Concept

Gentiles

Veamos algunos textos que soportan la definición realizada. En primer lugar, algunos extractos del Diccionario Mitológico de Barandiaran en los que se habla de la actividad constructora que desarrollan:

"JENTIL: (..); el que colaboró eficazmente gracias a sus grandes fuerzas, en la construcción de las primitivas iglesias cristianas (Muxica, Ondarroa, Marquina, Elgueta, Antigua de Zumarraga, Oñate, Opacua, Zurbano, Urdiain, Ataun, Oyarzun,...); el constructor de "cromlechs" llamados por esto "jentilbaratz" en Arano; el constructor de dólmenes, como los llamados Jentiletxe "casa de gentiles" de la montaña de Ataun-Burunda y los Jentilarri "sepultura de gentiles" de Aralar; el constructor de ciertas casas como las de Ojarbi, Animasagasti, y Maubi de Idiazabal, etc." (Barandiaran, 1972-73).

Muchas más iglesias que las citadas son consideradas obra de los gentiles. De hecho lo son casi todas las iglesias del País Vasco, ya que toda construcción que a los ojos del narrador se halle más allá de las capacidades de la gente de su entorno se considera obra de gentiles. Cualquier construcción de tamaño considerable se supone obra de gentiles, sea ésta una iglesia, un dolmen o una calzada de grandes losas de piedra.

Los gentiles, gracias a su inmensa fuerza, no sólo realizan trabajos colosales, sino que además los culminan sin gran esfuerzo. Ni siquiera necesitan descansar:

"Cuentan que el gentil de Arrola, de Zeráin, se fue a Alava a buscar trigo. Volvía cargado de un pellejo de buey, lleno de trigo, cuando tropezó con su hija, en Bostaitzeta, en los confines de Zerain y Zegama.

-"Descansa hasta beber agua", le dijo la hija." -"Si hubiese sabido lo que era descansar, hubiera traído otro tanto de trigo."

Ofrecióle la hija el agua de la herrada que llevaba sobre su cabeza, y el padre tragó, juntamente con el agua, la tapa de la herrada.

-"Dónde está la tapa?", preguntó la hija. -"Me ha parecido que he tragado una mota" (Barandiaran, 1972-73).

Gracias a esta inmensa facilidad para realizar sus trabajos, tampoco les falta tiempo para divertirse:

"Ciertos pelotaris jugaban a la pelota en Murumendi. Y se les acercó un gentil y les preguntó:

-¿Qué hacéis aquí?. -Jugar a la pelota-, le contestaron. -¿Para qué tenéis esa piedra? -Para piedra de saque. -Tampoco ella es mala para lanzarla como la pelota.

Y cogió con sus manos la piedra de saque y la lanzó hacia Aralar con extraordinaria energía. Y según corre esa piedra con tal velocidad en el aire, se hace dos pedazos y cayeron, uno al pie de la peña de Gaztelu y el otro a Alotza. La piedra de Alotza está allá, atravesada en una senda (y) no es una piedra de bromas (es grande). Los pastores la llaman Saltarri" (Barandiaran, 1972-73).

Lo mismo que esta peña de Saltarri, los juegos de los gentiles, al igual que sus construcciones, dejan huellas bien visibles en el paisaje.

"En el barranco de Urdiola (Arrankudiaga), situado entre el monte de ese nombre y el del Castillo de Arakaldo(donde se ven ruinas de un antiguo castillo que el vulgo dice que perteneció a los moros), existen dos o tres piedras redondas, a modo de bolas muy grandes. Cuentan los habitantes de Arrankudiaga que antiguamente jugaban a bolos los gentiles de uno a otro monte; pero habiendo chocado las bolas, cayeron al barranco, donde se han conservado hasta ahora.

Cuentan en Orozko que los gentiles jugaban a la pelota con piedras redondas de cuatro o cinco arrobas, colocándose unos en el monte Untzeta y otros en el de Santa Marina.(...).

Amil es el nombre de otro término de Motriko, situado a la orilla del mar. En él se ve un peñasco al cual rodea el agua en mareas altas. Dícese que los gentiles, que se divertían jugando con él a la pelota, lo lanzaron desde el monte Arno" (Barandiaran, 1972-73).

Además de trabajadores infatigables y aficionados a los juegos, los gentiles son unos seres éticamente notables. Los primeros a la hora de demostrar las costumbres de buena vecindad. Por ejemplo cuando algún vecino yace en su lecho próximo a morir, acuden a visitarlo y no van con las manos vacías. Una pena que algunos cristianos sean tan indignos y desagradecidos:

"Dicen que antiguamente solían vivir los gentiles en Jentilbaratza. Que muchas veces acostumbraban bajar de noche a Agerre, y que allí se dedicaban al juego hasta que cantase el gallo en la madrugada.

Que una vez enfermó el señor de Agerre y que iba a recibir el Viático. Al saber esto, los gentiles, aunque no eran cristianos, bajaron a Agerre una sobrecama de oro, y con ella cubrieron la cama del enfermo, antes que llegara el Viático.

Que sin duda codiciaban los de Agerre la sobrecama de los gentiles, y que así, la clavaron a la cama, y poco después hicieron cantar al gallo. Que al oír los gentiles el canto del gallo, agarraron su sobrecama y echaron a correr precipitadamente; mas una parte de la sobrecama quedó clavada a la esquina de la cama. Que entonces los gentiles gritaron que mientras Agerre fuera Agerre, no faltaría en aquella casa algún manco o paralítico. Y dicen que desde entonces ha habido siempre en Agerre algún manco o paralítico" (Barandiaran, 1972-73).

Cuando son ellos quienes reciben la asistencia de algún vecino, muestran una conducta bien diferente, y no dejan marchar con las manos vacías a quien ha venido a ayudarles:

"Antiguamente vivían los gentiles en la cueva de Santimamiñe y una mujer (de los gentiles) se hallaba encinta, y llamaron a la señora de Lezika para auxiliarle en el parto. Y cuando se libró la mujer dieron de comer a ella (a la señora de Lezika), y al ver pan blanco, guardó un trozo a fin de mostrarlo en (su) casa, y cuando empezó a levantarse para volver a su casa, no pudo levantarse y los gentiles le dijeron: "señora, Ud. tiene alguna cosa de aquí". Y la señora (decía) que no, y los otros (decían) que sí. Y después la señora les dijo que sí, que había tomado un trozo de pan con el fin de mostrarlo en casa. Y entonces los gentiles le dijeron que dejara allí mismo el trozo de pan que allí había tomado, y le dieron un pan entero para (su) casa" (Barandiaran, 1972-73).

De este modo vivieron los gentiles durante muchos años, repartiendo su tiempo entre la realización de grandes trabajos que culminaban sin apenas esfuerzo, y sus juegos y diversiones, y mostrándose siempre ejemplares en sus relaciones de buena vecindad. Sin embargo, un buen día sucedió algo inesperado, un suceso que vamos a escuchar de labios del propio Barandiaran, que se lo oyó referir numerosas veces a su propia madre:

"Según una de sus versiones procedentes de Ataun, donde la oí muchas veces durante mi infancia, los gentiles se divertían un día en el collado de Argaintxabaleta, en la sierra de Aralar, cuando vieron que del lado de Oriente avanzaba hacia ellos una nube luminosa. Asustados por el fenómeno, llamaron a un sabio anciano y le condujeron a aquel lugar para que contemplase la misteriosa nube y les declarara lo que ésta significaba. El anciano les dijo: "ha nacido Kixmi y ha llegado el fin de nuestra raza; echadme por el vecino precipicio". Y los suyos le echaron peñas abajo y, seguidos de la nube luminosa -huyendo de la misma-, corrieron hacia Occidente, y al llegar al vallecito de Arraztaran, se metieron precipitadamente debajo de una gran losa que desde entonces se llama Jentillarri "sepultura de los gentiles" o "piedra de los gentiles": es el dolmen de este nombre, tumba de doble cámara que años más tarde exploré en compañía de los Dres. Aranzadi y Eguren. Así tuvo fin la gentilidad, según la leyenda" (Barandiaran, 1972-73).