Concept

Franquismo

La dictadura franquista debe ser entendida como una de las variantes de los regímenes fascistas de los años 30, a pesar de que, como cualquier régimen político, tenga sus propias características y su propia evolución.

Además de la represión, otra de sus bases fue el poder y el ensalzamiento del máximo dirigente, como en otras dictaduras fascistas, en este caso tomando el calificativo de Generalísimo o Caudillo. De él partieron la mayor parte de medidas políticas, y en cualquier ámbito de la vida social o política podían leerse, escucharse o verse expresiones de alabanza hacia su persona. Esta dictadura nace durante la misma guerra, cuando el 1 de octubre de 1936 Franco se hace con el control político del bando rebelde. A partir de entonces, su poder no hace sino consolidarse, sacando partido de las tensiones que se vivían a su alrededor. De esta manera hay que entender su iniciativa de creación de un partido unificado con carlistas y falangistas, o el difícil equilibrio que supo mantener entre las diferentes familias políticas en los años de posguerra. El tiempo demostró que Franco tuvo la habilidad de mantenerse en el poder, pero ese mérito debe entenderse también como fruto de la necesidad política que tenían las fuerzas que apoyaron el golpe, ya que era su fuerza y su poder lo que garantizaba su verdadero objetivo: mantener la sociedad bajo un estricto control.

Al fin y al cabo, él posibilitó la pervivencia del régimen, realizando las adaptaciones necesarias para amoldarse a los vaivenes de la política exterior una vez terminada la guerra. También acertó a la hora de planificar su sucesión, ya que contentó a parte del carlismo al adquirir el compromiso de reinstaurar la monarquía, pero aplazando este cambio para después de su muerte, y quedando en sus manos la designación del futuro rey. Así, en 1947 se aprobó la Ley de Sucesión, pero la designación oficial de Juan Carlos no se realizó hasta 1969, aprovechando Franco todo ese lapso de tiempo para consolidar su poder personal.

Al igual que en otros regímenes fascistas, un sólo partido político estaba legalizado, en este caso Falange Española Tradicionalista y de las JONS, nacido en 1937. A través de esta unificación Franco eliminó los elementos más incómodos que podía haber en cada tendencia, y creó un partido a su medida. El partido, además, tenía secciones específicas para dirigir y controlar la vida de algunos sectores sociales, como la Sección Femenina o el Frente de Juventudes. Con la ley de 1957 (Ley de Principios Fundamentales del Movimiento) se establecían algunos cambios, pero siguió manteniendo su importancia durante toda la dictadura, ya que jugaba un papel clave en la organización sindical y parlamentaria, aún a pesar de que una nueva familia política, los llamados tecnócratas, ocuparan buena parte de los cargos durante la década de los sesenta.

Aún siendo una dictadura unipersonal, Franco quiso dar un cierto barniz democrático a su régimen una vez terminada la guerra. Según la propaganda, esa participación debía limitarse a los organismos naturales de la organización social, y de ningún modo establecerse mediante un sistema de pluralidad de partidos y elecciones libres que no podían traer más que la fragmentación social y la inestabilidad. Se le dio el nombre de democracia orgánica, basada en dos organizaciones: las cortes y los ayuntamientos. Las cortes se constituyeron según lo establecido en la ley de 1942, y los parlamentarios, procuradores en el lenguaje de la época, se dividían en cuatro grupos: los miembros de la administración del estado, los representantes del sindicato vertical, los del tercio familiar (elegidos por un sufragio totalmente controlado) y los designados directamente por Franco, sistema que también fue utilizado en los ayuntamientos.

En el caso de las diputaciones, prácticamente fueron vaciadas de poder por el carácter centralista del régimen, siendo los gobernadores civiles, designados por el propio Franco, las máximas autoridades provinciales. Los estatutos de autonomía aprobados en la II República, el vasco y el catalán, fueron suprimidos, y en el caso de las diputaciones de Bizkaia y Gipuzkoa se derogó el Concierto Económico con el decreto ley del 23 de junio de 1937, en el que se las calificaba como provincias traidoras. En el caso de Álava y Navarra, sin embargo, las diputaciones mantuvieron ciertas competencias. Estas denominadas Diputaciones Forales firmaron el concierto económico con el estado, en el caso de Navarra en 1941 y 1969 y en el de Álava en 1952, de manera que las élites locales se valieron de la recaudación fiscal para afianzar su poder político.

Tampoco en las instituciones locales o provinciales hubo garantías para la libre participación política, y por eso los ayuntamientos estuvieron casi siembre en manos de personas de confianza para el régimen, siendo la presencia de carlistas especialmente notable en Euskal Herria. Ahora bien, es precisamente en la capital navarra, en el ayuntamiento de Pamplona, donde encontramos un caso que puede calificarse como excepción a nivel estatal, ya que un grupo de concejales empezó a utilizar los resquicios que ofrecía el sistema de tercios con apoyo del sector más aperturista del carlismo y de cristianos de base, -HOAC en esos momentos- adquiriendo cada vez más protagonismo en el ayuntamiento y creando una tensión cada vez mayor con el gobierno.

Por otro lado, no podemos dejar de lado al mencionar el entramado institucional el papel del ejército. La dictadura tuvo un carácter militar desde sus propios comienzos, y con el código militar fueron juzgados y condenados miles de hombres y mujeres. Además, el estado de guerra, que otorgaba competencias especiales al ejército, fue mantenido hasta 1947. Debe ser remarcado, en este sentido, que los militares tuvieron una presencia muy notable en los altos cargos de la administración, siendo buena muestra de ello el hecho de que hasta 1945 el 42,8% de los puestos de ministros fueran ocupados por ellos. Esta presencia no se limitó a cuestiones relacionadas con el ejército, sino que se extendió en múltiples ámbitos, como el de la planificación industrial, ya que fue un militar, J. A. Suances, quien dirigió el INI desde 1941 hasta 1961.