarribia el 15 del mismo mes de septiembre de 1638 una carta en la que le manifestó su real aprecio, ofreciendo la reedificación de las casas derruidas y hacer otras mercedes a Homndarribia. Entre ellas la concesión del título de ciudad:

"El rey.-Justicia, regimiento, caballeros hijosdalgo de la muy noble y muy leal villa de Fuenterrabía. Por lo que ha escrito el almirante de Castilla en 7 de setiembre se ha entendido cómo, despues de haber acometido al enemigo aquel día, fue Nuestro Señor servido de dar tan feliz suceso á mis armas, que pudo aquella noche entrar en esa villa despues de haber rompido y puesto en huida al enemigo con otra pérdida de su gente, banderas, artillería, municiones y vagaje. Con que salió esa plaza del aprieto en que se hallaba, habiendo con un valor indecible resistido por discurso de sesenta y nueve días el sitio que puso sobre ella; llevando las incomodidades que en este tiempo se ofrecieron con tanta bizarria, que sin reparar en las haciendas y vidas mantuvisteis la reputacion de mis armas con la fidelidad que siempre lo habeis hecho, dando ejemplo á todas las naciones vuestra constancia y valor; de que haré siempre singular estimacion, como merece servicio tan particular, pues en él consistió la gloria de tan feliz suceso. Y aunque todo viene de mano de Nuestro Señor, reconozco la parte que en él habeis tenido, que es tan especial y conforme a vuestras obligaciones, y así lo manifestaré haciéndoos grandes mercedes. Y si bien tengo resuelto algunas, me diréis las que se os ofrecieren, que sean de mayor conveniencia vuestra, para que tome resolución en ellas. Y desde luego ofrezco la pronta reedificación de vuestras casas, y he mandado al almirante me envíe relación de lo que importe el gasto, para que se provea sin dilación, y que se de á cada vecino por ahora el socorro que de él entenderéis. Tambien he mandado me informe de los que se señalaron en esta ocasion, á quien se deban dar ventajas sobre cualquier sueldo, porque tan buenos vasallos queden remunerados, y haya memoria en todos tiempos de la fineza con que habeis perseverado y resistido en la oposicion del ejército del enemigo, pues hasta las mujeres acudieron á todo lo necesario, gobernándose con tal valor que no se excusaron de las acciones de mayor riesgo. De que me doy por muy obligado, y de lo mucho y bien que obrasteis en este sitio, asi en daño del enemigo, como en vuestra defensa. Y es cierto no olvidaré el amor y perseverancia con que os habeis expuesto a las invasiones del enemigo, y teniendo tanta parte en que mis armas conserven el crédito que han adquirido en todas partes. Madrid á 15 de setiembre de 1638.-Yo el rey."

Como se deduce de este documento, el rey encargó a Hondarribia le propusiese las gracias que le pareciesen más convenientes para su reparación y premio de sus habitantes. Correspondiendo a esta invitación, después de haber sido ya honrada con el título de ciudad, dirigió al rey una exposición, por la cual solicitaba las mercedes siguientes:

1.ª Que se reparase la fortaleza, haciendo nuevas obras.

2.ª Que se pagasen por la real hacienda los daños sufridos durante el sitio, previa tasación de los mismos.

3.ª Que se le asignase la renta de cuatro mil ducados en sustitución de la que le producían la lonja y molino.

4.ª Que a imitación de los reyes progenitores de Felipe IV concediese a todos los naturales y vecinos de la ciudad que estuvieron en el sitio y a sus descendientes iguales privilegios a los dados a la villa de Valderas y a Antona García vecina que fue de Toro.

5.ª Que a los naturales originarios de Hondarribia se les guardasen fuera de la provincia los privilegios y exenciones concedidas a los hijosdalgo de sangre, sin necesidad de otra prueba que la de ser tales originarios.

6.ª Que se despachase cédula para que las mercaderías que se conducían de Navarra y Aragón por San Sebastián y Bilbao se porteasen precisamente por el puerto de Hondarribia.

7.ª Que el paso para Francia se estableciese en el puntal de la misma ciudad, residiendo también en ella el correo mayor, (esto es: la administración de correos principal de la zona).

8.ª Que los vecinos y naturales de Hondarribia gozasen de la naturaleza de españoles en todos los reinos, librándose cédula de ello, como también para que en las juntas de la provincia tuviese el primer asiento y voto.

9.ª Que se despachase cédula de confirmación de todos sus fueros, privilegios, exenciones y costumbres.

10.ª Que así bien se librase cédula para que se guardasen las ejecutorias que tenía ganadas respecto de los lugares de Irún, Lezo, Pasage, barrio de Jaizubia y demás pueblos.

11.ª Que todas las licencias que se diesen para meter en estos reinos mercaderías de contrabando fuesen con la precisa calidad de que hubiesen de entrar por la barra y puerto de esta ciudad.

12.ª Que todas las penas de cámara que se causasen en ella fuesen para la misma.

13.ª Que se le diese facultad para nombrar cada año dos diputados con voz y voto en el Ayuntamiento de entre los que hubiesen sido alcaldes o tenientes de alcalde.

14.ª Que los oficios de escribanos de número y del Ayuntamiento, los procuradores, los del gobierno municipal, y demás que necesitase la ciudad fuesen propiedad de la misma.

15.ª Que todas las causas civiles y criminales de entre vecinos de Hondarribia feneciesen ante los alcaldes de ella, salvo el recurso de apelación para ante el corregidor o a la real chancillería.

16.ª Que a los vecinos de esta ciudad se les guardasen las exenciones que tenían, así en la preferencia de cargas de navíos de este reino, como respecto de la libertad de navegación en los puertos de él.

17.ª Que igualmente se les guardase el privilegio de preferencia en la carga de barcos extranjeros.

18.ª Que los descargos de la real hacienda tocantes a esta plaza se hiciesen en Hondarribia, como anteriormente.

19.ª Que en caso de no haber derecho de tercero que lo impidiese, se le hiciese merced de la jurisdicción de la canal y puerto de Pasajes; para cuyo efecto se examinasen los títulos que tenían San Sebastián y Rentería sobre esa jurisdicción.

20.ª Que los oficiales mayores del sueldo de guerra residiesen en Hondarribia, como lo hacían antiguamente.

21.ª Que se estableciesen en esta ciudad dos mercados semanales, y que la feria franca que había en Irun por setiembre se trasladase a la misma.

22.ª Que todos los juros que tuviesen sus naturales y vecinos, y las obras pías fundadas en ella se pagasen sin baja ni descuento alguno.

23.ª Que se le despachase titulo de muy valerosa, se remediase la miseria en que estaban sus vecinos, se entregasen a cada uno los quince ducados ofrecidos, y se pagasen los bastimentos que dieron durante el sitio.

El rey finalmente accederá de manera un tanto genérica a esa larga lista de peticiones. Así despachará una real cédula de título de muy valerosa ciudad, que ya estaba concedido de antes; hizo también a Hondarribia la merced del patronato de la iglesia parroquial de la villa de Elgoibar con el goce de los frutos decimales de la misma villa. A los vecinos que fueron oficiales durante el sitio les dio grados de tales en el ejército, sin necesidad de más servicios, y a las hijas de la misma ciudad otorgó igualmente la preferencia en las obras pías que mandó fundar. Felipe IV hizo también partícipe a la ciudad del producto de las penas de cámara que se causasen en ella por tiempo de cuarenta años para reedificación de sus murallas. Otorgó finalmente la gracia de que la barca del paso de Behobia se trasladase a la misma ciudad, y dio la competente comisión para hacer la averiguación y liquidación de los daños que tuvieron los vecinos durante el sitio. Las demás pretensiones no fueron tomadas en consideración. Los sitios de Hondarribia, pero en especial el de 1638, merecieron frecuentes alusiones en la literatura del siglo de oro español. Así en La Arcadia, Los ramilletes de Madrid, Juan de Dios y Antón Martín, de Lope de Vega; La sombra de Mos de la Forza, de Quevedo; No hay cosa como callar, de Calderón, etc.

La preeminencia otorgada a Hondarribia por las concesiones merecidas a raiz del asedio de 1638, ahondaron aún más las diferencias que atenuaban su integración en la estructura provincial guipuzcoana surgida a partir dle siglo XIII. Así, durante 15 años, Hondarribia dejó de asistir a las Juntas Generales de Guipúzcoa y trató de gestionar su reunión a Navarra. Gorosabel relata así este incidente que pone de relieve, una vez más, la mayor convenienca que geográfica y económicamente sigue representando para Hondarribia el reino de Navarra del que es desgajada en el año 1200:

"Apenas hubo alcanzado esta en el año de 1638 el título de ciudad, dejó de concurrir á las Juntas generales y particulares de la provincia con pretextos diferentes; pero la verdadera causa de su desvío era otra, la cual no tardó en descubrirse. Tenía en efecto la pretensión de que sus procuradores hubiesen de ocupar en las Juntas el primer asiento, votando tambien los primeros; y que en las convocatorias se antepusiese el nombre de ciudad al de villas. Quería en una palabra sobreponerse en el uso de prerrogativas á todos los demás pueblos, perjudicando en su antigua posesión y costumbre á los que estaban mas adelantados por su mayor importancia, y por consiguiente mas recargados en el encabezamiento fogueral. Como la provincia no dio lugar a tan irregulares exigencias, Fuenterrabía prefirió dejar de asistir á las Juntas á tener en ellas el asiento anterior; asiento que en su envanecimiento le parecia ya inferior á su nueva categoría. La defensa de la plaza de Fuenterrabia se hizo, no por solos sus vecinos, sino en union de la tropa y los tercios de otros pueblos, que entraron en ella por mandado de la provincia, como lo demuestra la historia de su asedio. Si pues era justo que para perpetuar la heróica resistencia de esta plaza en la mencionada ocasion se le diese el titulo honorífico de muy valerosa ciudad: si lo era tambien que se premiase á sus hijos que se hubiesen distinguido en ella: no lo era seguramente el que quedasen oscurecidas las glorias de los demás guipuzcoanos. Ni era regular quedasen estos postergados en sus honores, despues de haber derramado su sangre, y hecho por la salvacion de este pueblo tantos sacrificios, que parece se desconocian despues. Así lo comprendió la provincia, manifestando el sentimiento que le causó semejante comportamiento; á lo que se agregó la noticia de que Fuenterrabia andaba gestionando por su incorporacion al Reino de Navarra, separándose de Guipuzcoa".

Por un informe presentado a las Cortes de Navarra en octubre de 1795 publicado por Florencio Idoate en Rincones de la Historia de Navarra (II) sabemos en qué consistieron dichas gestiones:

"Puerto propio que fomente el comercio interior y exterior de Navarra, ha sido de los intereses de primera consideración de sus Cortes generales en este y el pasado siglo. En las celebradas el año 1644, se confirió entre nuestro nacional Congreso y el cabildo secular de Fuenterrabía, población del rey D. Sancho, sobre restablecerse el absoluto, recíproco y libre comercio entre Navarra y aquella ciudad, que lo hubo de inmemorial hasta que se dificultó en el año de 1521, con la sangrienta guerra entre Carlos V y Francisco I de Francia, en que se apoderaron los franceses de Fuenterrabía y del castillo y ciudad de Pamplona, distrayendo éstos el tráfico de Fuenterrabía y abrigándolo a Bayona, San Juan de Luz y Ciburu. En aquellas conferencias se presentan las ventajas y desconveniencias en restaurarse aquel comercio y resalta la oficiosidad de Fuenterrabía en su anhelo por el mutuo comercio con Navarra y porque se hiciese a ese fin navegable el río Bidasoa. Y aparece una precaución acertada en aquellas Cortes; ya se había acordado en las de 1642 que se diesen cartas de favor a la villa de Rentería para la pretensión que tenía del puerto, atento venía a ser esto en favor del Reyno, y que en nombre del Reyno se hiciesen con el rey, su visorrey y demás personas todas las instancias convenientes para que en el decreto de la circunvecindad del puerto de Pasage-Rentería, sea comprendido en este Reyno. Y que la Diputación lo representase y suplicase a S. E., advirtiendo no se hablase sino, en cuanto a que se comprendiese al reyno de Navarra en dicha circunvecindad, sin tratar de otros intereses que los del Reyno, ni adherirse en la causa a ninguno de los pueblos que litigaban. Ni en las Cortes de 1642 y 44 no pasó de plática el proyecto, aunque se remitió a ulterior examen cometido a la Diputación, y ignora la Junta volviera a ponerse en movimiento hasta las Cortes de 1702". Ante la negativa hondarribiarra a volver a integrarse a Gipuzkoa, las Juntas guipuzcoanas acordaron separar oficialmente a la ciudad. Dice Gorosabel: "El acuerdo de esta grave determinacion, redactada con duras expresiones, fué tomado en las Juntas generales celebradas en la villa de Tolosa por el mes de abril de 1651, mandando que no se hablase mas de ello. Fuenterrabia fué considerada desde entonces como un pueblo extraño á la provincia en todas sus antiguas relaciones, y en su lugar fué admitida la representacion de la Universidad de Irun, que no había tenido parte en esta excision. Congregadas en la villa de Elgoibar por el mes de mayo de 1653 las Juntas generales, Fuenterrabia prestó en ellas su obediencia y sumision á la provincia, desistiéndose formalmente de sus anteriores pretensiones; y al cabo de quince años de separacion volvió á la hermandad de Guipuzcoa con el mismo asiento que tenía antes en las Juntas provinciales".

Hondarribia, como ya había sucedido en ocasiones anteriores, servirá por su carácter fronterizo, de escenario tanto a las guerras como las ceremonias de paz que se desarrollan a lo largo de los siglos XVI y XVII entre los Habsburgos españoles y los Borbón.

El punto más alto de ese papel de escenario privilegioado de los encuentros diplomáticos entre ambas dinastías, se alcanza en el verano del año 1659, cuando don Lope de Haro y el cardenal Mazarino discuten las condiciones en las que los dos reinos, agotados por casi ochenta años de guerra, buscan firmar una paz que se sellará con el matrimoinio entre la hija de Felipe IV y Luis XIV.

Esas negociaciones tratarán de establecer no sólo la paz entre ambas coronas, sino un statu quo para toda Europa que asegure al menos algunos años de paz. Con ese motivo importantes personajes, como el futuro Carlos II Estuardo, rey de Gran Bretaña, acudirán a la ciudad con la esperanza de que alguna de las dos potencias sustente su causa. Un vano empeño que culminará con el enfriamiento de las relaciones entre Felipe IV y el próximo rey de Gran Bretaña. Algo que facilitará el acercamiento de éste al reino de Portugal, en esos momentos sublevado contra la autoridad española.

La boda concertada entre ambos monarcas se celebrará en Hondarribia por poderes a principios de junio del año 1660. La ceremonia será de una considerable espectacularidad, reuniéndose otra vez los séquitos de ambas cortes en la comarca del Bidasoa. Una ocasión que servirá a Hondarribia para renovar las gracias concedidas por Felipe IV en el año 1638, aunque de ese mismo viaje surgirá el proyecto de convertir a San Sebastián en ciudad, lo cual se llevará a efecto en el año 1662. Algo que, evidentemente, rebaja un tanto ese título conseguido por Hondarribia en 1638 y que hasta ese momento ha ostentado en solitario en toda Gipuzkoa.

El estado de guerra habitual en la Europa de la Edad Moderna, sin embargo, no tardará en invalidar el acuerdo sellado por el matrimonio con Maria Teresa. Habrá nuevas guerras entre los dos reinos que darán pie a que Hondarribia entre, de nuevo, en conflicto con la provincia y con las poblaciones sobre las que ostentaba su señorío jurisdiccional tanto en asuntos civiles como militares.

No se resignaba Hondarribia a ir perdiendo la obediencia de los lugares sobre los que había tenido preeminencia señorial. Con Pasajes tuvo un conflicto grave en 1674. Las diferencias dimanaron -según relata Gorosabel- de una carta que el Ayuntamiento de aquélla pasó al del segundo, mandando que algunos vecinos del mismo hiciesen guardia en el castillo de Santa Isabel para la mejor seguridad del puerto en esos momentos en los que está en marcha la llamada Guerra de Holanda en la que el rey español se aliará en contra de Luis XIV con sus antiguos enemigos de las Provincias Unidas de Holanda. Los de Pasajes creían que semejantes órdenes le debían ser comunicadas directamente por la provincia o por su coronelía, encargada de administrar las funciones militares de esa institución. Consideraron como una novedad perjudicial a sus libertades la que había recibido en los términos expresados. Para dar esta satisfacción, fueron a Hondarribia el capitán Francisco de Ugarte y Fabián de Goicoechea, regidor y diputado del mismo lugar, a quienes los alcaldes de aquélla arrestaron sin más y sin formación de causa, y así les tuvieron presos muchos días. Pasajes dio conocimiento de esto a la Diputación de la provincia con lo que se inició un expediente contencioso. Se fallo éste en Azkoitia el 9 de octubre de 1675 con acuerdo del doctor D. Pedro Angulo y Lugo, catedrático de primera de cánones de la Universidad de Valladolid y abogado de su chancillería, amparando al lugar de Pasajes en la posesión de arbolar bandera, nombrar capitanes, alféreces y demás oficiales en los casos de guerra que se ofreciesen independientemente de Hondarribia. Por esta sentencia se declaró también que el lugar de Pasajes, en lo militar, debía depender inmediatamente de la provincia y de su coronelía, salvo cuando Hondarribia tuviese orden de la provincia para darla a los lugares de su jurisdicción, y en los casos de honras reales y levantamiento de pendones. La ciudad de Hondarribia apeló de esta determinación para ante el Consejo Supremo de la Guerra, y aunque éste libró la real provisión compulsoria y citatoria, no encuentra Gorosabel noticia de ulterior resultado del negocio, el cual al parecer quedó así terminado, o a lo menos suspendido.

Un incidente con los hendayeses estuvo a punto de dar al traste con la precaria paz entre Francia y España. Para evitar que una nueva guerra de coalición contra Luis XIV se precipitase antes de tiempo, intervinieron las Juntas Generales de la provincia sin conseguir ser obedecidas por los hondarribiarras. El incidente en cuestión se originó -relata Gorosabel- el año de 1679 por causa de haber acudido los de Hendaya con barcos de quilla con motivo del tránsito de la reina D.ª María Luisa de Borbón.

"Quejáronse los franceses de que los de Fuenterrabia habían cometido contra ellos algunos atropellos y otros excesos, tales como el haberles quemado una chalupa en que ciertos sacerdotes y criados del príncipe de Ancourt fueron en ocasion de dicho tránsito real, y haber ultrajado la bandera blanca de su nacion. Para su castigo se reunieron el año siguiente tropas numerosas en las cercanías de Bayona, con el intento de invadir á Guipuzcoa, y al mismo tiempo se situaron en la concha de Fuenterrabia cuatro fragatas de guerra, que apresaban á cuantas embarcaciones entraban y salían del puerto. A esto siguieron diferentes actos de reciprocas ilidades, daños y males. En vista de un estado tan grave de cosas, se reunió esta provincia en Junta General en la ciudad de San Sebastián. Conforme á las órdenes que había recibido del rey, quería ella evitar un rompimiento de parte de la Francia; y para este efecto procuraba quitar hasta el pretexto de realizarlo. A este fin, la Junta decretó algunas providencias, que estaban a su alcance. Una de ellas fue la de nombrar á D. Martín Antonio de Barrutia y Salinas, vecino de Mondragón, por juez de comisión para la averiguacion de los supuestos excesos, arrestar en su caso á los culpados y conducirlos á San Sebastian. En cumplimiento de su comision, Barrutia se dirigió con su asesor, escribano y alguacil á dicha ciudad; pero al llegar al convento de capuchinos, su guardian y uno de los predicadores, con quienes conferenció sobre el asunto, le persuadieron á que no intentase entrar en ella. Era público en efecto allí que los vecinos estaban armados, y resueltos á no permitir que se hiciese procedimiento alguno contra ellos; y aun á matarle, si trataba de practicar la menor diligencia en orden á averiguar sus culpas. En vista de un estado tan alarmante de cosas, el juez de comision Barrutia no se atrevió á pasar adelante; pero deseoso de cumplimentarla del mejor modo posible envió al predicador de dicho convento á la ciudad á representar á sus alcaldes el objeto de su viaje. Tampoco pudo tener efecto esta misión; porque, habiéndole salido al encuentro unos sacerdotes, no permitieron al padre predicador ir adelante por medio alguno, y tuvieron que regresar. Presentado Barrutia en la Junta General, que continuaba reunida en San Sebastian, dió en ella cuenta de lo ocurrido; en cuya vista se dispuso recibir la informacion, que estaba acordada, en los lugares circunvecinos sin entrar en Fuenterrabia. En tanto escribió esta à la junta que sus procurados por algunos impedimentos no podían asistir à ella; y la provincia volvió á oficiar a la ciudad que nombrase otros apoderados que no estuviesen impedidos. Con esta comunicación salió un propio para la ciudad. Antes de llegar á su recinto tropezó con ocho clérigos de ella con armas de fuego, quienes le registraron; y habiéndole encontrado el pliego que llevaba, le requirieron para que volviese con él á San Sebastian, pues que no había ya Fuenterrabia para órdenes de Guipuzcoa. No contentos con esto los dichos sacerdotes, le amenazaron con puñales y le rompieron el vestido; por lo que tuvo tambien que regresar sin entregar el oficio. La provincia comunicó este grave suceso al rey para el oportuno remedio, y continuó recibiendo la información acordada sobre la resistencia de los de Fuenterrabia á su autoridad. Fundándose en lo resultante de ella, la junta general de 21 de mayo de 1680 decretó que por cuanto el estado de las materias, y deseo de la quietud comun, no permitían por entonces aplicar con todo rigor la ley foral contra los inobedientes, como lo eran los vecinos de Fuenterrabia, y reservándose cumplirla en tiempo oportuno, les declaraba excluidos para siempre de la hermandad de Guipúzcoa. Comunicose desde luego al rey la precedente resolucion para su conocimiento y aprobacion. Su magestad manifestó en contestacion el aprecio que le merecía la provincia por la fidelidad y celo con que procedía; pero al mismo tiempo dió a entender el deseo de que mantuviese buena correspondencia y union con Fuenterrabia en consideracion a la lealtad y estado en que se hallaba esta ciudad. Al recibo de esta real cédula se convocó junta particular en la ermita de Olas; en la que por satisfacer los deseos del rey, se acordó restituir a Fuenterrabia á la hermandad guipuzcoana. Esta ciudad no se prestó por de pronto á realizar la union, á título de que el negocio estaba pendiente en la vía de justicia ante el consejo real; lo cual era añadir un nuevo desaire á los desacatos anteriores. Por fin, mediante real provision de 3 de octubre del mismo año 1680, se declaró nulo el acuerdo hecho por la junta, excluyendo á Fuenterrabia de la hermandad de la provincia; y por consiguiente se mandó por aquella que esta ciudad estuviese unida á ella como hasta entonces, con los honores que le pertenecían. En su cumplimiento Fuenterrabia fue admitida en las juntas generales inmediatas en los mismos términos en que lo estuvo antes."

Sigue relatando Gorosabel que otra diferencia no menos grave entre la ciudad y la provincia, si bien de distinta naturaleza, ocurrió más adelante.

"En el año de 1693 los guardas de la alcaldía de sacas denunciaron en el puente de Mendelo cierta cantidad de dinero á la cartera de Fuenterrabia, que la conducía de San Sebastian. A su consecuencia los alcaldes de aquella ciudad, acompañados de diez y seis vecinos de la misma, se presentaron el siguiente día muy de mañana en la casa aduana de Irun, donde arrestaron al alcalde de sacas, que todavía no se había levantado. Conducido con este aparato de fuerza en calidad de preso á la casa concejil de Fuenterrabia, le hicieron cargos en ella, á la manera de un tribunal á un reo, sobre el hecho de haber detenido las cartas que llevaba la expresada mujer; pero satisfechos de sus explicaciones, ó tal vez por temor de las consecuencias de su arbitrario proceder, le dejaron en libertad. La provincia, á quien el alcalde de sacas comunicó este suceso, dió comision para su averiguacion al licenciado D. Juan de Larreta. Presentóse éste en el sitio: formó el correspondiente expediente judicial: y visto lo resultante de la informacion de testigos recibida al efecto, la diputacion acordó corregir personalmente á los tres sujetos de Fuenterrabia, que aparecían mas culpables. En su cumplimiento se despachó un comisionado á requerir á estos para que hiciesen su compa recencia ante la diputacion. Ellos, sin embargo, no solamente desobedecieron al llamamiento de esta corporacion; sino que pusieron preso en la cárcel pública al sujeto que llevó dicha comision, quitándole violentamente el despacho de ella. Todavía no satisfechos con esto, escribieron á la diputacion una carta en los términos mas impropios y aun amenazantes. Ofendida la provincia de tan incalificable proceder, dió conocimiento de toda la ocurrencia al rey y á su consejo; cuyo tribunal por real provision de 15 de abril del mismo año mandó la inmediata soltura del comisionado arrestado por los de Fuenterrabia. Ordenó así bien la comparecencia personal de los alcaldes de esta ciudad en la córte en el término de quince días; la cual verificada, y dadas por ellos algunas satisfacciones, quedó terminado sin mas progreso este ruidoso incidente."

El siglo XVIII se inauguró también con incidentes, esta vez ocasionados por la visita del nuevo rey de la dinastia Borbón, designada heredera al trono de España por el último testamento de Carlos II, en 1701. Pretendió Hondarribia, dice Gorosabel, que uno de sus alcaldes saliese con compañía formada de sus naturales a Irun, donde hiciese todas las funciones de salvas y guardias de su real majestad.

"Fundábase para ello en la consideracion de que dicho lugar era de su jurisdiccion, y en que la provincia había mandado que cada alcalde hiciese en la suya respectiva estos honores en la forma ordinaria. Los habitantes de Irun, heridos de esta pretension, mezclaron sus quejas con sus amenazas; y no solo se prevenían de pólvora para las salvas, sino tambien de balas para oponerse a los de Fuenterrabia, si los rumores públicos eran ciertos. La diputación trató de evitar un encuentro de estos dos pueblos; y habiendo hecho reconocer los papeles de su archivo, halló que en diferentes ocasiones anteriores había servido Irun con su compañía independiente de la de dicha ciudad. Quiso por lo tanto que desistiese esta de su empeño; pero fué en vano. En tal estado de cosas, para evitar un choque y con él un escándalo, que hubiera desacreditado á los dos pueblos, y aun á la misma provincia, á los ojos de un monarca que por la vez primera pisaba el territorio español, la diputacion puso el caso en el conocimiento de su magestad al llegar á San Juan de Luz, á fin de que se sirviese dictar la resolucion mas conveniente. Hecho cargo de todo, ordenó el rey que no siendo su ánimo perjudicar á ninguno de los dos pueblos en esta dependencia, la guarnicion que hubiese de entrar en Irun fuese de militares del presidio de San Sebastian sin mezcla de naturales. Por otra comunicacion dirigida á la provincia explicando esta real órden, manifestó que sería de su real agrado el que ni el alcalde de Fuenterrabia, ni el capitan cabo de Irun, saliesen á recibirle ni á despedirle, y así se ejecutó."

El informe de las Cortes de Navarra de 1795 que hemos aludido anteriormente, facilita también noticias del proyecto de obras portuarias efectuado a comienzos del siglo XVIII por las autoridades navarras puestas de acuerdo con las hondarribiarras:

"En el congreso de éstas (Cortes de 1702) se trató seriamente del asunto. Se comisionaron dos de sus individuos, que acompañados de un ingeniero reconocieron los terrenos desde esta Ciudad a la villa de Santesteban para abrirse carretera, y el río Bidasoa desde aquella villa hasta Fuenterrabía, para facilitar su navegación. En esa extensión se tasaron las costas de las obras, de que se formó plano, que existe. Se tomaron los informes precisos del tráfico y demás que pudiesen contribuir a la asignación de fondos para tal empresa y la de su manutención. Y bajo el conocimiento de todos estos antecedentes resolvieron las Cortes pedir por ley la facultad para poder hacer navegable el río Bidasoa desde Santesteban hasta la ciudad de Fuenterrabía, y para hacer carretera desde dicha villa hasta esta Ciudad, y para formar los arbitrios en las circunstancias propuestas en el pedimento. Esta ley, si no fue llanamente concedida, hubieron de influir en el decreto que sobre ella recayó, las vicisitudes de las guerras de Sucesión, según la conjetura que inducen el contexto del real decreto dado a aquel pedimento de ley en las circunstancias políticas de su época. Sin duda se computaron inferiores las ventajas que prometía el nuevo comercio con Hondarribia, a los dispendios necesarios para la habilitación de su puerto, la de la navegación del Bidasoa y la construcción de la carretera desde Pamplona hasta Santesteban, cuando no se verificó un proyecto tan examinado como recomendado a las Diputaciones".

La estratégica situación de Hondarribia y su carácter de plaza fuerte, la convierten en objeto de un nuevo asedio en el año 1719. Esta vez en el marco de la guerra llamada de la Cuádruple Alianza, por medio de la cual España -alentada por el cardenal Alberoni y por la reina española, la parmesana Isabel de Farnesio- trata de romper el equilibrio establecido en Europa por las paces que ponen fin a la Guerra de Sucesión en 1714. A resultas de esa denuncia de los tratados de 1714, Hondarribia será asediada en el mes de mayo de 1719 por el ejército francés bajo el mando del Duque de Berwick. Abierta brecha en las murallas en junio, la plaza se rindió el 16 del mismo mes, después de que Felipe V lo autorizase asegurando que era imposible socorrerla como se había hecho en 1638. Las autoridades militares y civiles de la plaza obtendrán de Berwick unas favorables condiciones de capitulación, muy propias de los corteses usos habituales en las guerras del siglo XVIII. De ese modo, los regimientos regulares que formaban parte de la guarnición superviviente, serán autorizados a abandonar la plaza con armas y bagajes, marchando sobre una de las dos brechas abiertas en la muralla con sus banderas desplegadas y batiendo tambores y sonando pífanos como homenaje al valor con la que han defendido su posición. Igualmente se les autoriza a acudir a Pamplona a engrosar la guarnición de esa otra plaza fuerte, marcándoseles únicamente el camino y la cadencia del paso al que deben marchar hasta allí. La población civil, que también ha combatido integrada en el tercio de vecinos, obtiene igualmente condiciones ventajosas como la de poder abandonar la plaza que va a ser ocupada retirando sus bienes muebles o permanecer en ella con todas las garantías de que sus vidas y haciendas serán respetadas. Los términos serán cumplidos de manera genérica sin que eso evite incidentes aislados con algunos de los soldados ocupantes y la aparición de una epidemia que diezmará, aunque sólo de manera leve, a los vecinos de Hondarribia que han decidido permanecer en la ciudad bajo ocupación francesa hasta que en el año 1721 es devuelta al reino de España por los acuerdos definitivos de paz entre todas las potencias contendientes.

Los dos años largos de ocupación de Hondarribia por las tropas francesas entre 1719 y 1721, no supondrán un punto final a los problemas de inserción de Hondarribia en la corona de Castilla. Se darán así nuevos intentos por parte de las autoridades de la ciudad para separarse de Gipuzkoa. Así ocurrirá en el año 1743, apenas pasadas dos décadas del fin de la ocupación francesa que desgaja a Hondarribia de la jurisdicción guipuzcoana. En esa fecha la ciudad volverá a intentar la separación de Gipuzkoa, esta vez por voluntad propia, para agregarse al reino de Navarra. Nuevamente el informe de las Cortes de Navarra de 1795 nos proporciona datos importantes a ese respecto: "En la instrucción dada por las Cortes de 1743 y 44, se encargó el mismo pensamiento, el cual se extendió a solicitar con Fuenterrabía su incorporación como que sin ella quedarían los comerciantes navarros poco menos que a merced del Consulado y Provincia de Guipúzcoa, que con sobreimpuestos en los géneros o bajo pretexto de necesidades públicas, pudiera enervar el tráfico nuestro. Y no siendo Fuenterrabía de este Reyno, se originarían competencias de jurisdicción y se avocarían las causas de nuestros negociantes en apelación a la Chancillería de Valladolid, clásicos inconvenientes que todos se vencían segregada Fuenterrabía de Guipúzcoa. La Ylma. Diputación trató con la mayor circunspección de este punto con la ciudad de Fuenterrabía, y llana ésta en constituirse miembro de Navarra, consultó aquella en 1747 al obispo de Casia y a don Juan Gregorio Muniain, Gobernador entonces de esta plaza. El primero, nada sustancial dificultó, y el segundo, sólo el que hallaba tropiezo en la razón de Estado, porque sujetaríamos (dado el caso apetecido) nuestro interés al arbitrio de la Francia, siempre que estableciese aduanas sobre las márgenes a que se extiende su dominio, y franquearían los Pirineos a las tropas de aquel Soberano. Retrájose por el dictamen de Muniáin la Diputación de aquel encargo, que lo dieron por evacuado las Cortes en el año 1757". En 1754 "la ciudad de Fuenterrabía, con los lugares de su partido y jurisdicción, que son las universidades de Irún y Lezo y lugar de Pasajes de su banda" dio poder a los licenciados D. Juan de Arriaga y D. Miguel Antonio de Casadevante para gestionar en Madrid y ante la Diputación navarra su reincorporación a Navarra. Como contrapartida solicitaba asiento en Cortes con voz y voto y seguir manteniendo su superioridad militar, civil y económica sobre sus subordinados.

Los únicos cambios político-administrativos que prosperarán en la jurisdicción de Hondarribia a lo largo del siglo XVIII no serán, precisamente, esos intentos de segregación para unirse al reino de Navarra, sino los de las poblaciones que desde la Edad Media han formado el señorío jurisdiccional de la ciudad. La universidad de Irun se separó de la jurisdicción de Hondarribia en el año de 1766, y el barrio de San Juan de Pasajes en el de 1767. El término antiguo de Hondarribia quedó reducido desde entonces al territorio que en el día le pertenece, más el particular de Lezo que también se segregaría en una fecha indeterminada de la primera mitad del siglo XIX.

La revolución francesa de 1789 volverá a involucrar a Hondarribia en un nuevo ciclo de guerras. En esta ocasión se reactivará, nuevamente, la confrontación secular entre España y Francia que ha quedado interrumpida desde 1700 al gobernar, tanto en Madrid como en París, la dinastia Borbón. El destronamiento de la rama francesa y la proclamación de la Convención republicana, conducirá de nuevo al enfrentamiento entre ambas potencias. Por parte francesa se luchará para mantener los avances revolucionarios y, de ser posible, extenderlos más allá de sus fronteras. Por parte española, se busca mantener el statu quo previo a la revolución y restaurar la monarquía en territorio francés. Rotas las ilidades en 1793, la campaña de ese año será relativamente exitosa para las armas españolas, que logran penetrar hasta las cercanías de Bayona. Los combates comenzarán en la frontera el 23 de abril de 1793 con la destrucción del fuerte de Hendaya desde Hondarribia. Esos éxitos iniciales, superiores incluso a los de otras potencias monárquicas -Austria, Gran Bretaña...- que atacan en otros frentes a la Convención republicana francesa, no serán de larga duración. La joven república reaccionará a lo largo del año 1793 sabiendo que su supervivencia depende de repeler el ataque de las potencias absolutistas. Una grave situación que sirve para galvanizar y aprovechar a pleno rendimiento todos sus recursos humanos y militares, perimitiéndole así recuperar la iniciativa en todos los frentes, obligando a retroceder a los ejércitos combinados contra ella. La situación en el Suroeste de Francia no será distinta. También allí se hará retroceder a las tropas españolas que han ocupado -y devastado- parte del territorio de Lapurdi, obligándolas a retirarse hacia los Pirineos y el Bidasoa. Las tropas revolucionarias no se detendrán en ese punto. Decididas a llevar hasta sus últimas consecuencias la consigna de la Convención -"paz a los pueblos, guerra a los tiranos"-, bombardearán Hondarribia en julio de 1794. Posteriormente lograrán que la plaza se rinda el 1 de agosto de ese año después de conminarla a capitular incondicionalmente a menos que quiera ver masacrada a toda su población -el jefe militar francés hablará de "pasar a cuchillo" al vecindario-. Indefensa por la retirada de las tropas reales, la ciudad capitulará y nuevamente, aunque por motivos completamente diferentes, será puesta bajo ocupación francesa como en 1719, hasta que la ciudad y el resto del territorio guipuzcoano invadido por las tropas de la Convención, sea devuelto a la corona española por la Paz de Basilea en el año 1795.

Tras la rendidión de la plaza el ejército francés se apoderará en Hondarribia de un sustancioso botín de guerra:

  1. 2.000 Prisioneros
  2. 200 Cañones
  3. 10.000 a 12.000 Fusiles
  4. 1.500 a 1.600 tiendas de campaña
  5. 4.000 bombas, obuses y balas
  6. 30 a 40 chalupas de pescadores
  7. 3 naves de dos palos
  8. 1 cañonera bien equipada

La Convención no dará la orden de evacuación a sus tropas hasta el mes de septiembre de 1795. Para ese momento, la guarnición francesa casi ha completado la sistemática labor de destrucción de aquella plaza fuerte tan problemática en términos estratégicos para Francia. Castigarán especialmente la parte de la fortaleza orientada hacia Hendaya. La parte que mira hacia la costa estaba también a punto de ser volada, con los agujeros para las minas -aún hoy visibles- abiertos en la muralla y baluartes de esa parte cuando se dio la orden de evacuación tras la firma de la Paz de Basilea. La Gaceta de Madrid de la fecha atribuirá la rendición de la plaza a las simpatias revolucionarias de su alcalde Joaquín de Irarreta, también visibles, según esa misma fuente, en los demás capitulares que formaban el Ayuntamiento en esas fechas y en algunos vecinos de esta ciudad. A resultas de insinuaciones como éstas, alentadas en buena medida por el primer ministro Godoy, se formará en Pamplona un consejo de guerra de oficiales generales que deberá elucidar hasta qué punto esas acusaciones eran ciertas. Examinada en éste la conducta de aquéllos, declaró el consejo que dichos alcalde, capitulares y vecinos contribuyeron cuanto pudieron para dilatar e impedir la rendición.

A pesar de la segregación efectiva de jurisdiciones entre Irun y Hondarribia desde finales del siglo XVIII, el tránsito de los reyes de Toscana en el año 1801 -fruto del entendimiento entre la corona española y las autoridades republicanas francesas a partir de la Paz de Basilea- dará motivo a nuevos enfrentamientos entre ambas poblaciones. Por real orden de 28 de mayo del mismo año se mandó que uno y otro olvidasen mutuamente lo que había sucedido en esta ocasión, en el concepto de que si con el tiempo se presentase otra igual, el rey determinaría previamente el derecho que habían disputado sobre el particular mencionado.

El 16 de septiembre del año 1805, la Diputación navarra solicitaba del rey la anexión a Navarra de Irun y Hondarribia, significando la gran importancia que tenía para Navarra la posesión de un puerto de mar. El rey accedió por real orden de 26 de septiembre del mismo año. Así, el 10 de octubre el comisionado de Navarra, Miguel Escudero, tomó posesión de Hondarribia. La Diputación guipuzcoana elevó diversas representaciones al monarca, protestando contra la anexión, pero no fueron escuchadas por el rey, que ratificó la orden de 26 de setiembre (doc. en CCPV, t. III, fol. 494). Sin embargo, Gipuzkoa siguió intentando recuperar los territorios perdidos. Sus esfuerzos fueron baldíos entre 1808 y 1813, mientras está bajo ocupación napoleónica. Sin embargo las restauradas autoridades españolas sí atenderán a su petición. Así, el 18 de agosto del año 1814, el virrey de Navarra, Conde de Ezpeleta, comunicaba a la Diputación navarra la decisión real de devolver Irun y Hondarribia a Gipuzkoa, hecho que tuvo lugar poco después.

La plaza fue ocupada en nombre de José I después de los acontecimientos de mayo de 1808. El 11 de marzo del año 1813, el sargento 1.° D. Fermín Leguía, acompañado de quince guerrilleros, tomó el castillo de San Telmo en la desembocadura del Bidasoa, sorprendiendo a su guarnición por la noche. Se llevó el armamento y municiones que pudo, inutilizando el resto, y dio fuego al baluarte, que quedó destruido en sus tres cuartas partes. Tras la batalla de San Marcial los franceses abandonarán definitivamente la plaza.

Durante la Primera Guerra Carlista (1833-1839), los carlistas ocuparon sin problemas la ciudad pudiendo huir los elementos caracterizados del Liberalismo a San Sebastián, Hendaya u otros lugares seguros. Entre esos refugiados destaca el alcalde J. M. Benigno Iriarte. Tras la entrada en el conflicto de la British Legion, enviada por Gran Bretaña a apoyar al gobierno liberal español, la situación rebelde se hizo más difícil en la zona. El 18 de mayo de 1837 capitula la guarnición carlista de Hondarribia ante los ataques de Schelly, operaciones combinadas con las que se desarrollan en la línea de Hernani preparadas por Espartero, mientras el grueso del ejército carlista estaba inmerso en la infructuosa "Expedición Real" a Madrid. Durante la segunda guerra carlista en territorio vasco (1873-1876), la plaza no caerá, en ningún momento, en manos de los rebeldes. Se establece en ella una considerable guarnición formada por efectivos del Ejército regular y la milicia de voluntarios de la Libertad formada entre sus vecinos adeptos al Liberalismo. Sus murallas serán empleadas como soporte para toda una estructura defensiva que mantendrá a raya durante los tres años de guerra a los carlistas, impidiéndoles flanquear la retaguardia de la línea costera que, entre Hondarribia y Getaria, y exceptuada la villa de Hernani, son la única zona de territorio guipuzcoano que no ha caido bajo dominio carlista, manteniendo Jaizkibel como nexo de comunicación y vía de transporte militar entre los campos fortificados de Hondarribia, Lezo, Pasajes y San Sebastián. Gracias a esa resistencia y a la presencia de varias unidades navales liberales con base en Hondarribia que patrullan el Bidasoa entre la ciudad e Irun, las fuerzas liberales mantendrán también cierto control de la frontera, dificultando las operaciones carlistas a caballo entre Francia y el territorio guipuzcoano.

Esa adhesión a la causa liberal no producirá demasiados réditos a Hondarribia una vez que la guerra acabe en el año 1876. Tras la abolición foral de ese año y la implantación definitiva del régimen de la Restauración borbónica (1876-1924), la ciudad languidecerá en lo económico al quedar su actividad centrada en la pesca y la agricultura, permitiendo así que el centro de gravedad económico de la zona se desplace a su antigua posesión feudal de Irun, convertida en esos momentos, gracias a la línea férrrea internacional, en el principal polo de desarrollo industrial de la zona.

Era una de las dieciocho repúblicas en que se debían celebrar las Juntas Generales. [F. de G., Tít. IV. Cap. I.] Tenía asiento en ellas y en las particulares el séptimo a la mano derecha del Corregidor y votaba con cincuenta y ocho fuegos en que se comprendían los del encabezamiento particular de los lugares de su jurisdicción [F. de G., Tít. IX. Cap. III y IV]. A mediados del siglo XIX, tenía, con Lezo, 31 fuegos. Esta ciudad era plaza cercada de muros muy fuertes con sus baluartes y otras grandes defensas y fortificaciones exteriores, y bien proveída de almacenes de víveres y de municiones para su manutención.Tenía Presidio Real para su resguardo por cuenta real. Su seguridad y conservación se encomendó por el rey a la provincia, encargándole la tuviera en su poder, quitándosela al mariscal D. García de Ayala que estaba apoderado de ella [F. de G., tit. II, cap. V]. En ella existía a mediados del siglo XIX una aduana de cuarta clase con empleados y fuerza de carabineros de la hacienda pública.

Elecciones generales del 20-IV 1879 (sección)
Ref. Archivo municipal de San Sebastián, A, negoc. 7, lib. 4, exped. 3
CandidatosVotos
José Olano y Altuna146
Fermín Machimbarrena y Echave56

Elecciones generales del 1-II-1891
Ref. La Voz de Guipúzcoa del 2-II-1891
CandidatosPartidosVotos
CalbetónCoalición liberal 413
San FelicesConservador

Elecciones generales Del 5-III-1893
Ref. Boletín Oficial de Guipuzcoa del 9-III-1893. Filiaciones en diversas publicaciones de la época
CandidatosPartidosVotos
CalbetónCoalición liberal 442
SatrústeguiIndependiente259

Elecciones generales del 12-IV-1896
Ref. Boletín Oficial de Guipuzcoa del 17-IV-1896. Filiaciones en La Unión Vascongada del 13-IV-1896
CandidatosPartidosVotos
PaviaIntegrista435
SatrústeguiConservador 249

Elecciones generales del 27-III-1898
Ref. Boletín Oficial de Guipuzcoa del 30-III-1898. Filaciones en El Fuerista del 27-II-1898
Candidatos PartidosVotos
BrunetCoalición liberal 409
Juan Rojo Pellán1

Elecciones generales del 16-IV-1899
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 19-IV-1899. Filiaciones en La Unión Vascongada del 27-IV-1899
CandidatosPartidosVotos
ZabalaRepublicano433

El escaso desarrollo industrial y la proximidad del espacio fronterizo entre dos grandes estados, facilitará una considerable actividad contrabandista en el entorno de Hondarribia. Conocerá un considerable auge sobre todo durante la I Guerra Mundial, cuando la tentación de introducir géneros en el país vecino, necesitado de todo, indujo a gran número de hondarribiarras a especializarse en el contrabando. Esa actividad, sin embargo, no decaerá al acabar la guerra y la actividad siguió desarrollándose, en sentido inverso también, en especial tras la II Guerra Mundial en la que los españoles de la postguerra experimentaron grandes carencias y necesidades. La actividad decreció al filo de los 50; uno de sus practicantes más destacados fue el célebre contrabandista hondarribiarra "Patxiku".

Elecciones generales del 19-V-1902
Ref. Boletín Oficial de Guipuzcoa del 24-V-1901. Filiaciones en La Unión Vascongada del 13-V-1901
CandidatosPartidosVotos
PicaveaLiberal548

Elecciones generales del 21-IV-1907
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa del 24-IV-1907. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa del 22-IV-1907
CandidatosPartidosVotos
Gaytán de AyalaCatólico737

Elección a diputados en Cortes del 8 de mayo de 1910
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa, mayo 1910.
CandidatosVotos
Manuel Lizasoain Minondo780
Tomás Berminghan Brunet 59
Votos en blanco1

Elecciones a diputados en Cortes del 8 de marzo de 1914
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa, marzo, 1914
CandidatosVotos
Leonardo Moyúa Alzaga, marqués de Rocaverde810
Pío Bizcarrondo Erquicia18

Elecciones generales del 9-IV-1916
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa. del 12-IV-1916. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa del 10-IV-1916.
CandidatosPartidosVotos
Marqués de Roca VerdeLiberal794
SánchezRepublicano11

Elecciones generales del 24-II-1918
Ref. Boletín Oficial de Guipúzcoa. del 27-II-1918. Filiaciones en La Voz de Guipúzcoa del 25-II-1918.
CandidatosPartidosVotos
ElóseguiMaurista589
AzquetaLiberal255

Elecciones generales del 29-IV-I923
Ref. El Pueblo Vasco del 1-V-1923
CandidatosPartidosVotos
Marqués de TenorioConservador715
ZuaznávarIndependiente1

  • Elecciones municipales del 12 de abril de 1931

Resultaron elegidos seis concejales republicanos, seis monárquicos, un nacionalista y un UMN (Sagarzazu). Ref. La Voz de Guipúzcoa, abril 1931.

Instaurada la República, las diferentes citas ante las urnas dieron los siguientes resultados.

Elecciones generales del 28-VI-1931
Ref. La Voz de Guipúzcoa del 30-VI-1931. Filiaciones en El Pueblo Vasco del 30-VI-1931.
CandidatosPartidosVotos
LeizaolaNacionalista587
PicaveaIndependiente587
PildainIntegrista579
UrquijoTradicionalista564
AmilibiaUnión Republicana548
De FranciscoSocialista518
GárateAcción Nacionalista511
UsabiagaDerecha Republicana511

Elecciones generales del 28-VI 1931
Ref. Boletín Oficial de Guipuzcoa del 29-VI-1931. Filiaciones en El Pueblo Vasco del 30-VI-1931.
CandidatosPartidosVotos
Distr. 1, secc. 1
AmilibiaUnión Republicana107
De FranciscoSocialista97
UsabiagaDerecha Republicana96
GárateAcción Nacionalista94
PicaveaIndependiente47
LeizaolaNacionalista46
PildainCanónigo (Integrista)42
UrquijoTradicionalista37
CastroRe-publicano1
UrgoitiUnión Republicana1
Distr. 1, secc. 2
PicaveaIndependiente207
PildainCanónigo (Integrista)207
LeizaolaNacionalista205
UrquijoTradicionalista202
AmilibiaUnión Republicana201
UsabiagaDerecha Republicana198
De FranciscoSocialista197
GárateAcción Nacionalista195
CastroRepublicano1
UrgoitiUnión Republicana1
Distr. 2, secc. 1
LeizaolaNacionalista161
PicaveaIndependiente161
PildainCanónigo (Integrista)160
UrquijoTradicionalista153
AmilibiaUnión Republicana131
De FranciscoSocialista123
UsabiagaDerecha Republicana121
GárateAcción Republicana11
Distr. 2, secc. 2
LeizaolaNacionalista174
PicaveaIndependiente174
UrquijoTradicionalista172
PildainCanónigo (Integrista)170
AmilibiaUnión Republicana108
GárateAcción Republicana102
UsabiagaDerecha Republicana102
De FranciscoSocialista101
Votos en blanco1

Plebiscito autonómico del 5 de noviembre 1933
Ref. La Voz de Guipúzcoa, noviembre 1933.
N.° de electoresFavorContra
3.0602.855175

Elecciones a diputados en Cortes del 19 de noviembre de 1933
Ref. La Voz de Guipúzcoa, noviembre 1933.
CandidatosVotos
Leizaola1.540
Picavea1.435
Monzón998
Irujo953
Irazusta948
De Francisco423
Usabiaga414
Bizcarrondo375
De la Torre256
Maeztu228
Paguaga213
Tellería209
Uraca208
Gomendio177
Alvarez124
Angulo123
Echevarría119
Larrañaga38
Astigarribia37
Zapirain37
Urondo35
Imaz3

Elecciones a diputados en Cortes del 6 de febrero de 1936
Ref. El Pueblo Vasco, febrero 1936.
Múgica944
Oreja931
Paguaga922
Lojendio920
Irujo894
Monzón690
Ansó673
Amilibia672
Apraiz672
Larrañaga667
Irazusta664
Lasarte657
Picavea632

Elecciones a diputados en Cortes del 1 de marzo de 1936
Ref. El Pueblo Vasco, marzo, 1936
Irujo1.281
Irazusta1.269
Lasarte1.265
Picavea1.256
Amilibia785
Larrañaga767
Ansó742
Apraiz742

Tras la rebelión militar de 18 de julio de 1936 Hondarribia permaneció en zona leal a la República después de sofocar elementos fieles al gobierno legítimo el conato de rebelión de las tropas acantonadas en el fuerte de Guadalupe. Ante el avance de las columnas del coronel Beorlegui desde Navarra sobre Irun se organizará en torno a Hondarribia una tenaz resistencia nucleada en torno a las milicias reclutadas entre militantes del sindicato anarquista CNT y los más minoritarios grupos de filiación comunista de las MAOC (las autodenominadas Milicias Antifascistas Obreras y Campesinas). Elementos de las milicias de la CNT, tras sofocar a los golpistas en San Sebastián, y en unión con las MAOC, tratarán de impedir el avance en territorio guipuizcoano de las tropas rebeldes. Al mismo tiempo se inicia un éxodo de refugiados hacia Hendaya de refugiados. Los primeros en abandonar Hondarribia serán los simpatizantes de las derechas, temerosos de las represalias que puedan ejercer sobre ellos elementos incontrolados que orbitan en torno a las miliicias obreras que controlan enteramente la situación en territorio guipuzcoano y que, en San Sebastián, ya han ejecutado a falangistas como los hermanos Iturrino sin que dirigentes de la CNT como Manuel Chiapuso hayan sido capaces de evitarlo. A estos les seguirán más adelante, a medida que el acance de Beorlegui continúa, parte de los combatientes que tratan de no quedar embolsados en la zona y se retiran por mar hacia San Sebastián y todos aquellos que, por una u otra razón, puede esperar represalias por parte de los sublevados. Finalmente, las milicas deberán ceder el terreno a las tropas rebeldes que avanzan desde Navarra, privadas de los recursos militares que les ha enviado el gobierno legítimo pero que han quedado detenidos en vía muerta en Hendaya por orden gubernativa francesa. Así, Hondarribia será ocupada por las fuerzas de Beorlegui el 6 de septiembre de 1936, un día después de la caida de Irun.

El 21 de setiembre, una vez que se han asentado en Hondarribia las nuevas autoridades designadas por los militares rebeldes, se producirá por parte de éstas un nuevo intento de segregar Hondarribia de la jurisdicción de Gipuzkoa para reincorporarla a Navarra. Con ese fin una comisión compuesta por los concejales J. Senén Amunarriz y Ángel Aseguinolaza de Hondarribia y cuatro munícipes de Irún visitan el Ayuntamiento de Pamplona y, el día 22, a la Diputación Foral, para entregar un escrito petitorio de reincorporación a Navarra. El proyecto se frustró por oponerse a él las autoridades franquistas de Gipuzkoa, lo que dio lugar a una agria polémica entre el Diario Vasco de Gipuzkoa, por una parte, y el Diario de Navarra y Arriba España, por otro.

  • El poder municipal durante el Franquismo.

Al igual que en otros lugares, la primera tarea que emprendieron los sublevados tras la ocupación de Hondarribia fue la recuperación de la vida política municipal, si bien ésta iba a estar completamente mediatizada por las autoridades militares. Buena prueba de ello es que el primer consistorio nombrado tras la ocupación de la ciudad, lo fue a instancias del Comandante Militar nombrado por los sublevados y en el se incluyó a varios ex-cautivos del fuerte de Guadalupe, condición que tendrá un gran peso en el panorama político de la comarca del Bidasoa en la posguerra. Del mismo modo se crearon varias comisiones y en una de ellas, la encargada de Gobernación, Sanidad y Abastos, reaparece la figura del ex alcalde de la Dictadura de primo de Rivera, Francisco Sagarzazu. Del mismo modo se designó como alcalde a Ángel Aseguinolaza, miembro de la C.E.D.A. (Confederación Española de Derechas Autónomas), integrante de la corporación en 1934 durante el llamado "Bienio negro" (1933-1934) en el que la victoria electoral de las derechas desencadena un proceso de anulación de las reformas emprendidas por el primer ejecutivo republicano, de carácter progresivo, entre 1931 y 1933, y, asimismo, ex-cautivo del Fuerte de Guadalupe.

Las primeras disposiciones acordadas por el nuevo consistorio se limitaron a adoptar las decisiones marcadas por la Junta Carlista de Guerra, referentes a la reentronización del Sagrado Corazón en el Salón de Plenos, la prohibición de nombrar a nuevos funcionarios y la creación del Consejo Local de Primera Enseñanza, que debía proceder a la apertura, bendición y colocación de los crucifijos en las aulas; hecho que tuvo lugar el domingo 27 de septiembre de 1936. Otras de las disposiciones del Ayuntamiento en su primera reunión -el 25 de septiembre de 1936- fue la de cambiar la denominación de varias calles. Entre otras el Paseo de Chacón que pasó a denominarse Mártires de la Revolución. y la Avenida de la República que se convirtió en Avenida de Javier Barcaíztegui, el Paseo de las Murallas -o del Catorce de Abril- pasó a denominarse Paseo de Miguel María Ayestarán, en recuerdo al sacerdote muerto en Guadalupe.

A partir de este momento la militarización de la vida cotidiana se hará cada vez más patente. En mayo de 1937 la milicia de Acción Ciudadana, en la que se enrolaron gran parte de los hombres de la ciudad, al mando de Félix Laborda, pasó a denominarse Requeté de San Marcial, contando con 44 requetés activos y 424 auxiliares. Del mismo modo, en noviembre de 1936, 55 hondarrabiarras partieron para embarcar en el crucero de guerra fiel a los rebeldes Baleares De ellos morirían dieciséis en marzo de 1938 al ser hundido el citado navío. El 1 de septiembre de 1937 se hacen públicas las normas para la celebración del primer aniversario de la .liberación. de la ciudad. Las calles debían ser engalanadas con banderas en las que figurasen las inscripciones .¡Viva España!, ¡Arriba España!, ¡Viva Franco!, ¡Viva Cristo Rey!, ¡Viva la Virgen de Guadalupe!.. Del mismo modo se decretó el cierre de los comercios de 10 a 12 y se celebró una misa en el Peñón.

El desarrollo político del Franquismo, y la unificación política que dio paso a la creación de F.E.T. y de las J.O.N.S. (Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), fue generando una clase política que se mantendrá durante muchos años en los puestos de responsabilidad. El ex- alcalde de la dictadura primoriverista, Francisco Sagarzazu, irrumpe con fuerza en la vida política del municipio durante esos momentos iniciales de la implantación del régimen franquista. Desde su cargo de delegado de Prensa y Propaganda y, en septiembre de 1937, acusa al alcalde de haber tenido relaciones con los separatistas afirmando que se celebraron reuniones clandestinas en su domicilio donde se repartieron candidaturas de las mismas. En junio de 1938 propuso la construcción de un monumento a los marinos de la ciudad muertos en el Baleares, a lo que el Ayuntamiento se niega, lo que motiva la intervención del Gobernador Civil prohibiendo a Sagarzazu cualquier iniciativa, ante la pretensión de construir el citado monumento en un terreno de su propiedad.

En septiembre de 1939, poco después de terminar la Guerra Civil, se produce una importante renovación municipal en Hondarribia, similar a la que tendrá lugar en otros ayuntamientos. Así, esos cambios municipales de 1939 siguen la tónica de lo que ocurre en otras localidades, combinando personas que ya habían formado parte del consistorio con otras que no habían ostentado cargos municipales. Entre las primeras podemos citar a Manuel Canoura, que ostentó la alcaldía durante la II República, y a Simón Munduate -que es nombrado alcalde- y Senén Amunarriz provenientes del consistorio de septiembre de 1936. De la vieja. clase política se rescata a Bernardo Sistiaga, que formó parte de la candidatura de Sagarzazu en 1931. Sin embargo el perfil político más adepto al nuevo régimen, representado precisamente por Francisco Sagarzazu, saldrá netamente beneficiado cuando en 1941 el Gobernador Civil cese al alcalde y nombre a Sagarzazu como máximo regidor municipal, haciéndole así recuperar el cargo que había dejado en 1930 y en el que permanecerá hasta 1958, fecha en la que abandonará definitivamente el puesto de alcalde de la ciudad. Las primeras medidas que adopta Francisco Sagarzazu a partir de ese nombramiento de 1941, son significativas: en primer lugar aprueba el incremento del precio del relleno del Puntal de España, con lo que se retoma el viejo proyecto de la .Sociedad Progreso de Hondarribia. que será la base de toda su gestión municipal. En el año 1947, el Franquismo celebró la primera de sus consultas plebiscitarias, que contó con la activa participación del alcalde en la campaña organizada por las autoridades a favor de un voto afirmativo. Tenemos constancia de su intervención en tres mítines. El primero, el 30 de junio en Irun, posteriormente en Andoain, el día 4 de julio, y en el de cierre de la campaña -en Irun- el día 5 de julio en el Teatro Bellas Artes, todo ello claroi indicio de la estrecha sintonía entre Sagarzazu y el Régimen. En 1948 el Franquismo tratará de adoptar una fachada democrática más creible. Con ese fin ese mismo año se puso en marcha lo que se conocerá como "democracia orgánica" cuyo aspecto más destacado fueron las llamadas "elecciones orgánicas" que se celebraron en el ámbito municipal, por primera vez, en el otoño de 1948. Hondarribia fue una de las diecisiete localidades guipuzcoanas en las que se lleva a cabo una elección simulada, al concurrir cinco candidatos para los tres puestos de elección por el Tercio Familiar, el único que se votaba por sufragio universal directo, ya que los otros eran elegidos mediante sufragio de segundo e incluso tercer grado.

Composición del Ayuntamiento en 1948
Alcalde
NombreProfesiónEdadFET-JONSFiliación
Francisco Sagarzazu SagarzazuIndustrial61MilitanteDerechista
Tercio Familiar
Justo Iñarra LecuonaTablajero47MilitanteDerechista
Miguel Lizargárate OlasoLinternero48MilitanteDerechista
José Oronoz ElizasuPescador31MilitanteDerechista
Tercio Sindical
Dionisio Sagarzazu SagarzazuHorticultor51MilitanteDerechista
Fausto Zubillaga PérezPescador41MilitanteDerechista
José Mª Berrotarán EcheverríaLabrador33MilitanteDerechista
Tercio De Entidades
José Luis Álvarez OlascoagaEstudiante25No afiliadoDerechista
Francisco Mendizábal RotetaLabrador52No afiliadoDerechista
Pedro Mª Aramburu IrastorzaEmpleado52MilitanteDerechista

A diferencia de lo que ocurre en 1948, no disponemos de información clara sobre el resto de los procesos electorales que se sucedieron en los años cincuenta. Únicamente conocemos una nota, fechada en 1954, en la que se solicita .una relación de las personas de esa localidad que por su capacidad y solvencia se consideren idóneas para poder cubrir vacantes en las elecciones municipales de ese año, en la misma nota se hace constar que:

"Es tradicional que los dos núcleos más importantes de Hondarribia (el labrador y el pescador tengan cada uno dos representantes en el Ayuntamiento. Actualmente sigue de concejal un representante de los labradores que unido al proclamado candidato y concejal del Tercio de Cabezas de Familia, José Maria Daguer Aguinaga, ex combatiente, completan los dos. Por el núcleo pescador ha sido proclamado candidato Florencio Lecuona Zubillaga, ex combatiente. Es preciso nombrar otro por el Sindicato, completando así los dos representantes de los pescadores".

En esas elecciones de 1954, el Tercio de Entidades es monopolizado por la Hermandad de Labradores a la que pertenecen los tres concejales de ese tercio. La presencia de ex-combatientes y ex-cautivos entre los que desempeñan responsabilidades políticas sigue siendo importante ya que de los nueve propuestos, tres reúnen estas condiciones. Las últimas informaciones de las que disponemos se remontan a 1957 y en ellas se proponen candidatos para renovar el tercer tercio. Entre ellos podemos destacar a Juan Vila Madrid, maestro, ex-cautivo, Jefe de la Guardia de Franco, Delegado del Frente de Juventudes, Delegado Comarcal del Servicio Español del Magisterio y Secretario Local de F.E.T. y de las J.O.N.S., posiblemente una de las personas que más cargos desempeñó a lo largo del Primer Franquismo. Todavía en 1957 encontramos a otro de los presos de Guadalupe entre los candidatos, se trata de Regino Elejalde Gil, maestro de las Escuelas Viteri.

  • La represión de la posguerra.

En el caso de Hondarribia, al igual que ocurre en el resto de Gipuzkoa, se ponen en marcha una serie de procesos represivos a partir del año 1937 que se alargarán hasta bastantes años después de acabar el conflicto bélico. A la hora de analizar la represión franquista la primera referencia obligada es la ejercida por las autoridades militares. Desde el 28 de julio de 1936, en el territorio controlado por los sublevados, se decreta el Estado de Guerra, lo que supone que quedan bajo la jurisdicción militar gran parte de las actuaciones que corresponderían a la justicia civil. El Código de Justicia Militar establece que los procesos se instruyan por la vía sumarísima, lo que reduce a un plazo de cinco días el proceso de instrucción de la causa contra los procesados, lo cual, a su vez, supone una considerable merma de las garantías procesales. Pese a la dureza de esa represión militar autorizada por el gobierno rebelde, no parece que ésta afecte excesivamente a Hondarribia. Fuentes poco fiables establecen la cifra de ocho fusilados entre los vecinos de Hondarribia, pero se da la circunstancia de que todas esas muertes se producen en los días de la ocupación de la ciudad por los sublevados, por lo que se podría tratar de ejecuciones extrajudiciales ocurridas en situación de combate o bien referirse, fundamentalmente, a los milicianos fusilados en el fuerte de Guadalupe. Otras informaciones más fidedignas, no recogen ningún caso de vecinos de Hondarribia fusilados por las autoridades rebeldes en ese distrito, pero eso no descarta que hubiera vecinos de la ciudad ausentes de ella represaliados en otras demarcaciones. En cualquier caso tan solo tenemos constancia de un vecino de Hondarribia sometido a un Consejo de Guerra por los sublevados. Se trata de Arturo Hernández San Martín, médico del fuerte de Guadalupe, que fue absuelto por la jurisdicción militar pero al que se le impuso una sanción de 1.000 pesetas al ser expedientado por el Juzgado de Instrucción de Responsabilidades Políticas (Beperet, 2001; 143).

El 13 de septiembre de 1936, coincidiendo con la ocupación de San Sebastián, primera capital de provincia de la que se apoderaban los sublevados, la Junta de Defensa Nacional decretó el embargo de todos los bienes de personas y partidos políticos opuestos a la rebelión iniciada el 18 de julio. Para aplicar en la práctica dicho decreto se constituyó la Comisión Provincial de Incautación de Bienes de Gipuzkoa (CPIB) instituida a raíz del decreto del 9 de enero de 1937 mediante el cual se creó la Comisión Central de Incautación de Bienes, que, a su vez, será nombrada por el presidente de la Junta Técnica mediante una orden que se hace pública el 20 de enero de 1937. Pocos días después, el 26 de enero, se nombra la CPIB guipuzcoana formada por Juan Cobián Fredo -magistrado- y Wenceslao de Archaud- abogado del Estado- bajo la presidencia del Gobernador Civil de la provincia, José María Arellano. Éste, previamente a la constitución de la C.P.I.B., había dirigido una circular -en octubre de 1936, poco después de tomar posesión de su cargo- a todos los notarios y corredores de comercio de Gipuzkoa en la que se les ordenaba que no llevasen a cabo ninguna transmisión ni gravamen o cancelación de bienes sin su permiso. Con esto pretendía hacer efectivo "el embargo acordado sobre todos los bienes pertenecientes a los afiliados a los partidos que integraron el Frente Popular marxista-nacionalista".

La CPIB de Gipuzkoa celebró su primera sesión el 6 de agosto de 1937, aunque sus trabajos ya habían dado comienzo con anterioridad. Para el mes de agosto de 1937 se habían incoado un millar de expedientes a "aquellas personas que se consideran acreedoras a una sanción por los actos de ilidad realizados contra el Glorioso Movimiento Nacional", considerando la comisión que en concepto de sanciones se podrían recaudar unos 400 millones de pesetas (A.G.A.-Justicia, caja 171). Para elaborar esta lista de posibles responsables, en marzo de 1937 se había remitido una circular a los ayuntamientos en los que la Comisión les comunicaba la orden de investigar la conducta de todas aquellas personas que podrían ser inculpadas por esas faltas. Pese a que disponemos de pocos datos de la actividad de la CPIB en Hondarribia podemos decir que al menos diez de sus vecinos vieron sus propiedades embargadas y administradas por el secretario del Ayuntamiento actuando por mandato de la CPIB Ésta ingresa, como consecuencia de las rentas que los vecinos expedientados debían percibir en el periodo de vigencia de esa represalia, 5.547,79 pesetas (A.G.A.-Justicia, libro 20-E), cantidad notablemente inferior a lo que se obtiene en Irun, que asciende a un total de 14.325,60 pesetas, una cantidad nada despreciable a finales de la década de los treinta.

En febrero de 1939 se promulgó la Ley de Responsabilidades Políticas que nacía con la intención de "liquidar las culpas contraídas por quienes contribuyeron con actos u omisiones graves a forjar la subversión roja, a mantenerla viva durante más de dos años y a entorpecer el triunfo, providencial e históricamente ineludible, del Movimiento Nacional". Al igual que ocurría con la actuación de la C.P.I.B. se establecen una serie de conductas que se consideran merecedoras de sanción y que se retrotraen hasta octubre de 1934. La actuación del Tribunal Regional de Responsabilidades Políticas de Navarra, que era el encargado de actuar en Gipuzkoa mediante el Juzgado de Instrucción de Responsabilidades Políticas con sede en San Sebastián, instruyó 1.116 expedientes en sus dos primeros años de funcionamiento. Según los datos de los que disponemos, entre 1939 y 1945, año en que se extingue la Ley de Responsabilidades Políticas, 32 vecinos de Hondarribia son procesados en virtud de la L.R.P. de los cuales quince son condenados y a los que se les imponen multas que oscilan entre las 75 y las 15.000 pesetas. Las máximas sanciones recaen sobre Juan Garmendia Idiazabal, concejal del Ayuntamiento que evacúa la ciudad en los primeros días de septiembre de 1936, y, pese a que regresa en noviembre de ese mismo año, será desterrado a 150 kilómetros de la ciudad al considerarse indeseable su residencia en zona fronteriza. En julio de 1940 se le condenará a satisfacer una multa de 15.000 pesetas. No será el único miembro del consistorio procesado. El alcalde durante la Dictadura de la Primo de Rivera -Francisco Sagarzazu Sagarzazu- el máximo mandatario municipal en los primeros tiempos de la República -Juan José Petit Ory- y los concejales Segundo Martínez Olano (C.E.D.A.) y Ángel Urrutia Zunzunegui E.A.J.-P.N.V. (Eusko Alderdi Jeltzalea-Partido Nacionalista Vasco) son igualmente encausados. Sin embargo, tan solo resulta sancionado el concejal nacionalista -al que se impone una sanción de 2.000 pesetas- a pesar de que había regresado de Francia en 1937. Se da la circunstancia de que Urrutia es el último vecino de Hondarribia procesado al que se condena por la L.R.P.

Sin embargo, ese artefacto legal de los sublevados represaliará a muchos otros vecinos de Hondarribia que están el exilio, a consecuencia del éxodo de principios de septiembre de 1936. Catorce de los procesados se exiliaron (cuatro de ellos murieron en el exilio, siete regresaron y tres permanecieron en Francia). De los que regresaron cinco fueron condenados y uno fue detenido y enviado al penal de El Dueso, lo que no fue obstáculo para que en 1941 se le impusiera, además, una multa de 1.000 pesetas. Los que optaron por no regresar, entre ellos José Iriarte Bordonés, presidente de "Eusko Etxea", fueron igualmente condenados por la L.R.P. En conjunto las sanciones impuestas al amparo de esa Ley de Responsabilidades Políticas a vecinos de Hondarribia, supusieron un monto de más de 75.000 euros. Por ideologías, de los 24 procesados de los que conocemos su filiación, son los republicanos los que suman mayor número de procesados, con un total de doce (cinco de I.R. (Izquierda Republicana), cuatro de U.R. (Unión Republicana) y tres sin filiación), seguidos de los nacionalistas con siete procesados; sin embargo el rigor de la ley es mayor con los nacionalistas al aplicárseles sanciones mucho más duras que ascienden al 73% del monto total de todas las que se impusieron en Hondarribia.

La represión puesta en marcha por las nuevas autoridades no se detendrá ahí. Todos los aspectos de la vida son controlados y sometidos a revisión. De esta manera, el 16 de diciembre de 1936 la corporación municipal, siguiendo instrucciones del Gobernador Civil, destituye a diecisiete funcionarios del Ayuntamiento que no han regresado tras la evacuación de la ciudad (APG-JTE, leg. 1376). Igualmente se depura el campo de la Enseñanza y se expedienta a un total de doce maestros que ejercen en la localidad, de los que cuatro son sancionados y tres de ellos separados definitivamente del cuerpo de Maestros Nacionales. Entre los expedientados destaca Ambrosio Saseta Lázaro, que es cesado por ausente al haber evacuado la ciudad y acusado de nacionalista vasco pese a que se hace constar que "cumple satisfactoriamente sus deberes profesionales igualmente se señala que se trata de un católico de ejemplarísima conducta moral y religioso, pero en su ideología política, de algunos años acá tiene su mente empapada en teorías nacionalistas", que, sin embargo, atribuyen a la influencia de sus hijos, en palabras del párroco de la ciudad. Ambrosio Saseta regresó de Francia en julio de 1940, como tantos otros, tras la invasión del país vecino por las tropas alemanas (AGA-Educación, leg.192.).

El resto de los maestros de Hondarribia sancionados lo son por una misma causa: haber evacuado la ciudad durante el avance de las tropa sublevadas y no haber regresado a ella una vez que se ha consumado la ocupación de la misma por los rebeldes. Uno de esos maestros, delegado local de la Cruz Roja durante el período de control republicano, permanece en Francia en 1939, motivo por lo que es separado definitivamente del Cuerpo de Maestros. Los otros dos regresan en 1940 con motivo de la invasión de Francia. En el caso de uno de ellos, afiliado a IR, el proceso se alarga hasta 1946, fecha en la que se le sanciona con dos años de suspensión en el ejercicio de las funciones de maestro. La maestra de Jaizubia también sufrirá los rigores de esas represalias a pesar de ser considerada completamente afecta a los principios del Movimiento franquista, pero que sin embargo permanece en Francia, según el párroco de Hondarribia, "obligada por su marido", al que los tradicionalistas consideran "completamente rojo". Tras su regreso es finalmente confirmada en su cargo, si bien se la inhabilita para desempeñar cargos directivos (AGA-Educación, leg.192.).

Las circunstancias de la Segunda Guerra Mundial propiciaron que en la fase final de ésta, las acciones de resistencia frente al Franquismo se incrementasen y esto, lógicamente, dada la cercanía de Hondarribia con la frontera francesa, tuvo su repercusión en la misma. Los primeros síntomas de que el Régimen se empieza a encontrar en situación delicada, se detectan en 1944, tras la retirada de los alemanes de Francia. En esos momentos los republicanos exiliados que han combatido a los nazis bien en unidades regulares de los Aliados, bien en el maquis o la Resistencia, vuelven sus ojos hacia España. El Franquismo ante lo delicado de la situación, aparte de enviar notas de protesta diplomática por esa presencia il en las proximidades de la frontera del Bidasoa, refuerza sus tropas en la zona. En septiembre del 1944 el comandante de Marina del Bidasoa, Almirante Calderón, considera que la situación en la fontera era grave a causa del envalentonamiento de los maquis españoles a los que consideraba dueños de la situación en esa demarcación. En octubre de ese mismo año dio comienzo la operación "Reconquista de España", que supuso la mayor infiltración guerrillera por los Pirineos lanzada contra el régimen franquista. Su principal objetivo, sin embargo, será Navarra.

A pesar de la larga vigencia de la actuación de los guerrilleros en la zona a partir del año 1944, el maquis fue poco operativo en el País Vasco. Únicamente un grupo pertenecientes a las fuerzas de Victorio Vicuña, jefe de la 10ª Brigada de los Pirineos Atlánticos de Guerrilleros Españoles que liberó Pau en 1944, comandada por Marcelo Usabiaga, Francisco Lapeira y el toledano Pedro Barroso, realizaron un intento de infiltración guerrillera en el País Vasco.

El 18 de noviembre de 1944 cuarenta maquis al mando de los citados desembarcaron en Hondarribia con la intención de desplazarse hacia Bizkaia y Santander y establecer allí bases para la guerrilla. Los integrantes de la expedición partieron de Hendaya y desembarcaron en la playa de Hondarribia con la intención de dirigirse al faro de Higuer. La pérdida de un cargador de una metralleta, puso en alerta a la policía franquista, que dio comienzo a una intensa movilización en busca de los infiltrados. Se sucedieron los registros y las detenciones en los caseríos cercanos a Hondarribia, pero los maquis consiguieron llegar a Bilbao, Eibar y San Sebastián, donde contaban con apoyos y enlaces. A pesar de ello, la mayor parte de los integrantes del grupo, fueron detenidos por la policía y trasladados a la Comandancia de Irun. Tras ser interrogados en la misma, fueron conducidos a la cárcel de Ondarreta, donde fueron juzgados en consejo de guerra. Como resultado del mismo fueron condenados a muerte cinco de los detenidos. Las condenas se conmutaron, salvo la de Pedro Barroso, que fue fusilado en Vitoria-Gasteiz en 1945. Varios de los condenados en este proceso permanecieron en prisión hasta principios de los sesenta, fecha en la que fueron puestos en libertad (Rodríguez, 2001).

Aparte de esta fracasada infiltración, tan solo podemos constatar en Hondarribia un episodio más, ligado a la lucha antifranquista en esta primera etapa. En junio de 1945 fueron detenidos varios pescadores de la ciudad, a raíz de la detención de varios miembros del Partido Comunista en San Sebastián, los cuales se supone daban cobertura a los militantes del PCE (Partido Comunista de España) en la zona.

  • El desarrollo urbano de la posguerra (1941-1959).

En 1941 el ex-alcalde de Hondarribia durante la Dictadura primoriverista, Francisco Sagarzazu, volverá a la Alcaldía de la ciudad, en la que permanecerá hasta 1958. El hecho más destacable de esa vuelta al poder de Sagarzazu fue la reactivación de los viejos planes urbanísticos de la "Sociedad Progreso de Hondarribia". Tal como relata Eunate Beperet (Beperet, 2000), pocas fechas antes de volver a ocupar la presidencia del consistorio hondarribiarra, Sagarzazu consulta con José Múgica, abogado de la "Sociedad Inmobiliaria Vascongada", sobre la situación de los terrenos municipales del "Puntal de España". Múgica le aconseja que presente al pleno una propuesta que permita "desmontar suavemente y sin ruido todo el tinglado que se montó durante la República a golpe y platillo", es decir que se regrese a la situación de 1930 (Beperet, 2002: 158). Múgica aconseja a Sagarzazu que rescinda los contratos municipales con la Sociedad (venta de terrenos en la falda del Jaizkibel y en el Puntal).

Una vez que Sagarzazu se ha hecho con el control del municipio y ha resuelto la cuestión de la "Sociedad Progreso de Hondarribia", que el 5 de febrero de 1942 ve revocados todos los acuerdos en su contra adoptados por el ayuntamiento republicano, da comienzo una importante etapa de reordenación de la ciudad que se prolongará entre 1944, fecha en la que se inaugura la Plaza del Obispo, y 1963, año en la que el alcalde Fernández de Casadevante inauguró los Murales de Beruete. Esa serie de actuaciones llevadas a cabo entre los años 40 y 60 del siglo XX, contribuirán a modificar profundamente la fisonomía de Hondarribia en el Franquismo.

Para dar comienzo a esos planes, el alcalde Sagarzazu contará con la colaboración del arquitecto guipuzcoano Pedro Muguruza Otaño. Muguruza fue el diseñador de los proyectos de la "Sociedad Progreso de Hondarribia" y autor, junto con el francés René Petit, del pretendido "Puente Internacional Alfonso XIII" y del proyecto del ensanche del "Puntal de España" en 1926, proyectos que fueron anulados en enero de 1931 al no haber comenzado las obras. Tras la Guerra Civil, Muguruza fue Director General de Arquitectura y en 1945 es nombrado Comisario para la reconstrucción de Madrid, participando en la construcción del Valle de los Caídos. La colaboración entre Muguruza y Sagarzazu implicará la plasmación, inexcusable, de los proyectos del segundo. Por ejemplo la realización de la plaza del Obispo, inaugurada como hemos dicho en 1944, era un proyecto que Sagarzazu había presentado ya en 1927, o los "Murales de Beruete", que culmina la idea, presentada en 1914, una vez más, por Sagarzazu. La relación de colaboración entre ambos personajes será de estrecha connivencia, a pesar de ciertos desencuentros, como el que tiene lugar en el año 1947. En esas fechas, Sagarzazu desestimará el proyecto del ingeniero Ramón Iribarren para la construcción de un nuevo espigón en las riberas del Bidasoa y ordenará a Muguruza hacerse cargo de ese diseño al que, sin embargo, tampoco dará su visto bueno Sagarzazu.

Desde el punto de vista urbanístico esa colaboración fructificará en la construcción del barrio de pescadores de "Azken Portu", realizado al amparo de la Ley de Casas Baratas de 1939. Será inaugurado en 1949 con la presencia del ministro de Asuntos Exteriores Alberto Martín Artajo. Una presencia ésta -la de altos jerarcas del Régimen- a la que será muy afecto Sagarzazu para realzar los actos públicos promovidos bajo su administración. Si en 1949 es el ministro de Asuntos Exteriores el que asiste a la inauguración de "Azken Portu", anteriormente -en 1943- lo había sido el ministro de Educación con motivo de la inauguración de la plaza del Obispo. Con o sin presencia de grandes jerarcas del Régimen, los planes urbanísticos del alcalde Sagarzazu no se detendrán. Así, en 1947 se inaugura la estatua de San Juan de Dios realizada en la glorieta que enlazaba las calles A (Sabino Arana) y B (Lapurdi) del ensanche. Otro aspecto del desarrollo urbanístico de la ciudad bajo la larga alcaldía de Sagarzazu es la construcción del "Parque de Madrid", destinado a unir el Ensanche con el Casco Antiguo. Esta obra supuso una nueva controversia del Ayuntamiento con René Petit, propietario de los terrenos en los que se proyectaba el parque. Las pretensiones de Petit son consideradas excesivas por el municipio y la cuestión se solventa con la construcción de una rampa de acceso a la villa de Petit. El proyecto finalmente se inaugura en 1955.

Para la realización de estas obras fue fundamental otra de las relaciones personales del alcalde, en este caso la que mantiene con el escultor José Díaz Bueno, que es convertido por Sagarzazu en la mano que dará relieve escultórico a esos ambiciosos planes urbanísticos. A este artista se deben las esculturas de la plaza del Obispo (1944), la escultura de San Juan de Dios (1947), los relieves de los "Balleneros de Terranova" (1954), el conjunto escultórico del "Parque de Madrid" (1955), y los "Murales de Beruete" (1964). Es, en definitiva, la tercera pieza del triunvirato Sagarzazu-Díaz Bueno-Muguruza que, en gran medida, es el responsable de la fisonomía urbana de Hondarribia desarrollada hasta finales del siglo XX.

A la importante labor urbanística de Sagarzazu se deben otras iniciativas como la aprobación, en 1951, del Plan de Ordenación de Hondarribia y el Plan de Reforma Interior del Casco, que sustituye al redactado por Gutiérrez Soto y Cánovas del Castillo en 1927 y que no era del gusto del Alcalde. Un detalle curioso, pero revelador del carácter endogámico -propio, por otra parte, del régimen franquista- de este tipo de iniciativas, es la presencia en algunas de esas actuaciones urbanísticas del que sería Ministro Secretario General del Movimiento, José Luis Arrese -arquitecto de profesión-, que participara en varios proyectos urbanísticos a plicados a la ciudad, como la rehabilitación del Edificio Miramar y de la calle Pampinot. Dentro de esa serie de actuaciones promovidas por el alcalde Sagarzazu, en 1948 se inauguró, finalmente, el hotel en el Castillo de Carlos V, obra que se había iniciado en el marco del Plan de Paradores Nacionales puesto en marcha por la Dictadura de Miguel Primo de Rivera en 1929, pero que se encontraba paralizada desde 1941. El espíritu que impulsa a Sagarzazu a la hora de llevar a cabo estos ambiciosos planes queda recogido en una entrevista que se publicó en La Voz de España el siete de abril de 1943. En el transcurso de la misma, el alcalde señala que el máximo mandatario municipal debe "aunque tenga sus técnicos, ser un enamorado de la arquitectura y de la jardinería. Volcarse en el interés común, sacrificando incluso el privado". Evidentemente Hondarribia debe a Sagarzazu gran parte de su atractiva fisonomía actual, a la que contribuyó también negándose a que se instalasen industrias en el término municipal. La labor de este alcalde, atípica dentro del Franquismo que promoverá, por lo general, desmañados planes urbanísticos en los que prima la cantidad sobre la calidad, y la especulación urbanistica sobre la estética, sigue presente en las calles de la ciudad incluso en pequeños detalles como la imagen polícroma de San Pedro que está colocada en la hornacina del arco de la Cofradía de Pescadores y cuya presencia ahí se atribuye también al alcalde Sagarzazu. Diez años después de dejar la alcaldía, en septiembre de 1968, se le tributó un homenaje colocando su busto en el Salón de Plenos. Aunque quizás el mayor reconocimiento a su labor en ese año provenga de la continuidad que se está dando en esos momentos al desarrollo urbanístico del casco histórico de la ciudad por medio de los proyectos del arquitecto Manzano Monís, completamente acordes con los cuidadosos designios puestos en práctica por Sagarzazu a partir de 1941.

Durante los difíciles y largos meses de la transición política del franquismo al régimen de partidos, Hondarribia fue escenario de uno de los hechos de sangre más doloroso del periodo. Tras la celebración del alarde del 8 de setiembre de 1976, cuando una multitud de personas paseaba y llenaba las calles del barrio de la Marina, la constitución de una pequeña manifestación a favor de la amnistía de los presos de ETA, suscitó la intervención de efectivos de la Policía Armada y Guardia Civil que empleó, repentinamente, material antidisturbios. En una de las cargas y cuando la gente trataba de refugiarse en portales y callejones, cae herido de muerte el joven irundarra de veintidós años Jesús Mari Zabala, participante habitual en el alarde por la compañía de Mendelu. A partir de este momento las fiestas se convierten en un duelo multitudinario. Se suspende la cena de las autoridades con el Gobernador Civil en el castillo, cesan bailes, cenas y festejos. Al día siguiente, Mercedes Iridoy, alcaldesa de Hondarribia, dimite, junto con el resto de la Corporación Municipal. La provincia de Guipúzcoa se sumió el día 10 en una huelga general, jalonada de incidentes y manifestaciones. Una enorme manifestación presidida por la Sra. Iridoy, se constituyó, pese a la prohibición, tras el funeral celebrado en la iglesia de Hondarribia el día 11.

  • Referéndum de 1976

3.549 si, 82 no, 194 votos en blanco y un 56,47 % de votantes

Elecciones de 15-VI-1977.
PNV1.639
PSOE1.179
EE740
DIV534
ESB488
GU359
DCV320
PCE137
PSP113
ANV73
FUT66
FDI31
AETG12
Nulos58

Referendum constitucional del 6 de diciembre de 1978
Votos3.210
Abst.4.75160,25%
1.98224 89%
No96112,32%
Blanco201
Abst. y No72,57%

Elecciones generales del 1-III-1979 (Censo electoral: 8.007)
Ref. Ibermática. Norte, SA
PNV1.84434,93 %
HB91217,27 %
EE85116,12 %
UCD72013,63 %
PSOE69213,10 %
PCE781,47 %
UN400,75 %
EMK380,71 %
UFV370,70 %
EKA350,66 %
ORT130,24 %
IR100,18 %
ULE50,09 %
LKI40,07 %
Abstenciones2.63932,95 %

  • Elecciones municipales de 3 de abril de 1979

Para cubrir las 17 concejalías de este ayuntamiento se presentaron cuatro candidaturas: PNV, PCE, PSOE y Hondarrabiko Ezker Batua, apoyada esta ú1tima por ESEI, EE y HB. Resultando elegidos, sobre un censo de 7.355 electores, los siguientes concejales: PNV con 2.529 votos: Alfonso Oronoz, José M. Olascuaga Garmendia, Miguel Bernedo, Elvira Picabea, Francisco Lapitz, Juan Luis Llorens, Angel M. Salaverria, Yon Arrizabalaga y Juan Mari Sáez; H. Ezker Batua con 1.775: Enrique Lecuona, Alfredo Lainsa, Santiago González, Juan L. Zubillaga, Mikel Zuazabeitia y Juan M. Bello; PSOE con 654: Román Rico y Enrique Iparraguirre. Alcalde: Alfonso Oronoz del PNV.

Referéndum estatutario del 25-X-1979 (Censo electoral: 8.385)
Ref. El Diario Vasco, 27-X-1979.
Votos:4.90858,53%
Abst.3.47741,47%)
Si:4.54092,50%
s/c54,14%
No1322,68%
Blanco861,75%
Nulos521,05%

Elecciones para el Parlamento vasco, 9-III-1980 (Censo electoral: 8.593)
Ref. El Diario Vasco, 11-III-1980.
PNV2.25847,21 %
HB78016,31 %
EE66413,88 %
PSE4559,51 %
UCD2455,12 %
AP 1172,44 %
ESEI641,33 %
PCE581,21 %
EMK410,85 %
LKI100,20 %
EKA90,18 %
PTE90,18 %
UC60,12 %
Abstenciones3.81144,35 %

  • Archivo de la Presidencia del Gobierno (A.P.G.)
  • Archivo General de la Administración (A.G.A.)
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AAA

CRJ 2011