Cinématographiques

El Mayorazgo de Basterretxe

Largometraje cinematográfico vasco, realizado en 1928 por el cineasta baracaldés Mauro Azkona.

Basándose en una idea de Pierre Lhande, escribieron el guión los dos hermanos Mauro y Víctor Azkona, que eran, al mismo tiempo, los productores. Víctor fue, además, el responsable de la fotografía.

La cinta describe a la familia Basterretxe que vive feliz en su caserío del imaginario pueblo de Aizgorri. Maritxu, la hija (Margarita Arregi), está enamorada de Txomin (Orlando Villafranca/Francisco Veintemillas). Josetxu, el hijo (Eduardo Morata), se siente atraído por el mar. Esta pasión del hijo es aprovechada por D. Timoteo, el usurero (Víctor Barguillo), que, a través de él, quiere adueñarse del caserío de Basterretxe. Un día aparece muerto Tasio, el dueño de Basterretxe y cargan con la culpa a Txomin, aunque Mirentxu nunca lo cree. Tampoco lo creen Patxin (Josetxu Frías) y Ramona (Elvira Castro), los criados del caserío. Josetxu no puede pagar sus deudas a D. Timoteo quien aprovecha la ocasión para embargarle y hacerse con el caserío. Pero Txomin ha cambiado, entretanto, en la casa de un tío suyo, adquiriendo una cultura y una posición que no pudo conseguir en el pueblo. Su tío le da el dinero con el que ha de rescatar el embargo de su amado Basterretxe. También, en el acto del embargo judicial, aparece el alcalde del pueblo que hace prender, como asesino de Tasio... al propio D. Timoteo, cosa que confiesa Lagarto (J. Salamanca) a la hora de su muerte. De esta manera todo queda arreglado entre madre e hijo, entre Mirentxu y Txomin y... hasta entre Patxin y Ramona.

Los carteles, la publicidad o el programa de mano que se conservan de este film pionero reflejan muy bien el objetivo de los hermanos Azkona al lanzarse a esta aventura cinematográfica. Por ejemplo, la publicidad que anunciaba la proyección en el Teatro del Príncipe de San Sebastián rezaba así: "El mayor acontecimiento cinematográfico regional. Película nacional, ambiente vasco, artistas vascos, paisajes vascos, producción vasca. Todo es vasco en esta película que refleja típicas costumbres del siglo pasado, llevado a la pantalla con gran realismo, y sin omitir gastos de ninguna clase". El programa de mano componía la siguiente semblanza del film: "En esta película se retratan fielmente sencillas y patriarcales costumbres vascas del siglo pasado. Amor al caserío, pasión por el mar, dulces idilios. Contra la avaricia y la ruindad." Este ensalzamiento de las costumbres y formas de vida más ancestrales de la tierra vasca (el trabajo en el campo y la vida en el mar) es la principal característica de este melodrama, más cercano en su imaginería a la concepción del país que tenía el pujante nacionalismo vasco de la época que su predecesora, la "proletaria" Edurne, modista bilbaína (1924). En todo caso Mauro Azkona, que vivió el rodaje de Edurne, modista bilbaína ya que trabajó en este film como ayudante de dirección, empezó en el cine contagiado por el entusiasmo de Telesforo Gil del Espinar. Sufrió además parecidos problemas para llevar adelante su proyecto. Los problemas financieros fueron una constante durante el rodaje. Para los papeles de prostitutas se tuvo que recurrir a auténticas profesionales porque ninguna actriz estaba dispuesta a desempeñar un papel de esas características. A estos inconvenientes hay que sumarle la persecución política del Gobernador Civil ya que en principio, tras leer éste el guión, prohibió el uso de la ikurriña en una danza folklórica del film. Además, en una ocasión, los actores y extras tuvieron que cruzar caracterizados con sus trajes de época todo Bilbao para acudir al lugar de rodaje y los hermanos Azkona se encontraron al día siguiente con una nota del Gobernador en la prensa que prohibía las manifestaciones folklóricas por la ciudad sin autorización previa.

El mayorazgo de Basterretxe se estrenó el 19 de diciembre de 1928 en el Teatro Príncipe de San Sebastián. Tuvo éxito de crítica y de público aunque el gasto invertido no pudo llegar a ser amortizado. Desgraciadamente el momento del estreno coincidió con la irrupción de las películas sonoras, abortando así una exhibición más ambiciosa en Madrid o Barcelona y la posibilidad de asentar unas bases para la creación cinematográfica en Euskal Herria. El mayorazgo de Basterretxe tuvo más suerte que Edurne, modista bilbaína y ha podido llegar a nosotros. De hecho, el Certamen Internacional de Cine Documental y Cortometrajes de Bilbao tributó un merecido homenaje a esta película pionera y a sus heroicos autores exhibiéndola en 1978. Es hoy, obviamente, una de las joyas que conserva la Filmoteca Vasca en su depósito.