Architectes

Guibert Tabar, Francisco Javier

Arquitecto. Pamplona, 1925; Madrid, 2011.

El arquitecto navarro Francisco Javier Guibert Tabar está considerado uno de los artífices más interesantes en su ámbito, sobre todo porque, además de recuperar el racionalismo en los años posteriores a la guerra, propuso una nueva lectura de este estilo, el llamado organicismo, insertado en su contexto.

Al arquitecto Francisco Javier Guibert Tabar le tocó hacer frente a la situación posterior a la guerra y, como consecuencia, en 1957 cuando consiguió el título en la Escuela de Arquitectura de Madrid, aunque la modernidad y el racionalismo consiguieron superar al eclecticismo y al historicismo impuesto por el régimen franquista en un comienzo, a finales de la década de los cincuenta se vio claramente que una vez recuperado el innovador lenguaje también existían riesgos. Aunque la forma debía seguir a la función, y aunque la apuesta a favor de los materiales nuevos era inevitable, la modernidad y el racionalismo dejaban sin respuesta a otros temas y a muchos problemas. Entre estos los más preocupantes eran las actitudes necesarias para hacer frente a la naturaleza, al paisaje, a la historia o a la sociedad. Así, aunque en los primeros trabajos de Guibert se adivinará la influencia de lo maestros racionalistas -Mies van der Rohe, Le Corbusier, Gropius, Richard Neutra-, en seguida sustituirá estas referencias y asumirá otras al comienzo más organicistas -Frank Lloyd Wright, Alvar Aalto- y, a medida que su transformación sigue adelante, más expresivas. En este recorrido Guibert no se encontrará solo ya que entre 1959 y 1966 trabajará con Fernando Redon Huici; más tarde, aunque estará solo hasta 1985 -año en que cierra su estudio- en su arquitectura, entre otras, serán muy importantes las influencias del guipuzcoano Luis Peña Ganchegui y del madrileño Ramón Vázquez Molezún, junto con el trabajo de diferentes ingenieros, como el caso de Javier Manterola, por ejemplo.

Después de realizar los primeros trabajos por su cuenta -reformas de diferentes locales y sencillas viviendas- en 1959 Francisco Javier Guibert y Fernando Redon decidieron trabajar conjuntamente. En dicho año los primeros trabajos serán bloques de viviendas, como por ejemplo las realizadas en el barrio San Juan de Pamplona, basadas en la modernidad y en el racionalismo. No obstante, en este comienzo, tanto uno como otro, tenían claro que, realizadas en este estilo, diferentes problemas y cuestiones quedaban sin resolver. Por eso mismo, aunque algunos arquitectos se acercaran al organicismo como consecuencia de la estética de la razón -con la intención de realizar una arquitectura más espectacular, más expresiva- no será así en el caso de Guibert y Redon, puesto que ellos llegan al organicismo porque sienten de verdad la necesidad de hacer otro tipo de arquitectura más próxima a la naturaleza, más sensible con el paisaje, más comprensible con la historia y, sobre todo, más preocupada por el hombre y la sociedad. Sin embargo, el cambio de un estilo a otro, a pesar de ser rápido, no será traumático, de este modo, en los próximos años y según la tipología, esto es, según el encargo y la función trabajarán en un estilo o en otro.

En 1962 llevarán a cabo el primer trabajo realizado en estilo organicista que será la Sociedad Kinder de Olazagoitia, edificio levantado por la empresa Cemento Portlan, dirigida tanto a los trabajadores como a los habitantes con la intención de ofrecer una sede para sus actos sociales.

En la actualidad el edificio de esta asociación resulta realmente espectacular; basado en una planta clara y firme en la misma cota de la calle, y cubriendo todo el edificio con un único techo, relacionándolo con la tipología del caserío, Guibert y Redon levantan un edificio asombroso, combinando de maravilla la tradición y la modernidad, tanto con respecto al material como con respecto a la forma. Un año más tarde, en 1963 en la torre Huarte, en el edificio destinado a viviendas y oficinas, aunque de nuevo recuperan el racionalismo, en la planta de las viviendas y en el empleo de materiales nos demuestran que no olvidarán más las enseñanzas del organicismo.

Pero el resultado más sobresaliente de la colaboración entre Guibert y Redon llegará un año más tarde, en 1964, cuando levantan el edificio de servicios para el campo de golf del valle de Ulzama -el primer campo de golf de Navarra. A partir de una forma triangular y aplicando en la planta la base del hexágono -como hicieron en Bruselas en 1958 Ramón Vazquez Molezún y Jose Antonio Corrales, en el pabellón construido en nombre de España para la Feria de Muestras de allí mismo- Guibert y Redon levantan dos edificios -uno destinado a vestuarios y el otro a los servicios en común: entrada, oficinas, sala de reuniones y bar- concediendo todo el protagonismo al techo como en la sociedad Kinder, combinando materiales nuevos y tradicionales- madera y hormigón, ladrillo y hierro- y del mismo modo integrando el edificio en la naturaleza y en el paisaje, pero por otro lado protegiéndolo del entorno, aislándolo. En ese mismo año, como hará Luis Peña Ganchegui en la casa Imanolena (Mutriku, Guipuzkoa), Guibert y Redon nos demuestran que la tradición y la modernidad no son contradictorias, la forma puede seguir a la función pero sin perder expresividad, eso si una expresividad muy variada, plena de respeto con respecto al paisaje, a la naturaleza, a la historia y a la sociedad.

En el último trabajo importante que harán juntos, las Torres Erroz de Pamplona en 1964, de nuevo también intentan combinar el racionalismo y el organicismo, pero en este momento, no como en las torres Huarte, dándole prioridad al organicismo y por consiguiente, resulta curioso ver cómo los dos arquitectos navarros intentarán unir en un bloque de viviendas en la ciudad las ventajas de las casas individuales a las propias viviendas; la misma práctica intentó llevar a cabo también el arquitecto navarro Francisco Javier Sáenz de Oiza en el edificio llamado Torres Blancas.

Cuando terminan estos dos últimos edificios Guibert y Redon decidirán separarse y cada uno continuará con su camino. En los años posteriores Guibert trabajando para diferentes organismos del estado -Instituto Nacional de la Vivienda, Diputación de Navarra, Organización Sindical del Hogar-, realizará diferentes conjuntos de viviendas y colegios, pero sus trabajos más significativos serán los que siguen la vertiente más expresiva del organicismo, otorgando gran importancia al cálculo y a la estructura del edificio. El edificio que mejor reúne todas estas características será la iglesia de Santiago que se construirá en el barrio Chantrea de Pamplona en 1966.

Por un lado, basada en la enseñanza del Concilio Vaticano II -según el cual la iglesia intentará acercarse más al fiel, y en la misma medida la sociedad se insertará más en la institución de la iglesia-, y por otro, tratando la vertiente más expresionista del organicismo -como hizo el arquitecto danés John Utzon en el edificio de la Opera de Sidney- Guibert también cumple una doble función - en primer lugar, reunir un gran grupo de fieles, y después, juntar a estos simbólicamente-, lleva a cabo formas expresivas, aprovechando las posibilidades que le ofrecen el hormigón y el techo, organizado como la cubierta de una tienda de campaña. Basando la estructura de metal en cuatro pórticos construidos en hormigón, Guibert levanta en esta iglesia un espectacular techo planteado como en los edificios de Ulzama y de Olazagoitia pero además de ser más simbólico, siendo sobre todo más expresivo, ya que aquí abre el hormigón y el techo para dejar entrar la luz en el interior, otorgando una forma especial al techo: como si un pájaro levantara su cuerpo y sus alas. Con estos edificios la tipología de iglesia en época franquista alcanza uno de los momentos más álgidos, continuando el trabajo iniciado en Vitoria una década anterior por los arquitectos Miguel Fisac, Javier Carvajal y José María García de Paredes -en la iglesias del Ángel y del Coro- y que finalizará una década más tarde también en Vitoria con la iglesia de San Francisco de Luis Peña Ganchegui.

Sus siguientes trabajos significativos son los siguientes: el edificio Singular (1970) -en este caso no trabajó más que como ayudante, ayudando al estudio del arquitecto Manuel Jaen, que será el verdadero creador, a levantar el conjunto y concretamente a hacer los cálculos de la estructura-, el colegio de Irurzun (1969)- donde muestra su vertiente más funcional y brutalista, especialmente notable en los detalles de la construcción-, la Asociación de Tiro de Noain (1972) -aquí de nuevo será organicista, como en la Asociación de Golf de Ulzama- y de nuevo en Pamplona, el conjunto de viviendas de la calle Sadar (1979), donde recupera el racionalismo.

En 1985, a consecuencia de la crisis económica de la época, y puesto que se le acabaron los encargos, Guibert cerró el estudio y fue a vivir a Madrid. Después, en esta fecha, aunque participó en diferentes proyectos, su carrera y su trayectoria se daban por finalizados.